“En la temporada de 1970 el gran Edmundo Rivero trasladó su “Viejo Almacén” a Mar del Plata. Lo instaló en el hotel Scafidi de Cabo Corrientes. En la foto, junto a sus guitarristas. También actuaban Horacio Salgán, Ubaldo de Lío, Ciriaco Ortiz y Chabuca Granda. Temporadas de lujo”. Fredy Caporal.
Para los fanas del tango y particularmente para quienes admiramos a don Leonel Edmundo Rivero -intérprete, compositor y guitarrista- este es un recuerdo invalorable Sr Caporal. Recordemos que Rivero había inaugurado su Viejo Almacén en 1969 con éxito arrasador, así que sin dudas trasladó el éxito a Mar del Plata. La foto tiene el doble mérito de mostrarnos los interiores del recordado hotel Scafidi, que estaba justo en la bajada de Cabo Corrientes.
El 30 de enero de 2011,se publicó la foto 4067,también enviada por el Sr.Fredy Caporal,de Edmundo Rivero,actuando en los festivales populares en octubre de 1973,organizados por la Universidad Provincial de MdP. Su nombre completo es Edmundo Lionel Rivero, nació en Valentin Alsina partido de Lanús,el 8 de junio de 1911 y falleció en Bs.AS. el 18 de enero de 1986.Sus padres fueron Aníbal y Anselma. Vivió de niño en el barrio de Saavedra y luego su adolescencia en el de Belgrano aunque también, momentáneamente en distintos lugares de la provincia, debido a que su padre era feroviario, jefe de estacion.
Estudió Canto y guitarra en el conservatorio Nacional. Se inicia apoyado por su tío, para acompañar películas mudas o actuar en boliches de baja reputación, y recreos de la costa de Quilmes, donde en casi todos los casos no le fué muy bien. Intentó mas tarde con su hermana Eva dando pequeños conciertos en Radio Cultura, de música española y clásica.
Con el tango se inicia con Julio de Caro, luego con Horacio Salgán del 1944 al 47 y después con Troilo, donde tuvo que vencer el rechazo del público por su voz grave y también la resistencia de sus músicos, sin embargo “pichuco” creyó en él y lo ayudó. Pasa a ser solista en 1950, acompañado en guitarras por Pesoa,Milton,Achaval, entre otros y a veces con la orquesta de Victor Buchino.
Interpreta canciones en las películas “El cielo en tus manos” en 1949 y “Al compás de tu mentira ” en el 51, En 1965, interpreta poesias de Jorge Luis Borges, musicalizado por Piazzola y a fines de la década lo acompaña Roberto Grela y varios guitarristas de prestigio.
Fue compositor y autor de tangos del tipo lunfardo, escribió también 2 libros :” Una luz de almacén” y ” Las voces, Gardel y el tango”.
En 1963, fué invitado por su amigo Armando Bó para participar en la película de co-producción Argentina Mexicana,filmada en este último país denominada “La Diosa Impura” con Isabel Sarli y Julio Alemán, donde interpreta “Sin Palabras” de Discépolo y Mariano Mores,y también participó en el film “Pelota de Cuero” del mismo relizador.
En el 69 inagura el famoso local El viejo Almacén en la Av. Independencia, donde desfilaron grandes personalidades y hasta artistas internacionales.Sus exitos mas recordados: Sur, Confesión,Cafetín de Buenos Aires. http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/4067
Es cierto,lo vivíamos todas las noches,y también se presentaba una gran cantante peruana,Chabuca Granda.El Hotel Scafidi,en manos de mi familia,un recuerdo permanente a mi padre,tío y tío abuelo.Altri Tempi!
Historia del Viejo Almacén de Edmundo Rivero.
Antes de ser almacén había sido hospital, luego -imprecisamente- aguantadero de malevos, después prostíbulo y más tarde conventillo, con un bar al frente ,con estaño y mesitas. En unos años más se convierte en almacén, donde además de bebidas alcohólicas se vendían mercaderías diversas a vecinos y marineros argentinos y extranjeros, antes de zarpar los barcos.Luego temporalmente aparece el restaurán ruso “El Volga”.
Cuando Edmundo Leonel Rivero conoce el edificio queda cautivado, por su ubicación, su estructura y sus antecedentes. Al elegir el nombre para el local tanguero se acordó del viejo almacén del tango, de Juan A. Caruso (letra) y Francisco y Rafael Canaro (música), “Sentimiento Gaucho”, donde según Pirincho, Francisco Canaro, iban los que tenían perdida la fé y lo que se anotó en los primeros versos de Caruso.
Tal almacén habría existido, dentro de la Recova de Paseo Colón. Funcionó a pocos metros del edificio de Independencia y Balcarce, donde comenzó a existir “El Viejo Almacén”, creado por Rivero, el 9 de mayo de 1969.
En el debut actuaron el mismo Rivero, acompañado de guitarras, Carlos García y su orquesta, María Cristina Laurenz y Ciriaco Ortiz.
Pero fué,mucho más que eso; por el local pasaron los más notables artistas del tango, presidentes de países, artistas de fama mundial como Vittorio Gassman, Marcelo Mastroiani, José Ferrer etc; escritores como Ernesto Sábato y Mario Vargas Llosa; el Premio Nobel Luis Federico Leloir y otros.
A pedido del Rey de España Juan Carlos cantó “Sur” y a solicitud de la Reina Sofía interpretó “Cambalache”.
“El Viejo Almacén” fue designado oficialmente “Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires”, pues además, promovió actividades diversas, como el ciclo de Poesía Abierta, durante diez años; fue escenario de presentación de libros y discos, en varios géneros, y de reuniones de instituciones, como la “Academia Porteña de Lunfardo”. Asimismo, fue el ámbito de funciones de teatro leído; visitas, guiadas por el propio Rivero, de estudiantes secundarios y universitarios, así como escolares.
Anualmente, “El Viejo Almacén” otorgaba distinciones a personas destacadas en la ciencia y en la cultura en general.
Sin perjuicio del reconocimiento permanente, hoy subsistente, lo tuvo igualmente de la Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones, al emitir un sello postal alusivo a la institución, porque la consideró como “símbolo de la cultura nacional”.
“El Viejo Almacén” sufrió algunos embates:
amenaza de demolición, reducción de un costado del edificio sobre la calle Independencia, intentos de desalojo a causa del “progreso” y, finalmente, la quiebra.
Sin perjuicio de todo ello, la sola estructura del edificio y la totalidad de él, con sus accesorios, era Historia, parte del patrimonio cultural de Buenos Aires.
Se trataba de una gran casa colonial; la puerta de entrada estaba y continúa así sobre la calle Balcarce, flanqueada por dos ventanas con rejas, una sobre Balcarce y la otra sobre Independencia.
En la parte posterior, mirando hacia arriba, sobre la puerta, y sobre las ventanas, sendos faroles; arriba también y a un costado de la entrada la leyenda de hechura antigua: “Almacén”.
A un costado, sobre Independencia había una puerta pequeña (del tiempo de ñaupa), que obligaba a agacharse al entrar o salir. “Para el espiante de grilo”, dijo Rivero una noche, en chiste, que traducido al lenguaje general argentino significa “el escape de costado”.
En Buenos Aires, como en las grandes ciudades argentinas, se tiran abajo edificios para ensanchar calles y vías y agilizar el tránsito. Esto, seguramente, lastima sentimientos, y a la gente sensible les queda el recuerdo de las fotografías y vivencias, a más de los recortes de diarios y revistas.
Las pasiones empujan o motivan, pero son incompatibles con las cuentas y la economía, no pocas veces.
Un día, “El Viejo Almacén” cerró sus puertas por quiebra comercial. Jorge y Edmundo Leonel Rivero, “Muni” (hijos), hicieron una conferencia de prensa en el local de “Taconeando”, de Beba Bidart, para explicar las causas del cierre.
Edmundo Leonel Rivero, fundador de “El Viejo Almacén” había fallecido el 18 de enero de 1986.
El 8 de mayo de 1994, en memoria de su fundación, se realizó un festival artístico en la puerta del local. Así se celebraron los veinticinco años de “El Viejo Almacén”.
Participaron, entre otros:
Rubén Juárez; Néstor Fabián;Reinaldo Martín; Enzo Valentino; Nelly Vázquez y numerosos conjuntos musicales.
A diez años de la muerte de Edmundo se reabrió. El alma mater de la reapertura fue Luis Veiga, entonces presidente del Club Argentinos Juniors. Sucedió a fines de enero de 1996, cuando Madonna en Buenos Aires comenzaba sus clases de tango para el rodaje de la película en que encarnaba a María Eva Duarte de Perón.En la reapertura fue ovacionada Alba Solís.
Hacia marzo de 1996 se separan de la sociedad los Rivero y “El Viejo Almacén” pasa a pertenecer a “Veiga Producciones S.A.” Pero nunca igualó el esplendor de la institución, en los tiempos del cantor. Quedan los recuerdos,de ese Viejo Almacén en el barrio de San Telmo, allí donde existen casas y todavía puertas y ventanas centenarias. Barrio que fue de morenos y de mazorqueros.(Fuente: Dr. Eduardo Giorlandini)
Ultimo reportaje a Edmundo Rivero-
Nací bajo el mismo cielo al que tantas veces he cantado con versos de Homero Manzi; el de Pompeya y más allá la inundación.
Fue el 8 de junio de 1911, a unas cuadras de la iglesia de Nueva Pompeya; del paredón del Sur, que todavía queda en la calle Esquiú; junto al puente del Ferrocarril Belgrano, que entonces se llamaba Midland, exactamente en la estación Puente Alsina, de la cual mi padre era jefe. ¡Quién iba a decirme que 37 años más tarde iría a tocarme estrenar el tango que habla del paisaje que me vio nacer!
Y con el cual se lo ha identificado desde entonces. A propósito, ¿cuándo entran en su vida el canto y la guitarra?
En mi niñez, porque los chicos tratan de imitar a sus padres. Los míos Máximo Aníbal Camilo Rivero y Juana Anselma Duró- cantaban, y de ellos aprendí las primeras canciones que entoné. Mucho después llevé algunos de esos cantares al disco. Por ejemplo, mi madre me enseñó “Milonga en negro”, escrita o recreada por el payador Higinio Cazón…
De mi padre aprendí “China hereje”, un vals de otro payador, Juan Pedro López.
También a mi abuela le gustaba cantar. Recuerdo haberle oído varios tangos y milongas del siglo pasado.
Aun no he olvidado aquellas viejas coplas:
“Dicen que no caben dos / en la cocina / haremos la prueba/ con Juan y Josefina” o “Por la Calle Larga / de la Recoleta / iban muchos negros/ con tamaña jeta” o bien “!Vamos al prado / que hay mucho que ver:/ hombres a caballo,/ mujeres a pie”.
Más adelante, mi tío Alberto –que integraba un trío de tangos- me enseñó a pulsar la guitarra y me pasó las notas del Pericón Nacional. En tercero o cuarto grado, llevaba mi guitarra al colegio para algún acto escolar, y a la salida cantaba por milonga algunas sextinas del Martín Fierro para mis compañeros.
¿Y en su juventud?
Formé un dúo con mi hermana Lidia Eva.
Más tarde, en 1929, llegué a la radio junto a mi hermano Aníbal, con quien también cantábamos a dúo. En aquel repertorio teníamos cosas como “La yegüecita” o “Mírala como se va”, que acompañábamos con nuestras guitarras.
El primer sueldo que cobré en la radio fue producto de un trueque entre la emisora –broadcasting se le decía entonces- y una casa anunciadora: ¡un pescado!… aunque a elegir entre pejerrey y merluza.
¿Cuántos hermanos son ustedes?
Los que le he mencionado y yo, con la curiosidad de que mi madre nos dio, nombres extraídos de los libros que leía. Aníbal -el mayor- debe el suyo al antiguo conquistador y no, como podrá creerse, a mi padre que también lo llevaba; Lidia Eva -la menor- a la región griega de Lidia, escenario de alguna obra literaria; yo, al Edmundo Dantés de “El conde de Montecristo”. Mi otro nombre, Leonel, recuerda en cambio a mi bisabuelo inglés, mister Lionel Walton, qué murió lanceado por los pampas.
¿Quiénes han influido en su estilo interpretativo?
El canto es una manifestación emocional congénita. Por supuesto, nadie, está a salvo de las influencias. En ese aspecto, mi formación se debe a mis padres, mis tíos y los payadores e improvisadores -que son dos cosas diferentes- qué escuché.
¿Y a Gardel?
Aunque, fue el creador del canto tanguero, puedo decir que Gardel no me ha influido. Lo escuchaba en aquellas viejas radios a galena y me gustaba mucho, pero yo estaba en otra cosa. Todavía no cantaba tangos sino canciones sureñas: milongas, estilos, vidalitas y esas cosas.
En cambio, sí aprendí mucho de la ópera, del lied. Ocurre que cuando uno conoce a Schubert o Beethoven o Rossini o Wagner, a los grandes músicos, puede volcar esos conocimientos en el tango.
¿cuándo aparece el tango en su vida?
Hacia 1935…Hermelinda De Caro me conectó con José de Caro –ambos hermanos de Julio y Francisco-. Así debuté cantando tangos en la agrupación de José de Caro. Dos años más tarde, pasé a la ,orquesta de Don Julio. No duró mucho. El público paraba de bailar para prestarme oídos y eso a de Caro no le gustó nada. En conclusión, me quedé sin trabajo.
Bueno, pero lo importante es que la gente dejaba de bailar para escuchar a un buen cantor. Eso debe haberlo alentado.
Sí. Y ya nomás estaba cantando con Humberto Canaro -el hermano de Francisco y autor de “Gloria”. Tras lo cual abandoné el canto por varios años: nadie quería contratarme y aun llegaron a decirme que con una voz tan “gruesa” debería estar enfermo de la garganta.
Hasta que en el cuarenta y pico, casi de casualidad, entoné un par de canciones en radio La Voz del Aire. También de casualidad me oyó Horacio Salgán y me contrató.
Después vino “Pichuco”, ¿no?
Así es. Nos acercó Carlos de la Púa. El encuentro fue en un boliche. ¿Sabe que yo desenfundé la viola, canté algún tango, después se animó Troilo -que, aunque tenía voz ronca. era muy afinado- y nos olvidábamos del asunto que nos había reunido?.. Fue recién a altas horas de la madrugada cuando el gordo lo recordó.
El 29 de abril de 1947 grabamos nuestro primer tango en colaboración: “El milagro”, de Pontier y Expósito.
Dígame, Rivero, cuando usted grabó esa joya de la discografía tanguera que es “Sur” con la orquesta de Troilo, modificó algunas palabras de la letra ¿no es así?
Sí, cambié florando por flotando. ¡Qué hermoso término, florando! Lo que pasa es que cuando comencé a cantarlo, el público no comprendía el significado de ese verbo; me preguntaban qué quería decir.
Entonces, con el consentimiento de Manzi, lo reemplacé por flotando. También en la segunda parte hice un cambio: troqué “y mi amor y tu ventana” por “y mi amor en tu ventana”. Por supuesto, Homero estuvo de acuerdo.
Ponga esto: en la historia de la música, el cantor popular está autorizado a agregar algo de su personalidad a letras y melodías, a fin de identificarse con ellas, siempre y cuando no cambie el sentido ni el contenido del texto. Esto último suele ocurrir, en lo instrumental, con muchos músicos modernos que desvirtúan las melodías. Se puede hacer mil variaciones, pero luego de tocar la obra original.
Sí, muchas cosas han cambiado en el tango. Algunas, para bien, otras, para mal. A propósito, usted es el último de los llamados “cantores nacionales”, es decir los que además de tangos interpretaban el cancionero provinciano. Entre las mujeres sigue haciendo lo propio Nelly Omar. ¿Por qué se ha perdido el cantor nacional?
Todo se debe a la forma de vida, a los cambios operados en la ciudad. Antes, los barrios estaban cerca del campo. Por eso mis padres cantaban canciones camperas, no tangos.
Además, todavía se podía oír a los payadores -yo acompañé a algunos de ellos con mi guitarra-. Para entonces solía escuchar tangos en la radio, pero no para practicar ese género; eso vino después. En aquella época, me interesaba sobre todo la música sureña: décimas, largos relatos gauchos, algunos de los cuales llegaban a durar hasta 25 minutos.
¿No cree que el auge de la orquesta típica en los 40 contribuyó a esa pérdida?
Es posible. Si bien entonces había cantores nacionales, los que pasaban a las orquestas no interpretaban ya el repertorio campesino.
También se ha perdido la milonga auténtica. Usted es uno de los pocos que han conservado la índole de la milonga. Podría arriesgar otros contados nombres, como el de Rosita Quiroga o el de un Gardel anterior a la década del 30.
Es que yo he conocido las viejas milongas, como aquellas que cantaba mi abuela y otros parientes, ya que tengo la suerte de que casi todos mis antepasados eran criollos.
Ella, mi abuela, era de mil ochocientos y tantos, así que conocía bien el origen, sin haberlo estudiado, que por otra parte, a nadie se le habría ocurrido, entonces, haber escrito sobre aquellos incipientes géneros musicales. Las había aprendido de oírlas cantar por las calles. Esas coplas eran todas cuartetas y algunas, muy picarescas, como la de Juan y Josefina que ya le dije.Pero usted se refiere a la autenticidad…
Sí. La vieja milonga de los guitarreros no tenía ritmo de habanera. Eso lo agregaron músicos como Hargreaves que las escribieron para piano y luego quedó fijado en las milongas de Piana y en la posterior milonga orquestal.
Es muy cierto. Yo todavía hago la milonga clásica, aquella que nació en el arrabal, que era el límite entre el campo y la ciudad, y luego se extendió a ellos. Y también la uruguaya. que es diferente a la nuestra.
Usted se refirió a las milongas picarescas, ¿y los viejos tangos?
¡Cuantos títulos descarados! Muchos de ellos se modificaron luego para las partituras, como los que vinieron a llamarse “Cara sucia” o “La cara de la luna” . Pero hubo casos en que el título original quedó, aunque disimulado en las ilustraciones de las carátulas de las ediciones. Por ejemplo, uno titulado “Dos sin sacar”, en la tapa de cuya partitura un avispado artista había dibujado una escena de baile con dos muchachas sentadas, es decir, “dos sin sacar”, sin sacar a bailar.
Rivero, ¿cómo surgió la idea de instalar “El Viejo Almacén”?
Fue una ocurrencia de Carlos García y Alvarez Vieyra. Y también mía.
El proyecto nació una noche, mientras nos encontrábamos cenando. Nos entusiasmamos y tratamos de ubicar un sitio adecuado. Y lo encontramos en una antigua casona de Independencia y Balcarce. Era un edificio con historia; en tiempos de la colonia había funcionado allí el Hospital de Hombres, más tarde se convirtió en el Hospital Británico -donde se llevó a cabo la primera operación con anestesia en Sudamérica- y luego fue una “tienda de ultramarinos”.
El tiempo parecía haberse demorado entre aquellas paredes. Era lo que necesitábamos.
El 8 de mayo de 1969 lo inauguramos. Aquella noche actuaron los binomios Horacio Salgán-Ubaldo De Lío y Ciriaquito Ortiz-Edmundo Zaldívar, la orquesta de Carlos García y los cantantes María Cristina Láurenz y Félix Aldao. La presentación estuvo a cargo de Horacio Ferrer.
Por entonces, compusimos una milonga con Horacio, La titulamos “Coplas del Viejo Almacén” :
“En este Viejo Almacén / tengo un coro de gorriones./ sabios, poetas y chorros; / se mezclan por los rincones / un tango de antiguos sones / y un son de tangos cachorros.”
Fue por entonces cuando usted viajó al Japón…
Un año antes, en el 68. Podría contale tantas cosas acerca de ese pueblo maravilloso… Algo que me impactó y habla de la sabiduría de los japoneses: yo había observado que todas las mañanas la gente se inclinaba ante la puerta de su sitio de trabajo; no comprendía el motivo y lo averigüé; me respondieron que acostumbraban a hacer eso para agradecer a Dios por haberles dado un día más de trabajo.
Otra cosa: cuando hacen huelga, los japoneses van a trabajar, pero usan un distintivo que indica su adhesión a la misma. Es un pueblo con una cultura y una filosofía milenarias. Nunca podré olvida el cariño, la admiración y la cortesía de los japoneses durante mis actuaciones.
Pasando a otro tema, usted es el primer compositor que ha puesto música al soneto lunfardo.
Nadie lo hizo antes. seguramente, porque el soneto es breve y difícil de musicalizar, debido a sus tercetos.
A mí me interesaron porque tanto esa forma poética como el vocabulario lunfardo son sintéticos, en pocas palabras pintan al mundo. Además, las acepciones lunfas embellecen la poesía.
He rescatado para el cancionero a los grandes poetas de nuestra jerga: Carlos De la Púa, Felipe Fernández “Yacaré”, Iván Diez, al principio; Celedonio Flores, después; finalmente, algunos de los actuales, entre ellos Juan Bautista Devoto, Nyda Cuniberti o Enrique Otero Pizarro, ya fallecido, que firmaba como “Lope de Boedo” y escribió sonetos tan estupendos como éste que se titula “Dos ladrones”:
Hay tres cruces y tres crucificadosen la más alta, al diome, el Nazareno.En la del wing lloraba el chorro bueno mangándole el perdón de sus pecados.Escracho torvo; dientes apretados,marcaba el otro lunfa el duro freno del odío, y destilaba su veneno con el rechifle de los rejugados.¿No sos hijo de Dios? Dale. Salvate.Sos el Rey de los Moishes, arranyate.¿Por qué no te bajás? ¡Dale, che, guiso!Jesús ni se mosquió.¡Minga de bola!Y le dijo al buen chorro: Estate piolaque hoy zarparás conmigo al Paraíso.¿Qué bonito, no?…
Sin duda, un poeta “a la gurda”, como correspondería decir. Pero, generalmente, usted recita el primer terceto, ¿por qué?
Lo hago simplemente para variar.
¿Qué otros poemas lunfardos ha escrito?
Unos cuantos… Todos sobre personajes que he conocido, que me ha acercado la noche, como Aldo Saravia, el de la toalla mojada.
Lo conocí “en un ambiente turbio de nocheros”, quinieleros, malandras, cafishios. Saravia solía contar sus aventuras como explotador de mujeres.
Decía que las fajaba con una toalla mojada y que tenía diferentes técnicas, como las de agregar sal fina o gruesa al agua en que la sumergía, según los casos.
Y refería todas estas cosas con una voz especial, de pesado, que sólo usaba de noche.
En realidad, había cierta confabulación, entre quienes lo escuchábamos, para creerle todas esas fantasías.
A Osvaldo Pojatti le escribí un soneto que titulé “A un nochero que quiso ver el sol”. Pojatti era un nochero bravo, respetado por malandrines y policías. El amor lo arrancó de las sombras nocturnas y terminó, con una esposa y tres hijas, levantándose con el sol.
Otro de esos personajes es Domingo, el conserje de un hotel marplatense. Parábamos allí con Julieta y Domingo nos trató siempre con el mayor respeto. En una oportunidad, caímos a MAR DEL PLATA y el conserje inesperadamente nos abrazó y comenzó a tutearnos. No entendíamos nada.
Después nos aclaró: “Ahora soy un hombre de la noche como vos, Edmundo, ¡qué fenómeno es el ambiente nochero! Desde que laburo de cheno soy otra persona”.
Un tipo así no se me podía escapar y le escribí “A un nochero”. Siempre se sintió honradísimo con la última estrofa, en realidad, iba a modo de cargada:Veo en vos a Cacho Otero,a Picabea, a Ruggero,Julio el Gallego y con él a cafiolos y punguistas,cuenteros y descuidistas.¿Querés más?… ¡Vos sos Gardel
¿No se le ha ocurrido publicar esos poemas en libro?
No sé… Escribo mis poemas para mis amigos. Pero, tiene razón, quizás alguna vez publique los que he escrito sobre personajes de Buenos Aires. Ahora estoy escribiéndole a los pintores porteños.
Usted ha conservado la pureza de nuestras especies musicales, pero también ha cantado a Piazzolla. ¿Qué opina del tango actual?
Hay muy pocos o se difunden pocos de ellos.
Estoy de acuerdo con esto último. Sé de muchos autores -y soy uno de ellos- con una gran cantidad de tangos que nadie canta.
Los tangos de hoy -al menos, los que he escuchado- cantan a la luz de mercurio, al asfalto. No tienen el calor ni el color de la cosa pasada.
Ya los chicos no ven cosas que les embellezcan la vista o el espíritu. Todo está en el paisaje. Mire esos edificios modernos: lisos, cuadrados; cuando antes, la arquitectura estaba poblada de ornamentos.
En consecuencia, hoy el tango no se adorna. Además, nuestro género es muy difícil, porque en él es mejor contar que cantar. Lo ideal es hacer las dos cosas y, además, adornar el canto. Esto de los adornos lo introdujo Gardel en el tango cantable.
Es verdad. Y también Gardel estrenaba tangos continuamente, cosa que ahora, por cierto, no ocurre.
Sí, pero así le iba. Tenia que cantar en el exterior porque aquí aplaudían a cualquiera.
Sí, así fue. Pero hoy en día, los cantores de tevé o tanguerías, además de no interpretar -nuevos tangos, hacen un repertorio- “for export”, como ahora se dice.
Porque los turistas son quienes, generalmente, concurren a esos sitios. Y ése es otro problema. Un obrero, un empleado, no pueden ir a los lugares de tango. ¿Sabe por qué? Porque a causa de los altos costos actuales, es imposible que haya espectáculos baratos.
pasado.
Como ya dije, es bueno que cuenten y canten. Que tengan su estilo. El cantor debe ser como árbol con una rama.( Fuente:Roberto Selles)
el mejor hotel que sin dudas tuvo mar del plata el HOTEL SCAFIDI, familia siciliana idem a la nuestra de gran fuerza , las noches de SCAFIDI famosas en todo el planeta lo mejor