Choque entre un tranvía y un micro de la empresa Explanada-General Pueyrredón. Una verdadera joya enviada por Carlos Alberto de Adá. Desconocemos el lugar exacto en que se produjo esta colisión de titanes, en una lluviosa noche marplatense. Puede inferirse que el saldo del choque se circunscribió a los daños materiales. Al menos así se desprende de las expresiones jocosas de las personas, que parecen más concentradas en posar para la foto que en el accidente. (Exceptuando al señor de la derecha -quizás un guarda- que mira los destrozos con cierta preocupación).
Una publicidad de cigarros Avanti ofrece otro distintivo detalle de época. A propósito, reproducimos un artículo editado por el periódico El Barrio de Villa Urquiza (Buenos Aires), localidad donde funcionó la fábrica de cigarros. El trabajo periodístico pertenece a Daniel Marcovecchio
(dmarcovecchio@periodicoelbarrio.com.ar). Este es el texto:
En 1902 se escuchó por vez primera la campanada que anunciaba el ingreso a la fábrica de cigarros Avanti, ubicada en Guanacache 5621 (hoy Franklin D. Roosevelt) entre Ceretti y Burela, Villa Urquiza. Centenares de personas ingresaron por sus amplias puertas para cumplir con su trabajo. Hacia 1906 entró a trabajar allí la abuela de Héctor Espejo, vecino del barrio, quien le contó a este periódico la historia de su familia, que es también la historia misma de la fábrica. Todo un símbolo de la Argentina de aquellos primeros cincuenta años del siglo veinte.
La abuela de Héctor tenía 13 años. Cuarenta y siete años después ella saldría de la puerta de la fábrica por última vez. Le habían otorgado la jubilación. La madre de Héctor, Paulina Morichetti, continuaría su labor hasta 1958, año en que la compañía cerraba sus puertas en forma definitiva. “Primero mi abuela, luego mi madre y por último mi padre fueron operarios de la fábrica de cigarros Avanti. Mi abuela comenzó a trabajar desde muy chica en la compañía, como se acostumbraba entonces. Años más tarde mis padres también ingresarían a trabajar allí”, cuenta Espejo, quien con 62 años no oculta su emoción al traer a la memoria a sus familiares directos.
Héctor estuvo ligado a la fábrica desde siempre. La describe como “un claustro, un galpón monolítico con grandes ventanales. Las puertas asemejaban a la de los castillos”. Todo el barrio se relaciona con su infancia. “Mi madre compraba productos en el almacén de ‘Pocholo’, que ahora es una mueblería, sito en Aizpurúa y Guanacache. Mi papá, cuando era soltero, comía en la fonda de Ceretti y Cullen. Todo eso conformaba el ambiente laboral de esta zona, junto con Grafa y Sudamtex”, recuerda este ingeniero.
Una organización eficaz
La fábrica Avanti era parte de una empresa de origen italiano llamada Compañía Introductora de Buenos Aires Sociedad Anónima, con fecha fundacional el 28 de setiembre de 1901. Su principal ingreso consistía, por aquel tiempo, en la importación de productos. Luego creó empresas importantes, como la comercializadora de sal y productos alimenticios Dos Anclas y otras que se dedicaron a la industria textil. En Avanti había un plantel de 1.500 empleados, los cuales estaban asignados a distintas áreas. Es importante aclarar que el trabajo se realizaba en forma manual, a diferencia de otras fábricas como Sudamtex, en Villa Ortúzar, y Grafa, en Villa Pueyrredón, que poseían maquinarias para la confección de las telas que producían. Las pasteras elaboraban la pasta que conformaba el interior del habano, las despalilladoras limpiaban las hojas de tabaco y los cigarreros se encargaban de la confección propiamente dicha de los cigarros: alisaban las hojas de la planta y las enrollaban en forma bicónica. También figuraban los estampilladores, que colocaban el sello distintivo en los cigarros.
A este ejemplo de división laboral se lo conoció con el nombre de fordismo (término derivado de la automotriz Ford), donde cada empleado era el engranaje de una gran maquinaria de producción masiva. “Había cerca de 200 cigarreras que producían mil cigarros por día cada una”, agrega Héctor, citando un comentario que su madre le hiciera en cierta oportunidad. Esto refleja la cantidad de toscanos producida en la empresa y demuestra su importancia por aquellos años. Tal cantidad de cigarros era almacenada en dos galpones inmensos que se encontraban a pocas cuadras del inmueble principal. La comercialización en los años veinte promediaba los diez millones de unidades vendidas en forma mensual.
Todavía hoy se recuerda el incendio que la fábrica Avanti sufriera en 1909. Las llamas demolieron casi la totalidad de las instalaciones, ya que no existía una adecuada cantidad ni calidad de elementos para combatir el siniestro. Se procedió a la reconstrucción y como Fénix, el ave de la mitología arábiga, Avanti renació de sus cenizas. En 1969 se procedió a liquidar de forma permanente la fábrica; se destruyó el galpón y en su lugar se edificaron varios monoblocks adheridos al Plan Nacional de Viviendas del Banco Hipotecario Nacional.
A pesar de su desaparición, la fábrica Avanti de Villa Urquiza sigue viva en el recuerdo de cada uno de nuestros vecinos.
Los almanaques de fin de año
Al finalizar cada año, la fábrica de cigarros Avanti entregaba almanaques a sus empleados a modo de obsequio. Estos calendarios estaban ilustrados con dibujos realizados por artistas, quienes efectuaban sus obras bajo pedido de las autoridades de la compañía. Además, en el reverso se colocaban fragmentos de obras literarias de suma importancia. Por ejemplo, en 1946 se decidió colocar un fragmento de Fausto, de Estanislao del Campo, y en 1949 fue el turno de Facundo, de Domingo Sarmiento. En 1952, al cumplirse las bodas de oro de la fundación de la fábrica, se pidió autorización a la heredera de las obras del escritor Horacio Quiroga para reproducir algunos de sus textos. Cabe aclarar que cada obra reproducida en los almanaques tenía la certificación de los derechos de propiedad de la fábrica de cigarros Avanti. Todo un símbolo de la forma de proceder que la empresa tenía en aquel entonces”.