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Decenas de muertos y un millar de heridos en los disturbios en Kazajistán

Una comisión gubernamental determinó dos días después disminuir los precios del combustible. Sin embargo, las protestas no cesaron y se extendieron a otras zonas del país, en particular a Almaty, derivando en violentos disturbios que incluyeron saqueos e incendios.

Decenas de muertos y miles de heridos y detenidos en Almaty, la ciudad más grande de Kazajistán, coronaron el quinto día de unas protestas que estallaron contra el aumento del precio del gas, pero con el correr de las horas viraron en un rechazo generalizado al Gobierno, que respondió con una “operación antiterrorista” apoyada por fuerzas militares rusas que empezaron a desembarcar hoy en el país asiático.

Dieciocho militares murieron en las protestas y 748 empleados de seguridad y militares de la Guardia Nacional resultaron heridos, según datos del Ministerio del Interior, que no brindó cifras de las bajas entre los civiles.

Previamente, la oficina del comandante de Almaty informó de 13 militares muertos, dos de ellos decapitados.

El número de detenidos, en tanto, se elevó a 2.298 personas desde el estallido de las protestas, el 2 de enero pasado en las ciudades de Zhanaozen y Aktau, en el oeste del país, por el aumento del precio del gas licuado de petróleo (GLP).

Una comisión gubernamental determinó dos días después disminuir los precios del combustible. Sin embargo, las protestas no cesaron y se extendieron a otras zonas del país, en particular a Almaty, derivando en violentos disturbios que incluyeron saqueos e incendios.

El presidente del país, Kasim-Yomart Tokayev, denunció que las protestas fueron orquestadas por un grupo de “instigadores”, aunque no reveló sus identidades, y solicitó el envío de un contingente militar del Consejo de Seguridad Colectiva de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC).

La OTSC anunció que enviaba un primer contingente de una “fuerza colectiva de mantenimiento de la paz”, formado por tropas rusas, bielorrusas, armenias, tayikas y kirguisas, con la misión de “proteger las instalaciones estatales y militares” y “ayudar a las fuerzas del orden kazajas a estabilizar la situación y restablecer el estado de derecho”.

La Policía dijo que “decenas” de manifestantes habían muerto por la represión cuando intentaban tomar edificios administrativos y comisarías.

El Ministerio de Salud indicó que más de 1.000 personas resultaron heridas, de las cuales 62 permanecen en terapia intensiva.

Imágenes difundidas por los medios y las redes sociales mostraban escenas de caos, con tiendas saqueadas y algunos edificios administrativos asaltados e incendiados en Almaty, entre ellos uno contra el edificio del departamento de la policía del distrito.

En tanto, la vocera del Banco Central, Oljassa Ramazanova, anunció la suspensión del trabajo de todas las instituciones financieras del país, donde internet no funciona.

En paralelo, los aeropuertos de Almaty, de las ciudades de Aktobe y Aktau y de la capital, Nursultán, no estaban operativos tras la cancelación de los vuelos el día anterior.

En este contexto, el presidente del Senado, Maulen Asimbaev, pidió a los ciudadanos que se unan en torno al presidente para proteger la independencia y la condición de Estado del país ante las protestas masivas y advirtió que “cualquier acción criminal debe ser estrictamente reprimida”.

Por su parte, la Unión Europea, Estados Unidos, y la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresaron su preocupación por la presencia de tropas extranjeras y llamaron a evitar la violencia.

Como consecuencia del caos, el precio del uranio, del que Kazajistán es uno de los principales productores mundiales, subió bruscamente, mientras que las cotizaciones de las empresas nacionales se desplomaron en la bolsa de Londres.

El país es, además, un centro de la minería de bitcoins, una actividad que también está experimentando una fuerte caída.

Sin lograr frenar la violencia, el presidente kazajo introdujo hoy medidas de emergencia para “estabilizar el trabajo de los servicios públicos, el transporte y las infraestructuras”, reforzar la preparación de las fuerzas de seguridad y restablecer el trabajo de los bancos.

Se prohibió, además, la exportación de ciertos tipos de alimentos para estabilizar los precios.

Para el presidente Tokayev la responsabilidad de todo lo que está sucediendo es de “bandas terroristas” que habían “recibido un amplio entrenamiento en el extranjero” .

“Grupos de elementos criminales golpean a nuestros soldados, los humillan, los arrastran desnudos por las calles, agreden a las mujeres y saquean los comercios”, dijo ayer en un discurso televisado.

En las últimas noches, la Policía había disparado granadas aturdidoras y gases lacrimógenos contra la multitud, pero no logró impedir que irrumpieran algunos edificios administrativos.

Según medios y testigos en las redes sociales los manifestantes se dirigieron a la municipalidad y a la residencia presidencial de Almaty, entre otros lugares, y les prendieron fuego. Cinco cadenas de televisión fueron saqueadas.

Era imposible obtener una imagen completa de la situación en el país. Muchos periodistas y testigos no pudieron ser localizados por internet o por teléfono, ambos cortados.

La ira de los manifestantes se dirige en particular al expresidente Nursultan Nazarbayev, de 81 años, que gobernó el país de 1989 a 2019 y mantiene una gran influencia sobre el Gobierno actual. Se le considera el mentor de Tokayev.

Kazajistán, la mayor de las cinco antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central y la mayor economía de esa región, tiene una gran minoría rusa y es de crucial importancia económica y geopolítica para Moscú.

Por eso, Rusia pidió que la crisis se resuelva mediante el diálogo “y no con disturbios callejeros y violando las leyes”. Estados Unidos y la Unión Europea, por su parte, pidieron “moderación” a todas las partes.

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