por Enrique Stola
La primer afirmación que puedo hacer es que todavía no hay acuerdo en la comunidad internacional sobre alguna teoría y técnica que posibilite poner un límite a las conductas destructivas de los delincuentes sexuales, por lo que hasta el momento no hay evidencia científica de recuperación de los mismos.
A partir de allí y al ver las dramáticas consecuencias que tiene que un juez no valorice la palabra de profesionales de la Salud Mental, Trabajadores Sociales y otros auxiliares de la Justicia, es que todos nos preguntamos porqué el juez Rossi decide, a pesar de los informes técnicos, darle la libertad a un delincuente como Wagner quien termina asesinando a Micaela García.
La respuesta más fácil que he escuchado es que hizo lo que hizo por ser un juez “garantista”. Imagino que eso dejará tranquila a esa parte de la sociedad más informada sobre diferentes posicionamientos teóricos y sus consecuencias, pues genera la boba ilusión argentina de que si echamos a todos los jueces “garantistas” entonces no habrá más fallos como el que nos ocupa.
Claro que la acusación de que hay una sola causa de todos los males no explica porqué existía en Argentina y fue abolida hace ¡tan solo 5 años! la figura del avenimiento, esa que permitía al delincuente casarse con su víctima y extinguir la acción penal. Tampoco explica por qué desde hace tantos años, jueces y juezas que colocan sus creencias religiosas por encima del derecho, dan privilegio a la palabra masculina, no le creen a las mujeres y las colocan en el espacio de la sospecha, les sacan sus hijos, se los entregan a progenitores violentos u obligan a niños y niñas abusados a relacionarse con el abusador.
Tampoco explica por qué jueces con cualquier ideología, conservadores, progres, inteligentes o mediocres, no protegen a las mujeres víctimas de violencia de género que luego de denunciar y pedir protección terminan asesinadas por sus parejas o ex parejas.
Tampoco explica por qué les decimos a las mujeres que sufren violencia o a las madres protectoras de hijos e hijas abusados sexualmente, que hay que denunciar y luego el Poder Judicial, ese espacio que debería ser de alivio y protección se convierte para ellos en una trituradora de carne y de almas.
Leo un fallo de un líder de los “garantistas” y leo otro de un conservador del Opus Dei y ambos perjudican a las víctimas de abuso. Hay otros de diferentes sectores que perjudican a las madres protectoras de sus hijos e hijas.
Leo a un “progre”, a un “conserva” y a un “neutral” y los tres sostienen un artefacto ideológico que llaman síndrome de alienación parental que es un instrumento de la violencia contra las mujeres y niños en el Poder Judicial.
¿Qué es lo que hay detrás de cada posición teórica sobre la criminalidad? Seguramente muchos intereses fácilmente detectables pero hay algo muy importante y que cuesta muchísimo reconocerlo: es el machismo imperante en la institución judicial.
Como toda sociedad patriarcal que sostiene los dispositivos de la dominación masculina mientras mantiene en una posición de subordinación a las mujeres, niños, niñas y cuerpos feminizados, el Poder Judicial es el recurso que la sociedad posee para lograr justicia y a la vez, paradójicamente, es un espacio en donde las víctimas no suelen encontrar el alivio de ser escuchadas, valorizadas como seres humanos, comprendidas como personas dolientes y respetadas afectivamente.
El juez que liberó a Wagner debe irse pues es inevitable que un pésimo acto judicial tenga consecuencias. Pero está lleno de “Rossis” el Poder Judicial de la República Argentina. El Estado debe hacerse presente permitiendo, entre otras tareas, que todas las agrupaciones de víctimas y de defensa de derechos de mujeres, niños y niñas tengan un rol activo en la modificación de las leyes y estructuras para garantizar mas democracia, real justicia y alivio del dolor.
(*): Médico psiquiatra.