Opinión

¿Cuáles serán los desafíos energéticos de Argentina en 2025?

Por Gabriel Matarazzo

Por imprevisión, Argentina atravesó durante 2024 una crisis energética imposible de pensar en un país que tiene las reservas de gas y petróleo no convencional más importantes del mundo. Para evitar que se repita, es necesaria una base firme de acuerdos más allá de la coyuntura política y establecer reglas y parámetros claros para la inversión.

Sentada sobre un mar de gas y petróleo no convencional, Argentina se vio obligada a importar energía cara de países vecinos para soportar durante en invierno una ola polar. Unas 150 grandes empresas sufrieron cortes en la provisión de gas, lo que implicó que tengan que frenar su cadena de producción. Lo mismo ocurrió en varias estaciones de GNC que tenían contratos interrumpibles de suministro.

En paralelo, el Estado nacional debió importar electricidad, gas y fuel oil para atender la demanda de una población que soportó temperaturas cercanas a cero en las zonas templadas y por debajo en las áreas más australes. Argentina pagó caro y mal su imprevisión.

Para no repetir el mismo error, se requiere planificación. Hay que establecer una hoja de ruta clara sobre cómo extraer el gas de Vaca Muerta y de qué manera se lo pone a disposición de las industrias, el comercio y los hogares.

En este sendero, las inversiones en las plantas compresoras de gas para duplicar la inyección del fluido en los ductos permitiría ahorrar divisas y hasta generar saldo positivo en la balanza energética. Las estimaciones más optimistas hablan de un remanente de u$s 25 mil millones a partir de 2030.

Por el lado del petróleo también restan inversiones. Para prevenir crisis energéticas, el Estado debería generar las condiciones necesarias para promover esas inversiones y poder modernizar y ampliar las refinerías de crudo, para que las mismas sean sustentables y para que su producción sea tal que evite importar combustibles en tiempos de crisis climáticas.

De igual manera, hay que estar prevenidos. Pueden surgir imprevistos, emergencias. Y el Estado debe contar con recursos disponibles para atenderlos. A mitad de año, hubo un problema con la importación de gas licuado de Brasil por la falta de dólares. Eso no puede repetirse.

Por otro lado, la Argentina enfrenta el desafío del recambio de su matriz energética hacia una plataforma centrada en las fuentes renovables. El país no puede quedarse afuera en este aspecto. En ese plano, debemos incluir el escenario potencial de los biocombustibles. Aquí también se requiere un marco regulatorio claro, fundamental para garantizar el empleo de miles y miles de pymes que viven del bioetanol y del biodiésel.

Con una proyección firme de uso de los recursos naturales existentes y una planificación adecuada, Argentina puede ubicarse en una posición cómoda, que asegure provisión y precios competitivos para la seguridad de los hogares y las inversiones industriales, mineras y agropecuarias, apuntando a romper todos los récords de exportación que el país jamás conoció. Para eso, hará falta previsibilidad política.


El autor es yesorero de la Federación Argentina Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustibles (FASIPEGyBIO).

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