Por Marta Alfaya
Cardenia es una chica de la calle. Una puta. Prostituta, alternadora, meretriz, una loca de abajo. Cardenia es joven, linda, habla poco y bajo y cuando hay que gritar, grita, que para eso le pagan. Gana mucho para otro. Cobra poco para ella. Tiene una vida por delante, un vestido blanco y un plan.
“Toma pan y moja”
Llueve. Me tengo que poner el vestido blanco y los stilettos. Sé que así lo quiere el patrón. “Cuando se te moja ese vestido te marca mejor”. También me dijo que como tiene que madrugar porque se va de viaje, tengo que acabar todo antes de las 4. Me va a esperar en su oficina para rendir cuentas. Desde las nueve ya voy a estar parada en 11 y 20. Cambio plata por nada.
“Toma pan y moja”
Llovía. Te pusiste el vestido blanco y los stilettos. El patrón te lo pide siempre que llueve porque te marca mejor. Te paraste a esperar clientes a las nueve en punto en 11 y 20. Primero llegó el Nueveocho como todos los jueves. Al segundo nunca lo habías atendido. Fue rápido y pagó bien. El último era cantado: el Sietenueve. Esta vez contento porque había hecho un negoción. Pagó doble y te hizo trabajar el doble. Cambiaste plata por nada.
“Toma pan y moja”
Llovía. Cardenia se puso el vestido blanco y los stilettos. El patrón se lo pide cada vez que llueve porque le marca mejor y los clientes caen como moscas en la miel. Cardenia es toda miel para el Nueveocho, para el Sietenueve y otros tantos más que la levantan en 11 y 20. Esa noche empezó temprano. El patrón quería que rindiera cuentas así quedaba libre para irse de viaje. Cuando el patrón se va de viaje no avisa a nadie pero a ella sí. Hay que rendir cuentas.
Antes de encontrarse con él, Cardenia subió a un último auto esa noche. Cambió plata por arma. Llegó a la oficina del patrón. No rindió cuentas ni se rindió. Mató. El patrón nunca avisa a nadie cuando se va de viaje. Va a tardar.