Como si se tratara de un conjunto de elegantes borrachines que toman por asalto un lujoso restaurant para convertirlo en un tablado, el artista español hizo un descomunal depliegue musical y puso en escena sus más profundas raíces culturales a través de un sanguíneo y teatral concierto.
Por Hernani Natale
El español C. Tangana comenzó la noche de este martes a saldar la deuda que le había quedado pendiente con sus fans argentinos en marzo pasado, cuando canceló a último momento su participación en Lollapalooza Argentina, al concretar el primero de los dos shows previstos en el Movistar Arena, en el barrio porteño de Villa Crespo, en donde puso en escena sus más profundas raíces culturales a través de un sanguíneo y teatral concierto.
Como si se tratara de un conjunto de elegantes borrachines que toman por asalto un lujoso restaurant para convertirlo en un tablado, el artista madrileño hizo un descomunal despliegue junto a alrededor de una treintena de músicos, en un recorrido estilístico que exudó hispanidad.
Así, C. Tangana hizo convivir el rap incorporado en su juventud a través de Beastie Boys, con el flamenco puro, el bolero tradicional, el pop latino, la bachata, el pasodoble, la salsa y la rumba, entre otros géneros, a partir de un repertorio que combinó material de su propia cosecha y revisitas a clásicos de artistas tan dispares como el trío Los Panchos, Ketama, Juan Gabriel y hasta New Order.
Para ello, contó con un increíble combinado de músicos que conformaron una sección de cuerdas, otra de vientos, guitarras españolas y eléctricas, percusiones y cantantes, lo que presentó una paleta de sonidos que permitió abarcar de manera orgánica todos los estilos abordados.
Y como gran frutilla del postre, Nathy Peluso, otra gran figura internacional que pocos días atrás ofreció lo suyo en ese mismo escenario, apareció como invitada sorpresa para sumar su voz en el éxito conjunto “Ateo”.
De esta manera, del “tenía una cita pendiente con vosotros”, que lanzó el artista en los primeros temas, se fue amalgamando un poderoso espectáculo que derivó en el “nunca me deje de querer Buenos Aires” pronunciado ya en el tramo final, cuando el público que abarrotó el lugar había dado su devocional veredicto.
La historia comenzó a escribirse cuando alrededor de las 21.45, un gran telón negro cayó con los primeros acordes de “El milagro” para dejar al descubierto una escenografía conformada por una hilera de mesas que simulaban un restaurante de lujo repleto de comensales y, sobre el fondo, de un lado la orquesta de cuerdas y, del otro, los vientos.
Pero no hizo falta que transcurrieran muchos minutos del show enmarcado en la gira “Sin cantar ni afinar” para que se revelara que los comensales eran en realidad virtuosos músicos y cantantes de flamenco. Con el correr de las canciones, gracias al accionar de estos comensales, el lugar terminaría siendo utilizado como una suerte de improvisado tablado.
En medio de grandes performances musicales, pero también actorales, C. Tangana repasó gran parte de “El madrileño”, su premiado disco de 2021, varios de sus singles y algún material de data más antigua.
Una buena dosis de música latina resultó en el primer tramo del concierto la seguidilla integrada por “Te olvidaste”, “Cambia”, “Comerte entera”, “Yelo” y “Párteme la cara”, hasta que llegó el turno del tema con Nathy Peluso, una sensual bachata que culminó con un baile entre ambos que levantó temperatura.
El flamenco más radical arribó con “Yo quiero ser mataor”, momento en que la voz principal recayó sobre uno de los artistas que hacía las veces de comensal; del mismo modo que iba a ocurrir en otros pasajes del show, cuando llegaron los turnos de “Mala malita”, “Muriendo de envidia”, “Antes de morirme”, “Tú me dejaste” y “Skit Flamenco”.
Igualmente, entre quienes parecían actores de reparto sentados en las mesas iba a encontrarse sublimes guitarristas flamenco y notables percusionistas.
Tras un primer bloque sin interrupciones de una decena de composiciones, C. Tangana recreó el Tiny Desk lanzado en febrero de este año, alrededor de una gran mesa junto a muchos de los músicos.
Acaso en el tramo que más se asemejó a una improvisada fiesta musical transitaron boleros como el mencionado clásico de Los Panchos; ritmos ligados a la tradición hispánica con “No estamos locos” de Ketama y hasta rock bailable electrónico con la referencia a “Bizarre Love Triangle” de New Order. El bloque culminó con el protagonista de la noche parado arriba de la mesa vociferando las estrofas de “Tranquilísimo”, en un vuelo rasante por sus orígenes raperos.
Ya con muchos de los músicos simulando borrachera y el mozo del ficticio restaurante sumado a la fiesta fueron sucediéndose “Lujón”; “La limo”; “Muriendo de envidia”; “Nunca estoy”, para la que pidió que todos prendieran las luces de sus celulares; y “Hong Kong”, anunciada como el final del show.
Por supuesto que aún quedaba un trayecto más por recorrer con “Antes de morirme” y “Tú me dejaste”, para desembocar en el gran hit de fines de los `90 “Suavemente”, de Elvis Crespo. El final llegó con “Skit Flamenco”, “Un veneno” y “Al di lá”
Pero el cierre también tuvo su correlato visual: el restaurante era ahora el escenario de una gran fiesta musical y los tranquilos comensales, sus bulliciosos animadores. Más que elocuente resultó la imagen final con los músicos levantando en andas a C. Tangana con botella de alcohol en mano.
En las pantallas, lo teatral se tornó cinematográfico cuando se presentaron los nombres de los músicos en formato de títulos finales de películas.
C. Tangana completará esta noche desde las 21.30 la serie de conciertos en el Movistar Arena y dejará bien en claro que no le hace honor al título de la gira, pues por lo visto en la primera noche, sobra canto y afinación en cada show.