Victoria Ocampo en la Rambla Bristol el 14 de enero de 1922. Detrás, el cartel que identifica la administración del balneario Giaccaglia. Foto enviada por el periodista Nino Ramella, titular de la Casa de Mar del Plata en Buenos Aires junto al siguiente artículo que fue publicado el 7 de abril, al conmemorarse un nuevo aniversario del naciomiento de la escritora:
El 7 de abril de 1890 nacía Victoria Ocampo
Una pasión marplatense
Por Nino Ramella
Muchos más cumpleaños pasó Victoria Ocampo en Mar del Plata que en ninguna otra parte del mundo. Llegaba en noviembre y se iba muy poco antes del invierno. Nos cuenta ella misma cuándo conoció la ciudad: llegué por primera vez a Mar del Plata una mañana en el tren nocturno con camas… Yo era una adolescente y Mar del Plata también. Mar del Plata era el Hotel Bristol, unas cuantas casas, la Rambla de madera. Pero tenía la playa limpia y todo el mar, ahí encima, y las piedras. Fue mi primer encuentro con el Atlántico desde una playa”.
La aclaración viene a cuento ya que ella sí conocía el Océano Atlántico, pero visto desde el barco que cada año transportaba a la familia a Europa. Y el único mar que había visto desde la arena era el Mediterráneo, pero su calma lo hacía algo muy distinto. Fue en la Argentina donde claudicó a la bravura de nuestra costa. Me enamoré a primera vista y para siempre… Por la mañana nos bañábamos en el mar… las olas eran montañas de agua que se me venían encima… Salía yo de esos baños chorreando terror; pero al día siguiente, volvía, entusiasmada…”
Hace pocos días mi entrañable amiga Teresa Serenellini puso en mis manos algunos documentos vinculados a Victoria Ocampo -a quien en su momento dedicara un documental- para que los incorporara al patrimonio de Villa Victoria. Entre muchos otros valiosos papeles hubo dos fotografías que inmediatamente me llamaron la atención y que son las que ilustran esta nota. Provienen del archivo de María René Cura, estrecha colaboradora de Victoria en Sur- Ella se las regaló a Teresa, de quien era amiga.
En una de ellas se ve a Victoria estrechando la mano de un hombre –para mí desconocido- en la rambla francesa. La elegancia de ambos resalta a primera vista. Victoria con un conjunto blanco, aparentemente de hilo, sombrero y guantes. Él de saco y corbata, pantalón blanco. Ambos con bastón, accesorio usual de la época. Detrás de ellos y bajo la recova la entrada a lo que parece ser la administración del balneario Bristol y la marca de un apellido que los marplatenses asociamos inmediatamente a la playa: Giaccaglia. La foto fue tomada el 14 de enero de 1922.
La otra fotografía es más reciente. Está fechada el 28 de enero de 1956. Presumo que se trata de Punta Mogotes. Algún lector más memorioso aportará seguramente la exactitud que mi ignorancia escamotea. Victoria se muestra en la orilla sosteniendo a dos perros de sus respectivas correas. Pañuelo en la cabeza, un saco tejido y sus infaltables anteojos de marco blanco. Las piernas desnudas. Ya tenía por entonces 65 años.
Transgresora. Es ese un calificativo recurrente cuando se habla de Victoria. Y algunas conductas que lo justifican se relacionan con Mar del Plata. Recordemos que aquí la echaron del casino por pretender entrar en pantalones.
La casa más fea
Pero quizá hay alguna razón menos banal. La primera casa moderna en la Argentina, blanca, lisa, geométrica, la hizo Victoria con su propio diseño acá en Mar del Plata entre 1926 y 1927. La ayudó un constructor y fue inspirada por la Villa que Robert Mallet-Stevens hiciera poco antes para los Vizcondes de Noailles, en el sur de Francia.
Ubicada en Alberti y Carlos Pellegrini –donde existe hoy un hotel cuyo nombre, “Realidad”, causaba hilaridad a Cachi García Reig- la ocupó ella un solo verano. La acompañó Julián Martínez Estrada, quien fue su amante por 16 años. Victoria y Julián se conocieron en Roma, cuando ella estaba de viaje de bodas y fueron presentados por el flamante esposo, Monaco Estrada, a la sazón primo de Julian. Sí, así fue…Victoria conoció al amante de gran parte de la vida en su viaje de bodas.
La casa moderna la vendió apenas un año después de construida. Victoria solía contar que al llegar a la Estación del Ferrocarril tomó un taxi y que le pidió que la llevara a la casa más fea de la ciudad y que la llevó a su propia casa. Puede que sea una boutade de Victoria pero lo cierto es que esa casa en medio del auge del pintoresquismo en nuestra ciudad debe haber causado un gran impacto.
Recuerdo haberle hecho una nota a Jorge Romero Brest en la que me contó que Le Corbusier había dicho que Mar del Plata era la ciudad más fea que había visto jamás. Yo ignoraba que el famoso arquitecto hubiera estado alguna vez en Mar del Plata. Poco después choqué con un texto de Victoria explicando lo que había producido esa casa: …el vecindario puso el grito en el cielo. Le Corbusier, que la visitó, la encontró de su agrado. Un amigo sostiene que Victoria y Le Corbusier visitaron Mar del Plata un fin de semana…digamos…tramposo.
Fue en Mar del Plata donde Victoria recibió a muchos de sus amigos escritores. Fue allí en nuestra querida Villa Victoria -que heredó de su tía abuela-, donde el 8 de mayo de 1853, mientras descansaba, sufrió un allanamiento por parte de la policía acusada de guardar armas para atentar contra el gobierno. De allí se la llevaron presa y estuvo encerrada durante casi un mes en la Cárcel de Mujeres “El Buen Pastor” en Buenos Aires.
Mucho más se podría decir de Victoria Ocampo y Mar del Plata. Pero a mí me gusta quedarme con la idea de que ella adoptó este lugar en el mundo y lo quiso como no lo hacen algunas otras celebridades argentinas que sí nacieron aquí pero que no le guardan afecto alguno –sin que ello pueda serles reprochado, por cierto-.
Termino estas líneas con palabras de Victoria, que describen justamente el mes en el que cumple años. Abandonado por los veraneantes y los turistas, Mar del Plata brilla bajo la luz de abril – escribe Victoria en 1940 -. El silencio gana terreno cada día y se instala alrededor de los árboles cuyas hojas amarillean, lentamente en calma (así me gustaría encanecer). Ese amarillo se ha bebido todo el sol del verano, hasta apoderarse definitivamente de él: es suave entre tanto verdes. El de las lambercianas se vuelve más aterciopelado y profundo, por contraste. Huele a resina cuando apartamos las ramas para acercar la cara al árbol como a un ramo.
Sr. Nino Ramela. Gracias por recuperar estas fotografias que ya forman parte de la historia de Mar del Plata y ademas de transcribirnos esta hitoria que nos traslada a la epoca y costumbres de Victoria Ocampo, sobre la manera de comportarse nuestras celebridades… me averguenza, coincido plenamente con Usted. Atte. Lo saluda Jose Alberto Lago.
Día a día me sorprendo al ver como este espacio gana valor histórico a medida que los marplatenses aportan material que uno creía inexistente y que nos sorprende cotidianamente. Gracias al Sr Ramella por poner en estado público esta joya.
¿El Sr. que saluda a Victoria Ocampo podrá ser algún integrante de la familia Giaccaglia?. Una verdadero documento histórico que engalana el blog.
EN EL EXCELENTE ARTÍCULO DEL SR. NINO RAMELLA APARECE MENCIONADA LA REVOLUCIONARIA CASA CUBISTA DE VICTORIA OCAMPO EN MAR DEL PLATA. PODEMOS VER DICHA VIVIENDA EN ESTE BLOG. SE TRATA DE LA FOTOGRAFÍA 6412 ENVIADA POR EL SR. IRIARTE QUIEN ADEMÁS APORTÓ INFORMACIÓN QUE COINCIDE PLENAMENTE CON LAS REFERENCIAS QUE AMPLÍA EL SR. RAMELLA.
ESTA FOTO ES SENCILLAMENTE MARAVILLOSA.
Imposible no detenernos a ponderar esta perla rescatada por el Sr. Ramella y engalanada por su artículo, que tiene el inmenso valor de la vivencia. Me he concentrado en el llamativo detalle de los bastones y hasta he recorrido una buena cantidad de fotos del blog hasta llegar a la casi certeza de que era un accesorio usual, pero masculino. Vemos a las damas portando sombrillas de mano y en algunos casos empleándolas a manera de bastón como en la foto 5290. Me pregunto si el hecho de que Victoria lleve un bastón -muy sobrio, por cierto- responderá a un percance momentáneo o a esa fuerte personalidad que la llevaba a transgredir ciertas normas, como, por ejemplo, ser dueña “de la casa más fea de Mar del Plata”. Muchas gracias Sr. Ramella.
La Casa Cubista de Victoria Ocampo, está en la Foto 6412, enviada por el Sr. Ignacio Iriarte y publicada el 10 d febrero de 2012,reitero mi comentario cuya fuente es -Villa Ocampo en la Cultuta-
Un cubo blanco y austero, de terrazas al sol y al mar, así describió alguna vez Victoria Ocampo la casa que construyó hacia 1927 en Mar del Plata, el balneario más elegante de la época. Una arquitectura que desde sus comienzos se erguiría como una de las primeras casas modernas de la Argentina. Para Victoria son años de intercambio cultural y de nuevas relaciones (Keyserling, Ansermet, Le Corbusier). “Años de búsqueda pero también de afirmación”, describe Ernesto Katzenstein. Pero la nueva arquitectura pronto escandalizó a la sociedad marplatense que se refugiaba en sus caserones neo-tudor. Y según cuenta Victoria durante los primeros meses la casa se vio asediada por bandas de curiosos que llegaban en excursión a ver “la casa más fea de la ciudad” y tocaban el timbre para preguntar si eso era una fábrica o un establo.
Victoria —como era su tendencia— se fortaleció ante las críticas y se dispuso a construir una segunda casa, esta vez en Buenos Aires. La casa de Rufino de Elizalde en Palermo Chico —hoy propiedad del Fondo Nacional de las Artes— sería según el arquitecto Fabio Grementieri, su “verdadera tesis”. Sin molduras, ni cornisas, sin adornos, ni aditamentos, de muros blandos y lisos, la casa apareció como una conquista de masas y proporciones. Le Corbusier, luego de su paso por Buenos Aires en donde visitó la casa, escribió en Un Etat de l’a architecture et de l’urbanisme: “… hasta ahora ella solamente ha hecho el gesto decisivo en arquitectura, construyendo una casa que hace escándalo… encontré en casa de Victoria Ocampo obras de Picasso y Léger en el marco de un purismo que raramente he visto hasta ahora”.Nuevamente el barrio se opuso a la construcción. Creían que desentonaba con sus mansiones calcadas de Europa. Pero Victoria los desoyó. Waldo Frank, sensible a este nuevo espacio, escribiría: “En este conglomerado de elegancias prestadas, y levantada por una clase demasiado joven aún para dejar hablar públicamente a su corazón, se ve una casa sencilla, espalda con espalda del palacio retórico de la Embajada española. Es como un rayo de sol brillando en un lugar de felpas y de sedas. Las paredes de esta casa son ladrillos blanqueados. Las ventanas son apaisadas y ocupan íntegramente las paredes. Estrechas en el primer piso y más anchas a medida que ascienden la fachada. En el metal gris de las puertas se destaca una aldaba de bronce y la verja que rodea la casa está flanqueada por cedros. Cuando en verano se levantan del todo las ventanas, los cuartos se convierten en pórticos. No hay cuadros. En el comedor, una antigua mesa inglesa de caoba sostiene un vaso de barro con un cactus pequeñLa dueña de casa no se cansaba de explicar que había querido hacer entrar en las habitaciones al cielo y a los árboles, que había querido espacio, paredes blancas y desnudas, “un fondo tan neutral y tan claro que el color de la cubierta de un libro, el amarillo de un sombrero sobre la mesa, una flor en un vaso, una mancha de cielo azul reflejada en el espejo, fuesen de pronto una fiesta para los ojos…”.
El interior —el que Le Corbusier admiraría por la facilidad y gracia con que Victoria había resuelto “la aventura del mueble”— tenía una mesa de caoba en el comedor, un tapiz de Picasso, otro de Léger, un piano, y libros dispersos por todos lados. No había objetos inútiles. Las cosas estaban colocadas de acuerdo al uso que se les deba, exactamente como explicó Victoria en su Autobiografía VI: “desde el momento en que un mueble está colocado sin sentido, molesta”, y agregó: “el amueblamiento de los cuartos es algo que siempre me ha fascinado. La simpatía o la antipatía que los cuartos pueden inspirarme es violenta. Casi física. Como un clima. No se trata de un porcentaje de lujo o de objetos de valor artístico y monetario que puedan tener, sino ante todo, de una armonía sutil… para mi felicidad es necesario que un sillón Luis XV sea un sillón Luis XV, que una silla de cocina o una mesa de caña sean una silla de cocina y una mesa de caña…”.
En sus casas de Mar del Plata y Buenos Aires, Victoria dejó entrar así, con su visión clara y certera, y su voluntad de hierro, a la modernidad arquitectónica a la que tan fervientemente se oponían a principios de siglo los argentinos.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/6412
Victoria Ocampo que mujer
Soy coleccionista y admirador de Victoria Ocampo. ¿Sería posible conseguir una fotografía de la casa “cubista” que Victoria construyó en Mar del Plata? Desde ya, muchas gracias.
Eduardo Arnau.
El caballero creo que es el doctor Jorge A. Mitre, director de La NAcion