El director orquestal argentino-israelí Daniel Barenboim, quien protagoniza un festival de “Música y reflexión” en el Centro Cultural Kirchner, aseguró -como parte del primer simposio del encuentro- que “la rutina es el principal enemigo de la música” y enfatizó que uno de los principales valores que debe tener un artista es el de contar con el “coraje” para “no repetir sin pensar aquello que sabe que hace bien”.
Barenboim encabezó, en la Sala Argentina del CCK, una charla titulada “La música en la existencia humana”, aunque, en rigor, el diálogo transitó entre un antiguo punto de tensión en la música, aquel que se instituye entre la intuición y la planificación. El pianista inclinó la balanza de modo categórico: “Es necesario tener una construcción estratégica en la interpretación de una obra; no pueden ser todas decisiones meramente tácticas”.
“El músico tiene que aprender a pensar. Lo importante es el coraje para no repetir, ya sin pensar, aquello que uno considera que hace bien. Aunque la intuición es un elemento fuerte, incluso hay algunos músicos que presentan un carácter sobrehumano en ese sentido, es necesaria la reflexión porque todo en la música es irrepetible. Y porque algo que está bien, pero se hace en forma mecánica, carece de contenido musical”, postuló.
El pensamiento de Barenboim fue desgranándose ante el público con la ayuda de dos bastoneros: el periodista Pablo Gianera y la especialista en filosofía Roni Mann, directora de Humanidades de la Academia Barenboim-Said de Berlín, Alemania.
“La repetición le da a los músicos un sentido superficial de seguridad. Pero por eso mismo es tan peligrosa”, aseguró.
“Hay músicos que conozco –prosiguió- que le tienen miedo al análisis, tienen miedo de que el análisis degrade o rebaje su grado de intuición”.
Barenboim explicó que el ciclo de sonatas del compositor alemán Ludwig van Beethoven que interpreta en el CCK representa un buen ejemplo de la necesidad de planificar el acto musical. “Es imprescindible tener una construcción estratégica: el intérprete tiene que tener en mente la última nota de la sonata antes de tocar la primera”
“Con Beethoven en particular hay que tener el coraje de ir hasta el precipicio y, en ese momento donde aparece la ilusión de que uno se desbarranca, dar un paso atrás”, puntualizó.
Gianera interrogó sobre cuál es el margen y el momento de la decisión de un intérprete, a propósito –citó- del tercer movimiento de la Sonata “Der Sturm” (en re menor Nro. 17), cuyo allegreto asume diferentes dinámicas según quién sea el pianista.
“La decisión sobre la velocidad es quizá la más importante que debe tomar un intérprete, pero es una decisión que se toma al final cuando ya se conoce la obra de memoria, cuando se maneja la armonía, el ritmo, la melodía y la dinámica de una partitura”, razonó.
“Con la preparación se llega a una especie de estándar mínimo y máximo sobre el que se puede trabajar un texto. Para muchos músicos el metrónomo es la ley, pero no, la velocidad que marca el compositor es una aproximación”, sostuvo.
Barenboim, finalmente, destacó las posibilidades que ofrece el piano que, a diferencia del violín o el oboe, ejemplificó, “tiene sonidos neutros”, lo que permite proyectar “una imaginación sonora”.
“Otros instrumentos ya tienen un color prefijado y, entonces, eso opera como un límite. En la neutralidad del piano reside su posibilidad de operar como una orquesta en miniatura”, afirmó.
La serie de diálogos con el director argentino continuará el martes 30 con el encuentro titulado “Judíos y palestinos: diez puntos clave para entender el conflicto“, en el CCK, acompañado por nuevamente por Roni Mann y la especialista en antropología de la política Sa’ed Atshan.