Valentín Lerena y Roberto Fontana fundaron un sello autogestionado que ya lanzó más de 15 libros con antihéroes criollos, mitos folclóricos, rasgos del policial, la comedia negra y el horror social.
Por Rocío Ibarlucía
Si hablamos de cómics, tal vez lo primero que se nos venga a la mente sean las tiras de Batman, Superman, El Hombre Araña, entre otros grandes superhéroes de DC y Marvel, o los mangas japoneses. Sin embargo, en Argentina hay una larga tradición del género, con temáticas y personajes bien locales, cuyo punto de partida podría situarse a fines del siglo XIX con la revista Caras y Caretas.
Hasta hay un Día Nacional de la Historieta Argentina, que se celebra cada 4 de septiembre, en homenaje a aquel día de 1957 en que llegó a los kioscos el primer número del suplemento Hora Cero Semanal, bajo la dirección del guionista Héctor Germán Oesterheld. Por sus páginas, dibujadas con lujo de detalles por Francisco Solano López, pasaron las inolvidables aventuras de ciencia ficción de “El Eternauta”, ocurridas en nuestro territorio.
Durante buena parte del siglo XX la historieta fue un consumo cultural masivo, de altísimo nivel técnico y artesanal, al alcance de todos. Hoy el género ha perdido esa popularidad, pero eso no quiere decir que los cómics argentinos hayan muerto. Muy por el contrario, siguen apareciendo dibujantes y guionistas de una calidad que sorprende.
Entre la variedad de temáticas, géneros y estilos que se producen en Argentina, se destaca una editorial hecha 100% en Mar del Plata: Salamanca Cómics. Este sello fue fundado en 2011 por Valentín Lerena, Tatiana y Roberto Fontana, quienes se propusieron crear un espacio para editar cómics de autor y desde entonces ya llevan 15 libros publicados.
Teniendo presente la tradición de los grandes autores de la historieta nacional, los creadores de Salamanca han lanzado una serie de relatos con un fuerte componente folclórico, al rescatar mitos o historias sobrenaturales de la cultura argentina, cuyos protagonistas son El Rastreador, La Hechicera y El Malevo.
Por otro lado, desarrollan otra línea que ellos denominan “negra” con historias más urbanas. Ese es el caso de “Dagón”, una novela gráfica ambientada en el puerto de Mar del Plata, donde una joven trabajadora, obligada a proteger a su familia, se ve envuelta en un oscuro culto al dios Dagón, también conocido como el “Señor del Abismo”.
En entrevista con LA CAPITAL, Valentín Lerena, el guionista del equipo de Salamanca, comparte la historia de esta editorial marplatense, al tiempo que analiza el presente del cómic nacional, que a pesar de verse afectado por “la invasión cultural” y la crisis económica, resiste para seguir desarrollando este género “identitario de nuestra cultura”.
Horror social, mitos y realidades oscuras en una novela gráfica situada en Mar del Plata.
-¿Cómo definirías la impronta de Salamanca?
-Salamanca es una editorial autogestionada y cooperativa de autores independientes con una mirada atenta al contexto en que estamos inmersos. En Salamanca tenemos como dos grandes líneas de trabajo. La primera y la que le da el nombre a nuestra editorial tiene que ver con el desarrollo de una estética y una temática sostenida desde lo telúrico, de lo folclórico. En ella, mediante el recurso de las narrativas de la fantasía, los mitos y la aventura exploramos problemáticas históricas, inherentes a nuestra condición de argentinos y latinoamericanos. En una segunda línea de trabajo, exploramos problemáticas más urbanas y contemporáneas utilizando estéticas y géneros como el policial negro, el cómic experimental y el horror social, entre otros.
-¿Qué los llevó a especializarse en cómic de autor?
-Creo que en esto se conjugan algunas de nuestras grandes pasiones: la de la lectura, el dibujo y la de la creación de historias. En tal sentido, como autores argentinos asumimos con orgullo la herencia de los grandes autores de la historieta nacional, pero también como historietistas de nuestro tiempo abrazamos las influencias de autores del manga japonés, del cómic europeo y norteamericano. Autores que, en mayor o menor medida, nos han dejado su impronta y nos han trazado el camino para trabajar en el espacio del “cómic de autor”. Para nosotros, el cómic de autor es el espacio ideal para contar las historias que nos apasionan sin ningún tipo de limitaciones ni censura.
-¿A qué se debe el nombre Salamanca?
-El origen de todo tiene que ver con el mito de la Salamanca, que es relato muy arraigado en Santiago del Estero y todo el noreste argentino. En esta leyenda, la Salamanca es una cueva donde el diablo se reúne con sus adeptos para enseñarles los misterios de su conocimiento secreto. Partiendo de esta premisa, comenzamos a imaginar cómo sería crear una saga de antihéroes criollos quienes, iniciados por el diablo en la Salamanca, adquirieron una serie de habilidades y responsabilidades de un carácter sobrenatural. Así nacieron el rastreador, la hechicera y el malevo, los principales protagonistas de Salamanca.
Las tapas de los libros que tienen como protagonistas a El Rastreador, La Hechicera y El Malevo.
-¿Cómo es el trabajo que hacen para poner a dialogar el texto y la imagen?
-Este trabajo se realiza mediante el guion del cómic. Un guion es un tipo de texto pensado para llevarse al medio gráfico donde, mediante una estructura por escenas se puede contar una historia de forma ordenada. Luego, las escenas pueden estar compuestas por una o más páginas en cuyo interior tendrán viñetas, texto, onomatopeyas, entre otros recursos propios del medio de la historieta.
El trabajo del guionista provee al dibujante de una guía lo más acabada posible de los aspectos necesarios para materializar el apartado visual de la obra: cantidad y disposición de las viñetas en la página, encuadre de las imágenes y secuencia de las imágenes, textos y su ubicación, utilización de las onomatopeyas o sonidos gráficos, entre otros.
En la metodología de trabajo que hemos desarrollado junto a Roberto Fontana, el dibujante, me reservo no solo la escritura del guion, sino que, una vez terminado el dibujo de las páginas, me aplico a colocar los textos mediante un programa de computadora. Esta intervención en la etapa final del armado de la historieta me permite darle un cierre a los diálogos ajustando todo posible error o redundancia entre imagen y texto.
“El manga japonés prácticamente ha colonizado el mundo”
-¿Cómo ven el campo del cómic y la novela gráfica en la Argentina actual? ¿Le falta reconocimiento o popularidad en comparación con las producciones extranjeras como, por ejemplo, el manga japonés?
-Aunque hoy nos parezca increíble, nuestro país fue uno de los mayores exponentes de la historieta mundial durante buena parte del siglo XX. Esto llevó a que, durante generaciones, muchos de los mejores artistas extranjeros vinieran a formarse y a desarrollar su labor en nuestro país. Sin embargo, hacia finales del siglo pasado, la cuestión empieza a cambiar. Impulsada por las crisis económicas y por las transformaciones en los modos de consumo de los productos culturales, se produjo el cierre de la mayoría de las editoriales que daban trabajo a los artistas argentinos, quienes comenzaron a emigrar, principalmente a Europa y los Estados Unidos.
Lo que pasó en ese proceso fue que el interés que antes lo ocupaban las historietas nacionales comenzó a ser ocupado por el material venido de afuera. Primero, los cómics de Estados Unidos, luego los de Europa y finalmente el manga japonés que prácticamente ha colonizado al mundo. Toda esta “invasión” cultural, mezclada con la herencia del cómic nacional, terminó por formar a muchos de los artistas que actualmente estamos trabajando en el ámbito del cómic de autor.
En la actualidad, el cómic nacional masivo y para un gran público, como en el pasado fuera el producto que entregaban editoriales como Columba o Record, ha desaparecido totalmente. Solo quedan expresiones pequeñas y autogestionadas creadas en la mayoría de los casos por autores y editores asociados. En este sentido, el cómic de autor en nuestro país es el único espacio posible para el desarrollo de este medio que es identitario de nuestra cultura argentina.
Adaptación realizada por Salamanca Cómics del cuento “El cuarto hijo” de Liliana Bodoc al formato de novela gráfica.
-¿Cuáles son las principales problemáticas que enfrentan como editorial autogestionada?
-A grandes rasgos, sufrimos la falta de inversión privada, así como falta de promoción y estímulo por parte del Estado, pero también costos de producción y de distribución muy elevados. Todo esto conspira para que hacer historietas en la Argentina se convierta en un verdadero desafío que, no obstante, los que estamos metidos en este contexto tratamos de subsanar con las herramientas y redes que vamos tendiendo entre los que hacemos cómics y otras actividades afines.
Entre las actividades que llevamos a cabo, resulta fundamental la realización de ferias y eventos donde poder presentar nuestro material de la mano de los autores. Esta posibilidad del contacto mano a mano, de autor a lector, hace posible que ocurra la magia que, de otra manera, por el desconocimiento, haría imposible que nuestra obra llegara al conocimiento del público.
“Yuta Noir”, su primer libro publicado en 2013 y por relanzarse este 2024, reúne 12 relatos policiales ambientados en los márgenes más sórdidos de nuestra ciudad.
Los interesados en conocer el material producido por Salamanca Cómics pueden seguir a @salamancacomics en Instagram y Salamanca Cómics en Facebook.