Todos los Santos dìas, paso por la esquina de la foto, cuando voy y vuelvo del trabajo, hace ya veintinueve años. Y me pregunto cuanto màs durarà en piè esta reliquia.Segùn cuentan los vecinos, no mucho màs. Y van, quièn sabe cuantas, que sucumbieron bajo la piqueta. Casas viejas, se van…se van…
En la acera de los números impares de la hoy avenida Libertad a partir de la esquina de Salta hacia el S.E. se edificaron, en 1909, tres chalets prácticamente iguales porque sólo los diferenciaban las de fachadas y cubiertas. Pertenecían a los hermanos Fiorito, una familia de origen italiano afincada en barracas al Sud, hoy Avellaneda.
Los chalets de Fiorito fueron una avanzada de la villa veraniega en un sitio prácticamente despoblado de entonces, a pesar de hallarse a sólo cuatro cuadras de la playa La Perla. Y aquí caben varias consideraciones. Para los actuales habitantes de la ciudad pensar en zonas más o menos centrales desiertas es pensar en lo imposible. Los que tenemos alguna experiencia local, sin embargo, sabemos que la mayor parte de la vida urbana marplatense durante decenios se desenvolvía prácticamente entra tierra casi desolada, zona de veraneo, en fin. La Perla. Y recordamos perfectamente la avenida Independencia del otro lado de Luro.
En invierno era un desierto. Y si eso pasaba en los últimos treinta y los primeros cuarenta puede imaginar el lector cómo habrían sido las cosas en 1910. La nacionalidad o el origen de los Fiorito y La Perla, por otra parte, se llevaban muy bien. La Perla, se sabe, contemporánea de la playa del Bristol -luego playa Bristol-. fue desde el principio una zona más modesta, menos brillante, más callada que su competidora. Y a la Perla iban, entre otros, los italianos. En la familia paterna del autor de estas líneas, de aquel origen, se contaba que se iba a pasear por la Rambla de la Perla por el placer de oír hablar la lengua ancestral. Y sin perjuicio de que por el barrio haya habido casas como la de los Kennedy -que aún existe-, u otras llamadas Welcome o My Darling, pertenecientes a ferroviarios jerárquicos y hoy desaparecidas, los Costa. Massa, Molinari, Nicolini. Pini. Tatti o Ventafrida tenían chalet en La Perla.
Los Fiorito, de cualquier modo, encargaron el trabajo al arquitecto Alfredo Olivari, de su mismo origen, destacado profesional que realizó muchas obras en Buenos Aires y sus aledaños, entre otras el Hospital Fiorito de Avellaneda. Los constructores fueron los italianos Miguel Manelli y Juan Lemmi, de Lucca, reconocida empresa de gran capacidad que trabajó para los más exigentes profesionales de la época.
En alguna oportunidad hemos dicho que se trataba de tres perfectos chalets franceses hechos en un país y un tiempo en los que la influencia italiana era notoria, con frentes adornados con preciosas mayólicas y cubiertas a la Mansarde con gran despliegues de óculos, cresterías y punzones, obra puramente artesanal de la zinguería de su tiempo. Sus interiores eran cálidos, con la presencia destacada de la gran escalera de madera, los pisos del mismo material o de brillantes mosaicos, los empapelados de los muros, los bronces de los herrajes y las altas aberturas de las persianas, postigos, visillos y cortinados que permitían graduar los efectos de la luz, el frío y el calor.
El término chalet, por lo que le toca, necesita alguna aclaración. Según cualquier diccionario francés, chalet es una casa suiza en la que se fabrican quesos y por extensión toda casa de campo que lo imite, y algunos colegas han querido derivar la palabra de la voz francesa chatelet, castillito.
En Francia lo que nos ocupa quizá hubiera sido demasiado grande para llamarse pavillon, es decir pabellón, por su carácter aislado: y le faltarían quizá las tierras para que en aquel país lo pudieran definir como manoir; y tal vez, finalmente, en la patria de Luis XIV -o de Pasteur, o de Clemenceau-podría ser una maison bour-geoise, es decir, una casa burguesa. Aquí, y por antonomasia, se trató de un chalet, de los chalets de Fiorito.
Residencias como ellas hubo por decenas pero sólo una repetía sus materiales y sus formas: era el chalet del propio arquitecto Alfredo Olivares, en la mano de los pares de la calle Santa Fe casi Alberti, cuyo molino recordamos todavía, en el patio trasero, si hacemos memoria.
Se trataba, de cualquier manera que se las llamase, de buenas y sólidas residencias temporarias para vivir una vida cómoda y elegante pero sin el despliegue de espacio y la necesidad (¿?) de personal que implicaron otras grandes residencias marplatenses.
En efecto, con un matrimonio formado por una cocinera y un chofer-jardinero-peón de patio-factotum y un par de mucamas -lo que hoy pocos se pueden permitir pero entonces no era nada en comparación con el par de decenas de sirvientes que atendían algunas de las grandes casas- se podía vivir bien, sin fatigas, in santa pace, como se hubiera podido decir en ese medio. Los chalets de Fiorito no tuvieron émulos en su entorno inmediato.
La mayor parte de las casas de veraneo que se construyeron contemporáneamente por el barrio, salvo alguna excepción, fueron más bien casas criollas, las casas chorizo de las ciudades argentinas, casi todas sobre la línea municipal, con zaguán y balcones, y algunas quedan todavía por allí como muestra de las viviendas de verano de su época.
No tuvieron émulos pero permanecieron erguidos y fuertes desafiando al tiempo por muchos años. Pero como todo pasa, también para dos de ellos llegó el fin y fueron demolidos para levantar en sus predios modernos edificios de propiedad horizontal. El que tratamos, sin embargo, se salvó de la desaparición. Permaneció por muchos años descuidado, pero un buen día vimos que le había llegado el turno de un nuevo aggiornamiento -la palabra le hubiera gustado a Fiorito- y disfrutamos con el hecho.
Y al respecto también se pueden decir unas palabras. La famosa preservación era desconocida entre nosotros hace algunos años. Y fue desconocida en el mundo -por lo menos en el llamado Occidente- por milenios. Basta ver el Coliseo, la Arena de Verona o la Cisterna de Estambul. En los primeros faltan muchas piedras y en la última hay nada menos que 336 columnas con sus respectivos y grandes capiteles provenientes de edificios anteriores. Y la Cisterna de Estambul es, si no nos falla la memoria, del S.VI de la Era Cristiana. Y hay desde sentencias latinas hasta denominaciones graciosas sobre el tema. Mario Buschiazzo, ese hombre de talento, decía respecto del Coliseo: Quod non fecit Barban fecit Barbarini, es decir, lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barbarini -una vocal u otra no impiden la sentencia, o dicho de otro modo: los bárbaros respetaron el Coliseo y los Barbarini lo tomaron como cantera para proveer la piedra para sus palacios y quizás por ello, o por otros como ellos, al Coliseo se lo llamó la cantera de Roma…
¿Cómo podemos preservar algo que nos queda de lo mucho valioso que tuvimos? Hace algunos años lo resumimos con sólo dos palabras: educación y legislación. Sin conocer y amar lo heredado, y sin leyes sabias que lo defiendan, poco quedará de ello con el tiempo. Por otra parte, estamos oyendo precisamente en estos días alguna opinión valiosa sobre el tema: no se trata de preservar obras puntuales sino entornos.
Nos complace que haya quedado en pie uno solo de los tres chalets de Fiorito, pero no podemos menos que pensar que si viviera Alejandro Virasoro, ese otro grande, al juzgar el conjunto formado por el chalet que estudiamos con las dos medianeras que los abrazan no dejaría de juzgarlo con una de sus palabras preferidas: grotesco.
Así somos. Así nos han hecho.(Fuente: Arq.Roberto O. Cova -revista Toledo con Todos)
Alfredo Olivari,nació en Liorna (cuyo nombre correcto es Livorno), en Toscana, Italia en 1867 fue un destacado arquitecto de profusa actividad en Buenos Aires.
Se graduó en 1887 en la Escuela Micionana.
Llegó a la Argentina en 1888.
Realizó imponentes casas de renta en esquinas y viviendas unifamiliares. Muchas de ellas en los barrios de Belgrano, Balvanera, San Cristóbal, Monserrat y Recoleta. Como la ex Mueblería Barzi en Av. Rivadavia y Uriburu.
Su hijo Alberto J.(1897 – 1951) colaboró en numerosos de sus proyectos, entre ellos el Hospital Fiorito de Avellaneda, la casona de Tigre para Grace Kay de Hoog o impactante el Palacio Gelosi en Martínez (Demolido a fines de los 50).
Se han contabilizado unas 80 obras de diversos estilos: italianizante, art nouveau, eclecticismo antiacademicista, etc.
También fue miembro del Cuerpo de Ingenieros Civiles de la Nacion hasta 1892, en esa función, fue enviado en comisión de las obras del Ferrocarril Norte en Jujuy y Salta.
Sus paños de ladrillos vista suelen ser su firma, el rojo sobre el blanco, sus colores.
El profundo cincelamiento de su firma en balcones hizo que sus datos pervivan en los frentes y son reconocibles en su mayoria.
El 75 % de su obra, sigue, orgullosa, en pie.(Fuente A. Machado y F. Perlin)
YO VIVIA A LA VUELTA EN LA DECADA DEL SESENTA, RECUERDO QUE ERA IMPRESIONANTE LA CANTIDAD DE MURCIELAGOS QUE SALIAN DE LOS TECHOS DE LOS TRES EDIFICIOS, YO ERA MUY NIÑO Y DABA UN POCO DE MIEDO ESAS TRES EDIFICACIONES.
Comenté en la foto 4825, publicada el 18-4-2011,que de Villa Fiorito,la única que queda es la de Libertad 3293, en la Manzana 17, sección A, parcela 16 de la Circ. 1, pertenecía en esta fecha que indiqué a la Constructora Marplatense S.A.I.C. Fue edificada en 1909 por la firma Lemmi-Mannelli; según el proyecto del Arq.Alfredo Olivari, sobre un terreno de 462 Mts.cuadrados, con un largo de 32 Mts. por 14,42 de ancho,tiene construídos 329 Mts. cuadrados, posee Planta Baja, Primer y Segundo piso, su estilo es Pintoresquista Francés, y es considerado Petit Hotel, sus primitivos propietarios eran la Familia Fiorito.Se encuentran datos en la Municipalidad, que tuvo reformas en los años 1950,1960,1990 y 1994.
Sra. Monica y Sr. Martin. Como dicen los comentarios, todavia nos queda un chalet de los Fiorito y el lugar es Av. Libertad y Salta. Atte. Jose Alberto Lago.
SR.LUIS, SI ES DE 1970 EN EL EDIFICIO EN CONSTRUCCION SE ENCONTRABA ANTERIORMENTE EL HOTEL CARBONI QUE ERA DE MI ABUELO ANDRES.EN LA VEREDA DE ENFRENTE SE ENCONTRABA LA ESTACION DE SERVICIO INCHAUSTI
Sr. Nestor. Una foto con un gran recuerdo gracias por exponerla. Atte. Jose Alberto Lago.
Todos los Santos dìas, paso por la esquina de la foto, cuando voy y vuelvo del trabajo, hace ya veintinueve años. Y me pregunto cuanto màs durarà en piè esta reliquia.Segùn cuentan los vecinos, no mucho màs. Y van, quièn sabe cuantas, que sucumbieron bajo la piqueta. Casas viejas, se van…se van…
me equivoco o es 25 de mayo y mitre y lo que se ve es el colegio numero 1.
En la acera de los números impares de la hoy avenida Libertad a partir de la esquina de Salta hacia el S.E. se edificaron, en 1909, tres chalets prácticamente iguales porque sólo los diferenciaban las de fachadas y cubiertas. Pertenecían a los hermanos Fiorito, una familia de origen italiano afincada en barracas al Sud, hoy Avellaneda.
Los chalets de Fiorito fueron una avanzada de la villa veraniega en un sitio prácticamente despoblado de entonces, a pesar de hallarse a sólo cuatro cuadras de la playa La Perla. Y aquí caben varias consideraciones. Para los actuales habitantes de la ciudad pensar en zonas más o menos centrales desiertas es pensar en lo imposible. Los que tenemos alguna experiencia local, sin embargo, sabemos que la mayor parte de la vida urbana marplatense durante decenios se desenvolvía prácticamente entra tierra casi desolada, zona de veraneo, en fin. La Perla. Y recordamos perfectamente la avenida Independencia del otro lado de Luro.
En invierno era un desierto. Y si eso pasaba en los últimos treinta y los primeros cuarenta puede imaginar el lector cómo habrían sido las cosas en 1910. La nacionalidad o el origen de los Fiorito y La Perla, por otra parte, se llevaban muy bien. La Perla, se sabe, contemporánea de la playa del Bristol -luego playa Bristol-. fue desde el principio una zona más modesta, menos brillante, más callada que su competidora. Y a la Perla iban, entre otros, los italianos. En la familia paterna del autor de estas líneas, de aquel origen, se contaba que se iba a pasear por la Rambla de la Perla por el placer de oír hablar la lengua ancestral. Y sin perjuicio de que por el barrio haya habido casas como la de los Kennedy -que aún existe-, u otras llamadas Welcome o My Darling, pertenecientes a ferroviarios jerárquicos y hoy desaparecidas, los Costa. Massa, Molinari, Nicolini. Pini. Tatti o Ventafrida tenían chalet en La Perla.
Los Fiorito, de cualquier modo, encargaron el trabajo al arquitecto Alfredo Olivari, de su mismo origen, destacado profesional que realizó muchas obras en Buenos Aires y sus aledaños, entre otras el Hospital Fiorito de Avellaneda. Los constructores fueron los italianos Miguel Manelli y Juan Lemmi, de Lucca, reconocida empresa de gran capacidad que trabajó para los más exigentes profesionales de la época.
En alguna oportunidad hemos dicho que se trataba de tres perfectos chalets franceses hechos en un país y un tiempo en los que la influencia italiana era notoria, con frentes adornados con preciosas mayólicas y cubiertas a la Mansarde con gran despliegues de óculos, cresterías y punzones, obra puramente artesanal de la zinguería de su tiempo. Sus interiores eran cálidos, con la presencia destacada de la gran escalera de madera, los pisos del mismo material o de brillantes mosaicos, los empapelados de los muros, los bronces de los herrajes y las altas aberturas de las persianas, postigos, visillos y cortinados que permitían graduar los efectos de la luz, el frío y el calor.
El término chalet, por lo que le toca, necesita alguna aclaración. Según cualquier diccionario francés, chalet es una casa suiza en la que se fabrican quesos y por extensión toda casa de campo que lo imite, y algunos colegas han querido derivar la palabra de la voz francesa chatelet, castillito.
En Francia lo que nos ocupa quizá hubiera sido demasiado grande para llamarse pavillon, es decir pabellón, por su carácter aislado: y le faltarían quizá las tierras para que en aquel país lo pudieran definir como manoir; y tal vez, finalmente, en la patria de Luis XIV -o de Pasteur, o de Clemenceau-podría ser una maison bour-geoise, es decir, una casa burguesa. Aquí, y por antonomasia, se trató de un chalet, de los chalets de Fiorito.
Residencias como ellas hubo por decenas pero sólo una repetía sus materiales y sus formas: era el chalet del propio arquitecto Alfredo Olivares, en la mano de los pares de la calle Santa Fe casi Alberti, cuyo molino recordamos todavía, en el patio trasero, si hacemos memoria.
Se trataba, de cualquier manera que se las llamase, de buenas y sólidas residencias temporarias para vivir una vida cómoda y elegante pero sin el despliegue de espacio y la necesidad (¿?) de personal que implicaron otras grandes residencias marplatenses.
En efecto, con un matrimonio formado por una cocinera y un chofer-jardinero-peón de patio-factotum y un par de mucamas -lo que hoy pocos se pueden permitir pero entonces no era nada en comparación con el par de decenas de sirvientes que atendían algunas de las grandes casas- se podía vivir bien, sin fatigas, in santa pace, como se hubiera podido decir en ese medio. Los chalets de Fiorito no tuvieron émulos en su entorno inmediato.
La mayor parte de las casas de veraneo que se construyeron contemporáneamente por el barrio, salvo alguna excepción, fueron más bien casas criollas, las casas chorizo de las ciudades argentinas, casi todas sobre la línea municipal, con zaguán y balcones, y algunas quedan todavía por allí como muestra de las viviendas de verano de su época.
No tuvieron émulos pero permanecieron erguidos y fuertes desafiando al tiempo por muchos años. Pero como todo pasa, también para dos de ellos llegó el fin y fueron demolidos para levantar en sus predios modernos edificios de propiedad horizontal. El que tratamos, sin embargo, se salvó de la desaparición. Permaneció por muchos años descuidado, pero un buen día vimos que le había llegado el turno de un nuevo aggiornamiento -la palabra le hubiera gustado a Fiorito- y disfrutamos con el hecho.
Y al respecto también se pueden decir unas palabras. La famosa preservación era desconocida entre nosotros hace algunos años. Y fue desconocida en el mundo -por lo menos en el llamado Occidente- por milenios. Basta ver el Coliseo, la Arena de Verona o la Cisterna de Estambul. En los primeros faltan muchas piedras y en la última hay nada menos que 336 columnas con sus respectivos y grandes capiteles provenientes de edificios anteriores. Y la Cisterna de Estambul es, si no nos falla la memoria, del S.VI de la Era Cristiana. Y hay desde sentencias latinas hasta denominaciones graciosas sobre el tema. Mario Buschiazzo, ese hombre de talento, decía respecto del Coliseo: Quod non fecit Barban fecit Barbarini, es decir, lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barbarini -una vocal u otra no impiden la sentencia, o dicho de otro modo: los bárbaros respetaron el Coliseo y los Barbarini lo tomaron como cantera para proveer la piedra para sus palacios y quizás por ello, o por otros como ellos, al Coliseo se lo llamó la cantera de Roma…
¿Cómo podemos preservar algo que nos queda de lo mucho valioso que tuvimos? Hace algunos años lo resumimos con sólo dos palabras: educación y legislación. Sin conocer y amar lo heredado, y sin leyes sabias que lo defiendan, poco quedará de ello con el tiempo. Por otra parte, estamos oyendo precisamente en estos días alguna opinión valiosa sobre el tema: no se trata de preservar obras puntuales sino entornos.
Nos complace que haya quedado en pie uno solo de los tres chalets de Fiorito, pero no podemos menos que pensar que si viviera Alejandro Virasoro, ese otro grande, al juzgar el conjunto formado por el chalet que estudiamos con las dos medianeras que los abrazan no dejaría de juzgarlo con una de sus palabras preferidas: grotesco.
Así somos. Así nos han hecho.(Fuente: Arq.Roberto O. Cova -revista Toledo con Todos)
Alfredo Olivari,nació en Liorna (cuyo nombre correcto es Livorno), en Toscana, Italia en 1867 fue un destacado arquitecto de profusa actividad en Buenos Aires.
Se graduó en 1887 en la Escuela Micionana.
Llegó a la Argentina en 1888.
Realizó imponentes casas de renta en esquinas y viviendas unifamiliares. Muchas de ellas en los barrios de Belgrano, Balvanera, San Cristóbal, Monserrat y Recoleta. Como la ex Mueblería Barzi en Av. Rivadavia y Uriburu.
Su hijo Alberto J.(1897 – 1951) colaboró en numerosos de sus proyectos, entre ellos el Hospital Fiorito de Avellaneda, la casona de Tigre para Grace Kay de Hoog o impactante el Palacio Gelosi en Martínez (Demolido a fines de los 50).
Se han contabilizado unas 80 obras de diversos estilos: italianizante, art nouveau, eclecticismo antiacademicista, etc.
También fue miembro del Cuerpo de Ingenieros Civiles de la Nacion hasta 1892, en esa función, fue enviado en comisión de las obras del Ferrocarril Norte en Jujuy y Salta.
Sus paños de ladrillos vista suelen ser su firma, el rojo sobre el blanco, sus colores.
El profundo cincelamiento de su firma en balcones hizo que sus datos pervivan en los frentes y son reconocibles en su mayoria.
El 75 % de su obra, sigue, orgullosa, en pie.(Fuente A. Machado y F. Perlin)
DIRECCION POR FAVOR DE DONDE HOY SE ENCUENTRA ESTOS CHALETS .. GRACIAS
YO VIVIA A LA VUELTA EN LA DECADA DEL SESENTA, RECUERDO QUE ERA IMPRESIONANTE LA CANTIDAD DE MURCIELAGOS QUE SALIAN DE LOS TECHOS DE LOS TRES EDIFICIOS, YO ERA MUY NIÑO Y DABA UN POCO DE MIEDO ESAS TRES EDIFICACIONES.
Comenté en la foto 4825, publicada el 18-4-2011,que de Villa Fiorito,la única que queda es la de Libertad 3293, en la Manzana 17, sección A, parcela 16 de la Circ. 1, pertenecía en esta fecha que indiqué a la Constructora Marplatense S.A.I.C. Fue edificada en 1909 por la firma Lemmi-Mannelli; según el proyecto del Arq.Alfredo Olivari, sobre un terreno de 462 Mts.cuadrados, con un largo de 32 Mts. por 14,42 de ancho,tiene construídos 329 Mts. cuadrados, posee Planta Baja, Primer y Segundo piso, su estilo es Pintoresquista Francés, y es considerado Petit Hotel, sus primitivos propietarios eran la Familia Fiorito.Se encuentran datos en la Municipalidad, que tuvo reformas en los años 1950,1960,1990 y 1994.
gracias por la informacion, yo estaba equivocada.
Sra. Monica y Sr. Martin. Como dicen los comentarios, todavia nos queda un chalet de los Fiorito y el lugar es Av. Libertad y Salta. Atte. Jose Alberto Lago.
Para Mónica y Martin: AV. LIBERTAD Y SALTA
todos los días, al ir al colegio,pasaba por delante.Hoy tengo un amigo que es uno de los herederos de la que queda en pie.
POR LOS VEHICULOS Y OTRAS OBSERVACIONES DIRIA QUE NO ES DDE 1970 SINO ANTERIOR COMO FINALES DE LA DECADA DEL 50 Y PRINCIPIOS DE LA DEL 60.
SR.LUIS, SI ES DE 1970 EN EL EDIFICIO EN CONSTRUCCION SE ENCONTRABA ANTERIORMENTE EL HOTEL CARBONI QUE ERA DE MI ABUELO ANDRES.EN LA VEREDA DE ENFRENTE SE ENCONTRABA LA ESTACION DE SERVICIO INCHAUSTI
por el modelo de camión,,creo 1946 y el vehículo negro atrás,igual,o anterior ,aunque la foto es nítida,no estimo mas del año 1960.
agosto 2014