Cultura

Borges cuenta Buenos Aires

Ficciones del genial escritor argentino en un libro que anticipa el 30 aniversario de su muerte.

por Mora Cordeu

El libro “Borges cuenta Buenos Aires”, con un prólogo de María Kodama y fotografías de Carlos Greco, irrumpe como un anticipo conmemorativo del 30 aniversario de la muerte del escritor, el 14 de junio de 1986.

“Borges funda míticamente su ciudad, la canta a través de sus poemas, la narra a través de sus cuentos”, escribe Kodama, su viuda, en el prólogo del libro publicado por Emecé e integrado por algunos de los cuentos más conocidos del autor de “El Aleph”.

Las palabras de Borges al principio del texto surgen enmarcadas en una fotografía de la parte superior del obelisco y las ramas desnudos de un árbol: “Buenos Aires es lo que se ha perdido y lo que será, es lo ulterior, lo ajeno, lo lateral, el barrio que no es tuyo ni mío, lo que ignoramos y queremos”.

Doce relatos borgeanos fueron seleccionados “con fotografías que quizás no responden a lo que tradicionalmente se encuentra en este tipo de ‘hermandad’: texto e imagen”, apunta Kodama y arriesga que “quizá, como un río subterráneo, la imagen se abre paso tratando de expresar el misterio de la creación literaria”

Por su parte, el editor Alberto Díaz en diálogo con Télam contó que el volumen estaba previsto para junio pero que la fecha se anticipó, aunque se reeditará para entonces, además de presentarse en la próxima Feria del Libro de Buenos Aires (a realizarse del 21 de abril al 9 de mayo).

Esta publicación, recuerda Díaz, “viene a completar el ‘Borges de Buenos Aires’, donde se eligieron todos poemas que el escritor dedicó a esta ciudad que tanto amaba: Ahora le llegó el turno a las ficciones, y los doce cuentos que integran el libro fueron elegidos por su viuda, e ilustrado por Greco, salvo la imagen de la tapa que pertenece a la única película protagonizada por Borges, realizada por el polaco Tadeo Bortnowski y con guión de José Luis Di Zeo”.

“Es una mezcla de documental sobre la historia que le inspiró su cuento ‘El Sur’, donde Borges hace de Juan Dahlmann, el protagonista, y también aparecen en este libro dos fotogramas que dan la idea de cómo fue la secuencia de la acción”.

“Aunque no tiene una buena resolución la imagen la elegimos por su impacto, verlo a Borges empuñando un cuchillo….”, señala Díaz

Pero el trabajo de ilustración, subraya, lo hizo Greco, con referencias a esos barrios seguidos por la escritura borgeana como San Telmo, Parque Lezama, y San Cristóbal y esas orillas imprecisas que pasaban sin límites al ámbito rural, un espacio de malevos y pulperías.

“Son esas imágenes -aclara Díaz- las que le dan carnadura y el clima necesario para acompañar la lectura de los cuentos que Kodama imaginó como los más representativos para este libro”.

Según Díaz, la intencionalidad fue agrupar cuentos unidos por la misma temática como “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, “Hombre de la Esquina Rosada” o “Historia de Rosendo Juárez”.

Sin embargo, el poema no está ausente y asoma en “Isidro Acevedo” en el que relata la muerte de su abuelo materno: “En metáfora de viaje me dijeron su muerte; no la creí. /Yo era chico, yo no sabía entonces de muerte, yo era inmortal;/ Yo lo busqué por muchos días por los cuartos sin luz”.

En “El truco”, observa María que el escritor parece reflexionar “sobre este juego emblemático que se basa en el engaño y que pareciera responder a lo que Borges siente como la mala elección hecha por este país, haber elegido como libro de cabecera al Martín Fierro, sobre todo en lo que respecta a los consejos del Viejo Vizcacha, en lugar de haber sido la obra de Sarmiento la rectora”.

También menciona “Libro de Arena”, El Laberinto” y “Las Hojas del Ciprés”, cuentos en los que Borges alude a temas que se reiteran en su obra: el infinito, la sensación de pérdida en el laberinto, los sueños… y subraya que “El Amenazado”, recupera un poema de amor cuya destinataria es María “expresado de una manera poco común”.

Otra mención a Kodama se materializa en “El Laberinto”: “Este es el laberinto de Creta cuyo centro fue el Minotauro que Dante imaginó como un toro con cabeza de hombre y cuya red de piedra se perdieron tantas generaciones como María Kodama y yo nos perdimos en aquella mañana y seguimos perdidos en el tiempo, ese otro laberinto”.

En el prólogo, firmado por Carlos Greco, el fotógrafo precisa que las imágenes incluidas no pretenden ilustrar, sino abrir las puertas a la interpretación, al protagonismo del lector”.

Desde su percepción, analiza el lugar que ocupa el destino en la escritura de Borges (1899-1986) en el que se mueven “fuerzas azarosas, inesperadas, contenidas en un instante”: “Los hechos que conforman el destino circular son acaso lejanos e imperceptibles, manifestándose en tiempos posteriores a través de un entramado de causas y efectos sucesivos”, desliza.

Desde viejos y descoloridos mosaicos, esculturas, perfiles de antiguos edificios, cúpulas, paredes de ladrillos y diferentes texturas de la naturaleza o ésta en caminos arbolados en luces difusas, en la flor del cardo, en un puente, una vía o un cuchillo en el piso desnudo. Figuras antiguas, mitológicas, en piedra, columnas y flores violetas se mezclan con las palabras de Borges, en sus pequeñas historias.

Nada es literal, pero todo se ensambla a partir de la sensibilidad del fotógrafo y de su particular Buenos Aires borgeana.

Télam.

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