En el marco del ciclo Verano Planeta, el doctor presentó en Mar del Plata su reciente libro "Estrés, sufrimiento y felicidad". Fue la excusa para esta charla exclusiva con LA CAPITAL, en la que repasó los conceptos necesarios para alcanzar una vida emocional en concordancia con el bienestar humano.
Por Dante Galdona
Asegura, con Buda, que “el dolor es inevitable pero el sufrimiento es optativo”. Rescata los principios de la filosofía estoica. Conjuga estas sabidurías milenarias con la ciencia médica actual para dar respuestas sencillas y acertadas a grandes problemas de nuestros tiempos: el sufrimiento del alma y su relación con la vida.
-Hay dos pilares fundamentales en el libro que son los principios del estoicismo y una frase de Buda, ambas filosofías o prácticas milenarias. ¿La medicina se olvidó del alma del ser humano y hoy tenemos que recurrir a ellas?
-Probablemente, en la emergencia de la ciencia como la conocemos hoy, quizás hayan pasado entre tres y cuatro siglos en los cuales el racionalismo científico y el cientificismo, como ciencia mal entendida, ha circunscripto el alcance de la ciencia y la medicina, a la atención de pacientes en forma muy focalizada. Eso es un emergente de la naturaleza, de la evolución de la ciencia. Lo que la ciencia hizo, al alejarse de la mitología, es encontrar causas para patologías o enfermedades específicas. Muchas veces eso es cierto. Por ejemplo, el bacilo de Koch produce tuberculosis y eso es un signo claro y específico; para tener tuberculosis, tenés que ser invadido por el bacilo de Koch, lo que se llama signo patognomónico que es la formación de cavernas tuberculosas. Lo que sucede es que en salud integralmente considerada no siempre hay algo patognomónico, no siempre hay algo que es representativo de una enfermedad específicamente. La salud y el estudio de los pacientes pueden sostenerse en la medicina basada en la evidencia y en la medicina basada en el relato. La medicina basada en la evidencia es cuando hay testimonios científicos comprobados, por ejemplo, el aislamiento de un germen, la determinación analítica de una sustancia determinada o el análisis microscópico de algún tipo de células. Eso es basado en la evidencia, es como si fuera un testimonio inapelable. Pero también hay una medicina basada en el relato que es la relación con el paciente, donde hay una comunicación horizontal. ¿Qué es lo correcto? Seguramente, ninguno de los dos extremos. Quizá un punto intermedio que se mueve dinámicamente entre esos dos extremos de acuerdo a las circunstancias. Y eso es lo que creo que todos estamos aprendiendo cada vez más.
Mi formación es netamente clínica, tengo la especialidad, la residencia en clínica médica y después en cardiología; sin embargo, hoy nos damos cuenta de que es necesario integrar esas dos condiciones que constituirían extremos polares; la evidencia en la cual con una biopsia tengo algo, pero también el relato. El diagnóstico tiene importancia toda vez que sea plataforma para un recurso terapéutico, es muy importante tener un diagnóstico certero y en la medida en que el diagnóstico es certero, ya no es solamente con cuestiones biológicas estrictas, sino que la mayoría de las enfermedades y dolencias de los seres humanos radican en pensamientos, en emociones, en disfunciones emocionales. Ahí el diagnóstico se hace un poco más difícil, pero también es cierto que las herramientas son diferentes y es ahí donde en muchas de las cuestiones la relación emocional, la relación médico-paciente, la gestión de las emociones y la filosofía como herramienta de abordaje terapéutico juegan un rol muy importante.
-Parece haber un auge de la medicina ayurveda o medicinas no alopáticas. ¿Usted cree que es por cierta falta de respuesta de la medicina tradicional?
-Esto que estamos viviendo ya estaba más o menos hace 300 años. Por eso, quiero expresarme muy bien en que hay dos extremos polares, que es el de la medicina basada en la evidencia… La certeza de la evidencia científica es extraordinaria, es decir, poder hacer un diagnóstico de algún tipo de cáncer y tener hoy medicamentos específicos para el tratamiento de ese cáncer, biológicamente hablando, es extraordinario e inapelable. Pero no alcanza solo eso, mucho de la patología y la infelicidad que las personas tienen no depende de algo medible en términos científicos clásicos. Creo que el abordaje de un paciente integralmente amerita herramientas de ambos extremos, ni estar parado en esa plataforma en la cual el único diagnóstico es dado por una biopsia y de ahí la consecuencia terapéutica, ni tampoco en algo que no tenga relación con la ciencia. Es una conjunción de ambas cosas, donde rescato algo más sobre la medicina que se escuchó decir mucho, pero me parece que ahora más que nunca y es que tiene mucho de arte. Cuando se hablaba de que la medicina tiene mucho de arte, la ciencia se comía al arte. Bueno, ahora me parece que estamos volviendo a eso porque no alcanza la ciencia sola. Si bien tengo una clara formación científica psicobiológica, incluso en ciencia básica, hay que contextualizarla: la ciencia es un conjunto de verdades transitorias. Esa frase a mí me gusta mucho porque te obliga a la humildad, es una herramienta extraordinaria, pero es un conjunto de verdades transitorias. Revisar epistemológicamente la evolución de la ciencia demuestra eso.
-En las redes sociales, pareciera haber un mandato constante de felicidad. Más allá de que son inevitables, ¿hacen daño?
-Las redes sociales son una herramienta, entonces cae en la definición de cualquier herramienta. Va para quien la use y el modo en que la utilice. Al fin del día y al fin de cuentas, si nos morimos esta noche, la importancia de nuestra vida no habrá sido la cantidad de likes en una red social. Me parece que no hay que subirse a un tren que no es el que te da bienestar. Yo insisto en algo que está en el libro que es la filosofía. Encontrar otra respuesta en alguna otra cosa. La genialidad, el éxito de los filósofos griegos no estaba en la abstracción de análisis críticos complicadísimos, el éxito de esos filósofos es que se paraban en el ágora ateniense en una plaza pública y la gente se agolpaba a escucharlos. Si hubiesen hablado con palabras difíciles, complicadas y con abstracciones, no hubiesen tenido ni un solo seguidor. ¿Por qué los escuchaban? Más allá de los seguidores, de los discípulos, de la escuela, en la academia o en el liceo de Atenas, donde estaban Platón o Aristóteles que obviamente tenían sus seguidores y sus discípulos, pero ¿por qué los escuchaba la gente, el pueblo? Porque lo que hablaban servía, era útil, no era una abstracción teórica, brindaban herramientas filosóficas para abordar el sufrimiento cotidiano.
-Lo mismo que a Sidharta Gautama en otro lugar.
-La historia de Siddharta Gautama es extraordinaria porque era alguien que estaba aislado en la riqueza, un príncipe heredero, y que más allá de una puerta que era tan pesada que la tenían que abrir 12 hombres, estaba la realidad. Y cuando salió con su cochero fue extraordinario cuando conoció la muerte, el envejecimiento, la enfermedad. Esto da respuesta a tu pregunta primigenia: Sidharta Gautama llega a que no tenía que ser un completo asceta, no tenía que hacer un ayuno absoluto ni lo contrario, ni ser un príncipe heredero y encontraba el justo medio, el equilibrio, y ese equilibrio que creo que no es exacto porque si no, no sería equilibrio. El equilibrio es un interjuego de fuerzas dinámicas; si no, no sería equilibrio, sería algo fijo. El equilibrio implica un movimiento dentro de extremos opuestos dinámicamente activo y él buscó eso.
Fotos de Marcela Golfredi.
-¿Se puede ser feliz y estar triste al mismo tiempo?
-Sí, porque la tristeza, la melancolía son parte de la vida misma. Aclarando ese término, uno puede estar triste aún en un estado continuo de felicidad, obviamente que sí. La respuesta puede ser simplista, pero la vida no es simplista y el ser humano mucho menos. Fijate qué interesante que cuando se habla de emociones, de sentimientos, de felicidad, de envidia, de orgullo, de miedo, de alegría, de tristeza, de sorpresa, parece que hablamos de cada una de ellas y nunca tenés algo puro. Nadie está solomente triste, o solamente alegre, o solamente enamorado, nadie está solamente feliz, nadie está solamente infeliz.
Somos mezclas de emociones y sentimientos y, a su vez, esas emociones y sentimientos nunca son cualitativamente expresivos, sino que cualquiera sea la cualidad que expresen hay que agregarle la cuantía. La alegría tiene grados, la ira también. Probablemente, haya antes de la ira, enojo, disgusto, contrariedad pero puedo también tener un ataque de ira. Puedo tener un grado de incertidumbre o ansiedad y también un ataque de pánico, lo que en realidad es el mismo constructo psicológico en un extremo. Entonces, somos una mezcla de emociones y sentimientos muy compleja, dinámica y cada una de esas emociones y sentimientos tiene lo que se llama granularidad, que es la escala de color que tiñe cada una de esas especies.
-Nivel de vida y calidad de vida: ¿cómo las diferenciamos claramente? ¿Cuáles son las condiciones materiales mínimas para poder ser feliz?
-Eso lo explica la pirámide de Maslow, no se puede ser feliz con el estómago vacío, sería pedirle mucho a un ser humano. Las necesidades básicas deben ser cubiertas porque somos en definitiva animales que tienen necesidades biológicas básicas que deben ser satisfechas. Cubiertas esas necesidades básicas es cuando empieza a jugar la inteligencia emocional para llegar a una buena calidad de vida. Esa calidad de vida, en el sentido que nosotros la entendemos, es una construcción de la inteligencia emocional. Porque construyendo con inteligencia emocional lográs la calidad de vida mucho más rápido de lo que lograrías el nivel de vida ganándote la lotería. El nivel de vida es la cantidad de dinero que tenés, la calidad es si lo disfrutás. Y la verdad que es la inteligencia emocional, la filosofía personal la que va a hacer que logres calidad de vida. La calidad de vida es la conformidad de cómo estás. Te sentís bien o te sentís mal. Y realmente cuando te ponés a pensar hacen falta relativamente pocas cosas para sentirte bastante bien. Es una construcción de la inteligencia emocional, a la calidad de vida se arriba, el nivel de vida se mide. Si enganchás esto como conocimiento, tu vida puede ser sensiblemente mejor, ahí ayuda mucho esa frontera final, la filosofía en general y la estoica en particular. Cuando incorporás algunos elementos de filosofía estoica, te cambia la vida. Si sabés que podés morir esta noche, todo es distinto. Vivir el día como si fuéramos eternos es un problema porque no te permite dimensionar el hoy. Hay algo que representa muy bien eso: imaginate un libro que lo vas leyendo y no podés volver las páginas atrás. Bueno, eso es la vida. Eso tiene mucho que ver con la inteligencia emocional y la filosofía.
Fotos de Marcela Golfredi.
-¿Los ansiolíticos y antidepresivos son evitables? ¿Nos estamos medicalizando mucho?
-Exageradamente. En la mayoría de los casos son evitables. La psicofarmacología es uno de los grandes beneficios del siglo XX, es extraordinario lo que logró la psicofarmacología. Cuando yo era estudiante de medicina, los antidepresivos eran muy eficientes pero muy difíciles de manejar, eran los llamados tricíclicos. Hoy tenemos moléculas que se manejan muy fácilmente. Lo que hay que tener presente es que todo fármaco modifica potentemente el funcionamiento orgánico. Debe ser muy medido, controlado por especialistas y se usa la menor cantidad posible en la menor cantidad de tiempo posible. Y ahí ya llegamos al otro extremo, gente que toma ansiolíticos en forma regular y eso es modificar el ser, después de 90 días casi seguro. Es decir que casi ninguna medicación ansiolítica debiera tomarse sin control médico y, en general, nunca más de 90 días.
-¿Cómo se corta la cadena del estrés?
-Cuando le encontrás la vuelta vos, la filosofía. Esa cadena del estrés, esos cuatro eslabones: la percepción; las conductas y hábitos; el tercero, la aparición de síntomas y el cuarto, las enfermedades las cortás cuando aprendés a hacerlo. Esto no quiere decir que no haya estresores agudos que sean insuperables y que deben sufrirse, que deben dolerse. Por eso, esa frase de Sidharta Gautama que está solamente en una hoja “el dolor es inevitable, el sufrimiento es optativo”. El fallecimiento de un familiar, una traición, un problema emocional interno, un trauma, una pérdida, una frustración, eso es inevitable, es parte de la vida. No convertir eso, que es un estrés agudo, en un estrés crónico ya depende un poco de nuestra sapiencia emocional.
“El nivel de vida es la cantidad de dinero que tenés, la calidad es si lo disfrutás. Y la verdad que es la inteligencia emocional, la filosofía personal la que va a hacer que logres calidad de vida. La calidad de vida es la conformidad de cómo estás. Te sentís bien o te sentís mal. Y realmente cuando te ponés a pensar, hacen falta relativamente pocas cosas para sentirte bastante bien. Es una construcción de la inteligencia emocional, a la calidad de vida se arriba, el nivel de vida se mide”.
-A nivel físico, tanto el ejercicio como el estrés generan lo mismo: elevación de la presión arterial, aumento del ritmo cardíaco, etcétera. ¿Por qué uno es bueno y el otro no?
-Es muy buena tu pregunta. Un ejemplo para tratar de explicar eso es que cuando alguien tiene un evento de estrés agudo, por ejemplo por un asalto o una invasión de domicilio, la persona tiene elevación de la presión arterial, elevación de la frecuencia cardíaca y una cantidad de nombres más raros y eso termina en un infarto. Ahora, si estás en la maternidad y te dicen “lo felicito, nació su hijo”, también tiene esa elevación de la presión arterial y aumenta la frecuencia cardíaca pero no te caés de un infarto. Bueno, lo que sucede es que aumentar la frecuencia cardíaca y la presión arterial es un común denominador a cualquier cuadro de activación psicobiológica, tanto bueno como malo. Lo que sucede es que en una condición que la mente percibe que es dañina, como un asalto, una violación, un rapto, algo avergonzante o un dolor por herida profunda al orgullo, algo que verdaderamente lastime la intimidad de la persona, lo que sucede es que aparte de eso, en la sangre aparecen sustancias que se denominan marcadores biológicos de inflamación aguda. Esas sustancias que tienen nombres raros como el fibrinógeno, las interleuquinas, el factor de necrosis tumoral alfa, la proteína C reactiva ultrasensible y una cantidad de sustancias, lesionan las placas de ateroma que son esos adoquines chiquititos que están dentro de las arterias, sobre todo las arterias de mucho valor, como las del corazón y el cerebro. Esa inflamación aguda produce ruptura de esa placa de ateroma y ahí se produce una coagulación dentro del vaso, se tapa el vaso, se llama trombosis, y produce un infarto. Entonces, lo que sucede es que nosotros percibimos taquicardia pero no por eso te vas a morir. Si la taquicardia es por felicidad, es poco probable que mueras. Es más, eso tiene que ver con el dolor y el sufrimiento, dolor sostenido en el tiempo. La parte interna de las arterias es algo muy liso, se llama endotelio, cuando nacés, es un endotelio liso, pero con el tiempo y los años, apenas se nace empieza a ser rugoso, ese es el proceso de ateroesclerosis, de envejecimiento, empieza el colesterol, los triglicéridos, los mastocitos, el calcio, el fibrinógeno, hasta que muchas hacen como un grano. Entonces, lo que era como un asfalto liso se convierte en un empedrado, varios adoquines se juntan y hacen como un grano y la sangre pasa por ahí. Pero si aparecen esos factores inflamatorios que te decía, rompen esto y cuando la sangre pasa y ya no está más o menos liso, se forma un remolino y se inicia el proceso de coagulación intravascular, se tapa la arteria y produce el infarto. Esto tiene que ver con el envejecimiento, el dolor y el sufrimiento. Las personas que viven mal, envejecen antes. Eso se ve en la vida, porque porque uno tiene la edad de sus arterias y en realidad es la edad de sus endotelios y nosotros decimos que este endotelio es la interfase molecular donde el sufrimiento humano se hace carne.
Fotos de Marcela Golfredi.
-Hay personas que afirman que la marihuana los ayuda a relajarse ¿Qué consejos tiene para ellos?
-Estás entrando en un tema muy polémico que no voy a eludir, porque soy médico, y mi tarea es informar y ayudar. La marihuana es una sustancia psicoactiva, es decir, para actuar tiene que atravesar lo que se llama barrera hematoencefálica y actuar sobre funciones cerebrales, tal cual el alcohol, por ejemplo, o el cigarrillo, y tal cual como muchas otras sustancias psicoactivas. Muchas de esas sustancias psicoactivas tienen dos variables en la función de las personas: una tiene que ver con lo cualitativo y la otra con lo cuantitativo, que por supuesto se mixean, no son mutuamente excluyentes. Dentro de lo cualitativo, tiene que ver con que hay personas que son más sensibles a una molécula que otras, porque tienen receptores cerebrales diferentes. Esto también se puede ver con el alcohol, que es la droga que se usa más frecuentemente y es de venta libre. Vos ves que una copita de alcohol a alguien le hace un efecto y a otro, otro efecto. Esas son diferencias cualitativas. Después, ante cualquier ejercicio y acción biológica de una sustancia psicoactiva, tiene que ver también con la dosis y con la continuidad de uso. Dentro de ese frondoso campo que es el consumo de marihuana, hay personas en las que el consumo de marihuana controlado y medido no tiene ningún efecto negativo y hay otras personas en que sí. Es decir que a Juan le puede hacer nada y a Pedro le puede inducir un intento de suicidio. De hecho, cuando vas a lugares de internaciones por temas psiquiátricos, muchas de las personas internadas, la historia clínica así lo relata aunque la prensa no lo cuente, están por consumo problemático de marihuana. Entonces, eso depende de la dosis y la persona. Es un psicoactivo como cualquier otra sustancia que es psicoactiva, ahora la planta en sí tiene sustancias que son muy útiles medicamente y eso lo sabemos. La recomendación sería no fumar marihuana, no fumar cigarrillo y no tomar alcohol. Pero bueno, la vida es así y uno no es un monje tibetano. Cuando alguien pregunta si hace mal fumar marihuana, yo puedo contestar que cualquier humo que entre al pulmón hace mal, no tiene por qué ser marihuana, el humo del papel del cigarrillo, ni siquiera del tabaco, es un agente externo que está entrando en un lugar donde normalmente no entra algo tóxico, eso pasa con la contaminación ambiental. Con lo cual sería muy respetuoso al considerar que el alcohol no es nada, el alcohol es alcohol y lo mismo pasa con la marihuana y lo mismo pasa con el cigarrillo.
-¿Cómo nota que hemos salido de la pandemia a nivel ansiedad, a nivel estrés?
-La pandemia va a tener, y la tiene, muchas repercusiones. Depende de la persona y la situación previa. Cuando alguien dice que la cantidad de suicidios en los combatientes de Malvinas llevó más fallecimientos que las muertes en el campo de batalla es cierto. Pero también es cierto que muchos de los muchachos que fueron a la guerra previamente no estaban bien, ya tenían problemas psicológicos o emocionales. Con la pandemia pasó lo mismo, es muy probable que haya personas que no estaban bien por algo y la pandemia no la pudieron resistir muy bien, tuvieron más consecuencias psicológicas y otras no tanto. Como también hay, y quizás te hayas encontrado con los casos, no tan raros, de personas que salieron fortalecidas porque encontraron solidez en determinados vínculos o proyectos.
-La resiliencia de la que también habla en el libro.
-Claro. Hay un concepto que quizás sea erróneo que es hablar de resiliencia como la capacidad de sobrellevar un trauma. No. Es mucho más que eso, resiliencia no es cicatrizar un trauma, resiliencia es salir mejor que antes.