Los impulsores de la iniciativa aseguran que funcionarios nacionales coinciden en la importancia de que se lleve adelante la restauración de esta emblemática obra emplazada en el extremo sur de Mar del Plata.
Una campaña para salvar al Parador Ariston ya junta más de 25 mil firmas y los impulsores de la iniciativa aseguran que funcionarios nacionales coinciden en la importancia de que se lleve adelante la restauración de esta emblemática obra emplazada en el extremo sur de Mar del Plata.
La petición para poner en valor este edificio considerado una “joya de la arquitectura moderna”, diseñada por el húngaro Marcel Breuer, que estudió en la prestigiosa escuela de la Bauhaus, es llevada adelante, a través de la plataforma Change.org, por el arquitecto Hugo Kliczkowski, quien relanzó la propuesta tras la restauración de la Casa sobre el Arroyo.
“Estamos teniendo unas mil firmas por día. Esto por ahora es el sueño de 25 mil personas que pensamos que esta obra no puede estar así en ruinas y seguramente se sumen muchas más”, comentó Kliczkowski en diálogo con LA CAPITAL.
El Parador Ariston hoy.
En este marco, trascendió que durante la última visita del presidente Alberto Fernández a la ciudad, para la inauguración de las finales de los Juegos Evita, y durante la recorrida del primer mandatario en la Casa sobre el Arroyo, funcionarios nacionales, entre los que se encontraba el Ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, y el de Cultura, Tristán Bauer, coincidieron en la importancia de recuperar el Parador Ariston.
Al respecto, Kliczkowski deseó que se lance “una licitación como corresponde, que haya una supervisión muy estricta desde el punto de vista de diseño de la municipalidad, que se pueda hacer y que se pueda presentar cómo un logro”.
Para el arquitecto, poder restaurar esta obra, que es la única de Breuer en América Latina y que se encuentra abandonada desde hace casi 30 años, periodo de tiempo en la que fue vandalizada y hasta incendiada, le permitiría a la ciudad convertir una zona “muy degradada” en “un polo de difusión y de turismo”.
“Se podría unirlo con otros edificios y poder hacer un circuito cultural”, sostuvo Kliczkowski y proyectó: “Vos podés tener un bus turístico que te lleve a distintos edificios o museos y después terminás en el Parador tomando un café o lo que sea y tenés una percepción mucho más completa de la ciudad, que excede al turismo típico de las playas”.
“Cuando cualquiera va a Europa, todos van a la parte histórica, a la parte más vieja, donde hay un arraigo y este edificio tiene arraigo, memoria y una repercusión internacional”, añadió el arquitecto.
Por otra parte, Kliczkowski, que escribió una reseña sobre el Parador Ariston titulada “El Parador Ariston una ruina moderna” que lo convirtió en un referente sobre el tema, y que le valió la cita en medios internacionales como New York Times, aseguró que los impulsores de la restauración hicieron “un contacto con la Bauhaus en Alemania y están interesadísimos en el tema”.
Para ello, consideró que será vital que la puesta en valor se haga, como se viene llevando a cabo la de la Casa sobre el Arroyo, respetando los materiales originales y los planos para que todo vuelva a su estado original. “Se tiene que volver a poner en valor, que la gente pueda ver lo que nunca debió haberse destruido”, graficó.
El Ariston en su época de esplendor.
Historia
El Parador Ariston, ubicado a solo cien metros del límite costero en el barrio Playa Serena, al costado de la Ruta 11, fue diseñado como espacio gastronómico y salón de fiestas, pero también funcionaron allí otros emprendimientos, como una cafetería, una discoteca y hasta una parrilla, hasta su cierre definitivo en 1993.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Marcel Breuer viajó a Buenos Aires convocado por la UBA con el objetivo de dictar un curso en la Facultad de Arquitectura. Fue durante esa temporada que recibió la propuesta de realizar el parador en la zona sur de Mar del Plata.
La obra de Breuer, junto a los arquitectos argentinos Carlos Coire y Eduardo Catalano, se levantó entre agosto y septiembre de 1947, con el propósito de ser un lugar de entretenimiento y reunión social que realzara la zona, con vista al mar.
Si bien la estructura tuvo múltiples usos entre fines de los ’40 y principios de los ’90, cuando quedó en desuso y avanzó el deterioro, su cara más conocida y recordada fue la que exhibió desde fines de 1969 y hasta los primeros años de la década del ’70, cuando funcionó como un boliche bailable de renombre para esa época.
“La forma que tiene de trébol se pensó con la finalidad de darle la mayor cantidad de recorrido posible de miradas al mar”, destacan especialistas, quienes consideran al Parador como una joya de la arquitectura moderna. Joya que hoy se encuentra en ruinas, pero cada vez se suman más voluntades para que vuelva a lucir como en sus “años dorados”.