La campaña electoral agrietó la relación. Hubo dardos de un lado y de otro. El episodio del horario de los bancos dejó en evidencia la falta de coordinación. En el municipio notan una mejoría en el vínculo, pero todavía hay asuntos que reavivan las diferencias.
Por Ramiro Melucci
Durante el combate, los fogonazos se vieron en las dos trincheras. De un lado partió la acusación de haber cerrado y fundido Mar del Plata. Del otro le estamparon al municipio el sello del macrismo y devolvieron gentilezas con un desplante –la no invitación al acto de los Juegos Bonaerenses–. Pero pasadas las elecciones y en la antesala de una temporada que genera grandes expectativas en el todavía golpeado sector turístico las hostilidades entre el municipio y la Provincia parecen cesar.
El último desencuentro no fue el mejor indicio en ese sentido. Ocurrió por el horario de verano de los bancos. La Provincia lo estableció a mediados de noviembre de 8 a 13. El secretario de Gobierno, Santiago Bonifatti, aclaró enseguida que el municipio no había consensuado ese horario y anunció que sería de 10 a 15 hasta diciembre. Finalmente, el propio municipio lo desdijo y se ajustó al horario establecido por el gobierno bonaerense. Las idas y vueltas quedaron a la vista de todos. Un papelón.
A poco más de una semana de ese episodio en el municipio aseguran que la relación con la administración de Axel Kicillof está “mejorando”. Mencionan los chats que intercambian el intendente Guillermo Montenegro y el jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, sobre el presupuesto bonaerense, que será presentado en las próximas horas.
Hasta antes de las PASO el contacto más directo con la Provincia era Carlos Bianco. Pero después de su reemplazo el vínculo con el gobierno pareció enfriarse. El proceso electoral tampoco ayudó. “Hablemos después de las elecciones”, se habían prometido el nuevo jefe de gabinete y el intendente en los primeros mensajes.
En el entorno de Montenegro ya lo llaman simplemente Martín. “Martín entiende las necesidades de los municipios”, afirman, en alusión a su larga experiencia como intendente de Lomas de Zamora.
El trazo grueso del cálculo de gastos bonaerense y las demandas que prepara la oposición son seguidos de cerca por Montenegro. Se pone al tanto con la mesa de intendentes de Juntos por el Cambio. Suele perderse algunos encuentros por la distancia entre Mar del Plata y las sedes de esas reuniones, normalmente el conurbano. Pero no tarda en levantar el teléfono para pedir detalles.
La demora en la presentación del presupuesto bonaerense fue el principal argumento que dio el Ejecutivo local para pedir una prórroga para la elevación del suyo al Concejo Deliberante. Consideró que sin las proyecciones de recursos de la Provincia no se pueden establecer las partidas locales. Los concejales del Frente de Todos dijeron que Montenegro tardó porque no quería develar el aumento de tasas antes de las elecciones. Iluminaron sobre una estrategia que con similar criterio puede atribuírsele a Kicillof.
Lo cierto es que hasta el viernes en el municipio no estaba claro si el plazo de la prórroga, que vence el martes, será respetado o se solicitará más tiempo. Sigue atado a los tiempos del proyecto provincial.
Una semana después del desencuentro por el horario de los bancos en el municipio aseguraron que la relación con la administración de Axel Kicillof está “mejorando”.
Por lo pronto, el jueves quedará sellada la reprogramación de la deuda con la Provincia. El Concejo aprobará la devolución de los $ 235,9 millones prestados durante la pandemia. Será en 18 cuotas a partir de diciembre. Se trata de los fondos que, al decir de Kicillof, “pagó los sueldos” de la Municipalidad en los meses de mayores restricciones.
También se coló en la agenda bonaerense la posible re-reelección de los intendentes. Para Montenegro (al que la ley que la impide no lo afecta porque transita su primer mandato) representa un tema delicado. En el que debe hacer equilibrio entre el deseo de algunos de sus pares de Juntos por el Cambio y el origen de la ley, consensuada por María Eugenia Vidal y Sergio Massa en 2016. “Establece como máximo dos mandatos consecutivos y hay que ver qué interpretación judicial se hace”, deslizan cerca del jefe comunal.
La postura amerita una doble lectura. Por un lado, comulga con la posibilidad de que se determine que el primer mandato a tomar en cuenta no sea el de 2015-2019 sino el siguiente, con el argumento de que una ley no puede ser retroactiva. Lo que les abriría la puerta de la reelección a los intendentes que encabezan el reclamo. Por otro lado, exhibiría el rechazo de los intendentes del PRO a que se discuta una modificación de la ley en la Legislatura.
Esa agenda de la política, divorciada de los problemas cotidianos de los vecinos, es la que menos le interesa abordar públicamente a Montenegro. Tiene una temporada por delante y no pocos desafíos. En el último mes se multiplicaron los accidentes provocados por conductores que tomaron alcohol antes de manejar. El gobierno porteño ya anticipó que prepara un proyecto para inhabilitar licencias de quienes den positivo en el control de alcoholemia. ¿Puede ir Mar del Plata hacia una norma similar? En el municipio aseguran que trabajan en un “proyecto integral”, pero sin esa medida puntual. “Acá ya rige el alcohol cero y la retención de licencias”, mencionan. El inconveniente es que nada de eso desalienta el alcohol ni disminuye los accidentes.
La agenda de la política, divorciada de los problemas cotidianos de los vecinos, es la que menos le interesa abordar públicamente a Montenegro.
En la administración también preocupa la falta de taxis de noche, derivada en gran medida de la migración de conductores hacia otros emprendimientos en la cuarentena, cuando el turno nocturno quedó literalmente cancelado. “No es un problema solo de Mar del Plata. Lo padecen todas las grandes ciudades”, interpretan, y sostienen que la solución “no pasará por una decisión local”. Léase: el municipio no piensa impulsar un proyecto que venga a destronar al sancionado en enero de 2019, que prohíbe la prestación del servicio de transporte con vehículos sin habilitación municipal, lo que en los hechos frenó el desembarco de Uber.
La temporada está encima y ya parece predeterminada su extensión. O, para decirlo con más precisión, el momento en que empezará a declinar la afluencia de turistas. La decisión de Horacio Rodríguez Larreta de iniciar las clases en la Ciudad de Buenos Aires el 21 de febrero perjudica a Mar del Plata. Y el pedido de revisión de Montenegro fue descartado con loas a las diferencias que pueden coexistir en un mismo espacio político. En un intento por poner el dedo en la llaga, el opositor Ariel Ciano le reclamó al intendente que insista. No tuvo eco.
Pero en las últimas horas el oficialismo vernáculo logró sacarse las ganas de hablar de “otro golpe contra Mar del Plata”. No por el adelantamiento del ciclo lectivo porteño, claro, sino porque la Nación no declaró “corredor seguro” al puerto de Mar del Plata –como el de Capital Federal y el de Madryn– para que pudiera ingresar un crucero con más de 300 turistas. El jefe del bloque más cercano a Montenegro, Agustín Neme, adjudicó el hecho a “las internas” con la Provincia. El fuego cruzado puede irse apagando, pero algunas llamaradas persisten.