Fotografía “La Gruta – Campamento de mirones” acompañada por interesantes párrafos comprendidos dentro del marco de una nota periodística titulada “Bañarse en el Plata” . La nota no resulta específicamente dirigida a temas referentes a la Ciudad de Mar del Plata a excepción del pasaje adjuntado. En la imágen en papel se llegan a observar al menos dos siluetas de personas en el sector rocoso.
Fuente : Revista “Todo es Historia” ; N* 92 ; Enero 1975.
Enviada por : Prof. Julián Mendozzi.
En el mismo año en que se menciona el presente artículo periodístico(1988),leemos:
REGLAMENTO DE BAÑOS PARA EL PUERTO DE MAR DEL PLATA- (8 Artículos)
Aplicado en la temporada de 1888,por el jefe de la Receptoría Nacional de Rentas de MdP,Hilario Rubio Medina,y confeccionado en virtud de lo dispuesto por el Decreto del 5-1-888,y suscripto por el Presidente de la Nación,Dr.Miguel Júarez Celman.
….Artículo 5°-Se prohibe en las horas del baño el uso de anteojos de teatro,u otro instrumento de larga vista,asi como situarse a la orilla del agua cuando se bañen señoras.
….Artículo 7°-Es igualmente prohibido el uso de palabras y acciones desonestas o contrarias al decoro.
….Artículo 8°-Los infracores a las disposiciones que preceden,incurrirpan en multa de 2 a 5 pesos moneda legal o arresto de 24 a 48 horas,y de 5 a 10 pesos o arresto de 48 a 96 en caso de reincidencia,debiéndose ser expulsado de la playa durante un mes en caso de incurrir por tercera vez en las mismas faltas a este reglamento.
Firmado: Hilario Rubio-Sub Prefecto.-
Señor Julián: asombrosa denuncia la del recorte. Hoy en día las costas son lugares habituales para el profuso intercambio visual. Tal vez las quejas serían si los caballeros no prestaran suficiente atención a las damas en bañador y viceversa. Increíble eso de la transparencia del agua por la corriente de enero y su complicidad con los mirones. Todo un documento sobre la evolución de las costumbres. Muchas gracias por el envío.
El gusto en saludarlo Sr. Lafra y me alegro que el recorte haya sido de su interés .
Un cordial saludo.
Julián Mendozzi.
Otras versión decía.”El incidente ocurrió en Enero de 1887.
Un grupo de señoras bañistas se quejó por la insolencia de un “cambalachero” que alquilaba largavistas.Las ofendidas damas manifestaron que con esos aparatos,hombres desconocidos admiraban sus piernas con insolente desfachatez.La comisión encabezada por la señora Dolores Hurlingham de Altamirano presentó una denuncia formal al jefe municipal y pidió audiencia con el Juez de Paz para dar rienda suelta a la alarmante situación de las mujeres decentes que pretendían refrescarse y disfrutar del sol,como acostumbraban hacerlo en los balnearios de Europa.El municipio no atendió sus reclamos debidamente. El intendente estaba por aquellos días preocupado en solucionar una cuestión relativa al remodelado de la rambla,que había sido fuertemente dañada por un vendaval.Por otro lado,la situación laboral de los portuarios era un tema pendiente y escabroso que no dejaba mucho margen para hacerse cargo de unos cuantos mirones.Sin embargo,las autoridades prometieron instruir al jefe policial para que tomara cartas en el asunto.Pasaron los días y la situación continuó sin ninguna novedad.La señora de Hurlingham no era de quedarse con los brazos cruzados.Al no ser atendidos sus reclamos por el poder político,decidió llevar la queja al periodismo.En la edición del 3 de Febrero,la crónica de un diario porteño recogía la denuncia bajo términos muy severos: “Un grupo de señoras bañistas se queja amargamente contra la impudicia de un cambalachero,comerciante de baja estofa,apellidado Romero,instalado en la playa,cuya única y atrevida ocupación consiste en alquilar o vender anteojos de larga vista a los curiosos impertinentes” Y el periodista agregaba: “La playa,del lado de las rocas,se convierte en una suerte de apostadero donde no se ven más que tubos de anteojos alineados en dirección a las inocentes bañistas.Dado que las aguas marinas son tan transparentes,eso es una grave complicidad en beneficio de los mirones”.El artículo,extenso por cierto,reproducía una entrevista a la señora Hurlingham quien testimoniaba con elocuente enojo: “Bajo ningún punto de vista,las señoras de respetable apellido y posición,podemos permitir que las miradas de los hombres invadan nuestra integridad corporal.Es increíble que tengamos que apresurarnos a darnos un merecido baño para evitar así las impúdicas observaciones masculinas. Creo que este desacato a la moral debería interesar al gobierno,única arma que el pueblo tiene para hacer valer sus derechos.”Los larga vistas terminaron por invadir la costa esa temporada y todos hicieron la “vista gorda” al asunto.Pero las mujeres eran influyentes y,ante la insistencia de los mirones,al año siguiente,viajaron algunas de ellas e interesaron al Presidente de la Nación.El doctor Juárez Celman ordenó entonces,mediante un decreto presidencial,la redacción y sanción de un reglamento en el cual se fijaran las pautas de conducta que los bañistas debían seguir en las playas marplatenses.Era evidente que el pudor de las mujeres preocupaba al presidente de la Nación.Con asombrosa celeridad,el 5 de Enero de 1888 ordenó un inmediato Reglamento de Baños.Hilario Rubio Medina,jefe de la Receptoría Nacional de Rentas,fue el encargado de elaborar el documento prescriptivo.Muy pronto apareció y en él se determinaba los 8 artículos que fueron muy difundidos.Contando con instrucciones precisas,el poder policial procedió a detener a jóvenes que espiaban con los catalejos,larga vistas o cualquier otro instrumento óptico de largo alcance.En 4 días, la acción había resultado efectiva;el decoro femenino estaba a salvo y conforme.Según establecía el reglamento,los infractores debieron pagar la suma de cinco pesos en concepto de multa.Ocurrió el caso de un chico de 16 años quien,luego de incurrir tres veces en la infracción,fue expulsado de la playa por todo el resto del verano.El caso tuvo resonancia porque era el hijo de un senador porteño.Otros,de menos recursos,entregaban las lentes.Al negarse a pagar la multa,eran arrestados por un período de veinticuatro a cuarenta y ocho horas.
(Historias del Mar II/Elizabeth Ruiz Díaz/Compiladora).
Señor Ángel Somma: realmente su aporte amplifica lo expresado en el recorte enviado por el señor Julián. Lo mismo ocurre con mi asombro al advertir el grado de irritación que provocaban los “mirones”. Expresiones como “hombres desconocidos admiraban sus piernas con insolente desfachatez”, “alarmante situación”, “las señoras de respetable apellido y posición”, “integridad corporal” son increíbles y parece que esas “señoras decentes” no pararon de presionar obligando al Intendente a distraerse de los daños por un vendaval y la situación laboral de los portuarios. Hasta el mismísimo Presidente llegaron forzándolo a ocuparse de tan incómodo asunto. Sé que hubo costumbres similares en Europa más o menos para esa época. Incluso subsiste en Trieste una playa con un muro de división para hombres y mujeres el que naturalmente hoy es tomado como una curiosidad turística, aunque cumple con su función original. Muchas gracias, señor Somma.