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David, Thiago, Priscila, votos gays o negros por Bolsonaro en Brasil

El miedo a la violencia tiene un efecto muy grande en Brasil a la hora de emitir el voto. Las encuestas le dan al ultraderechista una ventaja arrolladora.

por Hector Velasco

RÍO DE JANEIRO, Brasil.- David es un maquillador gay y evangélico. Thiago es un homosexual católico sin empleo.

Ambos sienten miedo a la violencia en Brasil. El domingo votarán por Jair Bolsonaro, el ultraderechista que llegó a decir que preferiría un hijo muerto antes que homosexual.

También Priscila Santos, una mujer negra de 30 años que trabaja como auxiliar administrativa, apoyará al exmilitar en el balotaje frente a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), pese a sus declaraciones misóginas y racistas.

Las encuestas le dan a Bolsonaro una ventaja arrolladora.

“No veo en Bolsonaro esa maldad que las personas le ven, lo que creo es que no estamos acostumbrados a lidiar con alguien como él, un tipo muy duro, fuerte, una persona decidida”, justifica David Trabuco, de 26 años.

Hace un año que el maquillador dejó San Pablo para instalarse en la periferia de Brasilia. Pasó por la prostitución y las drogas antes de recibir ayuda de una iglesia evangélica, uno de los pilares del fenómeno Bolsonaro. Dejó de usar prendas femeninas y se cortó la cabellera rubia.

En esta crispada campaña, David asegura que ha hecho oídos sordos a las advertencias de sus amigos sobre un eventual estallido de violencia homófobica bajo un gobierno de ultraderecha.

Según la ONG Gay Grupo Bahía, en 2017 hubo 387 asesinatos y 58 suicidios por la “homotransfobia”, un 30% más que en 2016.

Pero en la cabeza de David resuena más el miedo por “no poder salir a la calle con el celular en la mano”. “No estoy pensando solo en mí ni estoy preocupado porque (Bolsonaro) acepte mi orientación (…), estoy preocupado con la seguridad y la salud”, sostiene.

“Gay de derecha”

El agresivo discurso de Bolsonaro contra la “corrupción” del PT, el partido que estuvo en el poder trece años hasta 2016, caló hondo en Thiago Geraldo, un joven de 29 años con estudios universitarios sin concluir.

El domingo, Thiago se sumó a una masiva demostración de apoyo al excapitán frente a las playas de Copacabana, en Rio de Janeiro.

Llevaba su camisa sin mangas con la imagen de Bolsonaro estampada en el pecho. Allí se fundió con la multitud que gritaba contra el “comunismo del PT” y “la ideología de género”.

Thiago recuerda, con un poco de vergüenza, que votó por el PT antes de que estallaran los escándalos que tienen en prisión a su histórico líder, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Ahora se presenta como un “gay de derecha” y cree que solo bajo un gobierno fuerte, como el que promete Bolsonaro, podrá encontrar empleo y sacudirse del miedo que le causa la violencia que mató a 63.800 personas el año pasado. “Un ciudadano de bien que esté armado me puede proteger”, enfatiza.

¿Y no teme por las minorías sexuales? “Esa historia de que Brasil es el lugar donde más se matan gays es mentira”, responde.

Como muchos seguidores del exmilitar, Thiago y David denuncian “los inventos de la prensa” contra Bolsonaro, que según un informe se ha visto beneficiado por el bombardeo de noticias falsas contra el PT por WhatsApp.

Harta como todos

Priscila Santos también profesa un credo “anti-PT”. “Mi situación como negra es la misma que la de mi vecino blanco o la del gay: estamos hartos de ser robados y de pagar impuestos sin ver resultados”.

A esta madre de tres hijos le entusiasma que un exmilitar enfrente con mano dura la corrupción. De paso, que le infunda miedo a los asaltantes y “les haga probar de su propio veneno”.

“¿Será que alguno va a actuar tranquilo sabiendo que otras personas llevan un arma?”, agrega.

Este año, recuerda, le han robado tres veces el celular en Río de Janeiro, incluso en una de ellas le apuntaron con un arma. Por encima de cualquier otra preocupación, está su deseo de sentirse segura.

Además, “nunca vi ninguna propuesta de Bolsonaro que quite derechos”, alega Priscila, poniendo en entredicho que alguna vez el exmandatario haya dicho algo ofensivo.

Si no fuera por las redes sociales, “nunca sabríamos la verdad”.

En abril pasado, Bolsonaro contó sobre una visita a una comunidad quilombola, de descendientes de esclavos prófugos. “El afrodescendiente más liviano pesaba siete arrobas. ¡No hacen nada! Me parece que ya no sirven ni para procrear”, declaró.

Y de una diputada de izquierda dijo que “no merece ser violada, porque es muy fea”.

Aunque la ventaja de Bolsonaro entre la población blanca es de 60% frente a 29% (con 8% de votos blancos y nulos y 2% de indecisos), el exmilitar también aventaja a Haddad entre los negros y mestizos (más de la mitad de la población), por 47% a 41%, según la última encuesta del Ibope.

AFP-NA

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