Cuando Albert Woodfox comenzó su aislamiento en 1972, Richard Nixon era presidente. Había sido condenado por un robo. En la cárcel, mató supuestamente a un guardia.
por Beatriz Pascual Macías
WASHINGTON, Estados Unidos.- El viaje entre una diminuta celda de cinco metros cuadrados y la libertad fue largo y empedrado para Albert Woodfox, el preso de Estados Unidos que permaneció 43 años en régimen de aislamiento, sin ningún tipo de contacto humano y que esta semana pudo volver a su hogar.
Cumplió, según muchas organizaciones, más tiempo en régimen de aislamiento que ningún otro reo de Estados Unidos.
Cuando comenzó su aislamiento en 1972, Richard Nixon era presidente, el mundo estaba dividido en bloques y los países peleaban a golpe de amenazas durante la Guerra Fría.
El pasado viernes, cuando dejó la cárcel, el primer presidente negro gobernaba Estados Unidos y la información se transmitía con teléfonos móviles en milésimas de segundo.
Woodfox ingresó en una cárcel de Luisiana por robo a mano armada, mató supuestamente a un guardia del presidio y ahora se enfrentaba a un tercer juicio por este asesinato, pero dada su avanzada edad (69 años), su salud y la falta de garantías para un “juicio justo”, un magistrado decidió dejarlo en libertad, según recoge la orden.
El caso de Woodfox, un hombre negro, despertó gran polémica y varios jueces estatales y federales desecharon los cargos de asesinato al alegar que hubo prejuicios raciales durante el proceso.
“Aunque tenía ganas de probar mi inocencia en un nuevo juicio, la preocupación por mi salud y mi edad han resuelto este caso (…) Espero que los acontecimientos de hoy sirvan para curar a muchos”, dijo Woodfox, siempre defensor de su inocencia, justo antes de ser liberado, según un comunicado de su equipo legal.
Por el asesinato del guardia Brent Miller, de 23 años, también fueron vinculados otros dos presos, todos ellos negros y conocidos internacionalmente como “Los tres de Angola”.
La Penitenciaría Estatal de Luisiana, donde vivía el trío de presos, ganó el sobrenombre de “Angola” por ser ese el país africano del que provenían la mayoría de esclavos que trabajaban de sol a sol en plantaciones de algodón, que luego se convirtieron en la prisión, rodeada en tres de sus laterales por el río Misisipi.
Como parte del movimiento de las Panteras Negras, “Los tres de Angola” hicieron campaña contra la segregación dentro de las prisiones en la década de los 70, lo que, según sus partidarios, hizo que en 1972 fueran acusados del asesinato del guardia en venganza por sus posiciones políticas.
Liberado el día de su 69 cumpleaños, Woodfox era el único que permanecía en prisión, pues los otros miembros del trío, Robert King y Herman Wallace, fueron puestos en libertad en 2001 y 2013, respectivamente.
La condena contra King fue anulada y Wallace salió en liberad por un cáncer de hígado, del que murió días después.
Cada vez que Woodfox recurría su pena (lo hizo con éxito dos veces), la Fiscalía de Luisiana insistía en condenarlo de nuevo y el veterano director de la prisión, Burl Cain, argumentaba que el reo era demasiado peligroso y debía permanecer aislado, en una celda sin ventanas y más pequeña que la mayoría de los baños.
Durante 43 años, Woodfox pasó 23 horas al día solo, comiendo solo, con acceso limitado a visitas y sin ningún acceso a las actividades educativas y religiosas de la prisión.
“Tengo miedo de empezar a gritar y a no ser capaz de parar. Tengo miedo a convertirme en un bebé y acurrucarme en posición fetal y quedarme así para el resto de mi vida”, afirmó Woodfox en junio de 2015 a una socióloga autora de un blog llamado “¿Por qué no me sorprende?”.
“Tengo miedo de atacar mi cuerpo, quizás cortar mis testículos y lanzarlos a través de los barrotes. He visto a otros hacerlo cuando no podían más”, añade el preso en su entrevista.
En 2006, en un informe, la magistrada Docia Dalby describió las cuatro décadas en régimen de aislamiento como una “duración más allá de los límites” de la jurisprudencia estadounidense.
El relator de la ONU sobre la tortura y otros tratos degradantes, Juan Méndez, pidió la prohibición del encarcelamiento en régimen de aislamiento durante más de 15 días, debido a los graves daños mentales que puede sufrir el preso al prohibírsele cualquier contacto social.
“Tortura” es la palabra que utilizaron para describir los 43 años de aislamiento de Albert Woodfox organizaciones como Unión para las Libertades Civiles en América (ACLU) y Amnistía Internacional (AI).
EFE.