por Pilar Salas
Mientras que la élite del deporte lucha en Río por volver con medallas, para lo que debe extremar el cuidado de su rígida alimentación, el turista intenta regresar sin michelines. Pero tanto en la Villa Olímpica como en los lugares de veraneo reinan las tentaciones, que los nutricionistas ayudan a evitar.
“El comedor de una Villa Olímpica es espectacular, con comidas y panes de todo el mundo y abierto 24 horas”, explica a EFE Nieves Palacios, jefe del Servicio de Medicina, Endocrinología y Nutrición del Centro de Medicina del Deporte del Consejo Superior de Deportes, autora de un informe dirigido a deportistas sobre cómo comer correctamente en Río, que es extrapolable al común de los mortales.
Palacios, que ayudó a diseñar la oferta culinaria de la Villa Olímpica de Barcelona 92, apunta que puede ser tan tentador para los deportistas como un bufé libre para un turista ya que, salvando las distancias, ofrecen “numerosas y variadas opciones de alimentos en grandes cantidades”, lo que puede llevar a “comer más cantidad de la necesaria”.
“Las tentaciones pueden provocar la ganancia de peso del deportista”, les advierte Palacios. Aplicable a quienes llenan hasta límites que desafían la gravedad los platos y viajan sin descanso a las bandejas del bufé libre.
Los deportistas, que “tienen que convivir en la Villa Olímpica de tres a cuatro semanas” pueden “comer por aburrimiento” o por socializar, ya que “el comedor se convierte en el centro de reuniones, donde se favorece el consumo de alimentos”, advierte el informe. Quien no haya sufrido el “síndrome del frigorífico” o comido de más en una comida familiar, que levante la mano.
Palacios ofrece varios consejos para “comer bien en el comedor de la Villa Olímpica” válidos para quienes no vayan a pisar ninguna en su vida, como “centrarse en lo que se necesita comer, en vez de en lo que están comiendo otros deportistas” y “ser consciente de que tienen mucho tiempo para ir probando gradualmente las opciones del menú, en vez de intentar probarlo todo de una vez”.
Aunque sea tan difícil como dejar de envidiar el plato del vecino de mesa en el restaurante y resistirse a pedir de una tacada media carta del chiringuito en el debut veraniego.
Durante los Juegos Olímpicos no todo es competición, por ello la doctora recomienda “mantenerse ocupado durante los periodos de menor actividad o cuando se está nervioso, evitando ir al comedor fuera de las horas de las comidas”. El picoteo, enemigo internacional.
El único restaurante de la Villa Olímpica es McDonald’s, patrocinador oficial de los Juegos, y no son pocos los deportistas que lo frecuentan. “Si se come la hamburguesa sola sin pan ni papas fritas, con una ensalada, está bien”, dice al respecto la endocrino.
Sus consejos también abarcan los viajes: “Hay que tener especial cuidado con los tiempos de espera en los aeropuertos, en los que hay numerosos restaurantes y multitud de máquinas expendedoras de alimentos”.
Teniendo en cuenta que en los trayectos largos disminuyen las necesidades energéticas, también hay que “saber controlar la comida ingerida en el avión, tanto en el menú que se sirve a bordo como en los snacks extras, ya que se puede ingerir una cantidad de calorías muy superior a la habitual”. Ello aunque los menús no inciten a la gula y muchas veces se coma por puro aburrimiento.
Aunque cada persona, deportista o no, tiene sus necesidades nutricionales, hay recomendaciones generales para todos: seguir una dieta equilibrada con verduras, frutas, legumbres, cereales, carnes magras y aceite de oliva virgen extra. Y eso no es necesariamente aburrido, dice a EFE Joaquín Felipe, cocinero y triatleta aficionado.
Junto con sus colegas Paco Roncero y José Luis Estevan integra Sport Cooking, que fusiona gastronomía, deporte y hábitos de vida saludables para desterrar el PAP (pasta, arroz y pollo) de la dieta del deportista profesional y aficionado.
“Utilizar vinagretas con vinagres de Jerez, de arroz o de sidra -apunta-, hierbas aromáticas como el cilantro o la albahaca, ajo, verduras y legumbres en las ensaladas o saber freír a la temperatura adecuada, sobre 160 grados, permite dar un poco más de alegría y sabor a las dietas estrictas”. Sean o no de campeones olímpicos.
EFE.