El espectáculo, premiado con un Ace, realizará nueve funciones en el escenario del Teatro Bristol. Narra el encuentro entre un cazador de nazis y el Ministro de armamento y producción de Hitler. Con Jean Pierre Noher y Ernesto Claudio.
Los actores Jean Pierre Noher y Ernesto Claudio llegarán a Mar del Plata para interpretar nueve funciones de “El cazador y el buen nazi”, una obra escrita por el dramaturgo argentino Mario Diament que desde este viernes se podrá ver en el escenario del Teatro Bristol.
Todos los viernes, sábados y domingo de enero a las 20 ambos intérpretes contarán el singular encuentro que se produjo entre Simón Wiesental y Albert Speer.
Wiesental fue “el famoso cazador de nazis que llevó ante la justicia a más de 1000 criminales nazis”, recordó Noher en una entrevista con LA CAPITAL. Mientras que Speer fue “un ex jerarca nazi, uno de los mejores amigos de Hitler, el Ministro de armamento y producción de Hitler que increíblemente zafó de la pena capital en el Tribunal de Nuremberg, estuvo veinte años preso y se encontraron en 1975 varias veces”, narró el actor.
Con un premio Ace en su haber, el espectáculo promete ser una buena oportunidad para pensar el presente bajo la luz de la historia, ya que la ficción parte de un hecho real: tal encuentro existió.
“Además de dramaturgo, Diament fue periodista y como tal entrevistó varias veces a Wiesental. Y él tiene cartas bajo la manga que van apareciendo, la obra tiene mucho humor a pesar de la temática y apela a la memoria, la verdad y la justicia, en contra del negacionismo” del Holocausto, indicó Noher, quien junto a Claudio llevan ya dos años con esta pieza.
La dupla se conoció hace varios años: ambos compartieron los talleres de teatro que impartía el director Agustín Alezzo, pero a pesar de esa cercanía nunca habían logrado trabajar juntos. Esta vez se dio y con “gran placer”, dijo Noher, quien develó, además, que un dato de su propia biografía se pone en juego en esta historia.
“Sentí el deber moral, tenía que hacer este espectáculo por mi historia familiar: mis abuelos fueron asesinados en las cámaras de gas de Auschwitz”, narró. Ese hecho es el que lo motiva, muchas veces, a contar su historia personal cuando termina el espectáculo y el público lo demanda.
-¿Qué vínculo tiene el espectáculo con el presente? Pareciera que algunas opiniones o ideas en torno a este tema se repiten, a pesar de la historia.
-Lamentablemente, increíblemente después de tantos años la historia vuelve a repetirse, no solamente por estos lados, sino por los actos de antisemitismo, las guerras que siguen apareciendo, la vorágine armamentista, el negacionismo… Ahí hay una suerte de no memoria, de situaciones ya vividas y el hombre parecería que no termina de aprender. En este aspecto la obra tiene vigencia. Hay momentos en que de verdad se habla de situaciones en las que se pueden hacer paralelismos (con el presente). Porque cuando la escribió Mario Diament el mundo no era el que es hoy, ni en Argentina pasaba lo que está pasando ahora. Estamos viviendo un cambio muy sustancial y democrático, en un punto es lo que la gente aparentemente pidió más allá de que uno no coincida para nada. Más allá de esto, el espectador se va con una reflexión, con la posibilidad de disfrutar de la actuación y del humor.