Durante los meses de noviembre y de diciembre del año 2021, un grupo de investigadores, docentes y estudiantes de la UNMDP, en el marco de un proyecto de investigación interdisciplinario, realizó una encuesta online y autoadministrada, a consumidores de verduras y frutas (VyF en adelante) residentes en la zona urbana de nuestro Partido. Respondieron 480 consumidores, de 18 años y más, quienes participan en la compra y/o en la elaboración de los alimentos de sus hogares. La muestra cuenta con heterogeneidad en cuanto a género, edad y nivel socioeconómico. Asimismo, es posible indicar que, del total de encuestados, únicamente el 6% es vegetariano y el 1% vegano; en cambio, el 30% elige una alimentación flexitariana.
Este estudio se gestó y desarrolló en coincidencia con la disposición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de que el año 2021 sea dedicado a las VyF, destacando, así, los beneficios para la salud asociados al consumo consciente de las mismas y reconociendo problemáticas vinculadas al manejo sustentable, el comercio justo, la calidad e inocuidad y la gestión de pérdidas y desperdicios. Seguidamente, se presentan los principales resultados.
La mayoría de los encuestados incorpora VyF a su alimentación, ya que el 45% las consume con una frecuencia semanal de 3-6 veces, predominando los que superan las 6 veces (47%). La verdulería y/o frutería es el principal lugar de compra dado que el 58% de los encuestados lo elige de forma exclusiva y el 38% realiza allí sus compras, pero, también, en otro tipo de comercio. A su vez, el 14% y el 13% consumen productos de su propia huerta o los compran en el hiper/supermercado, respectivamente; solo el 3% se abastece en cada uno de dichos lugares, de manera exclusiva.
Respecto a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de consumir 5 porciones diarias –aproximadamente, 400 g– de VyF, con excepción de tubérculos feculentos –papa, batata, mandioca– que tienen que ser consumidos solo algunas veces durante la semana, es posible indicar que el 44% de los encuestados conoce y cumple la misma, pero solo el 25% de manera habitual. Por su parte, el 27% cumple tal recomendación aún sin conocerla. De todos modos, es de marcar que la mitad de los encuestados que consume las 5 porciones diarias, ingiere, asiduamente, papa y batata.
Durante la Pandemia Covid-19, solo el 29% de los encuestados señala que aumentó el consumo de VyF, fundamentalmente, por contar con más tiempo para acondicionar y preparar las mismas y para equilibrar y balancear la alimentación y cuidar la salud –fortaleciendo el sistema inmunitario–.
Con relación a las verduras consumidas, las más mencionadas son: zanahoria, papa, cebolla, zapallo –calabaza y anco–, lechuga, morrón, rúcula, espinaca, zapallito, ajo, choclo, berenjena, brócoli y acelga. Por su parte, las frutas que presentan la mayor proporción de menciones son: banana, tomate, manzana, naranja, limón, mandarina, frutilla, palta, pera, durazno, kiwi, uva y arándano. Es de marcar el lugar que ocupan, en las preferencias de los encuestados, productos masivos tradicionales y consolidados de la región –como las verduras de hoja y la papa– y otros con gran potencial –tal el caso de la frutilla, el kiwi y el arándano–, lo que se encuentra vinculado a la estacionalidad y al comercio de cercanía, con los beneficios sociales, económicos y ambientales que ello genera. En cuanto a la diversificación, tomando conjuntamente las VyF, se aprecia que, aproximadamente, el 30% de los encuestados enumera entre 17-22 variedades distintas consumidas.
Respecto a los atributos de las VyF, los encuestados destacan: frescura, que sean de estación, precio, sabor, aspecto externo general, firmeza de la pulpa o carne, color de la piel o cáscara, aroma u olor, el hecho de conocer al productor o al vendedor y tamaño. También se consultó sobre las razones para consumir VyF, siendo priorizadas las referidas al gusto que produce su consumo, a aquellas vinculadas a la salud, a la adopción de una alimentación equilibrada y balanceada y a la posibilidad de acompañar otros alimentos –por ejemplo, milanesas con puré, bife con ensalada– o de emplearlas como ingredientes de un plato o de una comida –por ejemplo, tarta de verdura, tarta frutal–. Finalmente, el consumo de VyF como parte de un plan alimentario de descenso de peso se ubica con un porcentaje muy inferior.
Al consultar sobre el cinturón frutihortícola del Partido, uno de los principales a nivel nacional, el 65% de los encuestados manifiesta saber algo al respecto, resaltando su importancia como proveedor regional de VyF, indicando algunos productos típicos de la zona, refiriéndose a las quintas ubicadas en determinados lugares –como Sierra de los Padres y Batán– y mencionando tensiones debido al empleo de agroquímicos y el surgimiento de prácticas de cultivo alternativas a los convencionales.
Cuando se indaga sobre la percepción del riesgo que para la salud implica el empleo de pesticidas y de fertilizantes en la producción de VyF convencionales, los encuestados se revelan más temerosos de los primeros.
Siguiendo esta línea, es posible señalar que el 58% de los encuestados declara consumir, al menos ocasionalmente, VyF producidas con prácticas cuidadosas de la salud y el ambiente –orgánicas, biodinámicas, producidas con métodos que aplican controladores biológicos, agroecológicas–. Los encuestados acceden a este tipo de VyF, fundamentalmente, a través de una huerta propia o familiar, los negocios especializados, las ferias verdes y los nodos de entrega de bolsones agroecológicos. Con relación a las razones que impulsan la preferencia por las mismas, adquieren relevancia atributos relacionados a: menor contenido de agroquímicos, cuidado de la salud y respeto por el ambiente, como también, el apoyo a productores/comercializadores cercanos o conocidos.
A un alto porcentaje de encuestados, les preocupa mucho que los agroquímicos empleados en la producción convencional contaminen el agua, el aire, el suelo, las plantas y los animales, impactando negativamente sobre el ecosistema y su biodiversidad (73%); la salud de los/las trabajadores/as y de la población expuestos a pulverizaciones (73%); los desperdicios o los descartes originados en la producción (60%) y la contaminación que generan los envases de los agroquímicos empleados en la producción convencional de VyF (70%). En cambio, algo menos de la mitad de los encuestados prioriza una certificación –o garantía– que asegure la calidad diferencial de las VyF producidas sustentablemente (45%).
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Autores: M. Victoria Lacaze, Beatriz Lupín, Julieta Rodriguez, Silvina Fábregas, Agustina Etchegoyen, Clara Albani, M. Laura Cendón, Guillermina Mujica, Ariel González Barros, Agustina Agulló, Mailen Fernandez & Ariana Adamini.
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Escuela Superior de Medicina y Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Contacto: mvlacaze@mdp.edu.ar; mblupin@mdp.edu.ar; jarodriguez@mdp.edu.ar