Juntos por el Cambio hizo notar las complejidades de administrar un municipio ante el "flagelo de la inflación". El Frente de Todos cuestionó la subejecución de partidas. Acción Marplatense acompañó con críticas.
Con las elecciones cada vez más cerca, la sesión especial del Concejo Deliberante por las rendiciones de cuentas del gobierno de Guillermo Montenegro tuvo este martes claros condimentos electorales. Aunque se sabía que iban a ser aprobadas, el oficialismo y la oposición protagonizaron un fuerte debate sobre el uso de los fondos públicos que realiza el municipio.
El interbloque oficialista insistió con que el municipio presenta “las cuentas ordenadas” y destacó el manejo “eficaz, eficiente y responsable” de los recursos de los marplatenses y batanenses, sin perder de vista que eso ocurrió ante “el flagelo de la inflación”.
El Frente de Todos, principal crítico de la ejecución presupuestaria, lamentó la subejecución de partidas en áreas claves y rechazó que las cuentas estén en orden.
En el aspecto formal, las cuentas de 2022 de la administración central y los entes descentralizados (Emvial –Vialidad y Alumbrado–, Emsur –Servicios Urbanos, Emtur –Turismo– y Emder –Deportes y Recreación–) fueron aprobadas por mayoría, con los votos favorables del interbloque de Juntos por el Cambio, de Acción Marplatense y de Creciendo Juntos. El Frente de Todos y Crear votaron en contra.
La de Obras Sanitarias, por su parte, resultó sancionada por unanimidad: los bloques que se opusieron a las demás optaron por la abstención.
De arranque quedó en claro que el oficialismo local iba a remarcar el contexto. Agustín Neme (Vamos Juntos) recordó que el presupuesto nacional del año pasado establecía que iba a haber una inflación del 33%, pero terminó siendo del 95%. Mencionó además el “aumento exponencial del dólar” y puntualizó que la suba de las tasas municipales fue del 45%.
“Esto repercute en los objetivos y metas que se propone en la ejecución presupuestaria”, afirmó. Pero dijo que Montenegro priorizó “el orden de las cuentas, el cuidado de los recursos y la eficiencia en los gastos”. Eso se refleja, dijo, en “el superávit de $ 174 millones” y la disminución de las deudas flotante y consolidada.
Agustín Neme (Vamos Juntos), Angélica González (Coalición Cívica) y Marianela Romero (UCR), los tres jefes de bloque del interbloque oficialista.
Neme defendió el uso de los fondos comunes de inversión y los plazos fijos como forma de proteger los fondos ante la escalada inflacionaria. Especificó que gracias a esas herramientas el municipio tuvo ingresos por $ 1294 millones.
Detalló que esas “acciones financieras” permitieron, por ejemplo, que los salarios de los empleados municipales equipararan a la inflación y que se mantuvieran los valores de los adelantos que provienen de otras jurisdicciones. “Algunos decían que el municipio era inviable. Es equivocado, se pueden cuidar los recursos y devolverlos en servicios”, postuló el edil del PRO, y enseguida deslizó, en un evidente tiro por elevación a la Nación y la Provincia: “Hubiera sido imposible con otras decisiones, como gastar más de lo que se tiene”.
No fue el único. Liliana Gonzalorena (Coalición Cívica) fue la que calificó a la inflación de “flagelo”, mientras que su compañera de bloque, Angélica González, dio a entender que la Provincia discrimina al municipio, al deslizar que tuvo “falta de apoyo” por su color político.
“Decidió no hacer”
Las respuestas llegaron rápido. Virginia Sívori (Frente de Todos) sostuvo que hay “un alejamiento grande, enorme, entre lo que se propone hacer y lo que se hace”. No desconoció el contexto macroeconómico “complicado”, pero afirmó que “no puede ser la excusa para no hacer las cosas que se habían comprometido”. “Muchas cosas se podrían haber llevado adelante, pero se eligen otras prioridades”, indicó.
Habló de “desidia” y negó que haya “orden” en las cuentas municipales. “El orden es que las cosas se hagan bien, no que no se hagan. Las cosas pueden estar ordenadas por la quietud, por no hacer”, diferenció. Y agregó: “Estamos lejos de ver cuentas ordenadas”.
A diferencia del oficialismo, aseguró que la administración central tuvo “un déficit de $ 400 millones” y que “se construyeron los resultados superavitarios” a través de los fondos comunes de inversión. No renegó de esa opción para mantener el valor de los fondos, pero afirmó que otra forma de hacerlo es ejecutando “rápido”. “¿De qué sirve el plazo fijo si no se compran alimentos'”, ejemplificó.
Virginia Sívori, del Frente de Todos.
Marcó que se registró una deuda de “casi $ 600 millones con proveedores” y una “subejecución” de partidas en “cosas imprescindibles que el gobierno local elige no comprar, como alimentos o elementos para las salitas de salud”. “No hacer es la decisión. No solo lo que se había comprometido, sino también lo que se necesita”, lanzó, y sentenció que “se distorsionó profundamente la ejecución presupuestaria”.
Sívori rechazó que el gobierno de la provincia discrimine a Mar del Plata. aseguró que llegaron “$ 3000 millones más” de los previstos y señaló que las obras de pavimentación e iluminación del Emvial se hacen con fondos bonaerenses.
“Símbolo del abandono”
Una de las exposiciones más duras contra el gobierno municipal la realizó el también kirchnerista Vito Amalfitano. Hizo foco en el estado del estadio José María Minella y dijo que el municipio “dejó al abandono el máximo escenario deportivo de la ciudad”.
Apuntó que con esta gestión dejó de haber fútbol de verano tras 50 años, recordó que el municipio no quiso incluir una partida de $ 13 millones para un estudio que determine qué arreglos hay que hacer y señaló que el Mundial Sub 20 es el primero de los tres que se jugaron en el país (el de 1978 y el Sub 20 de 2001 fueron los otros dos) que no tiene partidos en el Minella. Antes de terminar. Amalfitano aseveró que el estadio “es el símbolo del abandono de la ciudad”.
Más controversias
Horacio Taccone, de Acción Marplatense, también rechazó que haya “cuentas ordenadas”, pero a diferencia del Frente de Todos su bloque votó a favor las rendiciones de cuentas al sostener que no presentan “objeciones formales”, más allá del “grave error” de no haber llamado a una licitación” para la implementación de las fotomultas.
Taccone se preguntó si “está bien tener superávit” o “una deuda más chica” si “no se compran insumos para centros de salud y escuelas”. E invitó a sus pares a “hablar más del futuro” en lugar de recriminar por cuestiones del pasado.
“Encontramos desorden, insensibilidad y desidia”, fustigó a su turno la presidenta del bloque del Frente de Todos, Marina Santoro. “No pudieron nombrar ni una sola obra municipal. En realidad sí: un techo y una vereda”, chicaneó.
La titular del bloque radical, Marianela Romero, respondió a los cuestionamientos sobre subejecución presupuestaria, sobre todo en salud y educación, al asegurar que “no siempre lo que se proyecta es lo que se termina necesitando”. Y acotó: “No sé de un solo niño que no haya tenido la merienda, el refuerzo de fruta; que le haya faltado el pan en una escuela municipal”.
También salió al cruce de su par del Frente de Todos: “Si hablamos de insensibilidad no estamos hablando de este gobierno, de esta gestión, de las áreas sociales que la integran”. Especificó que el municipio “hizo 68 obras” con fondos propios y aclaró que hay cosas que no se llegan a hacer “no por no querer, sino por imposibilidades” propias de la dinámica inflacionaria, como “la falta de ofertas y los precios excesivos” en las licitaciones.