La pinamarense no solo muestra las garras en la cancha con los colores de Gimnasia, sino que se animó a escribir un cuento para el libro Pelota de Papel 3, en donde un gol suyo define un clásico platense.
La cancha es la vereda, pero en su mente está en 60 y 118, el rival es el de siempre, ese que viste rojo y blanco, y a su lado juegan Chirola Romero, los dos Lucas: Lobos y Litch, el Turbo Vargas, y defendiendo su arco está el primo del Potro, Juan Carlos Olave.
En su relato imaginario, Romero abre el marcador y el Principito José Sosa empareja las cosas. Pero qué puede tener de emocionante un cuento en el que uno juega junto a sus ídolos, si no puede convertirse en héroe de su propia historia. Y es por eso que es justamente Juan Sebastián Verón quien comete la descalificadora falta sobre la protagonista, que le garantiza una roja al presidente y un tiro libre a Milagros…
El final de este cuento, maravillosamente contado (o mejor dicho relatado) está en la tercera edición de Pelota de Papel, que en esta ocasión cuenta 29 historias de futbolistas mujeres y de su periplo por la vida para poder llegar a las canchas.
El cuento de Mili es parte del mundo de la ficción, pero tiene su porción en el mundo real…
Milagros Oliver llegó a la ciudad de las diagonales en 2014 para estudiar el Profesorado de Educación Física y un año más tarde sería parte del plantel de fútbol femenino de Estudiantes de La Plata, en el que permaneció hasta 2018.
Durante todo el tiempo que jugó con la casaca albirroja, nunca ocultó su pasión por los colores de la vereda del frente y por eso, cuando Gimnasia decidió darle una oportunidad al fútbol femenino, solo tuvo que cruzarse y ponerse la albiazul, la que tenía tatuada en el alma, la que le heredó su abuelo.
“Mi abuelo y mi papá son platenses. Después se fue a vivir a Necochea y ahí conoció a mi mamá. Pero toda la familia de mi papá es de Gimnasia. Después por trabajo mi papá se fue a vivir a Pinamar, que es donde yo nací y donde viví toda mi vida” explica Oliver tras la presentación del libro en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
Y es ahí donde se revela cómo una pinamarense de padres necochenses sea hincha del Lobo, porque la genética de esta volante aguerrida hace que en su sangre los glóbulos sean azules y blancos, y que su paso por el Pincha haya sido el escalón necesario para poder salir campeona con Gimnasia y así estar habilitada para jugar ese clásico que cuando era una apenas nena soñaba a los gritos en la vereda de su ciudad.
Al respecto, Mili remarcó que “es parte de un sueño hecho realidad y más ahora que ascendimos y vamos a poder jugar ese clásico que yo ansiaba jugar desde chiquitita. Y si bien cuando yo me relataba y lo jugaba era todo con hombres, nunca lo imaginé con todas compañeras mujeres y ahora se puede dar”.
Desde el próximo torneo, el partido que soñaba será real, pero sus pares en la cancha serán las compañeras con las que hace apenas unos días logró el ascenso del Lobo a la primera división del fútbol femenino de AFA. Dependerá entonces de lo que le depare el futuro para saber si el final de su relato puede convertirse historia y dejar de ser un cuento.