Opinión

Argentina y su “actualidad”

por Luis Alberto Miccio

Estoy “azorado y asustado-angustiado” a pesar de mis 73 años y la infinidad de “penurias pasadas” en el país. La “actualidad argentina” asusta por sus causas y los efectos que produce (que son semejantes, y aumentan las penas). Las causas y las incógnitas (políticas, económicas y sociales) producen una respuesta (o efecto) que acentúan el enigma de esas preguntas, y las hacen “casi incomprensibles, intolerables, y hasta insólitas” para un país joven, vital, de recursos “totales”, de gran inteligencia (?) y capacidad. Así, las preguntas (de la sociedad argentina) y las respuestas “dirigentes y populares” son todas en contra del orden social, pues no hay un principio que las una, y hasta parecieran “reñidas” una con otra, no se toleran, ni se soportan, son enemigas.

Argentina aún es un país joven que no puede comparar su “orden”, al de la “milenaria Europa”. Construir las bases de una sociedad como lo hizo Europa (históricamente aislada del mundo), no es igual que en la “actualidad contemporánea” tan materialista, comunicada y con tantas diferencias de poder. Hoy…, el proceso es muy, muy difícil, es muy sacrificado por las influencias del poder externo (y sus “apetencias”).

Casi, diría que es imposible lograr esa independencia moral-social-material. “Debemos entender al mundo, y entendernos nosotros”.

Juventud fantástica

Nuestra “pobreza” no es económica, ni de alimentos; somos ricos en materias primas, somos deseables como región y como pueblo. Los poderosos no nos pueden dejar solos, nos desean gobernar y dirigir (para su beneficio, actual y futuro); o sea, para seguir “agregando valor” a nuestras materias, tenemos que entenderlo, aceptarlo, y auto-educarnos para “emerger” independientes. ¡Podemos! Por supuesto, “somos pobres de cultura”, y a pesar de lo “mucho” que tenemos, eso no nos liberará del apetito de los poderosos. Ellos tienen una base material (de materias primas) importante, pero que se agotará y por ello desean la nuestra. Nos dan “migajas” y algunos caramelos, y nos entregamos al “dulce”, los seguimos, los admiramos, los compramos, y vamos “contra nosotros mismos”. Nos drogan, nos conducen y lo agradecemos.

Tenemos una juventud fantástica que se destaca en todos los campos materiales del mundo, física e intelectualmente. Y en vez de darles educación, cultura, ideas y posibilidades de “progresar por su propio esfuerzo” les damos malos ejemplos personales, abandono, desidia, “aguantátelas como puedas”, “no molestes” y drogas (policía, políticos, empresarios), y todos los materiales humanos y legales necesarios para vagar, pero con sensaciones. Me consta como docente de toda la vida que si “hacemos jugar, cambiar, crear, proponer, inventar, entretenerse y descubrir al conocimiento”, el alumno se entusiasma con él, y lo “retiene sin atención seria”. Así lo disfruta como sensación, sin esfuerzo ni físico ni mental. Mis alumnos universitarios hicieron un trabajo práctico de investigación aplicada, que fue publicado por una revista local (del puerto), referida a la pesca (20-21 años) Mis alumnos secundarios ganaron un premio provincial de ciencias (también un trabajo de pesca; 12, 13 años), jugando e investigando una idea. No esperemos que la droga y el sensacionalismo de la vida contemporánea, nos arrastre al niño-joven para disfrutar y enfermarse con ellas.

Debemos cambiar nuestro concepto de lo que es “supervivencia”. Precisamente porque somos lo más “elevado de la biología de nuestra naturaleza, podemos conocer exactamente las necesidades para la “supervivencia” en este mundo de competencias. La vida no es competencia y debemos educarnos y educar para vivir.

Debemos transformar los planes educativos y hacer que la enseñanza sea un conjunto de sensaciones agradables para el cuerpo y el alma del alumno; que no sea sólo “memoria y esfuerzo”.

La “sabiduría” es un fenómeno biológico divino, que resulta de la combinación del físico, del cerebro y su capacidad propiamente dicha, de la imaginación racional (o 6º sentido “inteligente”, sentido interior que “somatiza el conocimiento-sensación”) y del sentimiento íntimo el ser que sea, que le dice de sus “preferencias, tendencias y/o aptitudes genéticas”. Los jóvenes y los niños “no saben estudiar”, pues no saben de sus herramientas para aprender. El profesor o el maestro completa la educación de los padres, mostrando al niño-joven las notables posibilidades y facilidades que cada uno tiene, para conseguir sabiduría. Sólo debe autoconocerse.

Volviendo a los niños y jóvenes, que naturalmente son ansiosos, pues están indefinidos y no saben lo que quieren o desean y necesitan guía, se encuentran en medio de esa “maraña insólita de la actualidad, de sensaciones fantásticas, codicia y ambiciones desmesuradas, desigualdades abismales de poder y capacidades, egoísmo, interés material, hambruna, guerras, delincuencia, etc., etc., etc.”. Por supuesto, se agudiza la ansiedad y el desconcierto, hasta llegar a desnaturalizarlos como ser, y se transforman en un individuo “vital, molesto inconforme, reaccionario, confundido, incomprendido e insaciable”. Además en el país, sus “mayores” realizan “piquetes, marchas, protestas, huelgas, ruidos, cortes”, etc., que “no son enseñanza, ni creaciones o novedades”; son sensaciones que les dan intranquilidad, nervios, dudas, inseguridad, desconfianza, y hasta de ellos mismos, íntima.

Cambiar planes de estudio

Por todo lo antedicho (que aún es más abundante e intenso), del “entorno y del individuo en particular”, debemos cambiar los planes de educación escolar, no en su contenido de conocimientos sino en su didáctica. Debemos hacer al conocimiento más atractivo, más sensación, más emoción, más juego, más entretenido, más “descubrimiento” e sí mismo. Precisamente por su cualidad de joven, no acepta ni se hace esclavo de la sociedad, y sus medidas; sino que se autoesclavizan a su incultura (¡que no es falta de conocimientos mínimos, sino es no saber pensar y sentir plenamente, en cuerpo y alma!); es decir “no se conocen internamente, sólo conocen su cuerpo”.

A las sensaciones de la “actualidad y su ritmo”, o la droga, o a su propia “vitalidad ansiosa”, debemos hacerlas competir con el “juego del conocimiento, de las técnicas, de las tácticas, y de sí mismo. ¡Es la base de las soluciones del país!, pues es el “dirigente del futuro”. Necesitamos educación para “entendernos”, cultura y conocimientos para saber “ubicarnos” en el mundo como país, y en nuestro entorno como “individuos”.

Todos los niños y jóvenes son muy inteligentes y capaces. El cerebro es una computadora de “millones de años de evolución”; de 5x5x5 metros de volumen (¡o más!), y comparada a las más modernas de cms., que son capaces hasta de volar -¿hasta dónde podría llegar “un cerebro humano”, bien preparado como ser y como patrón de conducta y criterio? Por supuesto, es “casi patológico” pensarlo como máquina, pero estar viviendo “tantos inconvenientes humanos” en el país y en el mundo, teniendo semejante poder de soluciones -¿no es correcto?

Sólo debemos convencerlo de su capacidad, de la necesidad de que se conozca a sí mismo para identificarse (en “sentimientos y deseos”). La educación y el criterio así elaborados, con guía y enseñanzas “somatizadas” como juegos humanos sin competencia, será evolución. Hoy el comercio, la competencia material, la ambición de poder y “otras” muchas semejantes (la robótica), nos están cambiando los principios.

Todo lo “dicho y escrito” como argumentos y fundamentos de los “cambios” que se proponen, significan que estamos cursando el comienzo de la era de la robótica. Estamos en las “finales de la era moderna (o del “maquinado” o del “poder”, o de las “computadoras”); hoy todo es “automático”, hasta las ideas, los impulsos, la creación, la personalidad. Así, todo está “computado, o grabado, o programado, etc.”, y es moda. Y lo más dramático y grave de la cuestión es que, “eso guía” a nuestros menores, e inclusive a nuestros mayores que se “regocijan” con ella, usándola como herramienta productora.

La “vida del trabajo, la vida financiera, la vida comercial, los entretenimientos, etc., se manejan “a máquina” (aún en el hogar). De esa forma, la gente se “robotiza”, y se va transformando en autómata; los niños y jóvenes se transforman en robots. Desde ya, la solución no es simple, ni fácil; pero luego de “entender los cambios normales que nos están conduciendo, debemos ‘hacer algo’ que ‘nos siga diferenciando de las máquinas'” (¡que “casi sienten y piensan”!) Nos dominarán, y el aula es donde están las soluciones.

Lo dramático de la “cosa” es que estamos programando la vida, con las máquinas (máquinas programadas). Les estamos dando “conciencia racional”. Tal cual como la crítica al plan docente actual, debemos tener “equilibrio y criterio humano” como para no dejarnos llevar por la comodidad, la conveniencia y el bienestar que nos brinda la tecnología; y “acomodar” nuestro ser, su educación, su “vida en comunidad”, la espiritualidad, el entretenimiento y en general, los sentimientos a los “nuevos tiempos” ¿En Europa y EEUU, es peor, o lo han solucionado?

¿Es disparatado?

(*): Profesor.

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