Por cuestiones climáticas, el cultivo se concentra en pocas zonas; cerca del 50% se hace en la localidad bonaerense de Balcarce y otra parte en las provincias de Mendoza y de Córdoba.
Un grupo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) y el Conicet obtuvo a través de la biotecnología plantas de papa que, además de producir más tubérculos, también toleran más la falta de agua.
La nueva genética permitiría mejorar los rindes en zonas tradicionales de producción y habilitar el cultivo en nuevos ambientes, según “Sobre La Tierra”, el Área de Divulgación Científica y Tecnológica de la Fauba.
Los investigadores resaltaron la importancia del hallazgo en un contexto de sequías más intensas y frecuentes, producto del cambio climático.
“La papa es uno de los cultivos más importantes a nivel mundial”, explicó Gabriel Gómez Ocampo, docente de la cátedra de Fisiología Vegetal en la Fauba e investigador en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (Ifeva/UBA-Conicet).
Según Gómez Ocampo, “en la Argentina se producen anualmente 2,8 millones de toneladas que se destinan sobre todo a la demanda interna, ya sea para consumir fresca, para abastecer a la industria o para producir papa semilla”.
“Por cuestiones climáticas, el cultivo se concentra en pocas zonas; cerca del 50% se hace en la localidad bonaerense de Balcarce y otra parte en las provincias de Mendoza y de Córdoba”, añadió.
Al tratarse de un cultivo “muy sensible al déficit hídrico”, que reduce su rendimiento, requiere un riego frecuente; además, “las predicciones climáticas indican que el siglo XXI va a ser más árido, con sequías más severas y prolongadas; en este contexto, buscamos una forma de generar plantas de papa que toleren mejor el estrés hídrico”, afirmó.
Por medio de la biotecnología, el grupo de investigación que integra Gómez Ocampo, liderado por Javier Botto, docente de la cátedra de Fisiología Vegetal de la Fauba e investigador del Conicet en el Ifeva, generó una nueva genética de papas de la variedad Spunta, la que más se produce y consume en la Argentina.
“Cuando las comparamos con las plantas ‘normales’, vimos diferencias marcadas en su fisiología, su bioquímica y su morfología. Ya sabíamos que rinden un 15% más en condiciones óptimas, entre otras características”, detalló.
Los resultados del reciente trabajo del grupo, publicado en la revista científica The Plant Journal, sugieren que esta nueva genética también es más tolerante a una eventual restricción hídrica.
Bajo condiciones de sequía moderada, las líneas transgénicas que generaron Gómez Ocampo y colaboradores produjeron tubérculos un 11% más pesados que los de las plantas ‘normales’.