Observatorio del Paisaje

¿Cómo diseñar tu jardín?



Por Nico Antoniucci

¿Querés saber como diseñar tu jardín? Primero tenes que saber ¿qué es un jardín y para qué sirve? Durante generaciones en nuestro país se llamaba jardín al resto de la propiedad no construida, ese espacio al aire libre para usos múltiples. Podíamos encontrar tanto una huerta como un gallinero, pertrechos en desuso y hasta podía ser el hogar de algún perro devenido en sistema de seguridad, timbre y/o mascota. Pero las sociedades con las décadas maduran y fueron encontrando en ese espacio la respuesta a las necesidades del espíritu y del alma. Esas necesidades que nos alejan de las máquinas y nos acercan más al propósito de nuestro paso por la vida: disfrutar de la existencia, de la propia y de las de los que amamos. Nuestra alma se alimenta de sensaciones, se conmueve ante la belleza y se expande ante el confort. Somos consumidores de diseño y belleza y eso no lo debemos olvidar cuando hacemos paisajismo.

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Podríamos decir que el paisaje es todo aquello que vemos en el exterior, todo lo que nos alcanza la vista y el paisajismo es la disciplina que lo reescribe. Lo modifica a conveniencia, lo aprovecha o lo desecha. Lo antropifica o lo renaturaliza. El ser humano hace paisaje en su trayectoria en el tiempo y el espacio. Las obras humanas pueden ser vistas desde el espacio exterior si comprendemos que las ciudades son la construcción colectiva más grande de la humanidad. Y que todo lo que hace uno afecta al otro. Vivir en ciudades es interactuar con el vecino y ser urbano es respertar y sentir por el otro, aunque no lo conozcamos y aunque no nos importe conocerlo. Nuestra obra será paisaje y afectará para bien o para mal, así como el resto nos afecta a nosotros.

Y para hacer paisajismo tenderemos que manejar dos cuestiones que son comunes a cualquier objeto de diseño: forma y función. Las artes contemporáneas han influido en el diseño de forma que la función hace a la forma y no al contrario. Es un paradigma filosófico de la humanidad donde encontramos valor en la función, en el uso, sin descuidar lo estético. El diseño debe conmovernos, atraernos y animarnos a usarlo. Debe crear en nosotros una necesidad intrínseca de nuestra calidad de vida y del uso de nuestro tiempo al aire libre. La planificación técnica debe arrojar resultados que en el tiempo sean sustentables, que ese sistema viviente sea viable a través de los años y se adapte dando el menor trabajo y costo posible al propietario. Sumaremos dos capacidades al proyecto: las agronómicas y las estéticas. Podemos asegurar que hacer paisajismo es combinar el arte con la técnica, así como lo hacía la escuela de la Bauhaus al principio del siglo pasado revolucionando los paradigmas filosóficos que hoy ordenan nuestras vidas. Podemos decir que un proyecto de paisaje es arte viviente y que es una forma dinámica, mutable todo el tiempo y que depende de la técnica de la horticultura al mismo tiempo que de la arquitectura del espacio par dar respuesta a las necesidades de vida de las personas que la habitan.

El diseño del jardín, la terraza o el balcón es una negociación permanente con el espacio escaso y las múltiples actividades que deseamos realizar. Ese conflicto está dado en toda materia de diseño y muchas veces hay que resolver de manera que quedan afuera de él algunas necesidades o deseos en pos de cierta armonía y criterio. Esa, posiblemente, sea una de las tareas más difíciles porque tiene que ver con la renuncia y resignacion. También habrá que renunciar a cantidad de cuestiones estéticas, ornamentos y objetos de valor afectivo y/o de deseo porque no todo tiene que ver con la construcción de un estilo, de una tipología y lenguaje de diseño. Y esa tipología, para ser armónica, deberá tener que ver con el espíritu del lugar, el cual se conforma con la lectura del espacio interior y su confección con el exterior de la propiedad. Para poner un ejemplo palpable y concreto: si nuestra materia de diseño está en un entorno alpino mal irán las palmeras y lo inherente a lo tropical en ese proyecto. Si, además, la tipología arquitectónica es moderna habrá que renunciar a cualquier recurso que apele a lo naif o vintage. Utilizar un cantero de lavandas y margaritas en una obra vanguardista sería algo así como usar un traje de baño para ir a una ceremonia de gala y combinar pinos con palmeras puede compararse a unir una camisa a cuadros con un pantalón a rayas. Con esto quiero decir que todos los elementos por si mismo pueden ser estéticos pero el sentido de oportunidad es el que hace a la composición. Y la renuncia a preceptos y prejuicios para lograr el efecto deseado es indispensable al mismo tiempo que puede ser doloroso si eso implica renunciar a un objeto de deseo o a otro de afecto. A veces el sillón de la abuela, por más importante que sea, puede arruinarlo todo en materia de calidad. Ahí es donde el diseño se enfrenta a los retos más difíciles y donde deberá primar el sentido común y la convicción en la obra. Todo lo demás se puede aprender y consultar en el vivero.

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