Federico Balderrama estrenará "Opereta mortecina", una obra en la que cuatro personajes delineados con "trazo grueso" debaten qué hacer con una muerte inesperada. El director contó cómo un mismo texto disparó sus últimos espectáculos.
“Opereta mortecina” es la nueva obra del director de teatro Federico Balderrama, que se estrena este viernes 6 de enero a las 21 y podrá verse los martes y viernes del verano en un espacio al que se accede por mensaje privado, a través de las redes del espectáculo o del director (@federicosbaalderrama y @operetamortecina en Instagram).
Narrada en tono grotesco, la obra es la historia de dos sepultureros que se ven sorprendidos por una muerte inesperada. “¿Qué hacer, cómo seguir ante semejante deceso? Es una obra que se construye a partir de los encuentros, la prueba y la investigación para lograr nuestro propio lenguaje”, contó el director, y remarcó el registro entre el absurdo y la tragicomedia.
Con las actuaciones de Lucas Bugiolachi, Victoria Mezzullo, Federico Sánchez y Silvina Cassou, esta pieza delinea “personajes de trazo grueso que rozan el grotesco”, afirmó Balderrama, quien encontró relación entre esta nueva propuesta y sus espectáculos vistos en otras temporadas: “Play (cuál es el juego)” y “Nervio”.
“‘Opereta mortecina’ es la tercera obra de una trilogía”, dijo a LA CAPITAL. “Los tres espectáculos se vinculan a partir de varias maniobras que hice con un texto que escribió Ricardo Lester, que se llama ‘La opinión mató a la planta’, en el que tocaba la temática del suicidio”.
“‘Play’ tenía que ver con tirarse al vacío, eran personajes que se empiezan a preguntar para qué y para quién juegan. Y en el vértigo de esas preguntas, que no las pueden resolver, se tiran al vacío. El vacío es como desidentificarse”, contó.
Por su parte, “Nervio” también afloró de este mismo texto, un ensayo que Lester no llegó a editar. En esa obra, dijo, trabajó con la idea del “suicidio simbólico”.
“El personaje al final de toda su peripecia se enfrenta al espejo, era un boxeador que le da una trompada a eso que el espejo le devuelve. Fue una tragedia simbólica: rompió el espejo, para que naciera otra cosa”, interpretó.
Ahora, en tanto, en “Opereta mortecina” se concentró en una hipótesis de trabajo que fue probando con sus cuatro alumnos. “Empezamos a improvisar, a trabajar sobre hipótesis que yo iba marcando y a partir de lo que se creaba. Iba escribiendo luego de los ensayos o, a veces, escribía y les planteaba algo y ellos improvisaban a partir de lo que yo les escribía y así fue sucediendo”, contó.
Sobre el grotesco, Balderrama entendió que se trata del “género teatral por excelencia”. Y aclaró: “Primero, porque trabaja lo mixto, cruza lo risible con lo trágico. Ya con los personajes extraordinarios, con los cuerpos casi caricaturescos, inflamados, las muecas faciales, ya te proponen una distancia, algo extraño. Decís: ‘Estoy en otro lugar, llegué al teatro’. Me están proponiendo algo extracotidiano que ya me genera cierta distancia. Entonces, me mete en otra realidad, en la realidad escénica”.
Para el teatrista, se trata de que espectadores y espectadoras se “metan en otra realidad” que solo se genera en “la escena”.
“Me parece que el grotesco no permite que lo obsceno no esté en juego en el teatro. La obscenidad es un lugar que el teatro no debe dejar de plasmar. Creo que para eso está. Para tocar fibras profundas, para interpelarnos, para hacernos reflexionar sobre cosas que, por lo general, como sociedad y como instituciones vamos tapando, vamos enmascarando; para seguir el camino de la media, de lo común, de lo estandarizado”, afirmó y agradeció el apoyo brindado por Sol Besoytaorube, dueña del espacio para cuarenta personas en el que se puede ver la obra.