Se aprecia sobre la Rambla lo que podría tratarse de tirantes de madera o algún otro elemento de utilidad para la construcción e incluso un tendido de vías y una vagoneta (parte inferior izquierda) . Posiblemente la imagen de Bonnin haya sido plasmada a poco de la inauguración de aquella y el álbum impreso con posterioridad.
A propósito de la construcción de la “Rambla Monumental” , tal se la mencionaba en publicaciones de la época ; comparto a continuación el texto contenido en una publicidad del proovedor “Juan y José Drysdale & Cía.” (1913) :
LOS ARTEFACTOS SANITARIOS PARA LOS CUARTOS DE BAÑO DE “LA RAMBLA” DE MAR DEL PLATA SON SUMINISTRADOS POR :
JUAN Y JOSÉ DRYSDALE & CÍA.
440-PERÚ-450 – BUENOS AIRES.
Bonnin:
Tomo I-Album Recuerdo de Mar del Plata-Temporada 1912-100 pàgìnas,una foto por cada una de ellas.
Tomo II-Mar del Plata-Temporada 1913-103 pàgins con varias fotos en cada una de ellas,en algunos casos se encuentran mas de 15 en diferentes tamaños.
Tomo III-Mar del Plata Temporada 1915-Premiado en le Exposiciòn de San Francisco,EEUU (Fotomontajes,no se conocen la cantidad de pàginas del ejemplar,ya que se encuentra incompleto)
Tomo IV-Mar del Plata-En Conmemoraciòn del Cincuentenario de su Fundaciòn (1874-1924)-Contiene 100 pàginaas de las cuales las 14 primeras se refieren a la historia de la ciudad,el resto consta de imagenes que incluyen varias fotos por pàgina.
(Fuente: Mercedes I. Monteverde).
No hay en la ciudad planos de la Rambla. En efecto, como pasa con casi todas las obras oficiales o las que, sin tener ese carácter fueron pensadas desde Buenos Aires, como las estaciones ferroviarias, algunas escuelas estatales, los cementerios, algunas obras ribereñas y hasta obras privadas con destinos diversos, no existen en la Municipalidad planos de la Rambla.
Desde hace mucho tiempo los buscamos, pero no hemos podido dar con ellos. Hace algunos meses fuimos, en su busca, con ilusorias esperanzas, a Obras Sanitarias. Esta repartición oficial, heredera de una tradición ingenieril de primer orden, donde cada elemento proyectado debía responder a normas taxativamente establecidas, no podía permitir que una obra de naturaleza de la que tratamos no tuviera planos exactos y aprobados de todos los sanitarios a instalar.
Teníamos experiencia en la materia porque, durante años, frecuentamos los archivos de la entidad en la calle Belgrano, gentilmente auxiliados por algunos de los que fueron nuestros alumnos.
En la calle Güemes, sin embargo, a principio de este año nos informaron –sin saber si hubo allí alguna vez planos de la Rambla- que por falta de espacio todos los planos de lo demolido en la ciudad fueron destruidos. Y solo cabe ponerse de pie y hacer un minuto de silencio.
Conocimos los exteriores de la Rambla desde que tuvimos memoria y vimos cientos de fotografías de ese carácter. ¿Cómo era, sin embargo, la Rambla Bristol? Años de observación de documentos –entre ellos, un par de planos de conjunto y un croquis de los locales de edificio-, y decenas de entrevistas a personas mayores que nos permiten, finalmente, tener una idea global de la obra aunque hay dudas imposibles de aclarar sin planos a la vista.
Y un anticipo general del caso podría ser el siguiente: la Rambla era una larga y estrecha faja de aproximadamente 400 metros de largo y 45 de ancho, compuesta por tres cuerpos, uno central y dos laterales vinculados con el primero por anchas escalinatas. A favor del desnivel existente entre la calle costanera –desaparecida hoy- y el nivel de la arena, el arquitecto Jamín proyectó la rambla con cuatro niveles principales: en el más bajo, sobre la playa, se establecieron los balnearios. Sobre ellos se situaron el paseo –con una zona cubierta y otra descubierta- y los locales principales del edificio.
A media altura de la planta de balnearios corría, unos 40 metros más atrás, la nombrada calle costanera y a ese nivel se abría otra galería cubierta a cuya vera se alineaba otra serie de locales. Sobre estos, en un cuarto nivel, había viviendas accesibles desde los nombrados locales principales. Y finalmente, a un nivel que quizás pudiera haber sido también el último citado, había dos cinematógrafos cuyas cubiertas planas eran las más altas del edificio entero.
Había en el conjunto patios interiores sobre los que tenemos noticias poco claras y presumimos que no eran, precisamente, los puntos más felices del proyecto. Los rasgos más notables de la Rambla, finalmente, además de su larga columnata, eran ocho cúpulas, cuatro sobre el lado del mar, de alto perfil, y cuatro sobre el lado de la ciudad, de planta oval y poca altura.
Los balnearios y los baños
La planta a nivel de la arena estaba dividida en tres fajas longitudinales. La exterior alojaba principalmente a los balnearios públicos y particulares; la central era un largo pasadizo de 400 metros de longitud, iluminado por claraboyas, y la que seguía, abierta a él y ciega en su parte posterior, alojaba servicios sanitarios, depósitos y dependencias varias abundantes escaleras que conectaban ese nivel con el superior.
Con respecto a los balnearios, como hoy no existe nada semejante, es necesario remontarnos en el tama para comprenderlos. En efecto, a principios del Siglo XX se tomaban baños de agua salada con fines terapéuticos y, por lo que le toca, el modo de vida de los porteños elegantes, la ceremoniosa lentitud con la que vivían esos privilegiados de la fortuna, distaban mucho de las costumbres de hoy.
Hemos dicho muchas veces y repetimos aquí que, por la mañana, se llegaba a la rambla vestido de calle –como se decía-, las mujeres con todos sus perifollos, zapatos, medias, una ropa interior mucho más abundante que la actual –incluido o no el corsé-, un vestido de mañana, muy complicado con relación a los de hoy y, por supuesto, sombrero y joyas infaltables.
Los caballeros, por su parte, iban de riguroso traje –o conjunto de saco y pantalón muy formales-, camisa, chaleco y corbata y, faltaría más, el consabido sombrero. Para bañarse en el mar, obviamente, había que cambiarse de ropa. Los hombres resultaban más favorecidos porque su traje de baño era sencillo, pero el de las mujeres, al principio, era casi tan abundoso como el vestido de calle, con zapatillas, medias, traje, gorra y capa. Y de ahí los caperos, que acompañaban a las señoras cubiertas con la capa hasta el borde del bañero. Y la ceremonia se revertía a la salida del mar, cuando la dama volvía al balneario para sacarse primero la capa y acto seguido la que luego comenzó a llamarse «malla», para volver a endosarse el vestido con el que había llegado la playa.
Antes de vestirse, claro, había que sacarse la arena de los pies con el agua de un recipiente preparado para eso.
Semejante ceremonia exigía una estructura montada para estos efectos y un personal que se ocupara de ellos. Y no olvidemos que en cada balneario había una persona que se encargaba de custodiar las joyas de sus clientes mientras estos tomaban su paño de mar.
Las personas mayores, por su parte, acostumbraban tomar baños de inmersión en los balnearios propiamente dichos, preparados para esas circunstancias, con agua dulce o de mar, frías o calientes. Terminadas las ceremonias, el personal se ocupaba de los trajes y las toallas que había que lavar y tender en espera del día siguiente.
Y nunca hemos dicho que la gente modesta alquilaba sus trajes de baño, capa incluida para las mujeres. Todo lo dicho sucedía en los balnearios públicos. Pero también existían, y se daba en alquiler, los balnearios privados donde había uno o más cuartos de baño, uno o más cuartos de descanso y sala de conversación. Y agregaremos ahora que muchos asuntos de la política o el gobierno del país se debatían en los balnearios, los clubes o las confiterías de la Rambla.
Sobre esta planta de balnearios se desarrollaba la planta principal del edificio, con su paseo descubierto, su galería cubierta y sus 45 locales; entre ellos sobresalían cuatro, por su tamaño, disposición y carácter especial. Eran, del Norte al Sur: la confitería La Brasileña, el Ocean Club, la confitería del Yacht Club y la Galería Witcomb.
Próximos al eje transversal del conjunto y obviamente conectados con la planta inferior estaban los grandes balnearios Bristol, de Giaccaglia Hermanos, y El Argentino, de Zárate Hermanos. Y por encima de ellos se abrían los dos cines antedichos, el Splendid y el Palace Theatre.
La planta al nivel de la calle constaba de una galería con arcos carpaneles detrás de la que se alineaban una cincuentena de locales. Sobre y otros había departamentos conectados con los negocios que, medio nivel más abajo, se abrían a la galería que miraba el mar.
Esos departamentos, de los que no podemos concretar tamaño y forma –dados los pocos datos al respecto-, tenían algunos de sus cuartos iluminados con claraboyas y, además de las escaleras que los conectaban con los antedichos negocios y con la planta de los balnearios, disponían de acceso a las terrazas que los coronaban, por lo que deducimos que miles de escalones de mármol de Carrara eran transitados arriba y abajo por todo el edificio.
La Rambla por afuera
Sin entrar en consideraciones sobre su calidad arquitectónica o constructiva, la Rambla era un edificios festivo, de recreo, un sitio para pasear, para ver y ser visto, para mirar el mar, para reunirse en los balnearios, las confiterías o clubes, para ir al cine, para facilitar los baños, para comprar, para ser atendido a cuerpo de rey. Sus paseos, sus galerías, sus salones, sus locales varios cumplían a la perfección lo que se esperaba de ellos. Y tampoco entraremos en consideraciones sobre la frivolidad de la vida que se vivía allí.
El edificio era de mampostería de ladrillos, con algunos muros, o parte de ellos, de piedra. Las fundaciones, en su mayor parte, se hicieron sobre pilotes formados por caños de hierro de un pie -30 centímetro- de diámetro, llenados luego con hormigón y hierro, aunque –según hemos visto después de algunos temporales previos al llamado refulado de la playa- la armadura de los pilotes no era demasiado canónica. Todas las columnas de la rambla tenían un alma metálica y todas las estructuras horizontales –entrepisos y cubiertas- eran de bovedillas de perfiles doble T que sostenían, no sabemos si en todos los casos –es lo que se ve en algunas fotografías de la construcción del edificio-, bloques prefabricados.
El exterior de la Rambla estaba terminado con el revoque llamado aquí símil piedra, compuesto por cemento blanco, polvo de piedra, arena dulce y óxidos varios que le daban color. Este revoque, de una dureza extraordinaria, era peinado con los llamados peines, láminas de acero no más grandes que la mano del que la manejaba, con dientes, a modo de peine, con los que raspaba el revoque fresco para eliminar las huellas del fratacho y darle así una textura pétrea-
Los albañiles italianos llamaban material a la mezcla que componía este revoque duro, para distinguirlo de la llamada cal, es decir, el revoque común compuesto por cal y arena.
El exterior de la Rambla estaba decorado, además, por cornisas y molduras, orlas, estatuas, mascarillas, delfines, angelotes, guirnaldas, balaustres y maceteros, todo de argamasa armada, las más de las veces, con refuerzos de hierro. Un rasgo particular de las fachadas lo constituían unas piezas cerámicas, de varios modelos, que ornamentaban el llamado friso, es decir, una faja vertical de poca altura que corría debajo de las cornisas que daban coronamiento a los frentes del conjunto.
Conocemos varios ejemplares de estas piezas, de diferentes colores y texturas, y podemos presumir que, para variar, fueron importadas. De este origen eran las baldosas cerámicas lisas que pavimentaban todas las superficies de circulación exteriores de la Rambla.
Parte de esas piezas se utilizaron en los años ’40 para construir algunas veredas interiores de la laza peralta Ramos. Pero el tiempo y las raíces dieron buena cuenta de ellas y, últimamente, muchas fueron removidas y –creemos- tiradas como material descartable cuando merecían ser salvadas de la desaparición. Algunas quedan, sin embargo, a 88 años de su primer destino.
Las piezas en cuestión, de durísimo gres, tienen marca. En su cara inferior se puede leer Louis Escoyez, Tetre, Belgique. Y nos complace la ironía: cuando se construyó la Rambla no había, en nuestro dilatado país, tierras aptas para fabricarlas…
Los rasgos más notorios de la Rambla eran, sin embargo, sus columnata y sus cúpulas. De las ocho, las más notables eran las cuatro de alto perfil que se levantaban sobre el lado del mar, en los flancos de las escalinatas Norte y Sur, y recordaban a las de las Exposiciones Universales europeas de la segunda mitad del siglo XIX, de neta raíz anglofrancesa. Estas cuatro altas y anchas cúpulas tenían una armadura de hierro del mismo cuño que la que sostiene la cúpula del Asilo Unzué. Con perfiles metálicos curvados y vinculados entre sí por planchuelas y remates.
Y tan del mismo cuño eran –proyectadas además, y casi contemporáneamente, por arquitectos franceses- que cubrían, unas y otra, octógonos con cuatro lados largos y cuatro cortos. El acabado de las que nos interesan era también metálico, de trabajado zinc, mientras que la del Asilo está cubierta por tejas de fibrocemento. Pero en unas y otra acentuaba aún más el parentesco la existencia de vitrales, planos los del asilo y algunos de los de la Rambla, y curvos los de las cúpulas propiamente dichas.
En cuanto a las cuatro cúpulas de planta oval que cubrían las llamadas rotondas situadas a ambos lados de las escalinatas Norte y Sur, sobre el Paseo Gral. Paz –que semejaban canastillas invertidas-, eran de poca altura y estaban compuestas por una estructura también metálica cubierta por chapas de zinc articuladas entre sí por costillas del mismo material, el todo terminado por un coronamiento bajo, una fuerte cresta de zinc con perforaciones circulares.
Y para terminar esta nota diremos que el edificio que tratamos, pomposamente inaugurado el 19 de enero de 1913, era considerado como la primera sección de un futuro conjunto mayor. Pero ese proyecto y otros, de los que conocemos dos, nunca se llevaron a cabo.
Fuente: Arq. Roberto Cova
Revista “Toledo Con Todos” Sept.2001 / La Rambla Bristol
En la foto 8281,enviada por el Sr. Anselmo Vita,entre otros comentarios que realizè podemos encontrar la historia de las Ramblas,en reportajes al arquitecto Roberto O. Cova:
Sr. Ramonet , espectacular el artículo que ha compartido con el Blog . Próximamente remitiré al Sr. Moderador una interesante nota que , entre otras cuestiones no precisamente referentes a la Rambla , menciona “como al pasar” un dato sorprendente (al menos así lo fue para mi) acerca del uso de una de aquellas “dependencias varias” que menciona el Arq. Cova en el artículo que Ud. amablemente ha acercado.
Le dejo mis saludos de siempre , y gracias por la lectura compartida.
Sobre la Rambla Brìstol y especialmente lo publicado en la revista Toledo con Todos,lo he transcripto y comentado en diversas oportunidades como por ejemplo en las fotos 6222,6224 enviadas por el Sr. Leonardo Primo,y la 9022,remitida por el Sr. Jorge Redondo.
El Ministro de Obras Pùblicas,Josè Tomàs Sojo,dijo en 1913,al inagurarse la Rambla Brìstol:
“No es aventurado afirmar que algùn dìa los veraneantes que lleguen a Mar del Plata,superaràn los 50 mil”,lo llamaron “el andaluz” por sus dichos,ya que se creìa que eran exagerados.
Muy buena reseña sobre Las ramblas,” Gracias Sr Ramonet, Sr Lago, una foto histórica y maravillosa!lo felicito. y a Ud. Lic Somma,que más decirle ? como siempre atento y memorioso, para “refrescarnos”las maravillosas fotos e historias que a lo largo del Blog van sucediendo y viene bien “la refrescada”Gracias !Atentamente
Soy un lector asiduo de La Capital on line, y hace años que sigo el blog Fotos de Familia por ser sumamente interesante, y más en mi calidad de Marplatense de 70 años (Mis padres me trajeron cuan do tenía 45 días), lo que hace que haya visto y vivido muchas de las cosas y lugares que se muestran y relatan. Lo que me lleva a mandar éste mail es que después de leer la nota del Sr. Ramonet sobre la Rambla Brístol, estraordinariamente relatada, así como sus notables investigaciones sobre cuestiones desconocidas por casi todos los marplatenses, coincido con su irritación expresada en los comentarios de la foto 9092, respecto a la insistencia del Lic. Somma en repetirse, cada vez que alguien manda alguna novedad o circunstancia interesante, como que la ya mencionó o lo dijo en alguna oportunidad, como si estuviéramos en una competencia. Sr. Somma, tendría que escribir menos y pensar más (Y por supuesto sería menos tedioso leerlo). Gracias Sr. Ramonet por instruírnos y hacernos acordar tantas cosas lindas, tantas veces. Siga así, haciéndonos disfrutar de sus conocimientos e investigaciones.
A la persona que escribiò el 9º comentario,que se identifica como “Jorge”,a mi entender primero deberìa poner sus datos completos como hacemos la mayoria,llama mucho la atenciòn que nunca escribiò por lo menos no lo detecto en otras oportunidades,y ahora sale a defener a otra persona que tampoco se identifica con sus datos completos,da que presumir que Ud. debe ser algùn amigo o conocido de ese señor,y que trata de agredirme para quedar bien con èl.Ademàs menciona “sus conocimientos”,no se a cuales se refiere,porque hay muchas personas que escriben en el blog con mucha capacidad y ademàs algunas de ellas son historia viva de la ciudad y nos dejan innumerables aportes para la historia de Mar del Plata.Le agrego esa persona que me agrede en el 3er. comentario de la 9092,tambièn como Ud. se resguarda en apodos,para no comunicar sus datos,el mismo dice entre otras cosas que no es fàcil recorrer 9000 publicaciones,cuando todos sabemos que en la mayorìa de los casos,se coloca en el buscador,-en este caso Rambla Brìstol- y aparecen las fotos con los comentarios.Anònimo Jorge,por cuestiones de ètica hacia este sitio,respondo por ùnica vez,no es mi estilo realizar este tipo de chisme histèrico;voy a comentar o no lo que yo quiera,yo no compito con nadie,y no necesito opiniòn de su persona,lamento su personalidad,creo que no se diò cuenta el papel que està haciendo.
Se aprecia sobre la Rambla lo que podría tratarse de tirantes de madera o algún otro elemento de utilidad para la construcción e incluso un tendido de vías y una vagoneta (parte inferior izquierda) . Posiblemente la imagen de Bonnin haya sido plasmada a poco de la inauguración de aquella y el álbum impreso con posterioridad.
A propósito de la construcción de la “Rambla Monumental” , tal se la mencionaba en publicaciones de la época ; comparto a continuación el texto contenido en una publicidad del proovedor “Juan y José Drysdale & Cía.” (1913) :
LOS ARTEFACTOS SANITARIOS PARA LOS CUARTOS DE BAÑO DE “LA RAMBLA” DE MAR DEL PLATA SON SUMINISTRADOS POR :
JUAN Y JOSÉ DRYSDALE & CÍA.
440-PERÚ-450 – BUENOS AIRES.
Prof. Julián Mendozzi.
Bonnin:
Tomo I-Album Recuerdo de Mar del Plata-Temporada 1912-100 pàgìnas,una foto por cada una de ellas.
Tomo II-Mar del Plata-Temporada 1913-103 pàgins con varias fotos en cada una de ellas,en algunos casos se encuentran mas de 15 en diferentes tamaños.
Tomo III-Mar del Plata Temporada 1915-Premiado en le Exposiciòn de San Francisco,EEUU (Fotomontajes,no se conocen la cantidad de pàginas del ejemplar,ya que se encuentra incompleto)
Tomo IV-Mar del Plata-En Conmemoraciòn del Cincuentenario de su Fundaciòn (1874-1924)-Contiene 100 pàginaas de las cuales las 14 primeras se refieren a la historia de la ciudad,el resto consta de imagenes que incluyen varias fotos por pàgina.
(Fuente: Mercedes I. Monteverde).
¿Cómo era la Rambla Bristol?
No hay en la ciudad planos de la Rambla. En efecto, como pasa con casi todas las obras oficiales o las que, sin tener ese carácter fueron pensadas desde Buenos Aires, como las estaciones ferroviarias, algunas escuelas estatales, los cementerios, algunas obras ribereñas y hasta obras privadas con destinos diversos, no existen en la Municipalidad planos de la Rambla.
Desde hace mucho tiempo los buscamos, pero no hemos podido dar con ellos. Hace algunos meses fuimos, en su busca, con ilusorias esperanzas, a Obras Sanitarias. Esta repartición oficial, heredera de una tradición ingenieril de primer orden, donde cada elemento proyectado debía responder a normas taxativamente establecidas, no podía permitir que una obra de naturaleza de la que tratamos no tuviera planos exactos y aprobados de todos los sanitarios a instalar.
Teníamos experiencia en la materia porque, durante años, frecuentamos los archivos de la entidad en la calle Belgrano, gentilmente auxiliados por algunos de los que fueron nuestros alumnos.
En la calle Güemes, sin embargo, a principio de este año nos informaron –sin saber si hubo allí alguna vez planos de la Rambla- que por falta de espacio todos los planos de lo demolido en la ciudad fueron destruidos. Y solo cabe ponerse de pie y hacer un minuto de silencio.
Conocimos los exteriores de la Rambla desde que tuvimos memoria y vimos cientos de fotografías de ese carácter. ¿Cómo era, sin embargo, la Rambla Bristol? Años de observación de documentos –entre ellos, un par de planos de conjunto y un croquis de los locales de edificio-, y decenas de entrevistas a personas mayores que nos permiten, finalmente, tener una idea global de la obra aunque hay dudas imposibles de aclarar sin planos a la vista.
Y un anticipo general del caso podría ser el siguiente: la Rambla era una larga y estrecha faja de aproximadamente 400 metros de largo y 45 de ancho, compuesta por tres cuerpos, uno central y dos laterales vinculados con el primero por anchas escalinatas. A favor del desnivel existente entre la calle costanera –desaparecida hoy- y el nivel de la arena, el arquitecto Jamín proyectó la rambla con cuatro niveles principales: en el más bajo, sobre la playa, se establecieron los balnearios. Sobre ellos se situaron el paseo –con una zona cubierta y otra descubierta- y los locales principales del edificio.
A media altura de la planta de balnearios corría, unos 40 metros más atrás, la nombrada calle costanera y a ese nivel se abría otra galería cubierta a cuya vera se alineaba otra serie de locales. Sobre estos, en un cuarto nivel, había viviendas accesibles desde los nombrados locales principales. Y finalmente, a un nivel que quizás pudiera haber sido también el último citado, había dos cinematógrafos cuyas cubiertas planas eran las más altas del edificio entero.
Había en el conjunto patios interiores sobre los que tenemos noticias poco claras y presumimos que no eran, precisamente, los puntos más felices del proyecto. Los rasgos más notables de la Rambla, finalmente, además de su larga columnata, eran ocho cúpulas, cuatro sobre el lado del mar, de alto perfil, y cuatro sobre el lado de la ciudad, de planta oval y poca altura.
Los balnearios y los baños
La planta a nivel de la arena estaba dividida en tres fajas longitudinales. La exterior alojaba principalmente a los balnearios públicos y particulares; la central era un largo pasadizo de 400 metros de longitud, iluminado por claraboyas, y la que seguía, abierta a él y ciega en su parte posterior, alojaba servicios sanitarios, depósitos y dependencias varias abundantes escaleras que conectaban ese nivel con el superior.
Con respecto a los balnearios, como hoy no existe nada semejante, es necesario remontarnos en el tama para comprenderlos. En efecto, a principios del Siglo XX se tomaban baños de agua salada con fines terapéuticos y, por lo que le toca, el modo de vida de los porteños elegantes, la ceremoniosa lentitud con la que vivían esos privilegiados de la fortuna, distaban mucho de las costumbres de hoy.
Hemos dicho muchas veces y repetimos aquí que, por la mañana, se llegaba a la rambla vestido de calle –como se decía-, las mujeres con todos sus perifollos, zapatos, medias, una ropa interior mucho más abundante que la actual –incluido o no el corsé-, un vestido de mañana, muy complicado con relación a los de hoy y, por supuesto, sombrero y joyas infaltables.
Los caballeros, por su parte, iban de riguroso traje –o conjunto de saco y pantalón muy formales-, camisa, chaleco y corbata y, faltaría más, el consabido sombrero. Para bañarse en el mar, obviamente, había que cambiarse de ropa. Los hombres resultaban más favorecidos porque su traje de baño era sencillo, pero el de las mujeres, al principio, era casi tan abundoso como el vestido de calle, con zapatillas, medias, traje, gorra y capa. Y de ahí los caperos, que acompañaban a las señoras cubiertas con la capa hasta el borde del bañero. Y la ceremonia se revertía a la salida del mar, cuando la dama volvía al balneario para sacarse primero la capa y acto seguido la que luego comenzó a llamarse «malla», para volver a endosarse el vestido con el que había llegado la playa.
Antes de vestirse, claro, había que sacarse la arena de los pies con el agua de un recipiente preparado para eso.
Semejante ceremonia exigía una estructura montada para estos efectos y un personal que se ocupara de ellos. Y no olvidemos que en cada balneario había una persona que se encargaba de custodiar las joyas de sus clientes mientras estos tomaban su paño de mar.
Las personas mayores, por su parte, acostumbraban tomar baños de inmersión en los balnearios propiamente dichos, preparados para esas circunstancias, con agua dulce o de mar, frías o calientes. Terminadas las ceremonias, el personal se ocupaba de los trajes y las toallas que había que lavar y tender en espera del día siguiente.
Y nunca hemos dicho que la gente modesta alquilaba sus trajes de baño, capa incluida para las mujeres. Todo lo dicho sucedía en los balnearios públicos. Pero también existían, y se daba en alquiler, los balnearios privados donde había uno o más cuartos de baño, uno o más cuartos de descanso y sala de conversación. Y agregaremos ahora que muchos asuntos de la política o el gobierno del país se debatían en los balnearios, los clubes o las confiterías de la Rambla.
Sobre esta planta de balnearios se desarrollaba la planta principal del edificio, con su paseo descubierto, su galería cubierta y sus 45 locales; entre ellos sobresalían cuatro, por su tamaño, disposición y carácter especial. Eran, del Norte al Sur: la confitería La Brasileña, el Ocean Club, la confitería del Yacht Club y la Galería Witcomb.
Próximos al eje transversal del conjunto y obviamente conectados con la planta inferior estaban los grandes balnearios Bristol, de Giaccaglia Hermanos, y El Argentino, de Zárate Hermanos. Y por encima de ellos se abrían los dos cines antedichos, el Splendid y el Palace Theatre.
La planta al nivel de la calle constaba de una galería con arcos carpaneles detrás de la que se alineaban una cincuentena de locales. Sobre y otros había departamentos conectados con los negocios que, medio nivel más abajo, se abrían a la galería que miraba el mar.
Esos departamentos, de los que no podemos concretar tamaño y forma –dados los pocos datos al respecto-, tenían algunos de sus cuartos iluminados con claraboyas y, además de las escaleras que los conectaban con los antedichos negocios y con la planta de los balnearios, disponían de acceso a las terrazas que los coronaban, por lo que deducimos que miles de escalones de mármol de Carrara eran transitados arriba y abajo por todo el edificio.
La Rambla por afuera
Sin entrar en consideraciones sobre su calidad arquitectónica o constructiva, la Rambla era un edificios festivo, de recreo, un sitio para pasear, para ver y ser visto, para mirar el mar, para reunirse en los balnearios, las confiterías o clubes, para ir al cine, para facilitar los baños, para comprar, para ser atendido a cuerpo de rey. Sus paseos, sus galerías, sus salones, sus locales varios cumplían a la perfección lo que se esperaba de ellos. Y tampoco entraremos en consideraciones sobre la frivolidad de la vida que se vivía allí.
El edificio era de mampostería de ladrillos, con algunos muros, o parte de ellos, de piedra. Las fundaciones, en su mayor parte, se hicieron sobre pilotes formados por caños de hierro de un pie -30 centímetro- de diámetro, llenados luego con hormigón y hierro, aunque –según hemos visto después de algunos temporales previos al llamado refulado de la playa- la armadura de los pilotes no era demasiado canónica. Todas las columnas de la rambla tenían un alma metálica y todas las estructuras horizontales –entrepisos y cubiertas- eran de bovedillas de perfiles doble T que sostenían, no sabemos si en todos los casos –es lo que se ve en algunas fotografías de la construcción del edificio-, bloques prefabricados.
El exterior de la Rambla estaba terminado con el revoque llamado aquí símil piedra, compuesto por cemento blanco, polvo de piedra, arena dulce y óxidos varios que le daban color. Este revoque, de una dureza extraordinaria, era peinado con los llamados peines, láminas de acero no más grandes que la mano del que la manejaba, con dientes, a modo de peine, con los que raspaba el revoque fresco para eliminar las huellas del fratacho y darle así una textura pétrea-
Los albañiles italianos llamaban material a la mezcla que componía este revoque duro, para distinguirlo de la llamada cal, es decir, el revoque común compuesto por cal y arena.
El exterior de la Rambla estaba decorado, además, por cornisas y molduras, orlas, estatuas, mascarillas, delfines, angelotes, guirnaldas, balaustres y maceteros, todo de argamasa armada, las más de las veces, con refuerzos de hierro. Un rasgo particular de las fachadas lo constituían unas piezas cerámicas, de varios modelos, que ornamentaban el llamado friso, es decir, una faja vertical de poca altura que corría debajo de las cornisas que daban coronamiento a los frentes del conjunto.
Conocemos varios ejemplares de estas piezas, de diferentes colores y texturas, y podemos presumir que, para variar, fueron importadas. De este origen eran las baldosas cerámicas lisas que pavimentaban todas las superficies de circulación exteriores de la Rambla.
Parte de esas piezas se utilizaron en los años ’40 para construir algunas veredas interiores de la laza peralta Ramos. Pero el tiempo y las raíces dieron buena cuenta de ellas y, últimamente, muchas fueron removidas y –creemos- tiradas como material descartable cuando merecían ser salvadas de la desaparición. Algunas quedan, sin embargo, a 88 años de su primer destino.
Las piezas en cuestión, de durísimo gres, tienen marca. En su cara inferior se puede leer Louis Escoyez, Tetre, Belgique. Y nos complace la ironía: cuando se construyó la Rambla no había, en nuestro dilatado país, tierras aptas para fabricarlas…
Los rasgos más notorios de la Rambla eran, sin embargo, sus columnata y sus cúpulas. De las ocho, las más notables eran las cuatro de alto perfil que se levantaban sobre el lado del mar, en los flancos de las escalinatas Norte y Sur, y recordaban a las de las Exposiciones Universales europeas de la segunda mitad del siglo XIX, de neta raíz anglofrancesa. Estas cuatro altas y anchas cúpulas tenían una armadura de hierro del mismo cuño que la que sostiene la cúpula del Asilo Unzué. Con perfiles metálicos curvados y vinculados entre sí por planchuelas y remates.
Y tan del mismo cuño eran –proyectadas además, y casi contemporáneamente, por arquitectos franceses- que cubrían, unas y otra, octógonos con cuatro lados largos y cuatro cortos. El acabado de las que nos interesan era también metálico, de trabajado zinc, mientras que la del Asilo está cubierta por tejas de fibrocemento. Pero en unas y otra acentuaba aún más el parentesco la existencia de vitrales, planos los del asilo y algunos de los de la Rambla, y curvos los de las cúpulas propiamente dichas.
En cuanto a las cuatro cúpulas de planta oval que cubrían las llamadas rotondas situadas a ambos lados de las escalinatas Norte y Sur, sobre el Paseo Gral. Paz –que semejaban canastillas invertidas-, eran de poca altura y estaban compuestas por una estructura también metálica cubierta por chapas de zinc articuladas entre sí por costillas del mismo material, el todo terminado por un coronamiento bajo, una fuerte cresta de zinc con perforaciones circulares.
Y para terminar esta nota diremos que el edificio que tratamos, pomposamente inaugurado el 19 de enero de 1913, era considerado como la primera sección de un futuro conjunto mayor. Pero ese proyecto y otros, de los que conocemos dos, nunca se llevaron a cabo.
Fuente: Arq. Roberto Cova
Revista “Toledo Con Todos” Sept.2001 / La Rambla Bristol
En la foto 8281,enviada por el Sr. Anselmo Vita,entre otros comentarios que realizè podemos encontrar la historia de las Ramblas,en reportajes al arquitecto Roberto O. Cova:
http://www.youtube.com/watch?v=wOw5BmL915g
http://www.youtube.com/watch?v=9gEpIfMbGcY
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/8281
Sr. Ramonet , espectacular el artículo que ha compartido con el Blog . Próximamente remitiré al Sr. Moderador una interesante nota que , entre otras cuestiones no precisamente referentes a la Rambla , menciona “como al pasar” un dato sorprendente (al menos así lo fue para mi) acerca del uso de una de aquellas “dependencias varias” que menciona el Arq. Cova en el artículo que Ud. amablemente ha acercado.
Le dejo mis saludos de siempre , y gracias por la lectura compartida.
Julián.
Sobre la Rambla Brìstol y especialmente lo publicado en la revista Toledo con Todos,lo he transcripto y comentado en diversas oportunidades como por ejemplo en las fotos 6222,6224 enviadas por el Sr. Leonardo Primo,y la 9022,remitida por el Sr. Jorge Redondo.
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/6222
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/6224
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/9022
El Ministro de Obras Pùblicas,Josè Tomàs Sojo,dijo en 1913,al inagurarse la Rambla Brìstol:
“No es aventurado afirmar que algùn dìa los veraneantes que lleguen a Mar del Plata,superaràn los 50 mil”,lo llamaron “el andaluz” por sus dichos,ya que se creìa que eran exagerados.
Muy buena reseña sobre Las ramblas,” Gracias Sr Ramonet, Sr Lago, una foto histórica y maravillosa!lo felicito. y a Ud. Lic Somma,que más decirle ? como siempre atento y memorioso, para “refrescarnos”las maravillosas fotos e historias que a lo largo del Blog van sucediendo y viene bien “la refrescada”Gracias !Atentamente
Soy un lector asiduo de La Capital on line, y hace años que sigo el blog Fotos de Familia por ser sumamente interesante, y más en mi calidad de Marplatense de 70 años (Mis padres me trajeron cuan do tenía 45 días), lo que hace que haya visto y vivido muchas de las cosas y lugares que se muestran y relatan. Lo que me lleva a mandar éste mail es que después de leer la nota del Sr. Ramonet sobre la Rambla Brístol, estraordinariamente relatada, así como sus notables investigaciones sobre cuestiones desconocidas por casi todos los marplatenses, coincido con su irritación expresada en los comentarios de la foto 9092, respecto a la insistencia del Lic. Somma en repetirse, cada vez que alguien manda alguna novedad o circunstancia interesante, como que la ya mencionó o lo dijo en alguna oportunidad, como si estuviéramos en una competencia. Sr. Somma, tendría que escribir menos y pensar más (Y por supuesto sería menos tedioso leerlo). Gracias Sr. Ramonet por instruírnos y hacernos acordar tantas cosas lindas, tantas veces. Siga así, haciéndonos disfrutar de sus conocimientos e investigaciones.
A la persona que escribiò el 9º comentario,que se identifica como “Jorge”,a mi entender primero deberìa poner sus datos completos como hacemos la mayoria,llama mucho la atenciòn que nunca escribiò por lo menos no lo detecto en otras oportunidades,y ahora sale a defener a otra persona que tampoco se identifica con sus datos completos,da que presumir que Ud. debe ser algùn amigo o conocido de ese señor,y que trata de agredirme para quedar bien con èl.Ademàs menciona “sus conocimientos”,no se a cuales se refiere,porque hay muchas personas que escriben en el blog con mucha capacidad y ademàs algunas de ellas son historia viva de la ciudad y nos dejan innumerables aportes para la historia de Mar del Plata.Le agrego esa persona que me agrede en el 3er. comentario de la 9092,tambièn como Ud. se resguarda en apodos,para no comunicar sus datos,el mismo dice entre otras cosas que no es fàcil recorrer 9000 publicaciones,cuando todos sabemos que en la mayorìa de los casos,se coloca en el buscador,-en este caso Rambla Brìstol- y aparecen las fotos con los comentarios.Anònimo Jorge,por cuestiones de ètica hacia este sitio,respondo por ùnica vez,no es mi estilo realizar este tipo de chisme histèrico;voy a comentar o no lo que yo quiera,yo no compito con nadie,y no necesito opiniòn de su persona,lamento su personalidad,creo que no se diò cuenta el papel que està haciendo.