En una charla con LA CAPITAL, el símbolo de Vélez repasó su carrera, habló de la Selección Argentina dirigida por su ex compañero y amigo, anunció que inaugurará una academia de fútbol en la zona del puerto y recordó cómo ganaba dinero antes de irse de la ciudad.
Fabián Cubero es uno de los futbolistas de mayor prestigio que dio esta ciudad. Campeón mundial Sub 20 y símbolo de Vélez, permaneció más de 23 años en la elite. En una charla con LA CAPITAL, “Poroto” hizo un repaso de su carrera, se refirió al muy buen momento de la Selección Argentina dirigida por su amigo Lionel Scaloni y anunció la inauguración de una academia de fútbol que llevará su nombre en World Pádel Center (Acha 250).
– ¿Vas a concretar el partido despedida que se suspendió en 2020 por el Covid?
– Sí. Ahora en Vélez tenemos muchos recitales. Pero estoy tratando de ultimar detalles para ver si en septiembre lo podemos hacer. No va a pasar de este año.
– ¿Quiénes van a estar convocados?
– Mi idea es juntar a los chicos del Mundial Sub 20, Riquelme, Aimar, Placente, Scaloni, Samuel, Romeo, con Pekerman de técnico y Tocalli de ayudante; con los campeones de 1998, mi primer título en Vélez, por entonces dirigido por Bielsa. Y después los campeones 2005 de Miguel Ángel Russo y los protagonistas de “la era Gareca” entre 2009 y 2013.
– Compartiste plantel en juveniles con Scaloni. ¿Le veías perfil de técnico?
– No. En esa época uno no lo imagina. Pero después, cuando estaba de colaborador de Sampaoli, por su trayectoria en Europa y su forma de ver el fútbol, sí lo veía. Incluso cuando asumió en la Selección, que en su momento fue muy cuestionado, yo le tenía mucha fe. Porque también se supo rodear con gente de su entorno muy capacitada. Me pareció bárbaro cómo generó una renovación, algo que no había pasado en los últimos años. Sigo teniendo relación con él y su cuerpo técnico. Ahora se ganó la confianza de todos por el trabajo que hizo.
– ¿Por qué ahora estamos viendo la mejor versión de Messi en la Selección y qué motivó a este vínculo tan especial con el público argentino?
– Creo que es parte del gran trabajo de Scaloni. El público se había distanciado de la Selección, incluso a veces a pesar de algunos rendimientos extraordinarios, más allá de no coronarlo con títulos. Claramente el hecho de obtener la Copa América fue un plus, porque se ganó más el cariño de la gente. Por eso hay tanta ilusión. Todos vemos un Lionel (Messi) contento, bien rodeado. Y el grupo en general está muy bien. Yo conozco un poco más la interna porque tengo relación con el cuerpo técnico, pero el que lo mira desde afuera también se da cuenta. Se nota que no hay celos, hay hambre de gloria. Eso es lo que le gusta a la gente. Son jugadores que están salvados económicamente, integran los mejores equipos del mundo, y no toman la Selección como un pasatiempo. Al contrario, están todos comprometidos para llegar bien al Mundial y tratar de conseguir la Copa del Mundo. Eso entusiasma.
– ¿Cómo asumió Scaloni esta popularidad y el cariño de la gente?
– Él es de provincia. Vos lo ves y sigue siendo el pibe de Pujato. Estuvo en el mejor Deportivo La Coruña de la historia, después jugó en Lazio, pero nunca “se mareó”. Ahora, como técnico de la Selección, tiene el mismo perfil. Yo voy a hablar con él y nos reímos de los mismos chistes de siempre. Es una persona con buen humor, positivo, muy abocado a su trabajo. Y, como decía antes, está bien rodeado por gente que palpa el fútbol de la misma manera que él. Entonces se generó algo muy lindo que se ve reflejado en el día a día de la Selección y se traslada adentro de la cancha.
– ¿Esa forma de ser le permitió “ganarse” a los jugadores?
– Yo no sé si vos te acordás a Messi abrazando a un técnico como lo hace con Scaloni… Se generó un vínculo de amistad que se percibe claramente.
Cubero nació en Mar del Plata el 21 de diciembre de 1978. Hizo su formación en Almagro, Kimberley y Aldosivi, pero Renato Cesarini de Rosario fue el puente que lo unió con Vélez, donde realizó casi toda su carrera profesional, con un breve paso por Tigres de México. Debutó en Liniers el 17 de noviembre de 1996 y se retiró el 29 de febrero de 2020. Una trayectoria tan extensa como exitosa.
– ¿Cuál fue la mayor alegría y la tristeza más grande de tu carrera?
-Me cuesta encontrar momentos tristes en el fútbol. Si tengo que elegir un partido, puede ser el que jugamos contra San Lorenzo de local, que si ganábamos salíamos campeones, y no lo hicimos (ndr: Torneo Inicial 2013 que se adjudicó el equipo de Boedo). Después, las eliminaciones en semifinales en Copa Libertadores, contra Santos (2012) y Peñarol (2011). Las alegrías, obviamente, son los títulos. El del 2009 fue el que más me marcó. Porque se había generado el debate de quién era mejor, si el Huracán de Cappa o el Vélez de Gareca. Fue un campeonato lindo.
– ¿Qué te hace sentir más orgulloso, tu permanencia en la elite, ser símbolo de Vélez o los títulos ganados?
– Creo que fue muy importante haber conseguido el récord de presencias en Vélez (633) porque es algo histórico. Cuando estaba por alcanzar a Pedro Larraquy (456), nos cruzábamos en el club y me decía ‘ya me tenés’. Al principio yo no lo tomaba como algo a cumplir porque el día a día te prepara para ganar un campeonato, no para eso. Pero a medida que pasó el tiempo, le fui dando mayor relevancia. Y creo que fue el logro más importante a nivel deportivo. Pero, por otro lado, siempre destaco la parte humana: las relaciones y el cariño de la gente que tuve cerca en mi carrera. Después de tantos años, poder hablar con Scaloni, Romeo, Samuel, Gareca, Russo, Asad, Bassedas. Son vínculos que quedan y es algo hermoso.
Cubero tiene el récord de presencias en la historia de Vélez (633): 516 por torneos locales, 117 por torneos internacionales y 10 por Copas nacionales.
– ¿Cuál fue el mejor equipo que integraste?
– El Sub 20 de Malasia era un seleccionado integrado por jugadores que hicieron carreras extraordinarias. Pero, si tengo que elegir en Vélez, creo que el equipo que salió campeón en 2009 o el del título de 2011.
– ¿Cuál fue el mejor jugador con el que compartiste equipo?
– Aimar y Riquelme, en la etapa de juveniles. Después, en Vélez, el primero que se me viene a la cabeza es Chilavert. Pero hay muchos: Maxi Moralez, “el Tano” Gracián, Bassedas. Es difícil elegir uno porque tuve muchos grandes jugadores al lado.
– ¿Por qué te mantuviste tanto tiempo en Vélez?
– Porque siempre fui un tipo muy competitivo. Lo viví así desde chiquito, porque sabía que una vez que tenía mi lugar, había que defenderlo. En el fútbol y, lógicamente en un club como Vélez, uno está permanentemente en evaluación. El hecho de prepararme para ser un jugador polifuncional me permitió mantenerme más tiempo en un equipo. Podía jugar de volante central, lateral derecho, volante derecho, central. Donde faltaba uno, estaba yo. Y después, creo que lo que me dio la posibilidad de permanecer fue el hambre, las ganas. Nunca bajé los brazos y siempre traté de imponerme ante distintas situaciones. También el hecho de ser responsable, llegar a horario a los entrenamientos, ser educado, contagiar y alentar a mis compañeros. Por eso fui capitán durante tantos años.
Cubero ganó siete títulos: torneos Clausura 1998, 2005, 2009 y 2011, Inicial 2012, Superfinal 2012/13 y la Supercopa 2013.
– ¿Estuviste cerca de jugar en algún otro club de Argentina?
– Sí. Estuve cerca de Boca, con Falcioni y Bianchi. También me habían sondeado desde Lanús. Pero en Vélez siempre fui feliz y jugamos para intentar ganar títulos locales e internacionales. Además, fue impagable el trato y cariño de la gente desde que llegué al club.
– Enfrentaste al Boca de Bianchi y el River de Gallardo. ¿Cuál de los dos te pareció mejor o el más difícil para competir como rival?
– Es difícil, como la comparación Maradona-Messi, porque son dos épocas distintas. El fútbol cambió mucho en este tiempo. Para mí, los dos equipos resultaron difíciles por igual. Después, la elección, depende de la óptica de cada uno. Si te guías por resultados, Bianchi tiene ventaja por las Copas Intercontinentales. Hay diferencias en el sentido que el River de Gallardo es mucho más ofensivo que el Boca de Bianchi. Pero, a su vez, los dos tuvieron la efectividad que un técnico pretende para sus equipos.
Cubero cubre la pelota ante Palermo.
– Tuviste como entrenadores a Bielsa, Bianchi, Russo, Bauza, Gareca. Fuiste un privilegiado. ¿Cuál te dejó más?
– La verdad que sí. Yo nunca me olvido del “Maestro” Tabárez, quien me puso a jugar de lateral derecho, algo que al principio me costaba mucho. Él me apoyó mucho y me dio confianza para desempeñarme en ese puesto y terminé jugando ahí muchos años. Pero más allá de esto, puedo decir que tuve relaciones extraordinarias con la mayoría de mis entrenadores. La realidad es que el perfil de técnico que me gusta es el de Russo y Gareca. Me siento identificado en el conjunto, por la forma cómo trabajan, el día a día en el vestuario, la relación con los jugadores. Por todo lo que abarca ser técnico, no sólo la parte futbolística.
A dos años y medio del retiro como futbolista, Cubero sigue ligado a Vélez desde otro lugar y también afronta proyectos propios. Por caso, este viernes inaugurará una academia en Mar del Plata.
– ¿Cómo surgió el proyecto de la academia 5FC?
– Yo ya tengo una academia en Béccar, Buenos Aires. Uno de los socios de World Pádel Center pasó por la puerta del lugar, vio la gigantografía y se entusiasmó con la idea. El complejo tiene dos canchas de fútbol, así que se contactó conmigo para armar algo en conjunto.
– ¿Cuál será tu función específicamente?
– Lo que hago es bajar una línea de entrenamiento. Es formativa, recreativa y competitiva. Tratamos de acompañar a los chicos no sólo en la parte deportiva, sino sobre todo aportando para la integración y en lo social. Ya nos contactó una mamá con un chico con Síndrome de Down, nos pidió si podíamos entrenar al hijo y obviamente lo vamos a recibir. Es de fútbol masculino y femenino. El objetivo es tratar de inculcarle valores a los chicos, que puedan desarrollarse y a la vez divertirse. Y, si el día de mañana existe la posibilidad, lógicamente los podemos probar en Buenos Aires.
– ¿Siempre te interesó la parte formativa?
– Sí. Ahora tengo un cargo en Vélez, en relaciones institucionales. Y le doy charlas a las chicas del fútbol femenino, futsal, hockey, etc. Me relaciono con el deporte en general. Es algo que me gusta, contar mi experiencia de vida. Cuando yo llegué a Vélez, se me acercaban a hablar Chilavert, Camps, Bassedas, “el Turu” Flores. Todo eso me sirvió en mi carrera. Por eso ahora trato de posicionarme en ese lugar y dar consejos que puedan ayudar a los chicos para sus propias experiencias.
– ¿Qué tareas abarca ese cargo en Vélez?
– Soy gerente en relaciones institucionales. No es habitual en el país, pero está muy instalado en Europa. Lo que hago es relacionar a las empresas con el club y sostener las relaciones con los sponsors que ya tenemos. Después, me dedico a acciones institucionales: charlas con las peñas y con los deportistas. Me gusta transmitir valores, el sentido de pertenencia. Por mi función tengo que ir al club y me encanta porque puedo hablar con el “profe” de tenis, me cruzo con la gente de hockey, voy a la villa olímpica para conversar de fútbol con los integrantes de la secretaría técnica y el manager Bassedas o me junto en la cocina para ver las necesidades de los empleados del club.
Fabián Cubero también recuerda en la charla historias de su juventud en Mar del Plata. “Yo iba a la Escuela Municipal N°12, en la zona del puerto. Como mi papá (Carlos) tenía un amigo en la estación de servicio de Libertad y Salta, con mi hermano (Christian) íbamos a limpiar vidrios durante las vacaciones. Lo hacía en los veranos, desde la mañana hasta la tarde.
– Alguna anécdota de esa experiencia te debe haber quedado…
– ¡Sí! Cuando llegaba un colectivo de larga distancia con el parabrisas lleno de bichos me comía 40 minutos limpiando con una escalera y, obviamente, te daban una propina normal. Veía venir al micro y me quería morir. Después, me acuerdo de una señora que llegó con un Renault 11 y me pidió que le limpiara todos los vidrios. Me dio la plata como hacían las abuelas, en un bollito a puño cerrado, y se fue adentro a tomar un café. Yo la guardé en el bolsillo, hice ese trabajo y limpié un par de autos más. Cuando termino, empiezo a contar cuánto había juntado y veo que el bollito era un billete de 50 pesos. ¡En ese entonces era una fortuna! Pensé que se había equivocado. La fui a buscar adentro para avisarle y me dijo que no, que estaba bien, era la propina por limpiar todo el auto. Con eso y lo que hice el resto del día me compré unas zapatillas Nike negras de tela. Así que imagínate el valor que tenía. Nunca me lo olvido.