Por Claudia Jalil
“A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba”,
Dante, “La Divina Comedia”
Festejaba sus 40 años. Su límite y punto de inflexión. No sabía por qué razón era tan importante para él ese cumpleaños, pero, a partir de ese momento, no toleraría más ocultamientos ni mentiras. No se quedaría sin respuestas.
Mientras le cantaban el Feliz Cumpleaños, deslizaba su mirada por cada uno de los presentes, preguntándose quiénes sabrían la verdad, SU verdad, su historia, su origen. Su madre, sin duda. Pero, ¿quiénes más? ¿La tía Irene, hermana de papá? Si, claro que sí. Los recuerdos vagos de su infancia aparecían hasta en sueños. Muchas veces le había preguntado a su madre sobre su papá. Ella esquivaba con habilidad y aspereza sus interrogantes. Recuerdos de anécdotas entrecortadas e inconexas lo ponían en alerta. Tenía 6 años apenas cuando desapareció. ¿Por qué nunca fue a la escuela? Una maestra vestida de gris concurría todos los días a su casa. Luego de su clase, Martín iba a jugar a las oficinas que estaban al lado de su casa. Entraba y salía, las recorría, ningún rincón le estaba prohibido. Quienes allí trabajan tenían debilidad por el niño de cabello ensortijado negro y ojos muy azules. Él recordaba bien cómo corría por aquel lugar, mientras todos lo observaban con agrado.
Su papá no estaba mucho en casa, pero solía verlo en las oficinas. No recuerda haber compartido almuerzos los tres juntos. El que sí estaba siempre era tío Julio. Aun cuando se mudaron de golpe a Italia, luego de la desaparición de su papá, tío Julio estaba con ellos. Le dijeron que era esposo de una tía de su papá. Como un tío, por eso lo de tío Julio. Le dijeron que el pobre no tenía dónde vivir.
Martín creció entre mentiras y embustes o al menos estaba convencido de eso.
¿Papá se fue o falleció? Estaba enfermo y falleció. Ya tenía 17 años y necesitaba saber más. Su mamá sostenía su escueto y dudoso discurso. No agregaba ni una sola palabra. Nada les faltaba. Vivían muy bien. Su mamá era directora de un prestigioso colegio. No tenían una gran vida social, pero viajaban bastante.
Martín se recibió de abogado, se desarrolló en su profesión, Derecho Penal. Se casó, tuvo dos hijos. Su vida era normal, entre expedientes, familia y pocos amigos. Quería ser un papá presente. Reuniones escolares, festejos, partidos de fútbol en los que jugaba Pedro o exhibiciones de taekwondo en las que Ramiro tomaba parte.
En el momento de soplar las velitas se juró que al día siguiente hablaría con su mamá.
Me operan, Martín, se anticipó Elena. Quiero que guardes esta caja y sólo la abras si no despierto de la operación.
Dejó la caja en el cuarto que funcionaba como su oficina en la casa. El tumor maligno fue extirpado, pero Elena aún no estaba fuera de peligro.
Todo sucede por algo, se dijo y abrió la caja. En ella, papeles que certificaban diversas cuentas bancarias a nombre de su mamá, un cofre con dólares, tres pasaportes con la foto de su papá y con nombres diferentes. Un pasaporte con la foto de su mamá y otro con la de él, de pequeño, también con otros nombres. Un sobre lacrado, Martín Montero, que no dudó en romper. Una hoja perfectamente doblada fue lo primero que sacó. Con cuidado desdobló la hoja. En el dorso superior derecho tenía impresas las palabras Servicio de Inteligencia del Estado-SIDE. Abrió los ojos enormes cuando leyó Mario Montero, jefe.
Una catarata de recuerdos bloqueaba su mente. Las oficinas, frases que escuchaba, las reuniones de su papá, sus ausencias, el Handy que tenía siempre en su bolsillo, las voces con estática y zumbidos que salían desde ese aparato al que no tenía acceso.
Sentía cierta resistencia a leer la carta. Hijo mío
Algo le oprimía la garganta, casi no podía respirar, leía frases: Vivimos momentos muy duros…Tuvimos que huir del país… Julio era nuestro guardaespaldas… Hicimos un pacto de silencio… Me hizo prometer que te preservaría… Perdón por no haberte contado… Fue un hombre justo… Era bueno, te juro… Lo asesinaron saliendo de las oficinas, una bala en le espalda… Lo mataron el día que cumplía 40 años…