HOLA QUIEN NO VA,FUE O IRA AL PUERTO ESA FUENTE CASI INAGOTABLE DE TRABAJO Y COMIDA PARA NOSOTROS TODOS LAMENTABLEMETE MAL ADMINISTRADA POR LOS GOBIERNOS DE TURNOS SEMEJANTE MAR ARGENTINO Y NO ENSEÑAR A COMER PESCADO ME ADHIERO AL HOMENAJE SALUDOS.-
NO SOY MARINERO , SOY PESCADOR (Poema – 2013)
—————————————————————————–
Salía cada mañana
desafiando a la luna,
esperando al sol,
no importaba la lluvia
solo importaba su pasión.
Su cuerpo era el resultado
de tener la juventud a su lado.
sus manos cortadas
por la fuerza que empleaba,
tejía sus propias redes
con coraje y pundonor,
siempre lista estaba su bella embarcación,
no era marinero de profesión,
su viejo bote era su navío,
y el mar le dio su educación.
No soy marinero, soy pescador
mi vida son los mares,
en él encontraré a mi amor.
Una y otra vez tarareaba
siempre la misma canción
el pueblo lo reconocía
por su silbo y su voz.
Buscaba en cada pesca
ser siempre el mejor,
no había a quien el obedezca
solo a su interior.
Se paraba en su bote
y al mar lanzaba su red
la cogía con fuerza
y la hacía extender,
esperaba un momento
hasta sentirla caer,
entonces nuevamente la volvía a recoger
Siempre silbando su canción
No soy marinero, soy pescador
mi vida son los mares,
en él encontraré a mi amor
Una mañana
lo lleno la desilusión,
la malla la había lanzado
en mas una ocasión.
Las red estaba vacía,
su balde también,
en su mente se decía
esto, no podía ser.
Tomo sus remos
y en el mar se adentro
buscando un sitio,
donde le fuera mejor.
Cansado de remar
el rumbo perdió,
lanzo su red
por ultima ocasión,
dejo que se hundiera
hasta donde su brazo lo permitiera,
poco a poco la fue recogiendo
su mente se llenó de ilusión
sentía peso en el interior.
Se preguntaba que había capturado
con fuerza halaba apresurado.
sus ojos no creían
cuando al bote subió la red
enredada se encontraba
un pez con forma de mujer:
aletas pegadas a su pies
sus pecho le tapaban sus rizos al caer
sus ojos brillaban como el sol en el amanecer..
Trató de hablarle…
no le podía entender…
ella estaba asustada,
el solo quería comprender
Al fin se dio cuenta
que opciones no tenía
a la playa, él…
nunca llegaría.
Soltó a su prisionera,
la arrojo al mar
a lo lejos su cabello vio brillar.
sintió la soledad del lugar.
La noche llegaba
no podía regresar,
sintió el bote moverse
el miedo lo llego a embargar.
.
Era ella nuevamente,
apoyo su mentón
en la escueta embarcación,
levantó su mano
como pidiendo su compañía
el pescador sabia
que ella, una oportunidad le ofrecía
al fin y al cabo, ¡él moriría..!
Nunca se supo más del joven pescador,
la gente comenta que simplemente el mar se lo tragó
los pescadores ya no van solos a faenar,
según dicen al viento escuchan cantar:
No soy marinero, soy pescador
mi vida son los mares,
en él encontraré a mi amor
Historia de naufragios:
Creen que el pesquero perdido se hundió con su tripulación
Las historias de naufragios en aguas argentinas son muchas y variadas. Personas que pasaron días en alta mar hasta ser rescatadas y barcos que nunca fueron encontrados.La Prefectura Naval de Mar del Plata tiene archivados los naufragios más importantes ocurridos desde 1920 y la cantidad de víctimas.En total,registran 136 muertos en 14 accidentes.
La mayor cantidad de hundimientos en esa zona se dio el 29 de Agosto de 1946.Durante un terrible temporal,naufragaron las embarcaciones Palma Madre,Pumará,El Halcón,Happy Days y Quo Vadis.
Ese día desaparecieron 30 personas en el mar.En honor a ellos,todos los años un grupo de pescadores van hasta el lugar del hundimiento,que está cerca del puerto,y tiran flores al agua.
La segunda tragedia más importante se dio el 17 de Abril de 1990.El Amapola y el Angelito eran barcos pesqueros que llevaban 16 tripulantes.
En esa oportunidad,el Amapola sufrió un desperfecto y el barco Angelito fue en su auxilio.Horas más tarde los sorprendió una fuerte tormenta que los hizo desaparecer.Después de meses de búsqueda,sólo se encontraron partes de las naves,una balsa salvavidas y el cuerpo de uno de los pescadores.El último naufragio en Mar del Plata se dio el 5 de Marzo de 1995.El nombre del barco hundido era Marianella y murieron 4 personas.(Clarìn 4 de Mayo de 1997).
La Historia de un naufragio:
“Buscan a 16 pescadores en alta mar”,tituló el diario El Atlántico el miércoles 18 de Abril de 1990,cuando la angustia,la desesperanza y la consternación invadían en conjunto la vida de los familiares de las víctimas del naufragio de los barcos Amapola y Angelito.Un día antes y con “autorización de la Prefectura Naval”,estas naves habían zarpado del puerto local sin saber que en horas más los vientos,que soplarían a 100 kilómetros por hora,y las olas,que treparían hasta alcanzar los 18 metros de altura, pondrían en jaque sus futuros e historias para siempre.La desdichada noticia, que provocó una salida en bloque de lanchitas amarillas para dar con los compañeros desaparecidos,se completó con una referencia explicativa no menos escandalosa,porque eran pocos y efímeros los indicios de supervivencia: “Temen por la suerte de los buques;uno era traído a remolque y se cortó el cabo.No contestan a los llamados de radio.Rescataron una balsa de auxilio.Otra lancha trataba de capear el temporal.El avión suspendió la búsqueda hasta hoy”.
Fue a las 13.10 de aquel martes 17 que la tripulación del Angelito informó a Prefectura Naval la desesperante situación que ambas naves sufrían en altamar. Que traían a remolque al Amapola,fue el último reporte del buque que llevó Carmelo Agliano como capitán.Luego,las comunicaciones se cortaron,y nunca más volvieron a reanudarse.El título de tapa del 19 de Abril fue aún más desalentador y contundente: “Encontraron restos de los pesqueros.No hay señales de vida”.El rastrillaje ordenado por el prefecto Luis Guillermo Giachino solo dio con tablas amarillentas,mesas,cajones,timoneras azules y fragmentos de telgopor en un radio de una milla a la redonda.De los marineros, ni noticias.Para entonces,la banquina de los pescadores era epicentro de los reclamos y llantos de las esposas,hijos y padres de los 16 tripulantes desaparecidos.Las denuncias y las quejas vertidas durante aquellas tristes jornadas de otoño apuntaban contra los responsables de la Prefectura Naval que,a entender de los familiares,nunca deberían de haber dejado zarpar a estas embarcaciones,ante las reiteradas alertas del Servicio Meteorológico.Para el viernes 20,el estupor en el que estaban sumergidas las esperanzas de la comunidad portuaria encontraron el anclaje empírico y dramático que los justificó: se había hallado el cadáver de Vicente Di Iorio,pescador del Amapola.“Una multitud recibió el cuerpo,rindiéndole en la banquina un postrer homenaje”,rezó el epígrafe de la única foto que ilustró el ensordecedor título “Día de duelo en la ciudad”.Las informaciones que siguieron a estas fechas solo dieron cuenta de una búsqueda permanente,aunque infructuosa.Con el correr de los días,como suele pasar, el hundimiento dejó de ser novedad.El martes 24, apenas una semana después del naufragio,ni una sola mención mereció la tragedia marítima.A contramano de los hechos noticiosos,la incertidumbre y la angustia impregnó para siempre el cotidiano de los familiares de esos 15 tripulantes que,hasta hoy,permanecen desaparecidos.Los 38 grados que invaden la ciudad y que un omnipresente locutor de radio AM anuncia con cierto grado de liviandad,invitan a cualquier cristiano que camine el puerto de Mar del Plata a cometer un asalto en masa por un milimétrico espacio de sombra.Olga, que no tiene por qué ser la excepción,se resguarda esta tarde contra el macizo paredón amarillento que opera de fondo del robusto Monumento al Pescador, erigido a escasos cien metros de la mítica banquina portuaria.La elección geográfica,vale aclarar,no fue casual.En ese espacio hay algo que Olga quiere mostrar.Como si no hiciese falta más presentación que la mismísima presencia, la mujer retacona de 72 años saluda con un beso y casi en simultáneo desparrama varias fotos sobre el césped,todavía en penumbra.En todas ellas,un mismo rostro sonríe,abraza, vive.Daniel Patanía,el eterno “Loco Pata”,es el protagonista principal de las imágenes seleccionadas y el motivo central de un nuevo e íntimo encuentro entre desconocidas.Hacía tiempo que ella le pedía que dejara de navegar,que se quedara en tierra y que tuviera una vida menos arriesgada.Generalmente la propuesta,con un éxito equivalente a cero,era formulada a escasas horas de que el barco volviera a zarpar.Olga no quería que Daniel se internase más en altamar y él en cambio,no podía desligarse,por dinero y disfrute,del oficio que curtió por casi 10 de sus 26 años.Aquel martes 17 de Abril de 1990 la estridente voz de Olga volvió a susurrar el mismo pedido,pero solo por costumbre de madre.Ella no esperaba que ése fuese el día en que la respuesta que tanto había buscado llegase.Sin embargo,y para su grata sorpresa,Daniel le prometió que sería su último viaje; le confesó que él también estaba cansado y que tenía ganas de quedarse “porque con Alejandra las cosas iban bien y había proyectos de pareja para no postergar”.La sonrisa de Olga,lamentablemente,duró muy poco.Algunas horas más tarde,la tragedia inundó la vida de 16 marineros.La historia de Daniel se iba en la tragedia,y la de los Patanía,como pudiesen,seguía sin él.En el Monumento al Pescador, además de una llamativa estatua,hay cientos de placas que conmemoran a marineros que fallecieron o que nunca más regresaron a tierra firme.En esa especie de panteón popular,en el que nunca hay mucha gente reunida,la viuda de Sebastián Patanía tiene dos bronces a los que jamás dejará de rozar de manera diferenciada.En el más viejo,se lo reconoce a su padre,que fue uno de los pocos pescadores que sobrevivió a la cruel tormenta de Santa Rosa de 1946;en el más reciente y doloroso,revive latente el recuerdo del más loco de sus cuatro hijos.Daniel entró al agua sin terminar el séptimo grado.Las discusiones con los curas correctivos de la Sagrada Familia hacían que,al menos una vez por semana,Olga tuviese que dar explicaciones ante los directivos del colegio.Sus comportamientos eran “incontrolables”,según definían los religiosos de turno.Pese a los retos y súplicas de su madre,el muchacho se negó a culminar los estudios.“A él le gustaba andar en el puerto con su abuelo,ayudarlo y aprender.Era un vago en la escuela y por eso la dejó”,justifica Olga.A los 14 empezó a trabajar en el puerto.Vendía pescado en la banquina y,si no había,se las rebuscaba con unas cuantas estrellitas marinas.Es que no era mucho lo que a esa edad,y en esos tiempos,se necesitaba para subsistir.Dos años más tarde se embarcó por primera vez y a los 18 sacó la libreta reglamentaria para zarpar siempre autorizado en el barco que primero se lo propusiese.Durante varias temporadas,fue tripulación estable y confiable del Angelito.Sus estadías en tierra las dedicaba plenamente a las mujeres,los amigos y el boliche.Los momentos con sus padres y hermanos eran casi cotidianos.Es que a la casa materna,esa misma en la que Olga nació,sus hijos no la deshabitaron hasta muy entrados en edad.“Es que todos son muy mameros”,se excusa orgullosa,negándose a usar,solo por un caso,el tiempo pasado.Aquel martes,17 de Abril de 1990 Olga despidió a Daniel con la esperanza de que ésta fuese la última despedida.Ella jamás se imaginó que esa tarde sería la definitiva.“Qué pasó: salen ellos y entran los del barco Don Julio,si no recuerdo mal,que le dijeron a la Prefectura que no dejaran salir a ningún barco,porque ellos venían del sur y los cajones les volaban por la cabeza como si fueran palomitas,por lo revuelto que estaba el mar. Los prefectos no les hicieron caso.Y luego no estuvieron a la altura de las circunstancias”,sentenció Olga,irritada,con bronca.El Angelito,según contó, partió a las 5 de la mañana del martes.Se preveía que regresara 3 días después,porque iban a pescar besugo a corta distancia.Sin embargo,las complicaciones mecánicas y técnicas que denunció en altamar el buque Amapola, torcieron el regreso consensuado del barco en el que viajaba el “Loco Pata”. Aunque la altura que alcanzaron las olas y los fuertes vientos que soplaban advertían lo impensable de un rescate entre embarcaciones, la tripulación del Angelito lo intentó.Cuando,tras varias pruebas,finalmente se logró el tendido del cable de acero para el efectivo remolque,el Amapola comenzó a sufrir una irreversible inundación que terminó,como es sabido,en un inmediato hundimiento.Los 8 marineros de El Angelito,que no pudieron romper el amarre de rescate,compartieron el trágico desenlace del buque que intentaron salvar.
Olga se enteró del inesperado hundimiento junto a Sebastián,su marido,que apenas 3 años después y “por no soportar la vida sin Daniel”,falleció de cáncer.La noticia,cuando ella preguntó cuándo su hijo regresaría,le llegó envuelta en una metáfora que al recordarla la quebró: “Él va volver cuando nazca otra vez”,le contestó su esposo,con la mirada perdida.Y en ese momento no se resignó,pese a reconocer que el suicidio fue una opción.Lo cuenta y se retuerce.“Yo decía que quería estar con él.Mi idea era que me mataba y estaba con él.Pero yo tenía mucho acá todavía.Mis hijos me dieron mucha fuerza.Y ningún familiar me abandonó”,explica.Para alejar esa nefasta opción y poder seguir adelante,Olga emprendió un insistente reclamo de justicia junto a las mujeres de los otros marineros.No sólo querían los cuerpos de sus hijos y esposos;también buscaban subsidios hasta tanto ellas pudiesen sostener económicamente a las familias.Los intentos fueron diversos,aunque los resultados uniformes.Ni Menem,ni Solá,ni De la Rúa ni los Kirchner hicieron nada,según dijo,para reparar los irreparables daños.El Somu,como gremio representante de los marineros,“tampoco estuvo presente”.“Me atendieron una sola vez y en una escalera”,revela enojada,agradeciendo en contraposición a la conducción del Soip “que desinteresadamente nos ayudó hasta con útiles escolares”.Actualmente,y como únicas demostraciones de memoria a la (¿evitable?) tragedia del 90,una calle del puerto lleva el nombre de ambas embarcaciones,y en una de las paredes de la biblioteca de la Escuela de Pesca cuelga una placa en conmemoración de los 16 marineros fallecidos.Además,cada 17 de Abril en la capilla de la Base Naval,una misa recuerda lo ocurrido y bendice el futuro de los familiares de estos marineros.La historia del naufragio,del Loco Pata,de Olga y de muchas otras mujeres y hombres ligados al trágico desenlace del Amapola y el Angelito no volvió nunca más a ser noticia,porque no tuvo,como la regla indica,una novedad sustancial que la regresase a una tapa de matutino.A casi 22 años de lo ocurrido,puede que el hecho alcance a formar parte de alguna que otra efeméride popular y portuaria.Pero,lamentablemente,no más que eso.
(Andrea Perez/Revista Puerto 16-1-2012)
Sobre el tema,podemos agregar la foto 8596,enviada por la Sra. Magdalena Rivas,en cuyo epìgrafe se lee:
“El intendente Lombardo y el ex intendente Bronzini en homenaje a pescadores. Década del 60”.
HOLA JULIAN ME QUEDARIA HORAS MIRANDO ESA FOTO FELICITACIONES Y GRACIAS POR COMPARTIRLA HABRA ALGUIEN QUE DIGA…FALTAN LOS LOBOS MARINOS LE CONTESTARIA…ES EL QUE SACO LA FOTO SALUDOS.-
HOLA QUIEN NO VA,FUE O IRA AL PUERTO ESA FUENTE CASI INAGOTABLE DE TRABAJO Y COMIDA PARA NOSOTROS TODOS LAMENTABLEMETE MAL ADMINISTRADA POR LOS GOBIERNOS DE TURNOS SEMEJANTE MAR ARGENTINO Y NO ENSEÑAR A COMER PESCADO ME ADHIERO AL HOMENAJE SALUDOS.-
NO SOY MARINERO , SOY PESCADOR (Poema – 2013)
—————————————————————————–
Salía cada mañana
desafiando a la luna,
esperando al sol,
no importaba la lluvia
solo importaba su pasión.
Su cuerpo era el resultado
de tener la juventud a su lado.
sus manos cortadas
por la fuerza que empleaba,
tejía sus propias redes
con coraje y pundonor,
siempre lista estaba su bella embarcación,
no era marinero de profesión,
su viejo bote era su navío,
y el mar le dio su educación.
No soy marinero, soy pescador
mi vida son los mares,
en él encontraré a mi amor.
Una y otra vez tarareaba
siempre la misma canción
el pueblo lo reconocía
por su silbo y su voz.
Buscaba en cada pesca
ser siempre el mejor,
no había a quien el obedezca
solo a su interior.
Se paraba en su bote
y al mar lanzaba su red
la cogía con fuerza
y la hacía extender,
esperaba un momento
hasta sentirla caer,
entonces nuevamente la volvía a recoger
Siempre silbando su canción
No soy marinero, soy pescador
mi vida son los mares,
en él encontraré a mi amor
Una mañana
lo lleno la desilusión,
la malla la había lanzado
en mas una ocasión.
Las red estaba vacía,
su balde también,
en su mente se decía
esto, no podía ser.
Tomo sus remos
y en el mar se adentro
buscando un sitio,
donde le fuera mejor.
Cansado de remar
el rumbo perdió,
lanzo su red
por ultima ocasión,
dejo que se hundiera
hasta donde su brazo lo permitiera,
poco a poco la fue recogiendo
su mente se llenó de ilusión
sentía peso en el interior.
Se preguntaba que había capturado
con fuerza halaba apresurado.
sus ojos no creían
cuando al bote subió la red
enredada se encontraba
un pez con forma de mujer:
aletas pegadas a su pies
sus pecho le tapaban sus rizos al caer
sus ojos brillaban como el sol en el amanecer..
Trató de hablarle…
no le podía entender…
ella estaba asustada,
el solo quería comprender
Al fin se dio cuenta
que opciones no tenía
a la playa, él…
nunca llegaría.
Soltó a su prisionera,
la arrojo al mar
a lo lejos su cabello vio brillar.
sintió la soledad del lugar.
La noche llegaba
no podía regresar,
sintió el bote moverse
el miedo lo llego a embargar.
.
Era ella nuevamente,
apoyo su mentón
en la escueta embarcación,
levantó su mano
como pidiendo su compañía
el pescador sabia
que ella, una oportunidad le ofrecía
al fin y al cabo, ¡él moriría..!
Nunca se supo más del joven pescador,
la gente comenta que simplemente el mar se lo tragó
los pescadores ya no van solos a faenar,
según dicen al viento escuchan cantar:
No soy marinero, soy pescador
mi vida son los mares,
en él encontraré a mi amor
POR : Barros , Jhon.
EN : mundopoesia.com
Prof. Julián Mendozzi
Historia de naufragios:
Creen que el pesquero perdido se hundió con su tripulación
Las historias de naufragios en aguas argentinas son muchas y variadas. Personas que pasaron días en alta mar hasta ser rescatadas y barcos que nunca fueron encontrados.La Prefectura Naval de Mar del Plata tiene archivados los naufragios más importantes ocurridos desde 1920 y la cantidad de víctimas.En total,registran 136 muertos en 14 accidentes.
La mayor cantidad de hundimientos en esa zona se dio el 29 de Agosto de 1946.Durante un terrible temporal,naufragaron las embarcaciones Palma Madre,Pumará,El Halcón,Happy Days y Quo Vadis.
Ese día desaparecieron 30 personas en el mar.En honor a ellos,todos los años un grupo de pescadores van hasta el lugar del hundimiento,que está cerca del puerto,y tiran flores al agua.
La segunda tragedia más importante se dio el 17 de Abril de 1990.El Amapola y el Angelito eran barcos pesqueros que llevaban 16 tripulantes.
En esa oportunidad,el Amapola sufrió un desperfecto y el barco Angelito fue en su auxilio.Horas más tarde los sorprendió una fuerte tormenta que los hizo desaparecer.Después de meses de búsqueda,sólo se encontraron partes de las naves,una balsa salvavidas y el cuerpo de uno de los pescadores.El último naufragio en Mar del Plata se dio el 5 de Marzo de 1995.El nombre del barco hundido era Marianella y murieron 4 personas.(Clarìn 4 de Mayo de 1997).
La Historia de un naufragio:
“Buscan a 16 pescadores en alta mar”,tituló el diario El Atlántico el miércoles 18 de Abril de 1990,cuando la angustia,la desesperanza y la consternación invadían en conjunto la vida de los familiares de las víctimas del naufragio de los barcos Amapola y Angelito.Un día antes y con “autorización de la Prefectura Naval”,estas naves habían zarpado del puerto local sin saber que en horas más los vientos,que soplarían a 100 kilómetros por hora,y las olas,que treparían hasta alcanzar los 18 metros de altura, pondrían en jaque sus futuros e historias para siempre.La desdichada noticia, que provocó una salida en bloque de lanchitas amarillas para dar con los compañeros desaparecidos,se completó con una referencia explicativa no menos escandalosa,porque eran pocos y efímeros los indicios de supervivencia: “Temen por la suerte de los buques;uno era traído a remolque y se cortó el cabo.No contestan a los llamados de radio.Rescataron una balsa de auxilio.Otra lancha trataba de capear el temporal.El avión suspendió la búsqueda hasta hoy”.
Fue a las 13.10 de aquel martes 17 que la tripulación del Angelito informó a Prefectura Naval la desesperante situación que ambas naves sufrían en altamar. Que traían a remolque al Amapola,fue el último reporte del buque que llevó Carmelo Agliano como capitán.Luego,las comunicaciones se cortaron,y nunca más volvieron a reanudarse.El título de tapa del 19 de Abril fue aún más desalentador y contundente: “Encontraron restos de los pesqueros.No hay señales de vida”.El rastrillaje ordenado por el prefecto Luis Guillermo Giachino solo dio con tablas amarillentas,mesas,cajones,timoneras azules y fragmentos de telgopor en un radio de una milla a la redonda.De los marineros, ni noticias.Para entonces,la banquina de los pescadores era epicentro de los reclamos y llantos de las esposas,hijos y padres de los 16 tripulantes desaparecidos.Las denuncias y las quejas vertidas durante aquellas tristes jornadas de otoño apuntaban contra los responsables de la Prefectura Naval que,a entender de los familiares,nunca deberían de haber dejado zarpar a estas embarcaciones,ante las reiteradas alertas del Servicio Meteorológico.Para el viernes 20,el estupor en el que estaban sumergidas las esperanzas de la comunidad portuaria encontraron el anclaje empírico y dramático que los justificó: se había hallado el cadáver de Vicente Di Iorio,pescador del Amapola.“Una multitud recibió el cuerpo,rindiéndole en la banquina un postrer homenaje”,rezó el epígrafe de la única foto que ilustró el ensordecedor título “Día de duelo en la ciudad”.Las informaciones que siguieron a estas fechas solo dieron cuenta de una búsqueda permanente,aunque infructuosa.Con el correr de los días,como suele pasar, el hundimiento dejó de ser novedad.El martes 24, apenas una semana después del naufragio,ni una sola mención mereció la tragedia marítima.A contramano de los hechos noticiosos,la incertidumbre y la angustia impregnó para siempre el cotidiano de los familiares de esos 15 tripulantes que,hasta hoy,permanecen desaparecidos.Los 38 grados que invaden la ciudad y que un omnipresente locutor de radio AM anuncia con cierto grado de liviandad,invitan a cualquier cristiano que camine el puerto de Mar del Plata a cometer un asalto en masa por un milimétrico espacio de sombra.Olga, que no tiene por qué ser la excepción,se resguarda esta tarde contra el macizo paredón amarillento que opera de fondo del robusto Monumento al Pescador, erigido a escasos cien metros de la mítica banquina portuaria.La elección geográfica,vale aclarar,no fue casual.En ese espacio hay algo que Olga quiere mostrar.Como si no hiciese falta más presentación que la mismísima presencia, la mujer retacona de 72 años saluda con un beso y casi en simultáneo desparrama varias fotos sobre el césped,todavía en penumbra.En todas ellas,un mismo rostro sonríe,abraza, vive.Daniel Patanía,el eterno “Loco Pata”,es el protagonista principal de las imágenes seleccionadas y el motivo central de un nuevo e íntimo encuentro entre desconocidas.Hacía tiempo que ella le pedía que dejara de navegar,que se quedara en tierra y que tuviera una vida menos arriesgada.Generalmente la propuesta,con un éxito equivalente a cero,era formulada a escasas horas de que el barco volviera a zarpar.Olga no quería que Daniel se internase más en altamar y él en cambio,no podía desligarse,por dinero y disfrute,del oficio que curtió por casi 10 de sus 26 años.Aquel martes 17 de Abril de 1990 la estridente voz de Olga volvió a susurrar el mismo pedido,pero solo por costumbre de madre.Ella no esperaba que ése fuese el día en que la respuesta que tanto había buscado llegase.Sin embargo,y para su grata sorpresa,Daniel le prometió que sería su último viaje; le confesó que él también estaba cansado y que tenía ganas de quedarse “porque con Alejandra las cosas iban bien y había proyectos de pareja para no postergar”.La sonrisa de Olga,lamentablemente,duró muy poco.Algunas horas más tarde,la tragedia inundó la vida de 16 marineros.La historia de Daniel se iba en la tragedia,y la de los Patanía,como pudiesen,seguía sin él.En el Monumento al Pescador, además de una llamativa estatua,hay cientos de placas que conmemoran a marineros que fallecieron o que nunca más regresaron a tierra firme.En esa especie de panteón popular,en el que nunca hay mucha gente reunida,la viuda de Sebastián Patanía tiene dos bronces a los que jamás dejará de rozar de manera diferenciada.En el más viejo,se lo reconoce a su padre,que fue uno de los pocos pescadores que sobrevivió a la cruel tormenta de Santa Rosa de 1946;en el más reciente y doloroso,revive latente el recuerdo del más loco de sus cuatro hijos.Daniel entró al agua sin terminar el séptimo grado.Las discusiones con los curas correctivos de la Sagrada Familia hacían que,al menos una vez por semana,Olga tuviese que dar explicaciones ante los directivos del colegio.Sus comportamientos eran “incontrolables”,según definían los religiosos de turno.Pese a los retos y súplicas de su madre,el muchacho se negó a culminar los estudios.“A él le gustaba andar en el puerto con su abuelo,ayudarlo y aprender.Era un vago en la escuela y por eso la dejó”,justifica Olga.A los 14 empezó a trabajar en el puerto.Vendía pescado en la banquina y,si no había,se las rebuscaba con unas cuantas estrellitas marinas.Es que no era mucho lo que a esa edad,y en esos tiempos,se necesitaba para subsistir.Dos años más tarde se embarcó por primera vez y a los 18 sacó la libreta reglamentaria para zarpar siempre autorizado en el barco que primero se lo propusiese.Durante varias temporadas,fue tripulación estable y confiable del Angelito.Sus estadías en tierra las dedicaba plenamente a las mujeres,los amigos y el boliche.Los momentos con sus padres y hermanos eran casi cotidianos.Es que a la casa materna,esa misma en la que Olga nació,sus hijos no la deshabitaron hasta muy entrados en edad.“Es que todos son muy mameros”,se excusa orgullosa,negándose a usar,solo por un caso,el tiempo pasado.Aquel martes,17 de Abril de 1990 Olga despidió a Daniel con la esperanza de que ésta fuese la última despedida.Ella jamás se imaginó que esa tarde sería la definitiva.“Qué pasó: salen ellos y entran los del barco Don Julio,si no recuerdo mal,que le dijeron a la Prefectura que no dejaran salir a ningún barco,porque ellos venían del sur y los cajones les volaban por la cabeza como si fueran palomitas,por lo revuelto que estaba el mar. Los prefectos no les hicieron caso.Y luego no estuvieron a la altura de las circunstancias”,sentenció Olga,irritada,con bronca.El Angelito,según contó, partió a las 5 de la mañana del martes.Se preveía que regresara 3 días después,porque iban a pescar besugo a corta distancia.Sin embargo,las complicaciones mecánicas y técnicas que denunció en altamar el buque Amapola, torcieron el regreso consensuado del barco en el que viajaba el “Loco Pata”. Aunque la altura que alcanzaron las olas y los fuertes vientos que soplaban advertían lo impensable de un rescate entre embarcaciones, la tripulación del Angelito lo intentó.Cuando,tras varias pruebas,finalmente se logró el tendido del cable de acero para el efectivo remolque,el Amapola comenzó a sufrir una irreversible inundación que terminó,como es sabido,en un inmediato hundimiento.Los 8 marineros de El Angelito,que no pudieron romper el amarre de rescate,compartieron el trágico desenlace del buque que intentaron salvar.
Olga se enteró del inesperado hundimiento junto a Sebastián,su marido,que apenas 3 años después y “por no soportar la vida sin Daniel”,falleció de cáncer.La noticia,cuando ella preguntó cuándo su hijo regresaría,le llegó envuelta en una metáfora que al recordarla la quebró: “Él va volver cuando nazca otra vez”,le contestó su esposo,con la mirada perdida.Y en ese momento no se resignó,pese a reconocer que el suicidio fue una opción.Lo cuenta y se retuerce.“Yo decía que quería estar con él.Mi idea era que me mataba y estaba con él.Pero yo tenía mucho acá todavía.Mis hijos me dieron mucha fuerza.Y ningún familiar me abandonó”,explica.Para alejar esa nefasta opción y poder seguir adelante,Olga emprendió un insistente reclamo de justicia junto a las mujeres de los otros marineros.No sólo querían los cuerpos de sus hijos y esposos;también buscaban subsidios hasta tanto ellas pudiesen sostener económicamente a las familias.Los intentos fueron diversos,aunque los resultados uniformes.Ni Menem,ni Solá,ni De la Rúa ni los Kirchner hicieron nada,según dijo,para reparar los irreparables daños.El Somu,como gremio representante de los marineros,“tampoco estuvo presente”.“Me atendieron una sola vez y en una escalera”,revela enojada,agradeciendo en contraposición a la conducción del Soip “que desinteresadamente nos ayudó hasta con útiles escolares”.Actualmente,y como únicas demostraciones de memoria a la (¿evitable?) tragedia del 90,una calle del puerto lleva el nombre de ambas embarcaciones,y en una de las paredes de la biblioteca de la Escuela de Pesca cuelga una placa en conmemoración de los 16 marineros fallecidos.Además,cada 17 de Abril en la capilla de la Base Naval,una misa recuerda lo ocurrido y bendice el futuro de los familiares de estos marineros.La historia del naufragio,del Loco Pata,de Olga y de muchas otras mujeres y hombres ligados al trágico desenlace del Amapola y el Angelito no volvió nunca más a ser noticia,porque no tuvo,como la regla indica,una novedad sustancial que la regresase a una tapa de matutino.A casi 22 años de lo ocurrido,puede que el hecho alcance a formar parte de alguna que otra efeméride popular y portuaria.Pero,lamentablemente,no más que eso.
(Andrea Perez/Revista Puerto 16-1-2012)
Sobre el tema,podemos agregar la foto 8596,enviada por la Sra. Magdalena Rivas,en cuyo epìgrafe se lee:
“El intendente Lombardo y el ex intendente Bronzini en homenaje a pescadores. Década del 60”.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/8596
Y EL ARCOIRIS SIEMPRE BRILLARÁ SOBRE ELLOS…
http://www.patronespescadores.com.ar/wp-content/uploads/2012/05/Banquina1.jpg
Prof. Julián Mendozzi.
HOLA JULIAN ME QUEDARIA HORAS MIRANDO ESA FOTO FELICITACIONES Y GRACIAS POR COMPARTIRLA HABRA ALGUIEN QUE DIGA…FALTAN LOS LOBOS MARINOS LE CONTESTARIA…ES EL QUE SACO LA FOTO SALUDOS.-
Ya la puse de fondo de pantalla !!!
Un saludo grande
Julián