“A fines de la 2ª Guerra Mundial, en 1945, dos submarinos alemanes se rindieron en la Base Naval de Mar del Plata. El 10 de Julio de 1945 se rindió el U-530, con su tripulación de 54 hombres comandada por el Oberleutnant Otto Wermouth; el 17 de Agosto se rindió el U-977, con 31 hombres bajo el comando del Oberleutnant Heinz Zchaffer. Las foto es del submarino alemán U530 en la Base Naval en 1945”. Fernando Rodriguez.
Botado el 28 de julio de 1942 en los astilleros “Deutsche Werft” de Hamburgo, el “U-530” pertenecía a la clase IX C, con un desplazamiento de 1.144/1.247 t. Con carga completa de fuel-oil (214 t.), su autonomía era de 11.400 Km, pudiendo desarrollar una velocidad de superficie de 18 nudos y en inmersión de 7 nudos. El armamento consistía en un cañón de 10,5 cm.; un cañón A/A de 3,7 cm. y 2 ametralladoras A/A de 20 mm , seis tubos lanzatorpedos de 21 pulgadas -cuatro en proa y dos a popa- con 21 torpedos a bordo. También podía transportar 33 minas y estaba equipado con Snorkel. Al mando del teniente Vermouth que realizaba su primer viaje como comandante y 54 tripulantes, el “U-530” zarpó de Kiel el 19 de febrero de 1945 con rumbo a Noruega. Reaprovisionado en Christiansand, el sumergible marchó hacia su zona de operaciones en el Atlántico Norte, donde recibió la noticia de la capitulación. Reunidos en consejo, oficiales y tripulantes decidieron ignorar la orden de emerger dada por los aliados, intentando en cambio el viaje hacia Argentina.
Atte.: Enrique Mario Palacio.
Sr. Fernando. Espectacular foto de un momento que nos recuerda una capitulacion esperada, muy explicito el comentario del Sr. Enrique. Atte. Los saluda Jose Alberto Lago.
Felicito y agradezco al Sr. Fernando Rodriguez, por haber enviado estas fotos (5010-11) que son verdaderamente históricas-documentales.Con respecto a la historia de la entrega de estos submarinos, creo que está documentada en demasía por distintos medios de la época y repetidos en números aniversarios, como por ejemplo del Diario La Capital etc.y posteriormente en diversos libros de historia, sobre este tema, lo podemos ver en las páginas 321 y 322, de ” Mar del Plata Ciudad de América para la Humanidad” de Roberto T. Barili, donde además hay una valiosa colaboración del Capitán de Fragata Héctor Azcueta Martinez, que fue segundo comandante de la Base Naval, donde comenta detalles que no fueron muy difundidos.
Lic. Somma. Viendo que tiene una base de datos muy importante, me gustaria que comentara las vivencias escritas por el segundo comandante de la Base Naval Capitan de Fragata Hector Azcueta Matinez, sobre los detalles de la capitulacion de estas naves. Sin otro particular aprovecho estas lineas para saludarlo Atte. Jose Alberto Lago.
El cuento ( con algunos datos de la realidad) lo escribí después de leer documentación ( incluso del Diario La Capital)la cual me generó una gran curiosidad. Espero les agrade
Nicolás Ayala volvía a su casa de Berisso con otro ánimo esa tarde de abril. Le habían confirmado el traslado a la sucursal del banco en Villa Gesell para el mes que viene.
Hacia una semana se había separado de su novia Verónica después de 8 años ininterrumpidos de relación salvo por pequeñas escaramuzas sin importancia.
Se había enamorado de Vero en primer año y jamás se animo a decírselo. Ella, linda como pocas, era inalcanzable y él por miedo al desplante prefirió callar.
Pero cuando terminaron, dos semanas después de la fiesta de egresados, la encontró en el centro, sola. La invito a tomar un café y sin mediar preámbulos, con palabras poco estudiadas le confeso su amor. Verónica ya lo sabía. Y acepto.
Pasaron los años, se los veía enamorados, para ella era una revelación. Para el, que siempre lo había estado, el fuego se fue domesticando. Nico le llevaba a Vero muchos años de desvelos, de angustias y hasta desplantes.
Hubo una asimetría en los tiempos del amor que conspiro para que la relación no perdurara. Además Verónica hablaba de casamiento, y eso hizo que Nico tomara la decisión de no seguir, de evitar un error que les saldría caro.
La vida, decía Nico a sus amigos, tenia preparadas otras cosas para el a partir de ahora. De hecho, el traslado a un lugar tan querido, era una señal confirmatoria de ello.
En Villa Gesell había veraneado casi todos los años con sus padres y su hermano Martín. Solían alquilar el mismo chalecito en el Barrio Norte, en pleno pinar, donde están los árboles más antiguos, plantados y cuidados por el propio Carlos Gesell. Cerca de la reserva donde están las casas del pionero y del Balneario Brujas, refugio hippie de los 60.
Evocaba aquellos veranos gesellinos mientras volvía desde La Plata en el colectivo por el mismo aburrido camino de todos los días desde hacia 6 años.
El Banco Provincia era casi heredado, sus padres se habían conocido trabajando allí en el 81, y su abuelo tuvo un fugaz paso en los 60.
Lo que se venia ahora era muy distinto: El banco con nuevos compañeros, seguramente iría caminando a trabajar, viviría solo, cosa que no experimentaba desde hacia dos años cuando decidió alquilarse un duplex en La Plata a 4 cuadras del banco y al poco tiempo el bolsillo lo hizo desistir y volvió con los viejos.
El lunes 12 de Mayo debía presentarse en la sucursal Gesell. Estaba seguro que nunca había estado por allá en otra época que no fuera verano. Era un agregado a la estimulante incertidumbre del cambio.
Ya había señado el alquiler de un departamento amueblado, aun sin tener la confirmación del traslado. Estaba a 2 cuadras de la Capilla, en la zona en que se cruzan la Av.3 y la Av. Buenos Aires. El banco estaba a pocas cuadras, pero lo mas atractivo es que estaría cerca del pinar de su niñez y de la playa.
Nicolás, con sus 26 años, sentía que tenía cosas importantes para hacer.No tenia intenciones de estudiar y no le parecía mal envejecer y jubilarse en el banco. La cosa iba por otro lado, pero el todavía no tenia muy claro cual era ese lado.
Viviría solo, lo suficientemente lejos del hogar paterno como para sentir una independencia real y saludable.
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Llegó a la Villa el viernes 9 a la tardecita con un comisionista que le hizo la mudanza. El departamento, en un segundo piso, tenia los muebles suficientes y una vajilla hasta redundante.
El sábado estuvo muy entretenido clavando clavos para colgar un par de cuadros, conectando la computadora y el televisor. Armo unos estantes para sus varios libros, muchos de ellos aun no leídos y dos que son sus preferidos: Cien años de Soledad y El Vino del Estío de Ray Bradbury.
La ferretería de al lado lo tuvo de cliente no menos de 4 veces, al punto que ya casi eran amigos con el dueño.
Esa noche pidió unas empanadas y cerveza a una pizzería cuyo número encontró en un folleto de promoción arriba de la mesada. Vio en la tele el mediocre empate entre Racing y Arsenal y se acostó antes de medianoche con la idea de salir a caminar por la playa al otro día. Llevaría los sándwich de milanesa que le había hecho la madre y el equipo de mate en la mochila.
Ese domingo 11 de Mayo, amaneció esplendido. Cuando Nico levanto la persiana de su cuarto un aire frío se le acerco de a poco y los aromas, hijos de la noche, esos que se acantonan cerca de las ventanas, se metieron de un salto en la habitación.
Calentó el agua para el mate, saco las milanesas de la heladera, metió todo en la mochila, se tomo un café medio rapido, y antes de las 9 estaba camino al mar.
Bajo por la Av. Buenos Aires y a las dos cuadras ya estaba pisando la arena.El mar estaba verde, un verde inédito, verde con destellos de plata. El sol trepando lento, el rumor eterno del océano y los pasos de Nico por la arena eran lo único que esa mañana parecía existir.
Desde ahí, la ciudad parecía de utilería. Las ventanas inmóviles, cerradas. Los balnearios ni siquiera tenían los esqueletos de las carpas, con las terrazas de madera acumulando arena y alguna desagradable bolsita de nylon flameando, testimonio de las desidias del verano. La arena planchada brillaba como una laguna de mica; la marea en baja dejaba ver los globitos de aire de miles de moluscos escondidos.
Nico se había propuesto llegar hasta el Faro Querandí. Serian unos 25 Km. por la playa.Siempre lo cautivaron los faros, sus misterios y soledades. Calculo que le llevaría no menos de cuatros horas. Se quedaría un par de horas en el faro y comenzaría a volver con la precaución de llegar antes que caiga el sol.
No había nadie en la playa. Mirara para donde mirase solo arena, mar y dunas.Mas atrás, como fondo inmóvil, los edificios, que a medida que avanzaba hacia el sur eran cada vez más bajos y espaciados.
Al cabo de una hora a su derecha solo había dunas, ni rastros de civilización.
Como siempre cuando estaba solo, jugaba con la imaginación y con la memoria. Dos aliadas de siempre, que le permitían soñar y recordar, emocionándose con ambas.
Amaba viajar, si era solo, mejor. Conocer lugares fuera de los circuitos obvios, desviar los trayectos estipulados, hablar con los que nadie ni siquiera ve.
Caminaba por esas playas infinitas, despreocupado, feliz, libre. El apuro era una palabra y una acción que quería hacer desaparecer de su vida. Seguía pensando que acá, en el mar, en la arena podría empezar una nueva historia, algo nuevo, algo deseado desde siempre y que nunca tomaba forma, que quedaba solo en eso, en ansiar otra cosa y no saber como empezar.
El aire se movía suave, en forma de viento leve del oeste que apaciguaba el mar, lo alisaba a fuerza de soplarlo sin violencia, solo con constancia.
La arena no tenía los surcos veraniegos que dejan las ruedas, ni los hoyitos de las pisadas; era una gran vereda ocre, larga y difusa que despedía vapores de polvo y hacia el sur se confundía con el cielo con el que se prestaban colores y secretos.
Debería estar a la altura de Mar de Las Pampas o de Mar Azul, cuando a lo lejos, adelante, le pareció ver una figura humana que se movía, era casi un punto oscuro rodeado del amarillento suelo, parecía moverse en círculos pequeños.
A medida que avanzaba fue corroborando la humanidad del sujeto y además la condición de hombre, es más, de hombre adulto.
Jugaba con la imaginación preguntándose que estaría haciendo ese hombre. Pescando no parecía, juntando caracoles, tal vez. De lo que estaba seguro es que cualquier cosa que estuviese haciendo no era descansar o contemplar el paisaje.
A uno 50 metros ya noto que era un hombre de mas de 60 años, con el cabello de plata, y ropas oscuras.
Tenía algo en la mano que parecía una pala y otros objetos alrededor de lo que se asemejaba a un pozo.
Hasta que estuvo a 10 pasos, el hombre no aparentaba haber notado que Nico se acercaba. Pero se sorprendió cuando, estando hincado, levanto la cabeza y le dijo: -Buenas, pibe.
-Buen día, que tal? retribuyo Nico el saludo.
-Acá andamos, trabajando digamos…
-Esta linda la mañana, digo, para trabajar… La pregunta que hubiese querido hacerle Nico era: ¿Trabajando de que?
Nicolás pudo ver que a la pala se le sumaban una especie de cernidor con una malla muy fina, una bolsa de cuero muy sobada y sucia, y hasta un imán grande. El hombre debería haber sido muy rubio en su juventud, tenía unos ojos increíblemente celestes, la piel blanca pero curtida, con un cierto bronceado que no es muy común ver en gente de tez tan clara. Los pantalones eran amplios de una tela gruesa, que cuando nuevos deben haber sido azules, calzaba unos borsegos marrones y gastados, una camisa leñadora y una especie de campera negra de lana apelmazada.
-Y vos pibe me preguntaras cual es mi trabajo? Pareció adivinar la pregunta no hecha por Nico.
– Ssii, de que trabaja? Tartamudeo Nico.
– Bueno, mira pibe, yo busco, y colecciono tesoros, jajaja, se rió con ganas mientras de reojo miraba la reacción de Nico.
-Tesoros??? Nico ya creía suponer que estaba frente a un delirante.
– Si, hay tesoros y tesoros, y están acá abajo, en la arena.
Se incorporo trabajosamente y de la bolsa de cuero saco varias cosas pequeñas: Un reloj barato de mujer, una cadenita que parecía de oro, un chupete, un billete de 20$, una agenda del 94, la llave de un auto, y lo que parecía mas valioso: Un anillo con una piedra roja, que bien podía ser un rubí.
-Todo eso lo encontró acá? Hoy?
-No, esto lo coseche entre anteayer y ayer. Este debe ser el pozo numero diez que hice desde el viernes, hay otros mas al norte. Pero yo los tapo, pibe, porque alguno puede pisar mal y romperse un tobillo.
– Y todos los días hace esto?
– Si, todos los días, soy constante. Algunos vienen en marzo y taladran las playas. Yo soy parejito, pibe, estoy todo el año. Incluso en verano vengo con el farol a la noche. Nadie me puede seguir.El viejo Kurt es así…
Kurt.Ya tenía un nombre este personaje inesperado. Esto le confirmaba a Nico que el cabello y los ojos claros tenían una fuerte razón de ser: O era alemán o descendiente.
Nicolás se preguntaba porque le contaba esto precisamente a el, algo que si bien lo hacia a cielo abierto, tenia algo de secreto, de clandestino si se quiere.
-Kurt me dijo que se llama? Yo soy Nicolás, Nico me dicen,un
gusto.
-Paseando pibe?
-Si, pensaba llegar al Faro….
Nico, ya había descartado esa idea porque suponía que esta conversación recién empezaba, y que seguramente habría mas cosas por descubrir del singular Kurt.
-El faro Querandí¡¡ Sabias que fue la primera construcción
por estos lados? Se construyo en el 22.
-Ah, no, no sabía.
-Si, pibe. Después en el 38 llego don Carlos Gesell con toda su
energía y sus quijotadas. Quería hacer una plantación para proveerse de madera para los muebles de niños que fabricaba en Buenos Aires, y después de mucho luchar logro que se arraigaran los primeros árboles. Probó mucho, hasta que dio en el clavo con estos pinos que están acá atrás y con la acacia trinervis que la trajo de Australia. Ahí, mas o menos empezó a funcionar la forestacion.Un loco lindo el alemán¡¡¡
Kurt, no dejaba de sacar arena, y pasarla por el cernidor. Se notaba que era un hombre instruido, hablaba con propiedad, hacia pausas y puntualizaba las oraciones con prolija corrección.
-Y usted hace mucho que vive por acá, Kurt?
-Siempre pibe, yo nací acá.
-Disculpe la curiosidad. Pero que hace con todas esas cosas que encuentra? Las vende?
-Depende. Cuando son cosas de valor, como ese anillo que te mostré, los guardo y espero un año. Si al año no viene alguien que pueda demostrarme que es suyo, lo vendo. Si la persona que viene tiene como demostrármelo se lo doy, y por lo general me dan una gratificación.
-Ah, que bien. Me parece justo para las dos partes¡¡
-Esto lo hago desde que deje de navegar hace unos 20 años
-Así que era marino?
-Si, en buques mercantes, y estuve varios años, conocí muchos lugares, incluso el pueblo de mis padres en Alemania.
-Me imagine que era de origen alemán.
-Por estos lados hay muchos descendientes de alemanes.
-Si, si, lo sabia, dijo Nico
-Además herede el amor al mar de mi padre.Pero esa es otra historia.
Kurt dejo de hablar, como si evocar a su padre lo obligara a cambiar de tema
La mañana seguía creciendo impecable, la brisa suave, amainando. Kurt y Nico, dos solitarios de domingo, parecían afinar la misma cuerda invisible, esa que ignora tantas diferencias y distancias entre dos personas.
Nico le hablo de la esperanza, de algo distinto para su vida, de un vuelco, de algo grande. Y hasta le confeso que recalar en estos lugares era una señal. Incluso se animo a decirle que hasta este extraño encuentro era, precisamente por extraño, un mojón, una especie de hito en un camino que a algún lugar llevaba. Nico creía en cierta intervención de lo mágico en la vida de todos, pero que pocos podían darse cuenta. El estaba del lado de los que percibían esa magia e intuía que andaba cerca.
Le hablo de su familia, de sus amigos, de su ex novia, de su gusto por leer y de los cuentos, poesías y relatos que amaba escribir, que andaba siempre con un cuaderno encima. Incluso ahora llevaba uno en su mochila.
Kurt, gradualmente, iba cambiando su rutina, miraba mas a Nico que a la arena, lo escuchaba con sincera atención. Le caía bien el muchacho. También vio una señal. Hacia rato que lo sabia.Tenia que buscar a alguien en quien confiar. Los tiempos se acortaban…
Le contó que había nacido en Buenos Aires en el 46. Que acá no
había nada y los padres fueron a la capital unos días antes que el naciese y a la semana del parto se vinieron de vuelta para estos lados. Vivian en una campo, muy cerca de acá. Los padres eran caseros en una estancia muy grande, ambos se habían criado en el campo, pero el padre, aclaraba Kurt, era marino, fundamentalmente marino. Además, los campos bàvaros, decía Kurt, no se parecían en nada a estas inmensidades. Tuvo dos hermanas que vivían en Alemania desde hacia mucho, se casaron y volvieron por unos días solo cuando murieron sus padres, en el 92 y en el 94.
Nico, que entre otras cosas, leía historia, supo enseguida que el destino de este hombre, y de sus padres claro, estaba marcado por la 2ª Guerra Mundial. Era inevitable la asociación. Lo que no sabia todavía era como recalaron por estas tierras.
-Tenes hambre pibe? Pregunto Kurt, cuando serian cerca de las 12 del mediodía.
– Tengo unas milanesas en la mochila. Quiere comerse una?, y además tengo mate. Para Nico este alemán no tenia aspecto de tomar mate, pero…
– Matee¡¡ sii hace rato que no tomo, no debería, pero hoy es un día especial.
Kurt, al decir que era un día especial, ya había tomado una decisión. Una decisión que alguna vez tenia que tomar.
-Yo tengo unos fiambres y un pan casero exquisitos, veni, vamos a mi casa.
Nico se pregunto que tan lejos seria eso.
Pero la sorpresa se la llevo cuando traspusieron la ante duna, apenas uno 30 metros de donde estaban. Entre pinos, acacias, tamariscos y otros arbustos se erigía una especie de galpon de madera. Tendría unos 8 metros de ancho y unos 20 metros de largo. Dos ventanas en el lateral que daba al sur y un gran portón en el frente que apuntaba al mar.
Kurt abrió el portón y no se sintió ningún ruido dando testimonio de lo bien engrasada que estaban las bisagras.
– Adelante pibe, este es mi rancho, dijo Kurt con un tono que denotaba un cierto orgullo.
Por dentro podían verse otro juego de ventanas en el lateral norte, pero más grandes que las del sur, y sobre el extremo opuesto al portón por donde ingresaron se adivinaba otro acceso pero más chico.
Las paredes eran troncos de pino en forma de media caña con la corteza hacia el exterior. Internamente la mayoría de la superficie estaba revestida por madera machimbrada de un color nogal. Era como un gran loft, en un rincón estaba armado el sector que hacia de habitación, allí había una cama de plaza y media prolijamente arropada, una mesa de luz antigua, un ropero alto tipo monacal y un perchero del que pendían 2 sacos y un sombrero alpino.
El techo era a dos aguas, con un tablado de madera de pino.Por encima la cobertura era de chapa de zinc.
Adosada a la pared norte, cerca de la primera ventana había una heladera y una mesa con tres sillas. Eran de pino y no parecían que fueran muy viejas.
Entre ambas ventanas aparecía una puerta, también de madera, que seguramente comunicaba con el baño.
Sobre la misma pared había una pileta grande, tipo lavadero. Dentro de ella un balde plástico con ropa en remojo.
Pero lo mas atractivo del paisaje domestico era lo que ocupaba la mitad trasera del recinto.
En ambas paredes, desde el piso hasta unos 2 metros, estantes repletos de libros, revistas, carpetas, e incluso objetos. En el espacio entre ambas paredes había mesas y mesadas también pobladas de objetos variados, que iban desde una ensaladera de acero inoxidable repleta de monedas viejas hasta ejemplares de Patoruzu y peluches de todo tipo.
Parecía una tienda de libros usados y de antigüedades, ambientada de ex profeso. Bien podría estar en el corazón de San Telmo, en Buenos Aires. Pero estaba ahí, entre las dunas, a escasos metros del mar y con la entrada restringida por un alambrado de púas algo decadente que rodeaba el galpón por 3 de los 4 lados.
Nico no sabia para que lado mirar, estaba absolutamente extasiado. Supuso que Kurt era un hombre ilustrado, ya lo había notado en la conversación, pero no imagino que podía ser dueño de semajente cantidad de libros. Era evidente que los objetos e incluso las revistas eran parte de los tesoros que diariamente encontraba, pero los libros… No se imaginaba Nico que tantos ejemplares pudiesen olvidarse en las playas.
Nico caminaba lentamente mirando los lomos de los libros.
Había de todo, y algunos parecían muy antiguos, los había en ingles, en alemán, en italiano y claro, en español.
Cuando volvía mirando los libros de la biblioteca enfrentada a la anterior se encontró con un claro en la pared ,libre de estantes, de algo mas de un metro, en el que había unos ocho cuadros que enmarcaban fotos, fotos en blanco y negro.
Le llamo la atención una en particular. Un joven con uniforme de marino muy parecido a Kurt. No podía ser otro que su padre. En la propia foto, con tinta blanca había una referencia en alemán de la que solo entendió el año: 1943.
-Ese es mi padre, dijo Kurt, que estaba detrás de Nico. Este se
sobresalto porque no lo había visto acercarse.
–Me imagine.
– Ahí tenía 19 años, y recién había sido incorporado a la
Kriegmarine del 3º Reich.
Escucharse a si mismo pronunciar “3º Reich” lo estremeció. Hacia años,muchos años, que ni siquiera la pensaba. El nunca
simpatizó con el nazismo y cuando alguien, por su condición de alemán, le hacia alguna alusión el se enojaba.
A la vez, el comentario, que podría no haberle hecho a Nico, con respecto a su padre, era la introducción a una extensa narración.
-A ver pibe, vamos a sentarnos, cebate esos mates, saca las milanesas que yo voy a cortar el jamón y el lewerbuch.
Se acomodaron frente a frente en la mesa de pino. Kurt trajo la mitad de un jamón, pan casero y lewer, mientras Nico aportaba sus dos sándwiches de milanesa y el mate.
******************
-Mira Nico, era la primera vez que lo llamaba por su nombre, voy a confiarte un secreto que tiene exactamente 63 años.
Nico lo miro sorprendido, hasta dejo de masticar por unos segundos.
-Un secreto de 63 años?? Y por que a mi?
– Desde que amaneció supe que hoy iba a ser un día especial, y cuando apareciste casi de la nada en la playa pensé que eras la persona indicada en la que podía confiar.
– Confiar?
– Si Nico, confiar, y a la vez hacerte un pedido
Nico recordó que desde que supo del traslado a Gesell tenia la certeza de que por estas latitudes su vida podía cambiar. Y ahora tenia la absoluta seguridad que así iba a ser. Intrigado, le costaba tragar el agua del mate, se dispuso a escuchar a Kurt.
-Me imagino que habrás leído algo sobre la 2ª Guerra Mundial, no?
– Si, algo leí, y además mi abuelo me contaba que seguía las acciones por los diarios de la época.
– Para cuando comenzó el año 1945 ya las cartas estaban echadas, Alemania ya tenía prácticamente perdida la guerra. No te olvides que los aliados habían desembarcado en Normandía en Junio de 1944, en Agosto liberaron Paris, y para los primeros meses del 45, los soviéticos desde el frente oriental y los americanos e ingleses desde el opuesto tenían Berlín a la vista.
Kurt apenas había comido un poco de jamón, ni siquiera probo la milanesa, pero le hacia honor al mate que Nico cebaba.
Estaba distendido, como aliviado. Una especie de felicidad hacia que el celeste de sus ojos pareciese sobrenatural. Confiaba en que Nico iba a saber como manejar lo que estaba a punto de saber, y de tener.
-Mi padre fue incorporado a la Kriegmarine a mediados de 1942, había cumplido los 18 años en febrero de ese año. Estuvo en varias bases hasta que a principios del 43 lo confirmaron como tripulante de un submarino escuela de la 21º flotilla con asiento en la base de Kiel.
-El submarino en cuestión era el U-977, era del tipo VII C, tenia una eslora de poco menos de 70 mts, 2 motores diesel de 1400 HP cada uno, 2 propulsores eléctricos de 500 Kw., una autonomía de 10.000 Km. La capacidad de tripulantes era de unos 45 y tenia un poder de fuego de 14 torpedos, 33 minas, 1 cañón de 88 mm 1 de 37mm y 8 de 20 mm.
Nico sorprendido por la memoria de Kurt no atinaba a abrir la boca, estaba cautivado y a la vez ansioso por saber que era lo que se le iba a confiar.
-El U-977 fue botado en marzo del 43, funciono como nave escuela hasta que en marzo de 1945 se lo destina a la 31º flotille de entrenamiento y asume como comandante el capitán Heinz Shaffer de apenas 24 años.
– 24 años¡¡¡- exclamo Nico- casi como su padre¡¡¡
– Si, todos eran muy jóvenes.
Mientras Kurt daba los detalles técnicos del submarino con precisión, de una carpeta extraía recortes de diario con fotos de submarinos.
– Este Nico, este es el U-977, y este otro es el U-530.
A Nico le llamo la atención que las fotos estuvieran tituladas en castellano y que pertenecían al diario La Capital de Mar del Plata del 18 de agosto de 1945, pero no quiso preguntar nada.
-Como te decía recién, Alemania ya tenia la guerra perdida.El 30 de abril ante la inminencia de la caída de Berlín, Hitler se suicida con su esposa en el bunker, y asume su sucesor el Gran Almirante Karl Doenitz. El 8 de mayo, Doenitz anuncia la rendición incondicional del 3º Reich.
-El almirante Doenitz había sido quien convenció a Hitler sobre la bondad de los submarinos para interrumpir el tráfico marino de abastecimiento de los aliados. De hecho mandaron a pique cerca de 3000 buques a un costo de algo más de 700 submarinos y 25.000 tripulantes perdidos.
Nico más que abrumarse con las cifras, se admiraba de los detalles que Kurt daba, de la prolijidad narrativa y no dejaba de preguntarse que seria lo que le confiaría.
-Ni bien se rinde, Doenitz da la orden a todos los comandantes de la Kriegmarine que hundan sus naves. Pero cuando el alto mando aliado se entera, se comunica por radio con las naves alemanas y le advierte que no lo hagan dado que quedarían fuera de la ley. Además les dieron la orden de emerger los submarinos, señalar posición, entregarse en los puertos que les asignarían ondeando una bandera negra.
-El U-977, el que tripulaba mi padre Hans Shulz, había zarpado de su base en Alemania el 26 de Abril.Se aprovisiono con 85 toneladas de combustible en Kristiansand, en Noruega y allí se
enteran de la muerte del fuhrer. Su destino era el área de patrullaje del puerto de Southampton en Inglaterra.
-Pero no se habían rendido?
-La orden de rendición llego el 8 de mayo, y el capitán
Shaffer reunió a toda la tripulación, oficiales y marineros, y les comento la situación dándoles a elegir entre entregarse a los vencedores o ir a la Argentina, país amigable con Alemania, aunque le había declarado la guerra hacia pocos días.
-No hace falta que me diga lo que decidió su padre, dijo Nico,
con la voz emocionada.
-Solo 16, los que estaban casados, decidieron volver a
Alemania.Los desembarcaron en una maniobra muy peligrosa, en botes de goma cerca de Bergen en Noruega. Cuando los británicos los capturan dijeron ser sobrevivientes del U-977.
-Te cuento que mi padre tenía novia, pero al ser hija del agregado cultural en la embajada de Alemania en Paraguay, ella de apenas 18 años estaba con su familia en Asunción. Así que cuando el Capitán Shaffer hablo de Argentina, mi padre, que era un joven muy lector, sabía que eso era cerca de Paraguay. Y a pesar de la derrota, la guerra había terminado. Una nueva vida empezaría.
Kurt Shulz, hijo de 2 alemanes que los raros sortilegios de la guerra volvió a unir en las antípodas, estaba a punto de dejar un legado. No tuvo hijos, y lo que le fue confiado por su propio padre, debía depositarlo en alguien que supiese darle un destino. Pensó que ese joven maduro, serio e inteligente, con la avidez de algo nuevo, mágico y trascendente seria el mejor.
– Antes que el submarino emprendiese el cruce del Atlántico, emergió en las cercanías de alguna imprecisa costa.Mi padre supo que al U-977 se le habían agregado 3 tripulantes.Apenas llegó a verlos, pero supo que doblaban en edad al capitán. Casi nadie, salvo Shaffer, los pudo ver.
Esto se esta poniendo interesante pensó Nico. Se imaginaba un final a toda orquesta.
– El U-977 comenzaba una travesía sumergido solo superada en tiempo por otro U-boot, estuvo 66 días sumergido. Imaginate lo que debe haber sido no ver la luz del sol durante tanto tiempo, con trabajo extra por los 16 tripulantes que habían descendido en Noruega. Solo eran 32 para el trabajo de 50. A Shaffer le costo mantener la disciplina. El U-977 había sido equipado con un snorkel, gracias al cual lograron esta proeza.
– Esperame un segundo Nico, y cambia la yerba, calenta agua que ya sigo.
Nico se fue a la pileta, cargo de agua una pava de aluminio, tiro la yerba usada en una bolsa de nylon negro, prendió la hornalla y puso yerba nueva.
Kurt mientras tanto corría un baúl de metal y madera y para sorpresa de Nico, que lo estaba observando mientras el agua se calentaba, abría una puerta en el piso que bien podría conducir a un sótano. Kurt desapareció bajo el piso, y a los 3 minutos apareció con 2 grandes carpetas, y una caja.
Como si no hubiese habido una interrupción, Kurt siguió hablando:
-El capitán Shaffer conocía muy bien a su tripulación.Cuando ya
habían pasado 45 días de viaje sumergidos, cuando la disciplina volvió a su lugar, cito a 3 marineros a su camarote. Uno de ellos era
mi padre.
Los 3 tenían en comun, que además de ser excelentes nadadores y tener un gran estado físico y psíquico eran de los 10 más instruidos y además discretos.Les dijo algo así:
“Marineros, ustedes saben que en el comienzo del viaje embarcamos 3 personas. Es muy importante que ellos no estén a bordo cuando nos entreguemos en Argentina. Ellos y lo que llevan entre sus pertenencias son muy importantes para el Reich”
“Los elegí a ustedes por sus aptitudes, y se que no van a defraudarme. En este momento estamos frente a las costas de Brasil. Acabo de enterarme que el U-530 se entrego en la Base Naval de Mar del Plata en Argentina, y que fueron tratados con total dignidad.”
“En días mas estaremos en una zona entre Buenos Aires y la Base de Mar del Plata.Nos acercaremos lo mas posible a la costa teniendo en cuenta, según las cartas náuticas, que la poca profundidad nos obligara estar a una hora de navegacion de distancia con esas playas.
“En la noche ustedes serán los encargados de hacer llegar sanos y salvos a los tres oficiales de las SS que tenemos en nuestro submarino a otra embarcación que los estará esperando.Se trata de un pequeño barco de pescadores tripulado por gente de la embajada. Entre el lugar en que emergeremos y la posición del pesquero habrá unos 200 metros. Tenemos 3 botes de goma como para que cada uno de ustedes se haga cargo de un oficial y sus bultos.Deberan abordar el barco. El pesquero se acercara a la costa hasta que su calado se lo permita y en ese lugar habrá un nuevo traslado a 2 botes que están en el barco.Llegaran a la playa y allí habrá quien los espere.Se les darán pasaportes argentinos con otros nombres. Los oficiales a partir de ahí ya no estarán a su cuidado. Alguien les dará las nuevas instrucciones.”
“En cuanto a usted Shulz, sabemos que su novia es hija de un diplomático que esta en Paraguay.Se ha hecho lo necesario para que se encuentren.”
-Como, te imaginaras Nico, no había alternativa. Eran órdenes.
-Si claro, que situación limite¡¡¡¡ Por que dicho así parecía que
todo iba a salir a la perfección….
-Y no todo salio como se esperaba…
-Que paso?? Pregunto Nico intrigadísimo.
-El U-977 llegó exactamente frente a donde estamos ahora la noche del 13 de Agosto de 1945. Emergió por primera vez en 66 días. Era una noche de perros, tormentosa con vientos del sudeste.Hicieron señas lumínicas y a la hora tuvieron una repuesta desde un punto algo más al sur de su posición. Era el pesquero.Navegar con los botes del submarino, angostos y poco estables, fue una tortura. A mi padre le toco llevar a un oficial muy alto y muy callado, a quien nunca llego a verle el rostro con claridad, pero supuso que era el de más alto rango.
-En cada bote había 3 o 4 paquetes muy bien envueltos con telas impermeables, eran de una densidad baja para que flotaran si fuese necesario.
Kurt se disponía a contar el desenlace, cuando un dolor intenso lo hizo inclinarse sobre la mesa, parecía perder el conocimiento, al punto que Nico se levanto rápido para asistirlo. Al instante se recupero, y volvió al relato como si nada hubiese pasado.
-Estoy bien pibe, no te preocupes.
-Pero casi se desmaya Kurt¡¡¡
-Si, cada tanto pasa, pero todavía falta….
Eso a Nico le sonó mal, tuvo un mal presentimiento.
-Como te iba diciendo, la noche era tremenda, y los botes
estaban relativamente cerca del pesquero cuando para su asombro una enorme explosión ilumina de rojo la noche, el pesquero había estallado. Nunca se supo cual fue la causa, se tejieron varias hipótesis, pero ni remotamente se menciono que en las cercanías había un submarino alemán.
-Pero usted cree que fue un torpedo??
-Podría ser, pero no dan los tiempos. Los tripulantes del pesquero nunca se encontraron, nunca supo mi padre si allí estaban realmente los que esperaban que estuviesen, o sea los funcionarios de la embajada. Si Shaffer torpedeo el pesquero podría suponerse que en el barco no estaban quienes tendrían que estar. Pero como lo supo?
-Y los verdaderos tripulantes del pesquero? Donde estaban?
– Nadie reclamo por ningún barco pesquero, por lo tanto ese barco pasó a ser un misterio, hasta se negó su existencia y hasta la explosión, que fue notada por algunos pocos pobladores costeros.
– Y que paso con los 3 botes??
– Los botes gracias a vientos y corrientes favorables llegaron a la playa con diferencia de media hora entre ellos, serian las 5 de la mañana del 14 de Agosto…
– Me imagino que los estarían esperando??
– No había nadie, ni siquiera curiosos por lo de la explosión.
– Es inexplicable¡¡¡
– Si Nico, como tantas cosas…
– Y que hicieron??
– Enterraron los botes después de cortarlos en pedazos, y se quedaron en la ladera de una duna.
– Los oficiales hablaban entre ellos en voz baja, mí padre y los otros 2 marineros no sabían que seria de ellos. La incertidumbre era absoluta, ni siquiera estaban seguros de estar en Argentina.
– Y como zafaron? Si cabe la expresión, acoto Nico impaciente.
– Cuando estaba clareando vieron que un camión Mercedes Benz había estacionado a unos 100 metros tierra adentro, entre dos grandes dunas. Al rato, del mismo descendieron dos hombres de civil, altos y rubios.Llevaban armas largas y se acercaban rápidamente gracias a que la lluvia había apelmazado la arena.Cuando estuvieron junto al grupo dijeron algo en alemán a manera de contraseña y uno de los oficiales respondió sin titubear. Los paquetes eran más de 12 y tenían el tamaño de un televisor grande, para que te des una idea.
-Los marineros se encargaban de cargarlos en la caja el camion.Mi padre fue por los últimos dos cuando escucho ráfagas de ametralladoras que provenían del camión. Se tiro al suelo haciéndose lo mas chico que pudo, y a los 2 minutos el Mercedes empezaba a alejarse, sin dejar nada mas que sus propias huellas en la arena.
– No lo puedo creer? A los demás los habían matado?
-Es de suponer. Nunca se supo. Como la explosión, nadie escucho nada, nunca se supo nada, como si no hubiese existido.
– Y su padre???
– Lo primero que hizo fue enterrar las dos grandes cajas en la arena.No sabia todavía que contenían, pero dada las vicisitudes por las que había pasado, era evidente la importancia que tenian.Suponia que
iban a venir por el.
– Pero esto es una película¡¡¡¡
– O algo más, dijo enigmáticamente Kurt.
-En su mochila llevaba chocolates y agua potable como para sobrevivir unos días sin hacerse ver. Recordaba lo que le había dicho el capitán Schaffer con respecto a Marlene, su novia, la que seria mi madre.
– Ah claro, me imagine que seria ella- dijo Nico.
– Casi no durmió por dos días, estaba seguro que vendrían por el y por las cajas. Se mantuvo casi inmóvil, se movía cuando oscurecía para memorizar donde se veían luces, que seguramente corresponderían a casas.
-Al tercer día el cansancio lo vencio.Lo despertó un sacudon en los brazos.
– Noo¡¡Lo encontraron¡¡¡ se lamentaba Nico.
– Si , pero era un funcionario de la embajada alemana en Paraguay acompañado por un asistente de origen paraguayo.
– Huy ahora sii, que suerte-. Nico vivía intensamente la historia
– El alemán sabía todo lo que había ocurrido, salvo que había dos cajas enterradas por mi padre.Lo llevaron en un Ford 34 hasta una casa en Madariaga.
– Y las cajas??
– Mi padre, quién sabe porque, intuyo que seria mejor ocultar la existencia de las cajas.
– Yo hubiese hecho lo mismo¡¡- dijo Nico entusiasmado.
– En Gral. Madariaga fue alojado en una chacrita a minutos de la plaza principal. Era un lugar discreto, habitado por un matrimonio de origen croata que anda saber de que manera estarían relacionados con la diplomacia alemana.
– Estuvo muy bien atendido, pero no podía moverse de ahí y nadie podía saber de su existencia. El matrimonio hablaba un alemán bastante entendible y y así pasaron unos 20 días.
-Y las cajas??? Exclamo Nico
– Seguían donde mi padre las había dejado. El dudaba de que persistiesen allí, no conocía como se comportaban las mareas y los vientos, y además no sabia si alguien las había echado de menos, y hubiese vuelto a buscarlas.
– Pero ahí estaban…Dedujo Nico
– El 10 de septiembre de 1945, llego un auto a la chacra, un Chevrolet negro. Lo tripulaban dos hombres, ambos paraguayos, y una joven que ese preciso día cumplía 19 años. Marlene. Mi madre.
– ¡¡Que bueno¡¡¡ Nico disfrutaba del relato como si estuviera viendo una película de Indiana Jones.
– Hacia mucho tiempo que no se veían, por lo menos 1 año.Los
padres de ella fueron detenidos y trasladados a Estados Unidos.Supieron con el tiempo que la decisión de que se encontrarían en el exilio, dondequiera que este fuera,había sido tomada por los padres de ambos ante la inminencia de la derrota.
-Y adonde los llevaron??
-Estuvieron un par de meses en la chacra de Madariaga, hasta
que los pusieron a cargo de un campo a pocos Km.de acá. Era una estancia de 1000 ha.Nunca supieron bien a quien pertenecía, se hablaba que era de gente relacionada con el ejercito argentino. Tuvieron todos sus papeles en regla en poco tiempo y se fueron integrando a la vida del lugar.Ninguno de los dos jamás contó exactamente como llegaron a la Argentina.Al poco tiempo, en septiembre del 46 nací yo.
-Y las cajas????
-Ah, jaja, las famosas cajas. Seria en Octubre cuando mi padre
se acerco al lugar de su accidentada entrada al país, sin esperanzas de encontrar algo. Tomo la precaución de ir de día, ya que de noche hubiese necesitado linterna y eso hubiese llamado la atención. Fue a pescar, aunque no era muy entendido en el tema. A pesar de la dinámica de las dunas, tenia una idea bastante aproximada de donde había escondido las voluminosas cajas.Cuando por fin encontró el lugar memorizo y tomo referencias para volver.
-Me imagino que después si, fue de noche.
-Asi es.Una tarde fue con la Studebaker del campo. También fue
a pescar cuando caía el sol, llevo un farol a kerosene, y bolsas de arpillera.
-No le costo mucho sacar de la arena las 2 cajas. Estaban como
las había dejado.Se aseguro que nadie lo viera, de hecho nadie había pasado por ahí mientras el estuvo. Subió las cajas a la camioneta y regreso al campo. No se cruzo con nadie.
-Y que había en las cajas?? Pregunto impaciente Nico.
-Papeles, muchos papeles.
-Pero, que decían?
-Aun lo dicen.Dijo lacónicamente Kurt
-Como?
-Aquí están. Y Kurt le señalo las carpetas y la caja que había
traído del sótano.
Nico palideció, su cara de espectador privilegiado de película de aventuras, pasó a ser la de un casi aterrado niño ante un film de terror.
-Usted me quiere decir que esto es lo que estaba en esas
cajas?? Que todavía esta acá? Esto, por lo que usted me contó debe haber sido responsable de balaceras con muertes, intrigas y vaya a saber que otras cosas¡¡¡
-Así es.
-Pero de que se trata??
-Informes secretos de las SS, de la GESTAPO, de la Cancilleria,
de la Kriegmarine… y mas.
-Pero que dicen??
-Bueno, tendrás que averiguarlo por tus propios medios¡¡¡
-¿¿¿Queeee? , Nico parecía pasar del estupor al enojo. No
entendía que estaba pasando
-Así, es. Mi padre sufrió la guerra, no vio mas a sus padres,
tampoco mi madre. Cuando supo lo que esto contenía, prefirió no sacarlo a la luz. Temía por su mujer, por nosotros. No te olvides que estaba todo muy fresco. Luego paso el tiempo y ya no quiso hacer nada más que esconderlo como el primer día. Seguía pensando que era lo más apropiado. Mis padres fueron felices.En este país criaron a sus hijos, fueron bien tratados, trabajaron siempre, y murieron en paz.
-Y usted y sus hermanas sabían?
-No. Recién lo supe cuando el enfermo. Me pidió que los leyera
y que decidiera que hacer con todo esto. Solo lo supe yo. Aun estaba en la marina mercante y lo tuve escondido en varios lugares hasta que me retire y me instale acá.
-Y porque me los da a mí, y no es usted quien los saque a la luz?.
Kurt había entristecido de repente. Los ojos celestes habían tomado el color del mar.
– Nunca tuve el valor. No me preguntes porque. Tal vez el ser
descendiente de un marino alemán del 3º Reich me cohibió. Además pensé que se me podría usar, o quizás ensuciar la memoria de mis padres.
-Ah, entiendo… Dijo Nico con cierta compasión.
-Además, Nico. Ya es tarde. No estaré vivo en la próxima
primavera.
-Ehhhh¡¡¡ Que dice???
-Si Nico, es así. Yo se lo que te digo.
-Pero….
-Si Nico. Entonces lo que yo te pido, lo que te confío es
el contenido de aquellas cajas que llegaron con mi padre desde las entrañas de aquel submarino.Se que sos inteligente y sabrás usarlas para el bien, para reparar una partecita de tanta locura
*********************************************
La editorial aposto fuerte a la edición 2011 de la Feria del Libro. Tuvo muchos éxitos en la última década, pero lo que ahora acontecía con este autor era inesperado.
En la Rural presentaba su segunda novela, precedida de una gran repercusión de su opera prima.
La editorial había recibido mails e incluso cartas desde Los Ángeles del Centro Simon Wiesenthal, del gobierno de la Republica Federal de Alemania, de la cancillería de Polonia, e incluso de la embajada de Israel en Buenos Aires. Toda esa correspondencia fue derivada al autor, quien seguramente satisfizo los requerimientos planteados ya que las procedencias no se repetían.
Nicolás Ayala, sentado frente al micrófono, estaba dispuesto esa tarde a responder preguntas de críticos y lectores.
Cuando promediaba la conferencia, un hombre muy anciano de cabellos blancos y ojos de un azul absoluto, se levanto en la tercera fila y con vos firme se dirigió al autor:
-Usted me tiene que decir de donde saco todos esos datos que vuelca en sus novelas¡¡ y antes que Nicolás atinara a responderle agrego:
Yo creo saber el origen ¡¡¡
Nicolás Ayala, se levanto de su asiento, y con un tono amable, casi compasivo, mirando al anciano fijamente le dijo:
Pura imaginación, Capitán Shaffer, pura imaginación……
– Y las cajas??? Exclamo Nico
– Seguían donde mi padre las había dejado. El dudaba de que persistiesen allí, no conocía como se comportaban las mareas y los vientos, y además no sabia si alguien las había echado de menos, y hubiese vuelto a buscarlas.
– Pero ahí estaban…Dedujo Nico
– El 10 de septiembre de 1945, llego un auto a la chacra, un Chevrolet negro. Lo tripulaban dos hombres, ambos paraguayos, y una joven que ese preciso día cumplía 19 años. Marlene. Mi madre.
– ¡¡Que bueno¡¡¡ Nico disfrutaba del relato como si estuviera viendo una película de Indiana Jones.
– Hacia mucho tiempo que no se veían, por lo menos 1 año.Los padres de ella fueron detenidos y trasladados a Estados Unidos. Supieron con el tiempo
que la decisión de que se encontrarían en el exilio, dondequiera que este fuera,
había sido tomada por los padres de ambos ante la inminencia de la derrota.
– Y adonde los llevaron??
– Estuvieron un par de meses en la chacra de Madariaga, hasta que los
pusieron a cargo de un campo a pocos Km.de acá. Era una estancia de 1000 ha.Nunca supieron bien a quien pertenecía, se hablaba que era de gente relacionada con el ejercito argentino. Tuvieron todos sus papeles en regla en poco tiempo y se fueron integrando a la vida del lugar.Ninguno de los dos jamás contó exactamente como llegaron a la Argentina.Al poco tiempo, en septiembre del 46 nací yo.
– Y las cajas????
-Ah, jaja, las famosas cajas. Seria en Octubre cuando mi padre se acerco
al lugar de su accidentada entrada al país, sin esperanzas de encontrar algo. Tomo la preocupación de ir de día, ya que de noche hubiese necesitado linterna y eso hubiese llamado la atención. Fue a pescar, aunque no era muy entendido en el tema. A pesar de la dinámica de las dunas, tenia una idea bastante aproximada de donde había escondido las voluminosas cajas.Cuando por fin encontró el lugar memorizo y tomo referencias para volver.
– Me imagino que después si, fue de noche.
– Asi es.Una tarde fue con la Studebaker del campo. También fue a
pescar cuando caía el sol, llevo un farol a kerosene, y bolsas de arpillera.
– No le costo mucho sacar de la arena las 2 cajas. Estaban como las
había dejado.Se aseguro que nadie lo viera, de hecho nadie había pasado por ahí mientras el estuvo. Subió las cajas a la camioneta y regreso al campo. No se cruzo con nadie.
– Y que había en las cajas?? Pregunto impaciente Nico.
– Papeles, muchos papeles.
– Pero, que decían?
– Aun lo dicen.Dijo lacónicamente Kurt
– Como?
– Aquí están. Y Kurt le señalo las carpetas y la caja que había traído de
Sótano.
Nico palideció, su cara de espectador privilegiado de película de aventuras, pasó a ser la de un casi aterrado niño ante un film de terror.
– Usted me quiere decir que esto es lo que estaba en esas cajas?? Que
todavía esta acá? Esto, por lo que usted me contó debe haber sido responsable de balaceras con muertes, intrigas y vaya a saber que otras cosas¡¡¡
– Así es.
– Pero de que se trata??
– Informes secretos de las SS, de la GESTAPO, de la Cancilleria, de la
Kriegmarine… y mas.
– Pero que dicen??
– Bueno, tendrás que averiguarlo por tus propios medios¡¡¡
– ¿¿¿Queeee? , Nico parecía pasar del estupor al enojo. No entendía que
estaba pasando
– Así, es. Mi padre sufrió la guerra, no vio mas a sus padres, tampoco mi
madre. Cuando supo lo que esto contenía, prefirió no sacarlo a la luz. Temía por su mujer, por nosotros. No te olvides que estaba todo muy fresco. Luego paso el tiempo y ya no quiso hacer nada más que esconderlo como el primer día. Seguía pensando que era lo más apropiado. Mis padres fueron felices.En este país criaron a sus hijos, fueron bien tratados, trabajaron siempre, y murieron en paz.
– Y usted y sus hermanas sabían?
– No. Recién lo supe cuando el enfermo. Me pidió que los leyera y que
decidiera que hacer con todo esto. Solo lo supe yo. Aun estaba en la marina mercante y lo tuve escondido en varios lugares hasta que me retire y me instale acá.
– Y porque me los da a mí, y no es usted quien los saque a la luz?.
Kurt había entristecido de repente. Los ojos celestes habían tomado el
color del mar.
– Nunca tuve el valor. No me preguntes porque. Tal vez el ser
descendiente de un marino alemán del 3º Reich me cohibió. Además pensé que se me podría usar, o quizás ensuciar la memoria de mis padres.
– Ah, entiendo… Dijo Nico con cierta compasión.
– Además, Nico. Ya es tarde. No estaré vivo en la próxima primavera.
– Ehhhh¡¡¡ Que dice???
– Si Nico, es así. Yo se lo que te digo.
– Pero….
– Si Nico. Entonces lo que yo te pido, lo que te confío es el contenido
de aquellas cajas que llegaron con mi padre desde las entrañas de aquel submarino.Se que sos inteligente y sabrás usarlas para el bien, para reparar una partecita de tanta locura
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La editorial aposto fuerte a la edición 2011 de la Feria del Libro. Tuvo muchos éxitos en la última década, pero lo que ahora acontecía con este autor era inesperado.
En la Rural presentaba su segunda novela, precedida de una gran repercusión de su opera prima.
La editorial había recibido mails e incluso cartas desde Los Ángeles del Centro Simon Wiesenthal, del gobierno de la Republica Federal de Alemania, de la cancillería de Polonia, e incluso de la embajada de Israel en Buenos Aires. Toda esa correspondencia fue derivada al autor, quien seguramente satisfizo los requerimientos planteados ya que las procedencias no se repetían.
Nicolás Ayala, sentado frente al micrófono, estaba dispuesto esa tarde a responder preguntas de críticos y lectores.
Cuando promediaba la conferencia, un hombre muy anciano de cabellos blancos y ojos de un azul absoluto, se levanto en la tercera fila y con vos firme se dirigió al autor:
-Usted me tiene que decir de donde saco todos esos datos que vuelca en sus novelas¡¡ y antes que Nicolás atinara a responderle agrego:
Yo creo saber el origen ¡¡¡
Nicolás Ayala, se levanto de su asiento, y con un tono amable, casi compasivo, mirando al anciano fijamente le dijo:
Pura imaginación, Capitán Shaffer, pura imaginación……
Nicolás Ayala volvía a su casa de Berisso con otro ánimo esa tarde de abril. Le habían confirmado el traslado a la sucursal del banco en Villa Gesell para el mes que viene.
Hacia una semana se había separado de su novia Verónica después de 8 años ininterrumpidos de relación salvo por pequeñas escaramuzas sin importancia.
Se había enamorado de Vero en primer año y jamás se animo a decírselo. Ella, linda como pocas, era inalcanzable y él por miedo al desplante prefirió callar.
Pero cuando terminaron, dos semanas después de la fiesta de egresados, la encontró en el centro, sola. La invito a tomar un café y sin mediar preámbulos, con palabras poco estudiadas le confeso su amor. Verónica ya lo sabía. Y acepto.
Pasaron los años, se los veía enamorados, para ella era una revelación. Para el, que siempre lo había estado, el fuego se fue domesticando. Nico le llevaba a Vero muchos años de desvelos, de angustias y hasta desplantes.
Hubo una asimetría en los tiempos del amor que conspiro para que la relación no perdurara. Además Verónica hablaba de casamiento, y eso hizo que Nico tomara la decisión de no seguir, de evitar un error que les saldría caro.
La vida, decía Nico a sus amigos, tenia preparadas otras cosas para el a partir de ahora. De hecho, el traslado a un lugar tan querido, era una señal confirmatoria de ello.
En Villa Gesell había veraneado casi todos los años con sus padres y su hermano Martín. Solían alquilar el mismo chalecito en el Barrio Norte, en pleno pinar, donde están los árboles más antiguos, plantados y cuidados por el propio Carlos Gesell. Cerca de la reserva donde están las casas del pionero y del Balneario Brujas, refugio hippie de los 60.
Evocaba aquellos veranos gesellinos mientras volvía desde La Plata en el colectivo por el mismo aburrido camino de todos los días desde hacia 6 años.
El Banco Provincia era casi heredado, sus padres se habían conocido trabajando allí en el 81, y su abuelo tuvo un fugaz paso en los 60.
Lo que se venia ahora era muy distinto: El banco con nuevos compañeros, seguramente iría caminando a trabajar, viviría solo, cosa que no experimentaba desde hacia dos años cuando decidió alquilarse un duplex en La Plata a 4 cuadras del banco y al poco tiempo el bolsillo lo hizo desistir y volvió con los viejos.
El lunes 12 de Mayo debía presentarse en la sucursal Gesell. Estaba seguro que nunca había estado por allá en otra época que no fuera verano. Era un agregado a la estimulante incertidumbre del cambio.
Ya había señado el alquiler de un departamento amueblado, aun sin tener la confirmación del traslado. Estaba a 2 cuadras de la Capilla, en la zona en que se cruzan la Av.3 y la Av. Buenos Aires. El banco estaba a pocas cuadras, pero lo mas atractivo es que estaría cerca del pinar de su niñez y de la playa.
Nicolás, con sus 26 años, sentía que tenía cosas importantes para hacer.No tenia intenciones de estudiar y no le parecía mal envejecer y jubilarse en el banco. La cosa iba por otro lado, pero el todavía no tenia muy claro cual era ese lado.
Viviría solo, lo suficientemente lejos del hogar paterno como para sentir una independencia real y saludable.
**********************
Llegó a la Villa el viernes 9 a la tardecita con un comisionista que le hizo la mudanza. El departamento, en un segundo piso, tenia los muebles suficientes y una vajilla hasta redundante.
El sábado estuvo muy entretenido clavando clavos para colgar un par de cuadros, conectando la computadora y el televisor. Armo unos estantes para sus varios libros, muchos de ellos aun no leídos y dos que son sus preferidos: Cien años de Soledad y El Vino del Estío de Ray Bradbury.
La ferretería de al lado lo tuvo de cliente no menos de 4 veces, al punto que ya casi eran amigos con el dueño.
Esa noche pidió unas empanadas y cerveza a una pizzería cuyo número encontró en un folleto de promoción arriba de la mesada. Vio en la tele el mediocre empate entre Racing y Arsenal y se acostó antes de medianoche con la idea de salir a caminar por la playa al otro día. Llevaría los sándwich de milanesa que le había hecho la madre y el equipo de mate en la mochila.
Ese domingo 11 de Mayo, amaneció esplendido. Cuando Nico levanto la persiana de su cuarto un aire frío se le acerco de a poco y los aromas, hijos de la noche, esos que se acantonan cerca de las ventanas, se metieron de un salto en la habitación.
Calentó el agua para el mate, saco las milanesas de la heladera, metió todo en la mochila, se tomo un café medio rapido, y antes de las 9 estaba camino al mar.
Bajo por la Av. Buenos Aires y a las dos cuadras ya estaba pisando la arena.El mar estaba verde, un verde inédito, verde con destellos de plata. El sol trepando lento, el rumor eterno del océano y los pasos de Nico por la arena eran lo único que esa mañana parecía existir.
Desde ahí, la ciudad parecía de utilería. Las ventanas inmóviles, cerradas. Los balnearios ni siquiera tenían los esqueletos de las carpas, con las terrazas de madera acumulando arena y alguna desagradable bolsita de nylon flameando, testimonio de las desidias del verano. La arena planchada brillaba como una laguna de mica; la marea en baja dejaba ver los globitos de aire de miles de moluscos escondidos.
Nico se había propuesto llegar hasta el Faro Querandí. Serian unos 25 Km. por la playa.Siempre lo cautivaron los faros, sus misterios y soledades. Calculo que le llevaría no menos de cuatros horas. Se quedaría un par de horas en el faro y comenzaría a volver con la precaución de llegar antes que caiga el sol.
No había nadie en la playa. Mirara para donde mirase solo arena, mar y dunas.Mas atrás, como fondo inmóvil, los edificios, que a medida que avanzaba hacia el sur eran cada vez más bajos y espaciados.
Al cabo de una hora a su derecha solo había dunas, ni rastros de civilización.
Como siempre cuando estaba solo, jugaba con la imaginación y con la memoria. Dos aliadas de siempre, que le permitían soñar y recordar, emocionándose con ambas.
Amaba viajar, si era solo, mejor. Conocer lugares fuera de los circuitos obvios, desviar los trayectos estipulados, hablar con los que nadie ni siquiera ve.
Caminaba por esas playas infinitas, despreocupado, feliz, libre. El apuro era una palabra y una acción que quería hacer desaparecer de su vida. Seguía pensando que acá, en el mar, en la arena podría empezar una nueva historia, algo nuevo, algo deseado desde siempre y que nunca tomaba forma, que quedaba solo en eso, en ansiar otra cosa y no saber como empezar.
El aire se movía suave, en forma de viento leve del oeste que apaciguaba el mar, lo alisaba a fuerza de soplarlo sin violencia, solo con constancia.
La arena no tenía los surcos veraniegos que dejan las ruedas, ni los hoyitos de las pisadas; era una gran vereda ocre, larga y difusa que despedía vapores de polvo y hacia el sur se confundía con el cielo con el que se prestaban colores y secretos.
Debería estar a la altura de Mar de Las Pampas o de Mar Azul, cuando a lo lejos, adelante, le pareció ver una figura humana que se movía, era casi un punto oscuro rodeado del amarillento suelo, parecía moverse en círculos pequeños.
A medida que avanzaba fue corroborando la humanidad del sujeto y además la condición de hombre, es más, de hombre adulto.
Jugaba con la imaginación preguntándose que estaría haciendo ese hombre. Pescando no parecía, juntando caracoles, tal vez. De lo que estaba seguro es que cualquier cosa que estuviese haciendo no era descansar o contemplar el paisaje.
A uno 50 metros ya noto que era un hombre de mas de 60 años, con el cabello de plata, y ropas oscuras.
Tenía algo en la mano que parecía una pala y otros objetos alrededor de lo que se asemejaba a un pozo.
Hasta que estuvo a 10 pasos, el hombre no aparentaba haber notado que Nico se acercaba. Pero se sorprendió cuando, estando hincado, levanto la cabeza y le dijo: -Buenas, pibe.
-Buen día, que tal? retribuyo Nico el saludo.
-Acá andamos, trabajando digamos…
-Esta linda la mañana, digo, para trabajar… La pregunta que hubiese querido hacerle Nico era: ¿Trabajando de que?
Nicolás pudo ver que a la pala se le sumaban una especie de cernidor con una malla muy fina, una bolsa de cuero muy sobada y sucia, y hasta un imán grande. El hombre debería haber sido muy rubio en su juventud, tenía unos ojos increíblemente celestes, la piel blanca pero curtida, con un cierto bronceado que no es muy común ver en gente de tez tan clara. Los pantalones eran amplios de una tela gruesa, que cuando nuevos deben haber sido azules, calzaba unos borsegos marrones y gastados, una camisa leñadora y una especie de campera negra de lana apelmazada.
-Y vos pibe me preguntaras cual es mi trabajo? Pareció adivinar la pregunta no hecha por Nico.
– Ssii, de que trabaja? Tartamudeo Nico.
– Bueno, mira pibe, yo busco, y colecciono tesoros, jajaja, se rió con ganas mientras de reojo miraba la reacción de Nico.
-Tesoros??? Nico ya creía suponer que estaba frente a un delirante.
– Si, hay tesoros y tesoros, y están acá abajo, en la arena.
Se incorporo trabajosamente y de la bolsa de cuero saco varias cosas pequeñas: Un reloj barato de mujer, una cadenita que parecía de oro, un chupete, un billete de 20$, una agenda del 94, la llave de un auto, y lo que parecía mas valioso: Un anillo con una piedra roja, que bien podía ser un rubí.
-Todo eso lo encontró acá? Hoy?
-No, esto lo coseche entre anteayer y ayer. Este debe ser el pozo numero diez que hice desde el viernes, hay otros mas al norte. Pero yo los tapo, pibe, porque alguno puede pisar mal y romperse un tobillo.
– Y todos los días hace esto?
– Si, todos los días, soy constante. Algunos vienen en marzo y taladran las playas. Yo soy parejito, pibe, estoy todo el año. Incluso en verano vengo con el farol a la noche. Nadie me puede seguir.El viejo Kurt es así…
Kurt.Ya tenía un nombre este personaje inesperado. Esto le confirmaba a Nico que el cabello y los ojos claros tenían una fuerte razón de ser: O era alemán o descendiente.
Nicolás se preguntaba porque le contaba esto precisamente a el, algo que si bien lo hacia a cielo abierto, tenia algo de secreto, de clandestino si se quiere.
-Kurt me dijo que se llama? Yo soy Nicolás, Nico me dicen,un
gusto.
-Paseando pibe?
-Si, pensaba llegar al Faro….
Nico, ya había descartado esa idea porque suponía que esta conversación recién empezaba, y que seguramente habría mas cosas por descubrir del singular Kurt.
-El faro Querandí¡¡ Sabias que fue la primera construcción
por estos lados? Se construyo en el 22.
-Ah, no, no sabía.
-Si, pibe. Después en el 38 llego don Carlos Gesell con toda su
energía y sus quijotadas. Quería hacer una plantación para proveerse de madera para los muebles de niños que fabricaba en Buenos Aires, y después de mucho luchar logro que se arraigaran los primeros árboles. Probó mucho, hasta que dio en el clavo con estos pinos que están acá atrás y con la acacia trinervis que la trajo de Australia. Ahí, mas o menos empezó a funcionar la forestacion.Un loco lindo el alemán¡¡¡
Kurt, no dejaba de sacar arena, y pasarla por el cernidor. Se notaba que era un hombre instruido, hablaba con propiedad, hacia pausas y puntualizaba las oraciones con prolija corrección.
-Y usted hace mucho que vive por acá, Kurt?
-Siempre pibe, yo nací acá.
-Disculpe la curiosidad. Pero que hace con todas esas cosas que encuentra? Las vende?
-Depende. Cuando son cosas de valor, como ese anillo que te mostré, los guardo y espero un año. Si al año no viene alguien que pueda demostrarme que es suyo, lo vendo. Si la persona que viene tiene como demostrármelo se lo doy, y por lo general me dan una gratificación.
-Ah, que bien. Me parece justo para las dos partes¡¡
-Esto lo hago desde que deje de navegar hace unos 20 años
-Así que era marino?
-Si, en buques mercantes, y estuve varios años, conocí muchos lugares, incluso el pueblo de mis padres en Alemania.
-Me imagine que era de origen alemán.
-Por estos lados hay muchos descendientes de alemanes.
-Si, si, lo sabia, dijo Nico
-Además herede el amor al mar de mi padre.Pero esa es otra historia.
Kurt dejo de hablar, como si evocar a su padre lo obligara a cambiar de tema
La mañana seguía creciendo impecable, la brisa suave, amainando. Kurt y Nico, dos solitarios de domingo, parecían afinar la misma cuerda invisible, esa que ignora tantas diferencias y distancias entre dos personas.
Nico le hablo de la esperanza, de algo distinto para su vida, de un vuelco, de algo grande. Y hasta le confeso que recalar en estos lugares era una señal. Incluso se animo a decirle que hasta este extraño encuentro era, precisamente por extraño, un mojón, una especie de hito en un camino que a algún lugar llevaba. Nico creía en cierta intervención de lo mágico en la vida de todos, pero que pocos podían darse cuenta. El estaba del lado de los que percibían esa magia e intuía que andaba cerca.
Le hablo de su familia, de sus amigos, de su ex novia, de su gusto por leer y de los cuentos, poesías y relatos que amaba escribir, que andaba siempre con un cuaderno encima. Incluso ahora llevaba uno en su mochila.
Kurt, gradualmente, iba cambiando su rutina, miraba mas a Nico que a la arena, lo escuchaba con sincera atención. Le caía bien el muchacho. También vio una señal. Hacia rato que lo sabia.Tenia que buscar a alguien en quien confiar. Los tiempos se acortaban…
Le contó que había nacido en Buenos Aires en el 46. Que acá no
había nada y los padres fueron a la capital unos días antes que el naciese y a la semana del parto se vinieron de vuelta para estos lados. Vivian en una campo, muy cerca de acá. Los padres eran caseros en una estancia muy grande, ambos se habían criado en el campo, pero el padre, aclaraba Kurt, era marino, fundamentalmente marino. Además, los campos bàvaros, decía Kurt, no se parecían en nada a estas inmensidades. Tuvo dos hermanas que vivían en Alemania desde hacia mucho, se casaron y volvieron por unos días solo cuando murieron sus padres, en el 92 y en el 94.
Nico, que entre otras cosas, leía historia, supo enseguida que el destino de este hombre, y de sus padres claro, estaba marcado por la 2ª Guerra Mundial. Era inevitable la asociación. Lo que no sabia todavía era como recalaron por estas tierras.
-Tenes hambre pibe? Pregunto Kurt, cuando serian cerca de las 12 del mediodía.
– Tengo unas milanesas en la mochila. Quiere comerse una?, y además tengo mate. Para Nico este alemán no tenia aspecto de tomar mate, pero…
– Matee¡¡ sii hace rato que no tomo, no debería, pero hoy es un día especial.
Kurt, al decir que era un día especial, ya había tomado una decisión. Una decisión que alguna vez tenia que tomar.
-Yo tengo unos fiambres y un pan casero exquisitos, veni, vamos a mi casa.
Nico se pregunto que tan lejos seria eso.
Pero la sorpresa se la llevo cuando traspusieron la ante duna, apenas uno
30 metros de donde estaban. Entre pinos, acacias, tamariscos y otros arbustos se erigía una especie de galpon de madera. Tendría unos 8 metros de ancho y unos 20 metros de largo. Dos ventanas en el lateral que daba al sur y un gran portón en el frente que apuntaba al mar.
Kurt abrió el portón y no se sintió ningún ruido dando testimonio de lo bien engrasada que estaban las bisagras.
– Adelante pibe, este es mi rancho, dijo Kurt con un tono que denotaba un cierto orgullo.
Por dentro podían verse otro juego de ventanas en el lateral norte, pero más grandes que las del sur, y sobre el extremo opuesto al portón por donde ingresaron se adivinaba otro acceso pero más chico.
Las paredes eran troncos de pino en forma de media caña con la corteza hacia el exterior. Internamente la mayoría de la superficie estaba revestida por madera machimbrada de un color nogal. Era como un gran loft, en un rincón estaba armado el sector que hacia de habitación, allí había una cama de plaza y media prolijamente arropada, una mesa de luz antigua, un ropero alto tipo monacal y un perchero del que pendían 2 sacos y un sombrero alpino.
El techo era a dos aguas, con un tablado de madera de pino.Por encima la cobertura era de chapa de zinc.
Adosada a la pared norte, cerca de la primera ventana había una heladera y una mesa con tres sillas. Eran de pino y no parecían que fueran muy viejas.
Entre ambas ventanas aparecía una puerta, también de madera, que seguramente comunicaba con el baño.
Sobre la misma pared había una pileta grande, tipo lavadero. Dentro de ella un balde plástico con ropa en remojo.
Pero lo mas atractivo del paisaje domestico era lo que ocupaba la mitad trasera del recinto.
En ambas paredes, desde el piso hasta unos 2 metros, estantes repletos de libros, revistas, carpetas, e incluso objetos. En el espacio entre ambas paredes había mesas y mesadas también pobladas de objetos variados, que iban desde una ensaladera
El cuento precedente se llama “Secretos Submarinos”