Hace tres años que la ciudad no tiene elecciones para delegado y los vecinos aseguran que se sienten excluidos. Fuerte malestar con el intendente. "Arroyo nos mintió", aseguran.
“Conmigo Batán va a salir adelante”, cuentan los vecinos que dijo el intendente Carlos Arroyo en el asado que se organizó en las semanas previas a las elecciones de 2015, en la casa ubicada en la esquina de la Ruta 88 y la 167. Hoy, casi cuatro años después y en el mismo quincho donde el jefe comunal llenó de ilusión a muchos batanenses, vecinos repiten, una y otra vez que “Arroyo es un mentiroso”.
Quien disparó la frase por primera vez fue Ernesto Lenzo, ex delegado de la ciudad durante el gobierno de Daniel Katz y parte de la primera gestión de Gustavo Pulti.
“Desde que Batán es ciudad, en 1996, es la primera vez que está así”, dispara, de pie, y en el medio de una ronda que los vecinos organizaron bajo la sombra de un frondoso árbol, única manera de conseguir un poco de aire fresco en un mediodía de sábado en pleno enero.
Vecinos de Batán manifestaron su descontento con la gestión de Arroyo y aseguraron sentirse “abandonados”.
“Nuestra preocupación -continúa Lenzo- se basa en el mal funcionamiento de la Delegación en los últimos tres años, que es también la gestión de Arroyo, que ya ha demostrado ser un hombre mentiroso”. Los vecinos asienten con la cabeza.
Es que del encuentro, del que también participaron el comisario Carlos Cianco y el jefe de calle Ezequiel Conde, se desprende una multiplicidad de reclamos. De hecho, las manifestaciones fluyen, se entrecruzan y por momentos hasta se repiten, porque si bien los integrantes viven en diferentes áreas de la ciudad el abandono, aseguran, no excluye a nadie.
Muchos de los vecinos aseguraron sentirse “desilusionados”.
“No cumplió nada de lo que nos prometió”, sentencia Silvia Sequeira, del barrio La Alameda. A unos metros, el matrimonio de Oscar Velazquez e Irma Hernández, coinciden y agregan: “Estuvo en nuestra casa, nos dijo que en seis meses nos iba a traer el agua y todavía estamos esperando”.
Todos los recuerdos que incluyan algún tipo de intercambio con autoridades del Ejecutivo, datan de los últimos meses de las elecciones de 2015 o los primeros de gestión. Es que desde asumida la nueva administración los vecinos aseguran que el intendente no volvió a la ciudad. “No pisó más Batán”, indican al tiempo que otros, como José Cabot, no esconden su arrepentimiento: “Yo lo voté y hasta hice campaña por él, pero no ha hecho nada de lo que nos prometió”.
Sin elecciones
Entre la batería de inconvenientes que se enumeran, lideran el listado la inseguridad, el estado de las calles y, sobre todo, la vuelta de las elecciones para delegado municipal de Batán, que desde asumida la nueva administración brilla por su ausencia. Este sentido de falta de representación es calificado por los vecinos como “inédito”. “Hace 22 años que esto no ocurría”, señaló Lenzo.
En diciembre de 2015, y con la salida de Gustavo Pulti de la intendencia, el delegado de Batán de ese entonces, Abel Cristóbal, presentó su renuncia ante Arroyo, dejando la ciudad acéfala.
Sin un plan inicial y con la primera temporada de la nueva era encima, el jefe comunal aceptó la decisión del funcionario y en su lugar colocó como delegado interino a Manuel Tonto, hermano del actual secretario del Concejo Deliberante e integrante de la denominada Juventud Arroyista. A la designación, que originalmente estaba prevista por solo 60 días, se le sumó la promesa de que se llamaría a elecciones finalizado el verano.
Sin embargo, Batán transita por estos días su cuarto verano bajo el ala de Carlos Arroyo. Y también, su cuarta temporada sin un delegado elegido por los habitantes de la ciudad.
“Siempre tuvimos la posibilidad de elegir quién nos represente. Ningún intendente, salvo este muchacho, nos había negado esta posibilidad”, destacó Lenzo, quien, al igual que el resto de los presentes, dejaron en claro su deseo de que Tonto abandone su cargo.
Las razones que esgrimieron los vecinos fueron varias. Que quieren alguien que sea de Batán, que Tonto “nunca está en la ciudad” (‘Yo no lo conozco’, grita desde la otra punta de la ronda una señora), que las respuestas que reciben ante los reclamos “son nulas” y que, al momento de concretarse importantes reuniones en Mar del Plata, su ciudad nunca está representada como corresponde.
“Estamos muy abandonados”, explican y agregan: “Hasta nos sacaron el tractor de la Sociedad de Fomento, por lo que cortamos el pasto nosotros”, agregan.
La ciudad de Batán por primera vez en 22 años no eligió su delegado.
Un basural
Los vecinos aseguran, una y otra vez, que las calles de Batán están intransitables. Cuando llueve, por ejemplo, Silvia del barrio La Alameda asegura que se hace imposible pasar. “Al lado de mi casa hay una persona enferma de cáncer. No puede pasar ni la ambulancia, es una vergüenza”, asegura, al tiempo que busca uno de los tantos registros fotográficos que guarda en su celular.
Sin embargo, existen otras razones por las que caminar por las arterias de Batán pasó a ser una misión imposible. La más ineludible, sin lugar a dudas, es la disposición de un enorme basural a cielo abierto a solo dos cuadras del Jardín de Infantes N° 946 “Don Batán”.
A dos cuadras del Jardín de Infantes N°946, un basural a cielo abierto inunda al barrio El Repecho de un olor putrefacto.
Si bien está ubicado al final de la calle 47 (en la intersección con la 56), el olor putrefacto se siente en el ambiente a unos 700 metros. Es que la cava que originalmente fue realizada para contener escombros y tierra removida, es hoy rellenada por todo tipo de desechos.
Norma Somer vive justo enfrente y asegura que su vida es un calvario. “No puedo salir de mi casa, vivo en medio de un enjambre de mosquitos”, cuenta. También asegura que la fumigación de las quintas que rodean a la ciudad es otra complicación con la que convive toda la comunidad. “No se respetan las normas con respecto a la práctica, y hay mucha gente enferma”, asegura, mientras acompaña a LA CAPITAL al lugar en donde aves y caballos se alimentan de los desechos que convierten el aire de Batán en una nube irrespirable.
El olor puede sentirse a 700 metros a la redonda.