A los 70, acaba de estrenar un espectáculo en el que indaga en la fragilidad. Humor y profundidad se tejen en su propuesta, que tiene directa relación con su vida y con este momento histórico. "Hemos quedado más sensibles de lo que estábamos", señaló el actor en una entrevista con LA CAPITAL.
“Sí, soy un buscavidas, totalmente, algunos buscan y otros encuentran, yo soy de los que buscan”. Así se define el humorista Beto César, quien este verano es parte de la cartelera del teatro comercial de Mar del Plata. De martes a domingo propone en el complejo del Provincial el unipersonal “Beto César de papel. Episodio 1” (a las 22).
Se trata de un espectáculo en el que explora su veta actoral y deja de lado el showman, su faceta más conocida.
El actor con la marquesina del show que dirigió René Bertrand.
A partir de su biografía, ficcionaliza una historia que puede ser la suya o la de tantos y tantas. “El personaje es un antihéroe; a través de los años, inclusive de la desesperanza, el tipo encuentra el camino -cuenta en una entrevista con LA CAPITAL-. Es la metáfora de ver el vaso medio lleno”.
Escrita de su puño y letra en plena pandemia, la obra alude a la crisis que produjo la llegada del Covid. Y lo hace con su particular estilo: el papel es para Beto el símbolo de la vulnerabilidad a la que nos expuso esta enfermedad.
“Entendí la fragilidad en este tiempo en que estuvimos encerrados, somos tan frágiles como un papel, no hay nada más frágil que nuestra salud, que nuestra economía”, explica. Hasta el oficio del actor entra en ese universo de fragilidades.
Aunque “Beto César de Papel” tiene elementos de su vida, el actor y humorista se niega a llevar al escenario los hechos tal cual los vivenció. “Cuando mi hija vio el espectáculo salió y me dijo: ‘¿esto es verdad?’. Los magos nunca revelan sus secretos, sus trucos y el teatro no puede ser verdad, tiene que tener fantasía. La verdad a veces no es tan teatral, creo que el teatro es la vida pero embellecida”, define el showman, que el año pasado fue parte del ciclo televisivo “El gran premio de la cocina” y antes, en 2019, se atrevió a bailar en el certamen de Marcelo Tinelli.
Dice que se tomó “muy en serio” ese nuevo rol de cocinero. El apuro por entregar las comidas lo tensionó, aunque más tarde empezó a ver el truco de cada plato y llegó a divertirse. “Cuando me empiezo a divertir me echan… pero bueno, son experiencias, si hubiera tenido trabajo nunca hubiera hecho un programa de cocina o un Bailando (por un sueño). Si hubiera un programa de humor estaríamos trabajando ahí, porque soy un tipo que nació en la televisión”, detalla, con algo de resignación.
Y retoma esa idea de sobrevivir con ingenio, en un medio como el televisivo que atraviesa varias crisis. “Siempre me estoy reinventando, si no me llaman me llamo a mí mismo”, esgrime y pone como ejemplo este nuevo espectáculo que escribió, que dirigió René Bertrand y que estrenó en Buenos Aires. Con esta misma pieza probada llegó al Teatro Provincial.
“Los actores no tenemos trabajo en televisión, ahora son todas corporaciones, Amazon, Netflix… es muy difícil, ahí estamos: bailando o cocinando como yo, pululando de panelistas“, sigue y ahí es cuando enaltece al teatro: esa disciplina que da la oportunidad de montar un espectáculo y de escenificar esa verdad teatral, a veces parecida a la realidad.
“El teatro es la madre de todo, es el único lugar en el que nos podemos expresar. Por eso hay tantas obras, la industria del entretenimiento fue la más perjudicada, nos han destrozado”, explica y vuelve a aludir a la pandemia de Covid.
-¿En “Beto César de Papel” te ponés más profundo?
-El espectáculo es muy profundo, es una historia que puede ser la tuya o la mía, solo que cambian los nombres. Lo dividí en siete papeles porque hace poco cumplí 70 años y cada uno marca una parte de mi vida. Es un repaso, teniendo en cuenta la fragilidad.
-¿Saliste de tu zona de confort?
-Podría ser, cuando salís de hacer los clásicos chistes, cuando salís de ahí, las pausas, las manos, la expresión corporal tienen mucho que ver. Yo no sabía si estaba preparado para eso, dudaba mucho, porque eso nunca lo hice. Pero dicen que cuando estás preparado aparece el maestro, y apareció. Y bajó ese duende que nos baja a los artistas, me compenetré.
-¿Y apareció entonces el actor, le das más cabida al actor?
-Esto es 99% trabajo de actor y cuando hago de showman hago de showman, después lo otro lo vivo. Hay partes en las que me emociono mucho, canto una canción en donde bajo los decibles y me he llegado a emocionar así que no importa si canto, a veces me quedo en silencio. Y la gente lo agradece muchísimo. Creo que estamos viviendo en una época en la que vas a ver un espectáculo y no solo vas a reírte, vas a ver algo más, que te roce algo más.
-¿Y esto tiene que ver con la pandemia, con lo que vivimos?
-Totalmente, todos los espectáculos que he visto tienen un trasfondo, creo que todos los espectáculos tienen que tener de las dos cosas (risas y profundidad) en esta época, no sé más adelante. Durante todo este tiempo estuvimos como de rehenes y aunque nadie pagó el rescate, el precio que pagamos fue muy alto. No vernos, no poder abrazarnos, cualquier cosa que se haga tiene que tener un lado más humano, la gente lo agradece. Mucho se decía acerca de si íbamos a salir mejores o peores, eso no lo sé, sé que hemos quedado más sensibles de lo que estábamos.