La talentosa artista,señora Leonie Matthis:
es una señora francesa muy encariñada con las cosas de la tradición argentina,que ha realizado entre nosotros una basta producción artística,digna del mayor aplauso,no solo con la calidad de su pintura,sino que también por el caráctrer de la misma,que lo es netamente colonial.Dentro de esta clasificación,en la pintura nacional,su pincel,de rico colorido y de trazo delicado,ocupa el primer puesto.Inútil será buscar el nombre de ningún pintor que haya superado,en estos motivos de nuestra pintura a la Sra. Matthis;esos temas en el pincel de la nombrada artista,cobran un fuerte sabor de reja antigua,de abandonados patios solitarios,de olvidados caseríos,de místicos rincones religiosos,donde,en cada puerta herrumbada por los años,golpea todavía,con eco sonoro,el excesivo aldabón de cabeza de tigre o de dragón estilizado…Bien estudiados y bien observados han sido todos esos motivos,con alma de verdadero artista y con curiosidad evidente,para que no se pueda descubrir en ellos,el menor rasgo inverosímil o el mas insignificante detalle contraditrorio.La época está allí palpitante y al desnudo.Y nada,de esa época romántica,está ausente.Si los extranjeros que vienen a nuestro país en calidad de turistas,quisiesen conocer,sin molestarse a visitar lugares lejanos,la vida y las cosas del colionaje -que es sin duda,lo mas interesente del pasado tradicional argentino- habría de bastarles con una visita a la colección copiosa y variadísima que posee su autora.Todos los que hemos sabido identificarnos con esas cosas y las amamos sinceramente,porque la sentimos como parte integrante de la nacionalidad como algo de la emoción que encierra nuestros mas caros símbolos patrióticos y tradicionales,al contemplar los cuadros de la Señora Matthis,volvemos a vivir un momento aquel pasado pintoresco,aquella poesía emocional y sencilla;de las viejas rejas entrelazadas por las enredaderas y alegradas por las errantes serenatas nocturnas.El zorzal prisionero en la jaula…los jazmines fragantes…las gallinitas de heterogéneo plumaje…el manso perro guardián tendido en la puerta…el aburrido y agobiado caballo de ir al pueblo…Todo,todo está allí.Pero digamos,en acto de justicia,que la Señora Matthis no ha encontrado en el camino esas cosas sino que las ha buscado empeñosamente.Ella sabía que esos motivos estaban,con mayor abundancia y emoción,en el norte argentino.Y allí se fue.Allí vivió,respiró esa vida de montaña profunda de libre cóndor de despejados horizontes maravillosos…..Y pintó esas cosas bellas y emocionales que le han otorgado una personalidad verdaderamente singular.Mas simpatía despierta la pintura de la Señora Matthis,si recordamos que nuestras artistas,las argentinas,las hijas de este suelo,han dado preferencia a otros motivos y no se han preocupado jamás por estas cosas de la primitiva vida argentina,que tantos matices ricos encierra para ser trasladadas al lienzo.Surge de ello una buena lección y un ponderable ejemplo.Idéntico fenómeno puédese observar en las demás artes: las letras,la música,la escultura.Cultívase lo exótico y vulgar.Poco o nada lo autóctono,lo primitivo,lo mas íntimo,porque es originario de la raza y está vinculado indislublemente a la tradición nacional.El prestigioso Salón Müller,de la calle Florida,donde,el calor del sentimiento artístico y generoso de su propietario,muchos grandes artistas argentinos,como Fader,encontraron buena amistad y apoyo cordial y sincero,expuso reiteradamente la Señora Matthis sus pintorescos cuadritos del coloniaje,animados,como lo son,de un hondo subjetivismo.Los “amateurs” conocen y admiran la fina pintura,vibrante de color y pródiga en matices,de la mencionada artista.Y muchas son las moradas de argentinos,y,aún,de extranjeros,en nuestro país donde se exhiben las obras de la misma,habiéndose difundido enormemente su pintura.De sobria factura propia,de límpido color,de encantadora sencillez y gracia,son los cuadritos de la Señora Matthis.Tipos,paisajes y escenas,han sido trasladados a la tela con un poder irresitible de realidad,resultado indudable de inteligente observación y del claro talento de su autora.Por eso es que vemos en sus paisajes,diáfanos cielos,de transparente azul,casi siempre radiantes de sol,con esa sensación de grandeza y plenitud que solo las altas montañas y los horizontes abiertos son capaces de dar,quebradas y serranías o sumergidos en el apacible valle exornados de toda la bellezas naturales de la región.Y así sus tipos,admirablemente interpretados,sus antiguas iglesias,sus calles que no conocen la simetría,sus rejas y sus caserones,envueltos en el silencio,dormidos bajo el peso de los siglos…los fines trabajos píctóricos de esta interesante artista,que ha sabido ahondar con afán empeñoso todo el pasado colonial argentino,obra singularísima,de alto mérito,por cuanto ello,a mas de la poesía que,objetivamente la matiza,entraña un apreciable valor histórico por la documentación que comparta.
(Fuente: J.D.U/Revista Nativa/n° 125)
La talentosa artista,señora Leonie Matthis:
es una señora francesa muy encariñada con las cosas de la tradición argentina,que ha realizado entre nosotros una basta producción artística,digna del mayor aplauso,no solo con la calidad de su pintura,sino que también por el caráctrer de la misma,que lo es netamente colonial.Dentro de esta clasificación,en la pintura nacional,su pincel,de rico colorido y de trazo delicado,ocupa el primer puesto.Inútil será buscar el nombre de ningún pintor que haya superado,en estos motivos de nuestra pintura a la Sra. Matthis;esos temas en el pincel de la nombrada artista,cobran un fuerte sabor de reja antigua,de abandonados patios solitarios,de olvidados caseríos,de místicos rincones religiosos,donde,en cada puerta herrumbada por los años,golpea todavía,con eco sonoro,el excesivo aldabón de cabeza de tigre o de dragón estilizado…Bien estudiados y bien observados han sido todos esos motivos,con alma de verdadero artista y con curiosidad evidente,para que no se pueda descubrir en ellos,el menor rasgo inverosímil o el mas insignificante detalle contraditrorio.La época está allí palpitante y al desnudo.Y nada,de esa época romántica,está ausente.Si los extranjeros que vienen a nuestro país en calidad de turistas,quisiesen conocer,sin molestarse a visitar lugares lejanos,la vida y las cosas del colionaje -que es sin duda,lo mas interesente del pasado tradicional argentino- habría de bastarles con una visita a la colección copiosa y variadísima que posee su autora.Todos los que hemos sabido identificarnos con esas cosas y las amamos sinceramente,porque la sentimos como parte integrante de la nacionalidad como algo de la emoción que encierra nuestros mas caros símbolos patrióticos y tradicionales,al contemplar los cuadros de la Señora Matthis,volvemos a vivir un momento aquel pasado pintoresco,aquella poesía emocional y sencilla;de las viejas rejas entrelazadas por las enredaderas y alegradas por las errantes serenatas nocturnas.El zorzal prisionero en la jaula…los jazmines fragantes…las gallinitas de heterogéneo plumaje…el manso perro guardián tendido en la puerta…el aburrido y agobiado caballo de ir al pueblo…Todo,todo está allí.Pero digamos,en acto de justicia,que la Señora Matthis no ha encontrado en el camino esas cosas sino que las ha buscado empeñosamente.Ella sabía que esos motivos estaban,con mayor abundancia y emoción,en el norte argentino.Y allí se fue.Allí vivió,respiró esa vida de montaña profunda de libre cóndor de despejados horizontes maravillosos…..Y pintó esas cosas bellas y emocionales que le han otorgado una personalidad verdaderamente singular.Mas simpatía despierta la pintura de la Señora Matthis,si recordamos que nuestras artistas,las argentinas,las hijas de este suelo,han dado preferencia a otros motivos y no se han preocupado jamás por estas cosas de la primitiva vida argentina,que tantos matices ricos encierra para ser trasladadas al lienzo.Surge de ello una buena lección y un ponderable ejemplo.Idéntico fenómeno puédese observar en las demás artes: las letras,la música,la escultura.Cultívase lo exótico y vulgar.Poco o nada lo autóctono,lo primitivo,lo mas íntimo,porque es originario de la raza y está vinculado indislublemente a la tradición nacional.El prestigioso Salón Müller,de la calle Florida,donde,el calor del sentimiento artístico y generoso de su propietario,muchos grandes artistas argentinos,como Fader,encontraron buena amistad y apoyo cordial y sincero,expuso reiteradamente la Señora Matthis sus pintorescos cuadritos del coloniaje,animados,como lo son,de un hondo subjetivismo.Los “amateurs” conocen y admiran la fina pintura,vibrante de color y pródiga en matices,de la mencionada artista.Y muchas son las moradas de argentinos,y,aún,de extranjeros,en nuestro país donde se exhiben las obras de la misma,habiéndose difundido enormemente su pintura.De sobria factura propia,de límpido color,de encantadora sencillez y gracia,son los cuadritos de la Señora Matthis.Tipos,paisajes y escenas,han sido trasladados a la tela con un poder irresitible de realidad,resultado indudable de inteligente observación y del claro talento de su autora.Por eso es que vemos en sus paisajes,diáfanos cielos,de transparente azul,casi siempre radiantes de sol,con esa sensación de grandeza y plenitud que solo las altas montañas y los horizontes abiertos son capaces de dar,quebradas y serranías o sumergidos en el apacible valle exornados de toda la bellezas naturales de la región.Y así sus tipos,admirablemente interpretados,sus antiguas iglesias,sus calles que no conocen la simetría,sus rejas y sus caserones,envueltos en el silencio,dormidos bajo el peso de los siglos…los fines trabajos píctóricos de esta interesante artista,que ha sabido ahondar con afán empeñoso todo el pasado colonial argentino,obra singularísima,de alto mérito,por cuanto ello,a mas de la poesía que,objetivamente la matiza,entraña un apreciable valor histórico por la documentación que comparta.
(Fuente: J.D.U/Revista Nativa/n° 125)