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Carlos De los Reyes deja la presidencia de Al Ver Verás y un legado incomparable

Se aleja luego de más de cuatro décadas al frente del club. Se animó a refundarlo en uno de los barrios más castigados de Mar del Plata. Desde ese lugar les hizo mejor la vida a los chicos y las chicas de Parque Palermo.

Por Sebastián Arana

“Carlos no vino hoy, anda con una bronquitis. Con el frío que hizo el jueves, igual se subió al tractor y se puso a cortar el pasto de la cancha”, explica su ausencia Fernando, hoy uno de sus más estrechos colaboradores, minutos antes del partido de primera del último sábado.

Carlos es Carlos De los Reyes. En el ámbito deportivo marplatense, sobre todo en el futbolístico, no necesita de mayores presentaciones.

Hace décadas que se puso al frente de una empresa titánica: la de mudar un club desde el centro a Parque Palermo, uno de los barrios más pobres y problemáticos de la ciudad, y luego defender esa “trinchera” contra viento y marea.

“Donde hoy está la cancha, era todo un basural”, recuerda. Su trabajo y el de sus colaboradores, muchos de ellos futbolistas del equipo de primera, fue despejando el baldío. Aparecieron una cancha, una batería de vestuarios y los paredones perimetrales. Y más tarde otras canchas y otras dependencias hasta concluir con el gran salón de fiestas, un verdadero motivo de orgullo.

El club se fue llenando de pibes del barrio con ganas de jugar. Pero también con ganas de comer, ganas de recibir un poco de afecto o, muchas veces, ganas de todo lo anterior.

“El fútbol es una excusa”, suele decir De los Reyes. Un pretexto para darle alas a su vocación de servicio. Pudo haberlo hecho de cualquier manera y en cualquier lugar. Pero los caminos de la vida lo llevaron a Al Ver Verás, y luego a él y a ese club a Parque Palermo. Para mejorarle la vida a su gente.

Aguantó una larga cadena de robos y la indiferencia de las autoridades. “¿Sabés cuáles fueron los únicos subsidios que tuve?, pregunta. Y después muestra sus dos manos laboriosas, grandes y curtidas, a modo de respuesta.

Hace años un futbolista inició acciones legales contra el club con la acusación de haberlo abandonado en una situación de lesión. Carlos encontró un abogado que logró demostrar que no fue así y evitó lo que hubiera sido un golpe de muerte. Cuando el letrado pasó los honorarios, lo único que Al Ver Verás tuvo que pagar de ese litigio, le entregó las llaves de su auto y saldó la deuda.

Carlos De los Reyes no presidió Al Ver Verás. Le entregó su vida. Al club y a los chicos y chicas que lo caminaron durante tanto tiempo.

Carlos De los Reyes durante el festejo de su cumpleaños Nº 75, hace diez díaz.

¿A qué viene todo esto? Hace diez días cumplió años, nada menos que setenta y cinco. Durante el festejo, en el mismo salón de fiestas que lo enorgullece, anunció que después de la Asamblea del 20 de junio dejará de ser el presidente de Al Ver Verás luego de más de cuarenta años y de darlo absolutamente todo.

“Ya es tiempo –dijo-, aunque no me voy a ir del todo, siempre voy a darme una vuelta por acá. Seguirá Fernando Metz, todo queda en buenas manos”.

“La lucha sigue, lo único que les pido es que vengan al club. Uno, dos o los días de la semana que los chicos los necesiten”, fue su único pedido cuando tomó a la palabra y se dirigió a todos los presentes dominado por la emoción.

Si los imprescindibles existen, Carlos De los Reyes seguramente es uno de ellos.

Tres generaciones de De los Reyes. El otro legado de Carlos.

Donde antes había un basural, los chicos del barrio seguirán pasando por el portón de Al Ver Verás. Con ganas de jugar, con ganas de comer, con ganas de recibir afecto o con ganas de todo lo anterior. Carlos andará por ahí, o no. Pero esa puerta se seguirá abriendo. ¿Pudo haber dejado un legado mejor?

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