Cultura

Creció la producción de libros infantiles y juveniles

En los últimos cuatro años aumentó la producción de libros álbum y literarios en el área infantil y juvenil, un segmento de la industria editorial local que crece en profesionalismo y calidad, aseguró la titular de la Cámara Argentina del Libro (CAL), Graciela Rosenberg.

“La edición de libros infantiles es uno de los rubros que más creció en los últimos cuatro años en el mercado editorial argentino, y la calidad de su producción ha sido destacada en mecas del género, como la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bologna”, subrayó Rosenberg.

Este año, la 50 Feria de Bologna, algo así como la Frankfurt de libros para la infancia, galardonó con el Premio New Horizons al libro “Abecedario” del sello argentino Pequeño Editor, el más prestigioso del mundo a la hora de evaluar el diseño gráfico y editorial no europeo.

En tanto que Libros del Zorro Rojo, sello gráfico fundado en 2004 con un pie en Buenos Aires y otro en Barcelona por el argentino Sebastián García Schnetzer y el español Fernando Diego García, fue distinguido como Mejor editorial europea, indicó Rosenberg.

La literatura dirigida a niños y jóvenes ocupa un ajustado tercer puesto en el mercado librero, detrás de los libros de ciencias sociales y los de literatura, que se encuentra al tope de la pirámide productiva editorial, informó la CAL en uno de sus últimos informes.

Sin embargo, “en este momento hay un descenso promedio en las ventas en librerías que va del 15 al 20 por ciento con respecto a igual período del año anterior, aunque según la zona del país en la que se consulte algunos libreros acusan mermas mínimas y máximas que superan esos indicadores, del 10 al 30 por ciento”, señaló Rosenberg.

La apertura de la importación de libros a Argentina o el fin de las restricciones al ingreso de libros impresos en el exterior que opera desde comienzo de año, se traduce, ocho meses después, en “un aumento del 60 por ciento de las importaciones y un descenso del ocho por ciento de las exportaciones”.

Y a este panorama se suma “una merma de los libros impresos en el país según las imprentas”, donde el crecimiento de libros infantiles y juveniles responde, entre otras cuestiones, a “compras realizadas por el Estado en los últimos cinco años, destinadas a escuelas y bibliotecas principalmente”, señaló Rosenberg.

Una política que trascendió fronteras y alcanzó a los países de habla hispana latinoamericanos, “México, Chile y Colombia, por ejemplo, compran libros de literatura infantil y juvenil argentinos”, al tiempo que trajo aparejado “el aumento y profesionalización de autores, tanto escritores como ilustradores”.

Por otra parte, “la cantidad de especialistas y dibujantes que fueron apareciendo generaron un boom de producción dentro y afuera del país de libros que fundamentalmente se venden en Latinoamérica (España cuenta con una industria propia muy fuerte que se autoabastece), aunque algunos llegan a Estados Unidos como segunda lengua”, describió Rosenberg.

En este boom se inscriben muchas de las editoriales denominadas independientes, chicas o medianas, “las cuales fueron ganando presencia y, aunque no tengan la visibilidad y exposición de los sellos grandes, tienen nichos bien definidos: librerías boutique o locales de diseño que introducen libros objeto para chicos mezclados con artículos artesanales como pueden ser juguetes en madera o libretas hechas a mano”.

Se trata, en palabras de Rosenberg, de “emprendimientos a pulmón, personales, que adquieren visibilidad en redes sociales como Instragram, Twitter o Facebook y en blogs muy visitados, cuidados y promocionados entre profesionales”.

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