Alguien tendrá la amabilidad si lo sabe, de contarnos cual es el estilo de esas construcciones de los años ’40 con formas redondeadas y ventanas “ojo de buey”, ya que son muy parecidas a edificaciones de la misma época en Miami o Rio de Janeiro, será muy agradecido el comentario.
El conjunto fue diseñado por ingenieros -civiles y agrónomos- de la Dirección de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires en 1939 (Ingenieros Briasco y Pereda), quienes como contrapunto al lenguaje pintoresquista que caracterizaba Mar del Plata por esos años, adoptan la simpleza formal, sencillez constructiva y claridad funcional como premisas compositivas. Premisas que exceden lo edilicio para comprometerse con la escala urbana.
El conjunto denota una intención de conjugar la función con la forma así como la accesibilidad con la geografía.
Era la primera vez que en Mar del Plata se concebía un conjunto arquitectónico de proyección urbana, que conjugara la prestación de los servicios turísticos, las facilidades de accesibilidad y la integración a la geografía costera.
El conjunto arquitectónico – urbano evidencia claramente ciertas consignas derivadas del Movimiento Moderno, tanto en las resoluciones formales y volumétricas, en las decisiones materiales y cromáticas así como en la sistematización del programa de usos, funciones y destinos. Urbanísticamente, se trata de una real “urbanización de la bahía”, tal como fue concebida. Vale decir: la propuesta implicó mucho más que un agrupamiento de edificios, para constituir, por primera vez en la zona, una clara modificación del paisaje urbano en este tramo del litoral marplatense, conjugando geografía y equipamiento.
En efecto, el proyecto proponía ir articulando en el paisaje que ofrece la costa en la bahía de Playa Grande, siete edificios similares, una gran pileta de natación y el tan amplio como necesario estacionamiento cubierto que, enterrado y siguiendo la pendiente natural, conectara e integrara el conjunto edilicio con la ciudad.
Cada uno de los edificios destinados a los servicios de balneario presenta una composición formal y un lenguaje arquitectónico austero que, consiente de las consignas del movimiento moderno, responden casi exclusivamente a las necesidades funcionales. De tal forma, cada edificio destinado a los servicios de balneario, reitera un esquema global repetitivo de tiras de duchas, sanitarios, cambiadores y locales con destino comercial o administrativo.
En consecuencia, las fachadas se resuelven siguiendo la función, a través de pequeños vanos en formas de “ojo de buey” para los sectores de servicios, (sanitarios, cambiadores, oficinas, áreas de guardado y atención interna) y vanos más amplios en formas rectas para los locales más sociales (salones o áreas comerciales).
Se trata de prismas básicos y formas simples, donde las aristas rectas se combinan con las suaves curvas en la resolución formal.
Alguien tendrá la amabilidad si lo sabe, de contarnos cual es el estilo de esas construcciones de los años ’40 con formas redondeadas y ventanas “ojo de buey”, ya que son muy parecidas a edificaciones de la misma época en Miami o Rio de Janeiro, será muy agradecido el comentario.
El conjunto fue diseñado por ingenieros -civiles y agrónomos- de la Dirección de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires en 1939 (Ingenieros Briasco y Pereda), quienes como contrapunto al lenguaje pintoresquista que caracterizaba Mar del Plata por esos años, adoptan la simpleza formal, sencillez constructiva y claridad funcional como premisas compositivas. Premisas que exceden lo edilicio para comprometerse con la escala urbana.
El conjunto denota una intención de conjugar la función con la forma así como la accesibilidad con la geografía.
Era la primera vez que en Mar del Plata se concebía un conjunto arquitectónico de proyección urbana, que conjugara la prestación de los servicios turísticos, las facilidades de accesibilidad y la integración a la geografía costera.
El conjunto arquitectónico – urbano evidencia claramente ciertas consignas derivadas del Movimiento Moderno, tanto en las resoluciones formales y volumétricas, en las decisiones materiales y cromáticas así como en la sistematización del programa de usos, funciones y destinos. Urbanísticamente, se trata de una real “urbanización de la bahía”, tal como fue concebida. Vale decir: la propuesta implicó mucho más que un agrupamiento de edificios, para constituir, por primera vez en la zona, una clara modificación del paisaje urbano en este tramo del litoral marplatense, conjugando geografía y equipamiento.
En efecto, el proyecto proponía ir articulando en el paisaje que ofrece la costa en la bahía de Playa Grande, siete edificios similares, una gran pileta de natación y el tan amplio como necesario estacionamiento cubierto que, enterrado y siguiendo la pendiente natural, conectara e integrara el conjunto edilicio con la ciudad.
Archivo: MGP
Atte.: Enrique Mario Palacio.
Cada uno de los edificios destinados a los servicios de balneario presenta una composición formal y un lenguaje arquitectónico austero que, consiente de las consignas del movimiento moderno, responden casi exclusivamente a las necesidades funcionales. De tal forma, cada edificio destinado a los servicios de balneario, reitera un esquema global repetitivo de tiras de duchas, sanitarios, cambiadores y locales con destino comercial o administrativo.
En consecuencia, las fachadas se resuelven siguiendo la función, a través de pequeños vanos en formas de “ojo de buey” para los sectores de servicios, (sanitarios, cambiadores, oficinas, áreas de guardado y atención interna) y vanos más amplios en formas rectas para los locales más sociales (salones o áreas comerciales).
Se trata de prismas básicos y formas simples, donde las aristas rectas se combinan con las suaves curvas en la resolución formal.
Archivo: MGP
Atte.: Enrique Mario Palacio.