El cultivo de marihuana para consumo personal todavía está en un área gris, excepto para quienes se hayan anotado en el Reprocrann. Abril no sólo es la temporada de cosecha de cannabis, sino también de un delito que no figura en ninguna estadística: el robo de plantas de cannabis.
Por Juan Salas
Marcos Mayorca (27) murió la semana pasada por una descarga, al salvar a un nene para que no tocara el alambre electrificado que había colocado para proteger su plantación de marihuana de los “cogolleros”, los ladrones de plantas en temporada de cosecha.
El final de Mayorca en su casa del barrio Cerrito Sur fue trágico y, si bien la Fiscalía de Estupefacientes no ahondó en detalles de si su plantación -17 ejemplares de gran tamaño- era para consumo personal o para comercialización, dejó en descubierto una situación concreta: hay personas que roban plantas de marihuana y hay otras que harían casi cualquier cosa para protegerlas.
La venta de cannabis es ilegal, está penada por la ley, pero el precio del gramo de “flores” para consumir parecería estar anclado al dólar, y ronda entre los 500 y 1.000 pesos.
Este gran costo en el mercado ilegal motiva a los “cogolleros”, los ladrones de plantas de marihuana, para meterse en casas y hacerse de ejemplares de cannabis sativa. Por un lado, el valor de reventa de una planta es muy alto y, por otro, las víctimas de estos delitos están desamparadas y no pueden denunciarlo, ya que el cultivo está, al menos, en un área gris de legalidad -o ilegalidad-.
Desde la Agrupación Marplatense de Cannabicultores explican que “muchas personas” para no participar del mercado ilegal cultivan en sus casas y que, uno de los “grandes riesgos”, además de estar en contravención con la ley, es la del robo de plantas, principalmente entre fines de marzo y principios de mayo cuando es el tiempo de cosecha.
“Los cogolleros entran en las casas para robar las plantas de marihuana, que justamente tienen un costo muy alto por la ilegalidad de su venta”, dice Gabriel Díaz, referente de la Agrupación de Cannabicultores y agrega: “Esto arrasa con meses de trabajo. Uno planta en septiembre, cuida la planta para a fines de marzo cosechar y esta gente en minutos se lleva todo ese trabajo”.
Y para los cannabicultores que realizan esa actividad para consumo personal o fines solidarios -como donar aceites con fines medicinales- esos meses de trabajo son especiales, no solo tienen que cuidar plantas, también están en riesgo constante con una actividad que, si bien consideran legítima, no se encuentra en un marco legal y pueden ser blanco de allanamientos policiales y requisas.
Los cogolleros
Los cogolleros suelen actuar en parejas. Primero hacen reconocimientos en las zonas, para identificar en qué casas hay plantas de marihuana en los patios. Por este motivo es que quienes cultivan desconfían absolutamente de drones que sobrevuelen por los barrios periféricos.
Según cuentan los cannabicultores, los cogolleros suelen actuar de a dos y entran en los patios de noche o en días de lluvia, para solapar el ruido que hacen. Ubican autos o camionetas cerca y, en cuestión de minutos arrasan con todo un patio y se llevan las plantas de marihuana.
Las historias para proteger las plantaciones parecen ficción, pero son tan reales como la muerte de Mayorca, electrocutado por una descarga en su propia plantación.
Ningún sistema funciona a la perfección. Cámaras de seguridad que solo filman a los “cogolleros en acción”, sin que sirva como elemento para radicar una denuncia. Perros guardianes que son envenenados y hasta personas que duermen prácticamente abrazadas a sus plantas para evitar los robos.
Pero el cogollero se las ingenia siempre, lo que genera un problema en potencia, ya que los cannabicultores, que no pueden denunciar los delitos, intentan defenderse cada vez más.
“Esto asusta a la gente. No se deja de cultivar, porque hace falta para salud, porque no queremos participar del mercado negro y entonces se vuelcan a cultivar en el interior, con otros elementos que lo complejizan”, explica Gabriel Díaz.
Un robo que no pueden denunciar
A quienes les roban las plantas de marihuana saben que “perdieron” y prefieren no denunciar. Deciden evitar a la policía y no dar la explicación sobre si las plantas eran para uso medicinal, para recreación o para consumo personal.
Sin embargo, desde la Fiscalía de Estupefacientes explicaron que si la persona realizó el trámite para ser parte del Reprocrann, su planta cuenta con una protección legal, ya que en ese caso deja de ser delito cultivar y la planta pasa a ser “una cosa” en términos del Código Penal y del Civil.
“Si uno ha tramitado el permiso para tenerla, en todo lo que dice la ley, la norma penal la protege”, explicaron fuentes de la fiscalía.
El juez de garantías Juan Tapia fue más allá y, al ser consultado por LA CAPITAL, consideró que “en la medida que no sea una actividad ilícita, que no es un delito el estado de la tenencia de la marihuana no hay ningún problema en denunciarlo. Es un objeto que puede ser hurtado, por eso lo pueden denunciar”.
Legalidad no tan legal
Desde marzo, se aprobó el Sistema de Registro del Programa de Cannabis (Reprocann) que abre la inscripción de usuarios que acceden a la planta de cannabis para uso medicinal. Además, en Mar del Plata, a fines de año pasado el juez de garantías Juan Tapia dio lugar a un habeas corpus colectivo que había sido presentado por la Agrupación Marplatense de Cannabicultores y ordenó que la policía se abstuviera en la ciudad de realizar detenciones en casos de droga para consumo personal.
Ahora bien, el registro de cultivo para uso medicinal resalta que el cultivo no puede ser exterior. Además se especifica el rango permitido de cultivo que es de entre 1 y 9 plantas florecidas, hasta 6 metros cuadrados cultivados, con transporte de entre 1 y 6 frascos de 30 mililitros o hasta 40 gramos de flores secas.
Una de las críticas que los cannabicultores le encuentran al registro es que no hay una forma legal de conseguir las semillas para plantar.
“Hay mucho interés en relación a este registro. Pero también hay muchas dudas, sobre todo en el sector médico, ya que se tienen que hacer muchos trámites tediosos. Emociona tener el permiso, estar en un marco legal de cultivo. Si es una herramienta para el acceso seguro y democrática va a funcionar y lo apoyamos. Es un primer paso que esperemos que vaya en el sentido correcto, de la despenalización para consumo personal”, considera Díaz.
En cuanto al habeas corpus firmado por el juez Tapia, desde la Asociación de Cannabicultores consideraron que “visibilizó algo que era una práctica, la arbitrariedad policial en las requisas o revisación de una persona en una manera infundada. Es un mecanismo irracional. Hay que ir hacia una regulación, a una despenalización de los delitos asociados de la tenencia para el consumo”.
El autor de ese habeas corpus, Juan Tapia, explicó que, a pesar de que se fija que en referencia a la marihuana, 50 gramos o hasta tres plantas son consideradas de consumo personal, siempre hay que interpretar cada caso.
“Se trata de definir hasta dónde es consumo personal y en qué casos se trata de una actividad ilícita”, concluyó Tapia.