En "Cuentos para niños inteligentes", María Cecilia Miglioranza se apoya en la idea de que las creencias marcan el camino que cada uno recorre.
Ilustrado por Juan Carlos Quattordio, “Cuentos para niños inteligentes” es el primer libro de María Cecilia Miglioranza, una marplatense que escribe desde los siete años pero que, en su faceta adulta, decidió dar a conocer sus textos literarios, acaso motivada por el entusiasmo que le genera leerle cuentos a su hijito de cinco años.
“El título está basado en mi creencia de que todos los niños son inteligentes y que lo que uno cree es hacia donde uno va”, dijo la autora, que pasó recientemente por la Feria del Libro Infantil de Mar del Plata.
“Las expectativas que tenemos nos llevan donde queremos ir. El objetivo es reafirmar la autoestima de los niños, más cuando los niños son pequeños -siguió-, esa es la etapa en donde todo lo que dicen los padres, referentes mayores, maestros o profesores los marca para toda la vida”.
Protagonizado por animales, “Cuentos para niños inteligentes” busca dejar una enseñanza detrás de cada historia y apunta a vincular a niños y niñas con lo mejor de sus propias expectativas.
“Imaginemos que la mente del niño es un pizarrón en blanco y nosotros, los padres, adultos cercanos, profesores, maestros tenemos un fibrón indeleble y muchos lápices de colores en nuestras palabras y gestos. Al utilizarlos pintamos y dibujamos ese pizarrón cada vez que nos dirigimos a ellos. Esto se relaciona con el efecto Pigmalión, que es un efecto que se produce a partir de las creencias que uno tiene y los lugares donde nos llevan dichas creencias”, agregó Miglioranza, quien recuerda de su infancia mandatos positivos que familiares y maestros depositaron en ella. “El objetivo del título del libro es reafirmar la autoestima de los niños”.
La escritora narró que su libro nació a partir de que deseó “encauzar” su escritura en un formato apto para ser mostrada “y que pudiera plasmarse en un libro”. “Hace unos años hice un curso de Programación Neurolingüística y allí me enteré de que las metáforas van directo al subconsciente, que saltan los filtros por así decirlo, así que con todo eso en mi mente, un día de 2017 le narré seis cuentos seguidos a mi hijo de cinco años mientras llegábamos a casa, una vez allí los escribí, los corregí y luego escribí los cuatro restantes”.
– ¿Por qué decidiste que los cuentos tuvieran un fin didáctico?
– Soy madre hace cinco años y me encanta leerle cuentos a mi hijo y también me gusta explicarle y enseñarle todo lo que necesita para que crezca sano, independiente y feliz.
Las metáforas van directamente al subconsciente y sus enseñanzas se quedan allí saltando los filtros del consciente, entonces una literatura con metáforas de las cuales se desprende una enseñanza buena para el niño hace más fácil su crianza y presenta una metodología agradable, clara y además placentera para ayudarlo a convertirse en un buen adulto, sano, independiente y feliz.
– ¿Te parece necesario que la literatura para chicos tenga una enseñanza?
– No me parece necesario, pero a mí gusta leer libros que dejen una enseñanza. En algunos la enseñanza estará más a la vista y se desprende claramente del relato y en otros las palabras se filtran y tocan alguna emoción y nos hacen pensar en algún hecho ocurrido o por suceder y encienden motores que luego nos llevan a algún lugar deseado, o sea nos dan herramientas para alcanzar deseos o simplemente seguir creciendo.
– ¿Cómo fue el trabajo con Juan Carlos Quattordio?
– A Juan Carlos Quattordio lo conocí hace casi veinte años y sabía de su excelente trabajo, no solo aquí sino también en el exterior. Lo contacté por redes sociales, nos sentamos frente a una computadora, vimos cataratas de dibujos de todo tipo y le indiqué qué tipo de dibujos quería para mi libro, él entendió perfectamente porque luego hizo un trabajo estupendo