por Clara Gámez
BRUSELAS, Bélgica.- El goteo de clientes en la peluquería que Aline regenta desde hace tres décadas en Bruselas se retomó poco a poco con la reapertura este lunes de los comercios no esenciales en Bélgica en una nueva fase de su desescalada gradual de las restricciones contra la pandemia.
Las peluquerías, los centros de belleza y otras profesiones de contacto abrieron este lunes tras un parón intermitente de un mes, pero en total acumulan siete meses con el cerrojo puesto en el último año para controlar el avance de los contagios por Covid-19.
Una medida de contención por la que Aline ha recibido 3.000 euros en ayudas del Estado hasta en tres ocasiones, por cada vez que se ha visto obligada a cerrar su local, un monto que “no ha sido suficiente” para pagar el alquiler y otros gastos corrientes, comentó la peluquera en una entrevista con EFE.
“Ha sido muy duro para mí y para todos los demás peluqueros de la zona, de Bélgica y del mundo. Creo que para todos los comerciantes ha sido duro”, aseguró esta peluquera belga, que ha visto cómo su proyecto de vida “se derrumbaba como un castillo de naipes”.
En una circunstancia parecida se encuentra Loanny, una nicaragüense que abrió hace seis años un centro de belleza cerca del Cinquentenario, un conocido parque en una zona privilegiada de Bruselas. El negocio iba viento en popa, fue elegido salón del año en 2018, hasta la crisis del coronavirus.
Aunque, a estas alturas, la esteticista acepta que no va a recuperar las pérdidas de casi todo un año, por suerte ya tiene reservas apalabradas para los próximos quince días y se muestra optimista para “seguir adelante”.
A pesar de que muchos peluqueros decidieron durante el cierre acudir a las casas de sus clientes para ganarse su sueldo pese a las restricciones, Loanny optó por quedarse en casa y respetar el confinamiento, lo que no ha sido “nada fácil de aguantar” porque paga mensualmente un elevado coste de alquiler, 1.500 euros.
“Enviamos varias cartas al propietario pero no nos redujo ni un 10 % el alquiler”, lamentó la esteticista, a lo que añadió que las subvenciones belgas recibidas ayudaron a paliar las deudas, pero no fueron suficientes y tuvo que poner de su propio bolsillo, perdiendo parte de sus ahorros.
Muchos negocios en quiebra
Durante la mañana de este lunes no dejó de sonar el teléfono de la peluquería para la que trabaja Tarek, en el céntrico barrio de Ixelles, quien se mostró “muy contento” de poder retomar su trabajo después de que muchos de sus amigos, propietarios de peluquerías en Bruselas, hayan quebrado.
En contra de los otros dos establecimientos, el dueño de esta peluquería, inaugurada en octubre de 2020, no recibió ni un euro en ayudas porque llevaba menos de un año abierto, por lo que tuvo que pagar cada mes “de su propio bolsillo” el alquiler, las facturas y los impuestos.
“Ha sido un verdadero problema. Yo diría que he desembolsado 1.500 euros al mes de mi propio bolsillo sin poder trabajar”, comentó Tarek mientras atendía a uno de sus clientes.
A partir de este lunes, cuando comienza la segunda fase de la desescalada, está permitido entrar en las tiendas sin cita previa, una medida vigente desde marzo para contener el virus y, asimismo, se permite que se reúnan grupos de hasta diez personas en el exterior.
También es posible organizar visitas a bienes inmobiliarios y actos culturales autorizados a modo de prueba. La semana pasada, el día 19, se levantó la prohibición de viajes no esenciales al extranjero, que no estaban permitidos desde finales de enero.
Otra de las reaperturas más esperadas en Bélgica, para el próximo 8 de mayo, es la de bares y restaurantes, uno de los servicios más golpeados en el país al permanecer cerrados desde octubre del año pasado.
EFE.