Acusaciones cruzadas a 60 días del incendio de Torres y Liva.
Frente a cualquier tragedia, la víctima o su familia -también la sociedad- busca y señala a uno o más responsables. El grito y la necesidad de justicia, de tener y juzgar a un culpable, emerge desde el dolor. Pero el caso de Torres y Liva es particular, tanto por las dimensiones del siniestro como por la condición del único acusado de haberlo provocado con sus manos y una vela hace 60 días.
Mientras que el dueño de Torres y Liva ha guardado un silencio casi total desde la tragedia -con contadas excepciones-, los propietarios , dolor mediante, acusan a los responsables de la distribuidora y a la Municipalidad casi en la misma proporción, más incluso que a Gustavo Arrativel, presuntamente inimputable por los hechos.
“Los principales responsables son la Municipalidad, en particular Inspección General, y Torres y Liva”, afirmó Mabel Drocezesky, propietaria de uno de los departamentos consumidos por el fuego y portavoz de los otros dueños que “no están en condiciones de hablar”.
Años atrás Mabel fue inspectora municipal y cuestiona a viva voz “la falta de controles” en este amplio depósito ubicado en el centro marplatense, una realidad que la gestión municipal debería rever por el peligro que conlleva: el caso de Torres y Liva y el de Caromar, con todas sus diferencias, son ejemplos claros.
“Fue un siniestro provocado, con responsables y responsabilidades. La culpa y la provocación no está en el tipo que hizo esto, sino en Inspección General y en Torres y Liva, que tenían una bomba de tiempo para que estallara todo esto”.
Con respecto a Gustavo Arrativel, el fiscal Juan Pablo Lódola, a cargo de la investigación, solicitará que no sea una resolución de la Justicia de Garantías -como planteó la defensora oficial Victoria Sosa ante la jueza Rosa Frende- sino un tribunal de primera instancia quien determine si es inimputable y requiere de una internación.
Los propietarios, que no entienden de tecnicismos y exigen respuestas desde la bronca y el dolor, hablan más de la responsabilidad del Estado y la empresa que de Arrativel.
Mabel, sin embargo, tiene una postura por demás particular en torno al único acusado. Verosímil o no, es lo que siente y cree, junto a otros propietarios y lo expresa sin tapujos ante LA CAPITAL: “Hay que ver quién lo mandó. Porque lo mandaron, sin ninguna duda. Tenía escrito qué edificios prender fuego y cosas muy sofisticadas para provocar el siniestro, con planos, material dibujado y elementos que no cualquiera tiene. Hay que investigar quien lo mandó”.
Imagen de una cámara de seguridad del detenido por el incendio de Torres y Liva.
Parte de la sociedad, en algún punto, ya lo juzgó: “Un perejil”. La perspectiva, claramente, difiere de lo que cree e investiga la Justicia, que centra la causa en el accionar de un “marginal” de 54 años nacido en Gualeguay (Entre Ríos) al borde no muy definido entre razón y locura, el merodeo, el odio a los delincuentes y los excesos de la vulnerabilidad mezclados en una pasta explosiva.
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