Los denominados Moduladores Selectivos de los Receptores de Andrógenos son tóxicos para el hígado y con el tiempo pueden provocar tumores. Son medicamentos en experimentación, se fabrican y distribuyen de forma ilegal.
Por Sagrario Ortega y Carlos de Torres
El culto al cuerpo sigue siendo sinónimo de consumo de anabolizantes. Desde hace un tiempo los que están de moda son los Moduladores Selectivos de los Receptores de Andrógenos (SARMS en sus siglas e inglés), fáciles de consumir porque no tienen que inyectarse y se toman por vía oral, pero son tóxicos para el hígado y con el tiempo pueden provocar tumores.
Además, se fabrican y distribuyen de forma ilegal y se trafica con ellos porque los beneficios que los grupos criminales obtienen son muy sustanciosos, ya que un frasco gotero puede llegar a venderse a un precio de 60 euros cuando el coste de producción no llega a un euro, si bien a esa ganancia habría que restarle lo gastos de la distribución.
Sea como sea, los SARMS (modificaciones a partir de la molécula de la testosterona) son medicamentos en experimentación, según los cataloga la Agencia Española del Medicamento, y, por tanto, está prohibida su distribución y venta. Por eso, tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional han llevado a cabo recientemente varias operaciones contra ese tráfico ilegal.
Los SARMS pueden tener muchas ventajas para la medicina, toda vez que actúan de forma selectiva sobre el órgano que lo precisa, pero de los que están en ensayos clínicos, solo la ostarina es la que está más avanzada y puede ser eficaz para combatir la osteoporosis. A esa sustancia ya dio positivo un ciclista en el Giro de Italia.
Y aunque no es exactamente un SARMS, la cardarine es otra de las sustancias que se ha puesto de moda en el mundo del deporte, tanto el profesional como el amateur, porque es un “buen quemador de grasa”, como han señalado varios expertos consultados por EFE. Pero se han constatado efectos secundarios, como cáncer, en las pruebas con ratones.
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil desmanteló hace escasos meses y tras dos años de investigación la primera red criminal en España dedicada a la importación, fabricación y distribución de SARMS. Fue la operación llamada Sahagún-Arán.
Es el responsable de la Sección de Salud y Dopaje de esa unidad quien explica a EFE el “modus operandi” de esas organizaciones, que comienza con la adquisición en China del principio activo, fabricado allí en laboratorios legales.
Desde China llega a España, en polvo, por vía aérea, marítima o terrestre. Ya en España, las organizaciones se encargan de comprar el disolvente farmacéutico. Pero la mezcla con el principio activo no puede hacerla cualquiera, así que “subcontratan” un laboratorio que, como ocurrió en la operación Sahagún-Arán, pueden estar autorizados para poder hacer esas mezclas. En este caso, para cosmética.
En el laboratorio se envasa el medicamento en frascos en forma de gotero, como ocurría en este caso, y se introduce en cajas individuales para su distribución por empresas de logística con las que las organizaciones contactan.
Los agentes de la UCO llegaron a intervenir en esa operación más de 10.000 envases con la marca Ibero-Sarms, la más vendida junto a NG-Labs.
El investigador de la Guardia Civil recuerda que, en muchos casos, los medicamentos no se almacenan en las condiciones que serían exigibles y señala que hasta en el etiquetado hay “trampa”, porque comprobaron que el código de barras de la caja no se corresponde con el del frasco.
Como es engañosa la publicidad, también subcontratada, que se realiza a través de youtubers, instagramers o influencers que, “como un mantra”, repiten que son medicamentos en experimentación y que no son para consumo humano. Y ponen ejemplos como la pérdida de grasa corporal que ha provocado el SARMS en una rata. Pero al final del video “se les escapa” que ellos mismos lo han probado.
Hay perfiles diferentes entre los grupos que se dedican a este negocio ilícito. Las fuerzas de seguridad han comprobado que, entre ellos, predominan los relacionados con el negocio de los gimnasios, porque tienen el cliente asegurado, pero también personas con estudios en gestión de empresas que creen que existe un “limbo legal” en este tráfico. Se equivocan, dice el investigador.
Generalmente, el producto se oferta por Internet y a través de una página web desde la que se hace el pedido.
Y los mayores clientes se asientan, sobre todo, en Levante y en Andalucía Oriental. En suma, en lugares con buen tiempo y que viven de cara al mar. Zonas donde el cuerpo se exhibe más.
Los doctores Pedro Manonelles, reputado especialista en Medicina del Deporte, catedrático en la Universidad Católica de Murcia y ex presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte; y María José Polanco, profesora de Toxicología de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, también han constatado el aumento en el uso de los SARMS.
Recuerdan a EFE que son productos prohibidos en el deporte y que resultan peligrosos fuera del ámbito hospitalario y sin control médico.
Sus efectos secundarios relativamente reducidos en relación a otras sustancias utilizadas en el dopaje, como los anabolizantes y esteroides; sus efectos inmediatos en el desarrollo de la musculatura y su aplicación vía oral, facilitan su consumo, recalcan estos especialistas.
Según explica Manonelles, los SARMS han aparecido en el dopaje hace unos diez años y cada vez hay más número de ellos en las listas de prohibidos: de tres se ha pasado a una docena y “están en plena expansión”.
Aunque los efectos secundarios reales aún no se conocen en profundidad, en los ensayos con animales se han detectado casos de hepatoxicidad. “Si se toman por vía oral son peligrosos, son tóxicos para el hígado y pueden provocar la aparición de tumores pasado un tiempo. Es la única complicación encontrada hasta ahora”, comenta el doctor.
“Muchos preparados contienen hasta seis sustancias. Eso es un enorme riesgo”, avisa.
Por su parte, la profesora Polanco apunta que la toxicidad hepática se asocia al uso de los SARMS, pero es lo poco se sabe de sus efectos secundarios, aún en estudio.
Polanco enfatiza: “Para la medicina los SARMS son prometedores, pero su uso recreacional o para mejorar el rendimiento deportivo no está justificado. No se pueden usar para mejorar la musculatura en un deportista de gimnasio… No es lo mismo arriesgar el uso para salvar una vida que para verse más fuerte”.
EFE.