BREVE EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS ALCANCES DEL TURISMO EN LA ARGENTINA.
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“Una política sectorial surge cuando existe conciencia y reconocimiento de su importancia estratégica para un modelo de desarrollo. Esto es lo que sucedió con el turismo en Argentina, más o menos desde 1930 y marca a las claras, que dicha actividad no está exenta de las luchas y armonías de los procesos políticos.
En los tres modelos de acumulación que tuvo la Argentina, el turismo cumplió diferentes funciones como estrategia de política pública; fue un dispositivo de civilización, urbanización y modernización; se lo fomentó como práctica para concientizar y controlar al pueblo y difundir los logros del régimen y a la sazón legitimarlo. Finalmente el
turismo es configurado por el pensamiento político neoclásico y a través de un proceso de des-historización, objetivación y sesgo tecnocrático, proyectado por organismos de financiamiento y asistencia técnica internacional, como salvación para los países subdesarrollados,
por su capacidad para equilibrar la balanza de pagos.
Este es el sentido de la política turística argentina, el último modelo de acumulación.
Pero, la inestabilidad socioeconómica y política del mismo dejó como saldo en el sector, políticas erráticas, inestables y vacilantes que debieron ser implementadas por un organismo oficial transitorio y efímero dirigido, durante 32 años (1958 a 1990) por 29 funcionarios titulares cada uno en términos promedio, contó con un año y diez meses
para hacer algo. Esta sucesión de funcionarios políticos en diversas dependencias de la administración pública, evidencia el nivel de conflicto y contradicción de los últimos cuarenta años del país y sus efectos en las políticas públicas del sector.
En síntesis, ¿qué papel ha jugado y juega el turismo como política pública en Argentina durante el siglo XX?.
En el modelo agroexportador, el turismo fue un instrumento de civilización y progreso, una estrategia para urbanizar el país y reconocer la importancia y potencialidad de nuestras “bellezas naturales” como así también, identificar los obstáculos para desplegar el hecho turístico.
Con la crisis de 1929 y el inicio de la industrialización sustitutiva, se abre un largo período (1930-1975) dividido a la vez en dos etapas (1930-1952 y 1952-1975).
La primera etapa comprende: la década infame y prácticamente el 1° y 2° gobierno peronista; la segunda abarca la caída del peronismo, la modernización desarrollista en sus dos versiones: democrática y autoritaria y finalmente el auge y caída del 3° gobierno peronista.
¿Qué fue del turismo en este largo período? En la década infame encontramos rasgos de continuidad y también novedades; el turismo siguió afirmando su vocación de alternativa para el progreso a condición de desplegarse según los modelos europeos.
Se bregó por la configuración de un organismo nacional y el Estado intervino directamente sobre regiones del país fomentando el turismo, creando imágenes y transformando el espacio. En estos años no sólo los “amigos de la naturaleza” sino también, los sindicatos obreros independientes organizaron viajes sin afán de lucro para sus afiliados;
esta emergencia del turismo social, fue perfectamente percibida por el peronismo e instrumentada para cooptar y organizar culturalmente a la comunidad.
El turismo, durante los primeros gobiernos peronistas fue un dispositivo de carácter social para gestar subjetividad, adhesión al régimen y admiración por los logros argentinos.
En la segunda etapa de este largo período (1952-1975), el turismo desembarca con la modernización y el desarrollismo. Tras la caída del peronismo algunos sectores intentaron reconstruir el modelo agro-exportador pero, ello fue imposible no sólo por la realidad mundial sino, por la existencia de una clase obrera urbana y un conjunto de
empresarios ligados al mercado interno que ejercieron fuerte oposición a dicho intento.
El modelo desarrollista fue un intento de resolver la crónica falta de divisas como producto de la ausencia de industria pesada.
En este breve contexto, se despliegan dos fenómenos que se interrelacionan: la internacionalización del turismo y la expansión de la planificación del desarrollo.
Respecto del turismo podemos decir que el desarrollado a partir de la segunda posguerra, no es un fenómeno espontáneo, no se produce desordenadamente por obra de una demanda incontrolable; es el resultado de una voluntad, impulsada por un potente aparato de promoción que recibe apoyo de las más altas instituciones económicas internacionales:
Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de
Desarrollo, Organización de Estado Americanos, UNESCO, CEPAL y Organización Mundial del Turismo entre otras. Estas atribuyen una gran importancia a los flujos turísticos internacionales porque originan movimientos monetarios, cuyas repercusiones no son nada despreciables en materia de pagos por conceptos de comercio exterior.
Por tanto, la difusión del turismo se desea y se busca en primera instancia, por razones económicas y es bien sabido que los primeros beneficiados, fueron los países desarrollados.
Ahora bien, a partir de 1960 surgió la idea “revolucionaria” de que el turismo, especialmente el internacional, debía y podía, beneficiar a los países subdesarrollados: el argumento esgrimido era que la llegada de numerosos turistas extranjeros a dichos países aportando divisas, reduciría en consecuencia, el déficit estructural de su balanza de
pagos. Es así, que las Naciones Unidas en su Conferencia de Roma en 1963, haciendo suya dicha tesis proclamaron solemnemente: “…el turismo puede aportar y aporta efectivamente una contribución vital al crecimiento económico de los países en vías de desarrollo”.
Por otra parte, no puede dejar de mencionarse a las “recomendaciones turísticas” escritas por Kurt Krapf en 1962 para el informe del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento sobre el desarrollo económico de España, que tuvo una fuerte repercusión en los planes de desarrollo de ese país porque evidenciaba el rol que los centros mundiales de poder económico reservaban a España, en su paulatino proceso de reintegración al seno del capitalismo occidental. El informe dedica 17 páginas al turismo de un total de 567, lo cual es poco dada la importancia creciente del sector para la economía española de la época. No obstante, son lo suficientemente explícitas y sustanciosas para perfilar lo que se instituirá, como el planteo dominante “natural,
normal y universal” en materia de desarrollo del turismo.
En los años siguientes se observó una intensa campaña de persuasión y asistencia técnica dirigida hacia los países subdesarrollados, invitándolos a abrir sus fronteras al turismo internacional, a atribuirle a dicha actividad un lugar clave en sus economías y a recibir capitales extranjeros deseosos de invertir en esta esfera, concediéndoles ventajas y garantías fiscales.
De este modo, muchos países subdesarrollados, sostenidos financieramente por el Banco Mundial, se lanzaron a la empresa con entusiasmo esperando encontrar allí, una solución a su pobreza endémica. Todo esto, en un contexto de creciente internacionalización de la economía que convoca dos procesos básicos; por un lado, la creación y expansión de redes financieras, monetarias, comerciales, políticas y culturales que abarcan al mundo entero y por otro lado, el creciente y hegemónico papel desplegado en el orden económico mundial, por las empresas multinacionales y los flujos de capitales financieros.
Es importante destacar que el planteo dominante mencionado más arriba, hace del turismo internacional un hecho económico relevante para las naciones no industriales, porque el interés fundamental está en los efectos que produce en la balanza de pagos la afluencia y el gasto de turistas extranjeros en dichos países mediante el efecto multiplicador el cual depende, a su vez, de la propensión marginal al consumo de dichos visitantes. Esta visión relega las implicaciones sociopolíticas a un segundo plano y las limita a un mero tratamiento administrativo.
Este planteo, aborda al turismo en términos de oferta y demanda vinculando esta última al proceso de industrialización de los países centrales pues, cuando éstos llegan a un determinado nivel de desarrollo, su población dispone de tiempo, medios y recursos para consumir turismo de tipo internacional. Por tanto, la expansión a escala mundial del turismo depende del crecimiento de una demanda registrada en los países industriales, cuya satisfacción se visualiza en una oferta potencial que hay que desarrollar en los países subdesarrollados, quienes por efecto derrame se “beneficiarán e iniciarán” su despegue hacia el desarrollo.
El abordaje del turismo, como un ajuste constante entre oferta y demanda, enfoque derivado de la economía de mercado, se constituyó como uno de los principales obstáculos epistemológicos para la comprensión crítica de los aspectos sociales, políticos e históricos del turismo. Paralelamente, la Teoría General de los Sistemas (TGS) se aplicó a “interpretar y explicar” la dinámica del turismo, reforzando dicho obstáculo epistemológico e hizo del análisis del desarrollo turístico, un proceso homeostático y coyuntural acorde con la visión económica clásica.
En tal sentido, la comprensión de los flujos turísticos internacionales se aborda vía la noción de oferta y demanda, sometida a los azares y variaciones de un mercado competitivo; por su parte, el turismo es
concebido como un sistema donde los conflictos son entendidos como desviaciones o desequilibrios. De esta forma, el turismo fue objetivado tecnocratizado y lavado de los conflictos y luchas por el poder que lo han atravesado.
Esta visión del turismo, germinó en el seno de la intelligentsia del pensamiento económico neoclásico y se mixturo con la teoría sistémica, desembocando en una suerte de paradigma interpretativo y explicativo de las estructuras y procesos propios del turismo.
La difusión de la misma estuvo a cargo de los intelectuales de los organismos internacionales de asistencia técnica, preocupados por la lucha contra la pobreza en las sociedades del Tercer Mundo, en este punto es importe citar palabras de José Ignacio Estévez, experto en Turismo de la UNESCO y de la Junta del Acuerdo de Cartagena: “El objetivo de la ayuda y de la cooperación no es el de obtener la igualdad absoluta (el subrayado es nuestro) sino el de acortar distancias, el de permitir (ídem) a los países más pobres entrar en la era industrial y tecnológica que les facilite su desarrollo económico y social y una igualdad de oportunidades en un mundo menos desigual”,
y sigue más adelante respecto de la cooperación técnica: “Sus principales causas son los vínculos históricos existentes entre los países, las obligaciones contraídas con antiguos territorios, el apoyo a determinados regímenes políticos, etc.…”.
En esta instancia, turismo y planificación se co-fundieron en un cuerpo doctrinario universal de neto corte técnico que se expandió a través de los sistemas de ayuda internacional.
Asimismo, esta concepción fue fertilizada por el tecnocratismo creciente e imperante en el mundo y la ideología del desarrollismo y la modernización, dominantes en los países no industrializados por acción de la política exterior norteamericana durante la guerra fría.
Esta cosmovisión, absorbida por la singularidad de los procesos políticos, sociales y económicos desencadenados en Argentina durante 1955-2000, se manifestó dando un significado y sentido particular a la última fase del proceso de institucionalización del turismo, como objeto de política y planificación pública.
En este sentido, se afianzó el sesgo tecnocrático enmarcado en la planificación indicativa buscando resultados cuantitativos en la llegada de turistas extranjeros y en servicios que conformaran la oferta. El marketing, como dispositivo discursivo, gravito sobre
las decisiones políticas centradas en desarrollar el turismo y en este punto, desarrollar el turismo es promover el mero crecimiento de sus macro-variables, so- pretexto de erguirse como tabla de salvación para comunidades fuertemente atravesadas por la pobreza.
En Argentina la institucionalización del turismo en la esfera pública, fue conducida por un grupo de intelectuales (políticos) orgánicos, que perfilaron un objeto de estudio funcional a los procesos de modernización y de concentración dominantes entre 1955-2000.
Caracterizado en el periodo 1955-76 por una modalidad tecnocrática y en el último tercio del siglo, 1976-2000, representado por los planes de ajuste, las privatizaciones y la convertibilidad con sus consabidas consecuencias en los niveles de pobreza.
Una de las principales consecuencias de este proceso, derivó en la conformación de intelectuales (técnicos) orgánicos habituados a comprender y explicar al fenómeno turístico desde una perspectiva sistémica y coyuntural, contextuada vía una narrativa histórica de episodios y personajes. Hoy por hoy, esta consecuencia se ha estancado y el turismo es mucho más plural en su manera de abordaje y en las reflexiones que lo intentan comprender y explicar, aunque aún se percibe lo que podemos denominar: efecto de histéresis, es decir, aquel que perdura aún habiendo desaparecido las causas que lo ocasionan; este movimiento no es inercial, es parte de la lucha por el saber, la
verdad y el poder.
FUENTE : Capanegra , César Alejandro ; La política turística en la Argentina en el siglo XX , Aportes y Transferencias ; Vol. 10 ; N*1 ; sin mes ; 2006 ; pp.43-61 ; Universidad Nacional de Mar del Plata
Argentina.
Volvieron los patitos…muy lindo cuando funcionan, y cuando no le roban el motor de empuje…lástima la mugre acumulada, y el olor nauseabundo del lago.- Saludos Alf
Que recuerdo !!! Cuando tenía 6 años conocí Mar del Plata a través de las Colonias que iban desde Bs As y dependían de Sanidad Escolar. Mi mámá era una de las maestras y pasábamos por ahí a ver los cisnes con todo el grupo de chicos para luego ir a la playa…..
Y UN DÍA VOLVIERON LOS CISNES…
http://www.youtube.com/watch?v=9kHHklj5Y8M
Prof. Julián Mendozzi.
BREVE EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS ALCANCES DEL TURISMO EN LA ARGENTINA.
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“Una política sectorial surge cuando existe conciencia y reconocimiento de su importancia estratégica para un modelo de desarrollo. Esto es lo que sucedió con el turismo en Argentina, más o menos desde 1930 y marca a las claras, que dicha actividad no está exenta de las luchas y armonías de los procesos políticos.
En los tres modelos de acumulación que tuvo la Argentina, el turismo cumplió diferentes funciones como estrategia de política pública; fue un dispositivo de civilización, urbanización y modernización; se lo fomentó como práctica para concientizar y controlar al pueblo y difundir los logros del régimen y a la sazón legitimarlo. Finalmente el
turismo es configurado por el pensamiento político neoclásico y a través de un proceso de des-historización, objetivación y sesgo tecnocrático, proyectado por organismos de financiamiento y asistencia técnica internacional, como salvación para los países subdesarrollados,
por su capacidad para equilibrar la balanza de pagos.
Este es el sentido de la política turística argentina, el último modelo de acumulación.
Pero, la inestabilidad socioeconómica y política del mismo dejó como saldo en el sector, políticas erráticas, inestables y vacilantes que debieron ser implementadas por un organismo oficial transitorio y efímero dirigido, durante 32 años (1958 a 1990) por 29 funcionarios titulares cada uno en términos promedio, contó con un año y diez meses
para hacer algo. Esta sucesión de funcionarios políticos en diversas dependencias de la administración pública, evidencia el nivel de conflicto y contradicción de los últimos cuarenta años del país y sus efectos en las políticas públicas del sector.
En síntesis, ¿qué papel ha jugado y juega el turismo como política pública en Argentina durante el siglo XX?.
En el modelo agroexportador, el turismo fue un instrumento de civilización y progreso, una estrategia para urbanizar el país y reconocer la importancia y potencialidad de nuestras “bellezas naturales” como así también, identificar los obstáculos para desplegar el hecho turístico.
Con la crisis de 1929 y el inicio de la industrialización sustitutiva, se abre un largo período (1930-1975) dividido a la vez en dos etapas (1930-1952 y 1952-1975).
La primera etapa comprende: la década infame y prácticamente el 1° y 2° gobierno peronista; la segunda abarca la caída del peronismo, la modernización desarrollista en sus dos versiones: democrática y autoritaria y finalmente el auge y caída del 3° gobierno peronista.
¿Qué fue del turismo en este largo período? En la década infame encontramos rasgos de continuidad y también novedades; el turismo siguió afirmando su vocación de alternativa para el progreso a condición de desplegarse según los modelos europeos.
Se bregó por la configuración de un organismo nacional y el Estado intervino directamente sobre regiones del país fomentando el turismo, creando imágenes y transformando el espacio. En estos años no sólo los “amigos de la naturaleza” sino también, los sindicatos obreros independientes organizaron viajes sin afán de lucro para sus afiliados;
esta emergencia del turismo social, fue perfectamente percibida por el peronismo e instrumentada para cooptar y organizar culturalmente a la comunidad.
El turismo, durante los primeros gobiernos peronistas fue un dispositivo de carácter social para gestar subjetividad, adhesión al régimen y admiración por los logros argentinos.
En la segunda etapa de este largo período (1952-1975), el turismo desembarca con la modernización y el desarrollismo. Tras la caída del peronismo algunos sectores intentaron reconstruir el modelo agro-exportador pero, ello fue imposible no sólo por la realidad mundial sino, por la existencia de una clase obrera urbana y un conjunto de
empresarios ligados al mercado interno que ejercieron fuerte oposición a dicho intento.
El modelo desarrollista fue un intento de resolver la crónica falta de divisas como producto de la ausencia de industria pesada.
En este breve contexto, se despliegan dos fenómenos que se interrelacionan: la internacionalización del turismo y la expansión de la planificación del desarrollo.
Respecto del turismo podemos decir que el desarrollado a partir de la segunda posguerra, no es un fenómeno espontáneo, no se produce desordenadamente por obra de una demanda incontrolable; es el resultado de una voluntad, impulsada por un potente aparato de promoción que recibe apoyo de las más altas instituciones económicas internacionales:
Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de
Desarrollo, Organización de Estado Americanos, UNESCO, CEPAL y Organización Mundial del Turismo entre otras. Estas atribuyen una gran importancia a los flujos turísticos internacionales porque originan movimientos monetarios, cuyas repercusiones no son nada despreciables en materia de pagos por conceptos de comercio exterior.
Por tanto, la difusión del turismo se desea y se busca en primera instancia, por razones económicas y es bien sabido que los primeros beneficiados, fueron los países desarrollados.
Ahora bien, a partir de 1960 surgió la idea “revolucionaria” de que el turismo, especialmente el internacional, debía y podía, beneficiar a los países subdesarrollados: el argumento esgrimido era que la llegada de numerosos turistas extranjeros a dichos países aportando divisas, reduciría en consecuencia, el déficit estructural de su balanza de
pagos. Es así, que las Naciones Unidas en su Conferencia de Roma en 1963, haciendo suya dicha tesis proclamaron solemnemente: “…el turismo puede aportar y aporta efectivamente una contribución vital al crecimiento económico de los países en vías de desarrollo”.
Por otra parte, no puede dejar de mencionarse a las “recomendaciones turísticas” escritas por Kurt Krapf en 1962 para el informe del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento sobre el desarrollo económico de España, que tuvo una fuerte repercusión en los planes de desarrollo de ese país porque evidenciaba el rol que los centros mundiales de poder económico reservaban a España, en su paulatino proceso de reintegración al seno del capitalismo occidental. El informe dedica 17 páginas al turismo de un total de 567, lo cual es poco dada la importancia creciente del sector para la economía española de la época. No obstante, son lo suficientemente explícitas y sustanciosas para perfilar lo que se instituirá, como el planteo dominante “natural,
normal y universal” en materia de desarrollo del turismo.
En los años siguientes se observó una intensa campaña de persuasión y asistencia técnica dirigida hacia los países subdesarrollados, invitándolos a abrir sus fronteras al turismo internacional, a atribuirle a dicha actividad un lugar clave en sus economías y a recibir capitales extranjeros deseosos de invertir en esta esfera, concediéndoles ventajas y garantías fiscales.
De este modo, muchos países subdesarrollados, sostenidos financieramente por el Banco Mundial, se lanzaron a la empresa con entusiasmo esperando encontrar allí, una solución a su pobreza endémica. Todo esto, en un contexto de creciente internacionalización de la economía que convoca dos procesos básicos; por un lado, la creación y expansión de redes financieras, monetarias, comerciales, políticas y culturales que abarcan al mundo entero y por otro lado, el creciente y hegemónico papel desplegado en el orden económico mundial, por las empresas multinacionales y los flujos de capitales financieros.
Es importante destacar que el planteo dominante mencionado más arriba, hace del turismo internacional un hecho económico relevante para las naciones no industriales, porque el interés fundamental está en los efectos que produce en la balanza de pagos la afluencia y el gasto de turistas extranjeros en dichos países mediante el efecto multiplicador el cual depende, a su vez, de la propensión marginal al consumo de dichos visitantes. Esta visión relega las implicaciones sociopolíticas a un segundo plano y las limita a un mero tratamiento administrativo.
Este planteo, aborda al turismo en términos de oferta y demanda vinculando esta última al proceso de industrialización de los países centrales pues, cuando éstos llegan a un determinado nivel de desarrollo, su población dispone de tiempo, medios y recursos para consumir turismo de tipo internacional. Por tanto, la expansión a escala mundial del turismo depende del crecimiento de una demanda registrada en los países industriales, cuya satisfacción se visualiza en una oferta potencial que hay que desarrollar en los países subdesarrollados, quienes por efecto derrame se “beneficiarán e iniciarán” su despegue hacia el desarrollo.
El abordaje del turismo, como un ajuste constante entre oferta y demanda, enfoque derivado de la economía de mercado, se constituyó como uno de los principales obstáculos epistemológicos para la comprensión crítica de los aspectos sociales, políticos e históricos del turismo. Paralelamente, la Teoría General de los Sistemas (TGS) se aplicó a “interpretar y explicar” la dinámica del turismo, reforzando dicho obstáculo epistemológico e hizo del análisis del desarrollo turístico, un proceso homeostático y coyuntural acorde con la visión económica clásica.
En tal sentido, la comprensión de los flujos turísticos internacionales se aborda vía la noción de oferta y demanda, sometida a los azares y variaciones de un mercado competitivo; por su parte, el turismo es
concebido como un sistema donde los conflictos son entendidos como desviaciones o desequilibrios. De esta forma, el turismo fue objetivado tecnocratizado y lavado de los conflictos y luchas por el poder que lo han atravesado.
Esta visión del turismo, germinó en el seno de la intelligentsia del pensamiento económico neoclásico y se mixturo con la teoría sistémica, desembocando en una suerte de paradigma interpretativo y explicativo de las estructuras y procesos propios del turismo.
La difusión de la misma estuvo a cargo de los intelectuales de los organismos internacionales de asistencia técnica, preocupados por la lucha contra la pobreza en las sociedades del Tercer Mundo, en este punto es importe citar palabras de José Ignacio Estévez, experto en Turismo de la UNESCO y de la Junta del Acuerdo de Cartagena: “El objetivo de la ayuda y de la cooperación no es el de obtener la igualdad absoluta (el subrayado es nuestro) sino el de acortar distancias, el de permitir (ídem) a los países más pobres entrar en la era industrial y tecnológica que les facilite su desarrollo económico y social y una igualdad de oportunidades en un mundo menos desigual”,
y sigue más adelante respecto de la cooperación técnica: “Sus principales causas son los vínculos históricos existentes entre los países, las obligaciones contraídas con antiguos territorios, el apoyo a determinados regímenes políticos, etc.…”.
En esta instancia, turismo y planificación se co-fundieron en un cuerpo doctrinario universal de neto corte técnico que se expandió a través de los sistemas de ayuda internacional.
Asimismo, esta concepción fue fertilizada por el tecnocratismo creciente e imperante en el mundo y la ideología del desarrollismo y la modernización, dominantes en los países no industrializados por acción de la política exterior norteamericana durante la guerra fría.
Esta cosmovisión, absorbida por la singularidad de los procesos políticos, sociales y económicos desencadenados en Argentina durante 1955-2000, se manifestó dando un significado y sentido particular a la última fase del proceso de institucionalización del turismo, como objeto de política y planificación pública.
En este sentido, se afianzó el sesgo tecnocrático enmarcado en la planificación indicativa buscando resultados cuantitativos en la llegada de turistas extranjeros y en servicios que conformaran la oferta. El marketing, como dispositivo discursivo, gravito sobre
las decisiones políticas centradas en desarrollar el turismo y en este punto, desarrollar el turismo es promover el mero crecimiento de sus macro-variables, so- pretexto de erguirse como tabla de salvación para comunidades fuertemente atravesadas por la pobreza.
En Argentina la institucionalización del turismo en la esfera pública, fue conducida por un grupo de intelectuales (políticos) orgánicos, que perfilaron un objeto de estudio funcional a los procesos de modernización y de concentración dominantes entre 1955-2000.
Caracterizado en el periodo 1955-76 por una modalidad tecnocrática y en el último tercio del siglo, 1976-2000, representado por los planes de ajuste, las privatizaciones y la convertibilidad con sus consabidas consecuencias en los niveles de pobreza.
Una de las principales consecuencias de este proceso, derivó en la conformación de intelectuales (técnicos) orgánicos habituados a comprender y explicar al fenómeno turístico desde una perspectiva sistémica y coyuntural, contextuada vía una narrativa histórica de episodios y personajes. Hoy por hoy, esta consecuencia se ha estancado y el turismo es mucho más plural en su manera de abordaje y en las reflexiones que lo intentan comprender y explicar, aunque aún se percibe lo que podemos denominar: efecto de histéresis, es decir, aquel que perdura aún habiendo desaparecido las causas que lo ocasionan; este movimiento no es inercial, es parte de la lucha por el saber, la
verdad y el poder.
FUENTE : Capanegra , César Alejandro ; La política turística en la Argentina en el siglo XX , Aportes y Transferencias ; Vol. 10 ; N*1 ; sin mes ; 2006 ; pp.43-61 ; Universidad Nacional de Mar del Plata
Argentina.
Enlace al trabajo completo : http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=27610105
Prof. Julián Mendozzi.
Rectifico enlace al trabajo de César Alejandro Capanegra.
http://www.redalyc.org/pdf/276/27610105.pdf
Prof. Julián Mendozzi.
Algunas de mis postales de esta atracción en la que hemos estado:
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/6438
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/5052
http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/3385
Atte.: Enrique Mario Palacio
Volvieron los patitos…muy lindo cuando funcionan, y cuando no le roban el motor de empuje…lástima la mugre acumulada, y el olor nauseabundo del lago.- Saludos Alf
Que recuerdo !!! Cuando tenía 6 años conocí Mar del Plata a través de las Colonias que iban desde Bs As y dependían de Sanidad Escolar. Mi mámá era una de las maestras y pasábamos por ahí a ver los cisnes con todo el grupo de chicos para luego ir a la playa…..
Si realmente un buen recuerdo. De chico era una visita casi religiosa a los cisnes de Camet.