Esta imagen, perteneciente al documental “El Ultimo viaje del Columbus” nos muestra el final del suntuoso crucero alemán en aguas del caribe en 1939. Dos años antes la nave había estado en el puerto de Mar del Plata con un contingente de turistas norteamericanos. Una postal enviada por nuestro amigo Enrique Mario Palacio (ver 4369) nos muestra el crucero en el puerto local. A partir de ese documento, Fotos de Familia elaboró un artículo que apareció pùblicado en el último suplemento aniversario de La Capital, el 25 de Mayo de 2011. A continuación el texto completo:
Un transatlántico entre dos aguas
El 2 de marzo de 1937 arribó al puerto de Mar del Plata el transatlántico alemán Columbus “conduciendo 600 turistas yanquis”, según reza la crónica de LA CAPITAL. Pocos días antes –el 17 de febrero- el escritor Horacio Quiroga se había suicidado en Buenos Aires ingiriendo cianuro. Discurría la “Década Infame” y uno de sus protagonistas, el presidente Agustín P Justo se hallaba en Mar del Plata. ¿El motivo?: había encabezado una imponente revista naval a bordo de la fragata Sarmiento y luego postergó por algunos días su permanencia en la ciudad. Llegaban, mientras tanto, profusas noticias de la Guerra Civil Española.
El “Columbus”, un lujoso crucero de 238,5 de eslora perteneciente a la North German Lloyd, realizaba en esos tiempos extensos cruceros por las costas de América. Aquel 2 de marzo, al anunciar la llegada del “paquete transoceánico”, LA CAPITAL resaltó un concepto que parece extraído de un diario marplatense de esta semana: “Nuestro balneario ante la vista de los turistas extranjeros”. El mismo artículo nos permite saber que el “Columbus” ya había amarrado en Mar del Plata un año antes por gestiones de la Comisión de Propaganda y que la nave podría ser visitada por el público el 2 y 3 de marzo, de 10 a 12 y de 14 a 16 previo pago de un peso en concepto de entrada. La recaudación sería destinada a la Asistencia Pública, el Hospital Mar del Plata y la Sociedad de Beneficencia Alemana de Buenos Aires.
La visita del “Columbus” ganó algunos espacios periodísticos pero se vio opacada por un crimen que conmovió a la opinión pública nacional: el de Eugenio Pereyra Iraola (2) en la estancia “La Sorpresa”, establecimiento que aquella aristocrática familia poseía en Camet.
La desaparición y homicidio del “Bebé” –tal como lo llamaban- se había producido el 24 de febrero de 1937, pero la llegada del Columbus coincidió con un momento relevante del proceso: la confesión del “linghera” José Gancedo, a quien la crónicas no tardaron en comparar con el sociópata Cayetano Santos Godino (“El Petiso Orejudo”), que estaba preso desde 1912 y permanecía recluido en la cárcel de Ushuaia.
Durante varias décadas “El linghera Gancedo” había rondado los campos zonales como trabajador golondrina. Su prontuario –según las crónicas de la época- incluía una causa por el abuso de dos menores en Balcarce. Al momento de desaparecer el “Bebé”, Gancedo realizaba changas en “La Sorpresa” y fue el único que se negó a participar de la búsqueda del pequeño aduciendo que “tenía sueño”.
La confesión de Gancedo en “la comisaría local” (actual seccional primera) y la posterior reconstrucción del crimen encabezada por el juez Horacio P. Areco (vino de Dolores porque aquí no había tribunales) ocupan los espacios principales de los diarios de la época, incluyendo fotos que, tal como se estilaba, exhiben al “linghera” como un trofeo en medio de los investigadores. De todas maneras, el Columbus tuvo una merecida crónica que 74 años después nos permite conocer diversos detalles, incluyendo los de su ingreso al puerto local, asistido por dos remolcadores. También nos indica que la nave realizaba “un crucero rápido de turismo de 47 días” que se había iniciado el 6 de febrero en Nueva York. Previo paso por Cuba y luego de cruzar el Canal de Panamá, había recorrido las costas del Pacífico y, luego de aventurarse por el estrecho de Magallanes, navegó el litoral patagónico e hizo puerto en Mar del Plata, ya que su calado le impedía ingresar en Buenos Aires.
El fin del Columbus
Parece ley que al reconstruir la historia que surge de una fotografía –en este caso la del Columbus junto a la escollera Norte- salgan a relucir uno o más conflictos bélicos. Este relato no escapa a esa norma.
En el año 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, el Columbus realizaba uno de sus cruceros por el caribe. La mayoría de sus 745 pasajeros eran norteamericanos, pero también había franceses, alemanes y germanos que durante aquel viaje de placer se convirtieron súbitamente en enemigos.
La compañía North German Lloyd ordenó el desembarco de los pasajeros en Cuba y, tras ello, el buque permaneció varios meses en el puerto de Veracruz. El 14 de diciembre de 1939, en cumplimiento de una orden suicida, el Columbus emprendió viaje a Alemania. pero a poco de hacerse a la mar fue descubierto por buques de la marina estadounidense y británica que comenzaron a perseguirlo.
El 19 de diciembre, a unas 320 millas del Cabo Hatteras (Carolina del Norte), el bello transatlántico fue incendiado y hundido por su tripulación para evitar que lo capturara la marina enemiga. Sus tripulantes -567 hombres y nueve mujeres- fueron rescatados por el crucero norteamericano Tuscaloosa que el 19 de diciembre los desembarcó en Nueva York.
Espectacular foto de un momento grabado en la historia por culpa de una guerra infame, pensar que estamos viendo el ocaso del Vapor Columbus. Acompañado de un comentario muy explicito que nos lleva vivir los ultimos dias del Vapor Columbus, que visitara Mar del Plata en dos oportunidades, y ademas descubrir que tambien pasaban cosas tristes en esa epoca. Agradeciendo el comentario por explicito saluda Atte. Jose Alberto Lago.