El espacio no tiene bibliotecaria, ni fichas que dejen constancia quién se lleva el libro. Cada alumno elige un título y es responsable a la hora de devolverlo.
Cuando al director de la Escuela Municipal de Formación Profesional N°1 le propusieron crear una biblioteca libre, donde cada alumno se lleve un libro sin rendir cuentas, creyó que no iba a funcionar. Su pensamiento se replicó en docentes y alumnos, pero la realidad fue otra. No sólo los títulos se devuelven y cada día se suman más, sino que la biblioteca con modalidad libre se convirtió en un éxito.
Durante los recreos, este espacio que funciona en un pasillo de libre acceso, se transformó en una sala de lectura y consulta. Por allí transitan los alumnos de la escuela de formación donde se dictan cursos gratuitos y con títulos oficiales de soldadura, carpintería, mosaiquismo, tornería, mecánica, entre otras cosas. Y también durante el turno mañana, pasan los chicos de 4°, 5° y 6° año de la Secundaria 208, quienes articulan haciendo talleres. El desfile de gente es constante y lo que era un pasillo frío se convirtió es un espacio amigable.
El proyecto nació con la intención de promover la lectura en adolescentes y adultos. Comenzaron con 70 libros y ya tienen más de 300. Sin control, ni ficha que llenar, ni bibliotecaria, los alumnos y docentes tienen la oportunidad de elegir un libro, llevárselo y luego devolverlo.
“Cuando me trajeron la idea pensé que estaban locos porque les dije que iban a desaparecer los libros, pero ellos me dijeron algo muy cierto, si se los llevan será para leer o tenerlo en la casa…lo que ma pareció muy cierto”, recuerda entre risas Abel Latorraca, director de la escuela de formación N°1 ubicado en San Martín 5402. La idea llegó de la mano del profesor Fernando Mallo y la orientadora María Florencia Luengo. Ambos pensaron este proyecto que hoy es un éxito y que hace que el establecimiento salga de la rutina, genere nuevas propuestas y atrape a los alumnos.
“Somos una escuela experimental en la que año a año se van realizando diferentes propuestas”, admite el director. Es que hace dos años por ejemplo, los alumnos contruyeron metegoles que hoy utilizan en los recreos. Asimismo el año pasado, iniciaron el proyecto de crear una calesita que sigue este 2017. Todo se engloba en la idea de llevar a la práctica aquello que aprenden en los cursos y, con esa excusa, reunirse, intercambiar conocimientos y hacer una labor conjunta que tiene un rédito para toda la comunidad. Como lo es la conformación de esta biblioteca a la que próximamente se sumará una videoteca. “La idea es fomentar la lectura que mucha veces queda de lado, como también la libertad responsable porque el no control es muy bueno practicarlo”, aseguran sus responsables.
Para la puesta en marcha, los estudiantes realizaron los muebles, los colocaron y así se “apropiaron” de la biblioteca. “Los del curso de carpintería hicieron los muebles, lo de soldadura se ocuparon de los sostenes y luego ellos también decidieron dónde colocar los trabajos terminados”, relata orgulloso el director. Asimismo, alumnas de la secundaria se ocuparon del diseño de los carteles indicadores de la biblioteca y, entre todos, catalogaron los títulos.
La biblioteca del pasillo -como todos la conocen desde mayo pasado cuando se puso en marcha-, ya se convirtió en un espacio donde pasar los recreos, intercambiar opiniones y, sobre todo, fomentar la lectura.