El 22 de octubre de 1983 se puso en marcha en Mar del Plata el dispositivo para las históricas elecciones de 1983. Urnas de madera. Boletas en blanco y negro. Inmensos padrones. Mesas masculinas y femeninas.
El general Leopoldo Galtieri todavía no era presidente de facto cuando dijo: “Las urnas están bien guardadas y van a seguir bien guardadas”. Era comandante en jefe del Ejército.
Muchos creen que pronunció tal sentencia ante una pregunta periodística, pero es incorrecto. Lo hizo el 29 de mayo de 1981 en el Colegio Militar, al encabezar el acto por el Día del Ejército.
Obviamente fue recogida por la prensa, pero los verdaderos destinatarios fueron cientos de militares de distintos rangos que lo escuchaban en solemne formación.
También les dijo a sus subordinados que el próximo presidente argentino sería otro militar elegido por la Junta. Este vaticinio sí se cumplió: Galtieri asumió como presidente de facto el 22 de diciembre tras un “golpe palaciego”.
Cuatro meses después prorrumpía su segunda frase de oscura celebridad: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Diez meses más tarde -el 28 de febrero de 1983- su sucesor, el general Reynaldo Bignone, anunció el llamado a elecciones para octubre de ese año.
Aquellas urnas que estaban bien guardadas fueron recibidas en Luro y Santiago del Estero por empleados de Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones (Emcotel). Así se llamaba el actual Correo Argentino.
Las urnas –931 según puntualiza una crónica de la época- eran de madera y habían visto la luz por última vez en septiembre de 1973 cuando Juan Domingo Perón e Isabel Martínez ganaron con el 61,86% de los votos.
Las urnas de madera -que desaparecieron del cosmos electoral argentino en la década del ’90, cuando fueron reemplazadas por las de cartón-, llegaban acompañadas por toneladas de boletas impresas en blanco y negro.
Otra logística especial necesitaban los inmensos padrones que se exhibían en el correo y en locales partidarios donde solían formarse largas colas. Y otra en los centros comiciales, donde había que instalar mesas masculinas y femeninas por separado, mecánica que se abandonó definitivamente en las elecciones de octubre de 2011 cuando se procedió a la unificación de los padrones y a su ordenamiento alfabético.
Dentro de cuatro días se cumplirán 42 años de aquella frase de Galtieri. La historia ha demostrado que las urnas sólo están bien guardadas en manos de la democracia.