Aquel texto teatral se reactualiza este año: Misch interpreta a un golfista que le habla a su caddie. "Los nuevos torturadores son personas más inteligentes, no son brutos de picana", dijo el actor. Se la verá este lunes y martes. Actúa Eduardo Misch.
Largo historial tiene la obra “Potestad”: en 1985 la estrenó Eduardo “Tato” Pavlovsky (también es el autor), bajo la dirección de Norman Briski. En 2019, el mismo director decidió reponerla: fue la actriz María Oneto la encargada de contar esta historia vinculada directamente con la última dictadura cívico militar. Ahora, un discípulo de Tato regresa a este texto magistral: Eduardo Misch. Siempre, bajo la batuta de Norman.
La pieza, de gran contenido político, llegará a Mar del Plata este lunes y martes. A las 20 en ambos días, subirá a escena en el escenario de El Galpón de las Artes (Jujuy 2755).
“Los nuevos torturadores son persona más inteligentes, no son brutos de picana”
En la versión original, la pieza narra desde la perspectiva de un represor cómo se desarrolló la apropiación de personas a partir de 1976.
“Antes hablábamos de una Potestad que tenía que ver con la dictadura militar, con aquella época -reflexionó Misch en una entrevista con LA CAPITAL-. Hoy tiene que ver con la violencia que se está ejerciendo desde el régimen de (actual presidente Javier) Milei”.
Y entendió que aparece ahora un aspecto que Misch poco había tenido en cuenta: “Lo que se desenmascara es la complicidad civil, cuando era más chico creía que era un grupito de gente y hoy, más de grande, al haber ganado este gobierno me doy cuenta de que la complicidad civil es enorme”.
A diferencia de las anteriores versiones, Misch personifica ahora a un prolijo golfista que le habla a su caddie, rol que interpreta Damián Bolado. “Hoy Potestad toma un vuelo importante en nuestro actual social histórico. Este nuevo mal que nos aqueja hoy no es más el torturador que mete picana, los nuevos secuestradores, los nuevos torturadores son persona más inteligentes, no son brutos de picana”, agregó el actor.
“Este presidente llega a ser lo que es por intermedio de las redes sociales”, entendió el actor, que trabajó durante años como asistente de varias obras de Tato. “Desde mi lugar aporto este granito de arena, no solo hablando de memoria, sino hablando de lo que nos está pasando ahora”.
Fundamental para que volviera la obra a escena fue el apoyo de Norman Briski. “Decidí reponer Potestad porque Norman me acompaña. Me dijo que tenía una idea para Potestad, ahí compuso esta nueva versión”.
Con toda la experiencia de trabajo junto a Pavlovsky, a quien conoció cuando era alumno del Conservatorio de Arte Dramático, Misch reconoció que tenía “un amor pendiente” por esta pieza. “Conocí a Tato por Potestad, era una obra a la que asistí en infinitos viajes, me faltaba poder apropiarme del rol para el cual fui formadoi y sumergime en el desafío. Ahora me voy descubiendo en cada función”, contó.
-¿Cómo fue tu relación con Tato?
-Mi relación con Tato data del 94, 95. Lo conocí cuando militaba en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático, en una reunión contra el “Menemato”. Fue mi primer contacto. Después la vida hizo que yo también me transfomara en su secretario y trabajara con él y a partir de ese rol tan cercano, yo seguí con mi carrera. El me fue incluyendo en las propuestas de Tato, fui asistente de dirección de Veronsese, de Elvira Oneto, fui asistente de muy buenos directores, eso me dio un bagaje cultural muy importante. Ibamos de la mano, él con su psicodrama, yo como aistente. Yo armé el grupo El soporte que prácticamente hace obras de Tato. Es un trabajo de más de 15 años con un grande. Yo siempre digo que hice el Conservatorio e hice un master en Pavlovsky. Y se lo extraña mucho, cuando sucede algún conflicto pienso qué haría Tato.
-¿Cómo es trabajar con Norman?
-El trabajo con Norman es maraviloso, tiene una inventiva increíble, lo admiro muchísimo… Nos conocemos desde siempre, lo conocí cuando se tomó el Conservatorio y él nos vinos a ayudar. Norman era como el hermanos menor de Tato, dirigió a Tato y yo estaba en esas obras, una de las primeras fue La gran marcha, otra Solo brumas y otras producciones. Norman me dirigió en El barro se subleva. El trabajo con él es muy lúdico y el le suma en cada encuentro algo nuevo, nosotros le decimos el juego mágico, trabajar con Norman es un placer enorme, siempre lo ha sido y ahora más, con esta obra Potestad que nos circula.