Ignacio Serra habló ante el jurado en la primera jornada del juicio oral que se le sigue por los homicidios de Ezequiel Contreras y Nicolás Vergara. Reconoció que había existido un conflicto con la primera de las víctimas dos días antes pero negó haber cometido los asesinatos.
“Yo no fui”. Con esas tres palabras, Ignacio Serra (45), el único acusado por el doble crimen del barrio San Eduardo, inició su defensa frente al jurado que deberá determinar, en los próximos días, si lo declara culpable o no, lo que al cabo definirá su prisión perpetua o la libertad definitiva, luego de casi tres años de investigaciones.
Serra está imputado por los homicidios de Ezequiel Contreras (35) y Nicolás Vergara (27), ocurridos en agosto de 2021. Desde ese momento, permanece detenido. En un comienzo fue alojado en la Alcaidía Penitenciaria Nº 44 de Batán, pero después recibió el beneficio del arresto domiciliario, condición en la que llegó al debate oral que se inició este lunes.
Después de conformado el jurado popular -modalidad de juicio escogida por el propio Serra-, el fiscal Leandro Arévalo presentó su alegato de apertura y también lo hizo el abogado defensor, Javier De La Tore, quien ya había adelantado que pedirá la absolución de su cliente por considerar que no fue el autor de los hechos.
Más tarde, declararon los padres de Vergara y la concubina de Contreras. Posteriormente fue el turno del propio acusado, quien escuchó el consejo de De La Tore y decidió dar su versión del caso.
En ese sentido, Serra reconoció que existió un conflicto previo con Contreras, a quien en el barrio apodaban “El Karateca”. “Fui atacado por este hombre al que le decían ‘El Karateca’ dos días antes, eso es verdad. Pero yo no lo maté, yo no estaba en esa moto desde la que le dispararon. Vi el video, me lo mostró mi abogado, y era un persona más robusta, más grande y corpulenta. Y además esa no era mi moto, era una Motomel y no una Honda enduro como la mía, que además no andaba”, expuso el imputado.
Acto seguido, manifestó también que al momento de los hechos sufría una grave lesión en el recto, lo que le imposibilitaba sentarse. “Tenía 47 puntos internos y tres externos por hemorroides, que me impedían sentarme. Y menos sobre una moto para andar en ripio”, aseguró. En ese contexto, su abogado De La Tore adelantó que entre este martes y este miércoles el médico que atendió a Serra declarará ante el jurado para explicar detalles sobre dicha operación y el cuadro de salud posterior.
En ese momento, el fiscal Arévalo cuestionó el hecho de que, tras su detención, Serra jamás pidió asistencia médica. Y arremetió además sobre la existencia de un arma de fuego calibre 9 milímetros que estaba registrada a su nombre y nunca fue encontrada. El imputado reconoció que había tenido el arma pero dijo que “se perdió en una mudanza”.
Por último, declararon dos policías que participaron del operativo montado tras el doble crimen, en la puerta de una despensa ubicada en la calle 841, entre 0 y 2, y después del allanamiento en la casa del acusado.
Para este martes está previsto que continúe la ronda de declaración de testigos y peritos, ante la supervisión del juez Alexis Simaz, del Tribunal Oral Nº 3.
El caso
Todo comenzó, de acuerdo a la instrucción del fiscal, el sábado 31 de julio de 2021, pasado el mediodía, el automóvil marca Citroën C4 de color azul en el que solía movilizarse el albañil Contreras se detuvo abruptamente en la parada del colectivo, sobre la ruta 11, frente a la capilla Stella Maris. Allí, en la garita, estaban Serra y su hijo, un adolescente de 14 años. Casi sin mediar palabras, el conductor descendió del vehículo y le dio una golpiza a su vecino -al que no conocía-, ante la atónita mirada del menor y los demás testigos.
“¿Qué me andás mirando mal, vos?”, le decía mientras le propinaba trompadas en el rostro y el cuerpo. Por su parte, Serra le contestaba “que estaba loco”. “¿Por qué me pegás? No ves que estoy con mi hijo…”, atinaba a decirle.
La agresión se extendió por algunos minutos e, incluso, hubo un intento de Contreras -al que apodaban “El Karateca”- de subir a su auto a Serra para “ir a dar una vueltita”, conforme una de las declaraciones que figuran en la causa, realizada por un hombre que presenció toda la secuencia y que conocía a ambos del barrio.
Esa intención de “El Karateca” no prosperó y, finalmente, decidió volver a su vehículo para irse del lugar. Antes, se volvió y lanzó una amenaza: “Te juro que te la voy a dar”, le dijo.
Cuando abordaba su rodado, recibió una respuesta que no lo inquietó en lo más mínimo. “Yo también te la voy a dar a vos”, escuchó, sin darle importancia.
Dos días después del incidente, 15 minutos antes de las 13, Contreras y Vergara, su compañero en la obra en construcción, se disponían a almorzar. Para eso, el primero detuvo su Citroën frente al comercio “La Esquinita”, con el objetivo de comprar comida. Se bajó del vehículo, mientras el otro albañil esperaba en el asiento del acompañante. Lo que siguió, cuando “El Karateca” regresó al rodado fue una balacera unilateral que acabó con ambas vidas
El caso fue investigado por el fiscal Arévalo, quien reconstruyó lo acontecido en las horas previas al doble crimen. También supo que, si bien Serra no tenía antecedentes penales, sabía manipular armas de fuego y contaba con un permiso para su tenencia desde 2011.
En base al análisis de testimonios, imágenes tomadas por cámaras de seguridad y peritajes balísticos, el instructor concluyó que Serra había sido el autor de los disparos y ordenó su detención, así como también un allanamiento en su domicilio, donde se encontró la caja de una pistola calibre 9 milímetros. El arma era compatible con la que se cometieron los asesinatos, de acuerdo a los informes de los especialistas que examinaron las 17 vainas servidas halladas junto a los cadáveres de Contreras y Vergara.