por Cecilia Caminos
Argentina inicia este lunes una nueva extensión de la cuarentena que obligará al país a completar seis meses de confinamiento hasta el 20 de septiembre, en medio del constante aumento de casos de coronavirus y una expansión del virus SARS-CoV-2 por todo el territorio nacional que pone en jaque al sistema sanitario.
“La situación no está mejor, ni está igual, está peor”, aseveró este lunes el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Con más de 408.000 positivos, Argentina escaló hasta el puesto once del ranking de países con más personas con COVID-19, a un pequeño paso del “top ten”, mientras transcurre desde el 20 de marzo una de las cuarentenas más largas del mundo, aunque según se observa en las calles que las restricciones ya no se cumplan de forma estricta.
El país registra sin embargo un bajo índice de letalidad por coronavirus, del 2,1 %, frente al 3,5 % que se registra en promedio en el planeta, y acumula 8.498 fallecidos, mientras que 301.195 personas ya se recuperaron.
Las medidas de restricción dispuestas desde este lunes varían según la situación sanitaria en cada distrito, en un constante debate por el cansancio de la población ante tantos meses de cuarentena y la urgencia por volver a trabajar, dado el fuerte impacto de la pandemia en una economía desde hace más de dos años golpeada por la recesión.
Mientras la provincia de Buenos Aires, epicentro de la pandemia con más del 60 % de los contagios a nivel nacional, decide endurecer las restricciones en varios municipios, como también varios otros distritos, la capital, en una meseta alta pero estable de su curva de casos, avanza con la reapertura de actividades y habilitó el funcionamiento de bares y restaurantes al aire libre.
Alerta por aumento de casos en las provincias
El área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que reúne a la capital y su populosa periferia y con cerca de 14 millones de habitantes es la región más poblada del país, concentra el mayor número de contagios de coronavirus, pero en las últimas semanas se prendieron las luces de alerta por el crecimiento de los contagios en las provincias.
Varios distritos decidieron endurecer la cuarentena en aquellas zonas donde crecieron rápidamente los casos de COVID-19 para frenar la transmisión del virus y evitar una mayor saturación de sus sistemas sanitarios, que ya registran tensión en algunas regiones de las provincias de Jujuy y Río Negro.
Las autoridades sanitarias detectaron una transmisión comunitaria extendida de coronavirus en 18 de los 24 distritos de la Argentina y, aunque autorizaron la reunión de hasta diez personas al aire libre, urgieron a la población a mantener el distanciamiento social para frenar los contagios.
El presidente, Alberto Fernández, alertó de que, si la circulación de personas aumenta, “no hay sistema de salud que aguante”.
Hace un mes y medio, el 7 % de los nuevos casos diarios de COVID-19 era de las provincias y ahora aumentó cinco veces y es del 37 %, según advirtió la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti.
Diferencias políticas y sanitarias
El Gobierno decidió cambiar su política de comunicación sobre la situación de la pandemia y Fernández anunció la extensión de la cuarentena a través de un mensaje difundido en las redes sociales.
En medio de la creciente tensión política con la oposición, Fernández evitó como todas las otras veces sentarse en la mesa junto al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para informar sobre las medidas sanitarias.
También se diferencian cada vez más las estrategias de la capital y la provincia de Buenos Aires, apenas separados por la autopista General Paz, para enfrentar la pandemia de coronavirus.
El ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, aseguró este lunes que la capital ya ha “pasado el peor momento que fue a principios de agosto” y a partir de hoy se decidió habilitar bares y restaurantes al aire libre y la reactivación del sector de la construcción.
En cambio, el gobernador bonaerense fue categórico al advertir que “el virus cruza la General Paz” y “la situación epidemiológica en el AMBA es de una estabilidad tremendamente frágil, se consolidó una tendencia creciente y la verdad es que la situación no está mejor, ni está igual, está peor”.
“En esta situación no podemos acompañar más aperturas, es un error y no estamos de acuerdo. Lo que podemos hacer es tratar de estabilizar, porque no podemos arriesgar lo que logramos en cinco meses, perderlo en cinco días”, alertó Kicillof al informar sobre las restricciones vigentes en la provincia más rica y poblada del país.
“Todos estamos angustiados, todos estamos hartos, porque esta situación es complicadísima. El virus nos está ganando y todavía no tenemos vacuna ni tenemos remedio”, sostuvo el gobernador peronista, al justificar que las medidas de restricción no representan “una pérdida de libertad sino una ganancia de salud”.
Las diferencias entre los distritos se acentúan cada día más y en algunos casos se traducen en estrictos controles en los límites entre los distritos, con algunos casos dramáticos como el de un padre que no pudo ingresar a la provincia de Córdoba para despedir a su hija gravemente enferma de cáncer y que murió pocos días después.
Impacto en el sistema sanitario
El agravamiento de la pandemia en Argentina se refleja en el alza del número de personas internadas en terapia intensiva, que crece cada semana y actualmente es de 2.232, y suma tensión al sistema sanitario en el invierno austral, con una ocupación de las camas de UTI por cualquier patología que ascendió a 60,6 % a nivel nacional y a 68,5 % en el AMBA.
Esto tiene un impacto en el personal de salud -un 6 % de los contagiados son trabajadores del sector sanitario- que quedó evidenciado este domingo pasado con un emotivo homenaje en el tradicional Obelisco de Buenos Aires a un médico del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) estatal fallecido por COVID-19, mientras sus compañeros aplaudían conmocionados y sonaban las sirenas de decenas de ambulancias reunidas en el lugar.
EFE.